Hola queridos lectores, pues aquí me tienen con mi acostumbrada entrega de cada domingo, siempre con el deseo de que sea de su agrado, en esta ocasión les voy a narrar una extraña aventura que me sucedió, tal vez en sueños, tal vez en la vida, no lo sé, pero de lo que sí estoy seguro es que les va a sorprender esta narración, comencemos.
Hace algunos días al estar caminando por estas calles de Dios, al estar distraído, alguien me llamó por mi nombre, escuché: perdone, ¿es usted el barón rojo?, intrigado giré la cabeza para saber quién era el que me llamó, y sorprendido y a la vez asustado, no vi a ninguna persona, cuando de repente me vuelve a llamar, sí, es usted el que escribe historias de casas, le contesté, sí efectivamente sí soy , ¿pero quién me llama?, soy yo, la casa… ¿quién?, sí , soy la casa número 204 de esta 4 Norte.
¿Pero, cómo es que puedes hablar?, claro que puedo hablar, porque por el hecho de ser una casa no significa que sea un ser inerte, puedo hablar, platicar, recordar, e incluso tengo sentimientos, ¿quieres platicar un momento conmigo?, tengo mucho tiempo de estar en silencio, un silencio que ya no soporto, y quiero platicar con alguien, y quiero que ese alguien seas tú.
De acuerdo, le contesté, platiquemos, ¿qué es lo que deseas contarme?, pues quiero contarte muchas cosas, mi historia, mis dueños, la familia que albergué, las personas que me cuidaron, ¿por dónde quieres que comience?, pero no estés en la calle, ven pasa a mi interior. Y cuál fue mi sorpresa al ver que mágicamente, me abre sus enormes puertas de madera de par en par, y mis ojos y mi mente se quedan incrédulos al observar un enorme y bellísimo patio colonial, con su escalera estilo francés a la izquierda, su segundo piso rodeado de un bellísimo barandal con sus tradicionales porta macetas de aro, y muchas, muchas habitaciones.
Amablemente, la casa me invita a sentarme en la escalera de su segundo patio, y con mucha atención me platica su historia: fui construida en el siglo XVII, en el año de 1900 me adquiere el doctor Liborio Ramírez Rodríguez, quien establece en mi planta baja su consultorio, al mismo
tiempo, establece una gran fábrica textil llamada El Triunfo, en la colonia La Paz, comenzando así su gran época de bonanza, llena mis habitaciones con diez hijos, Concepción, Esther, Asunción, María, Liborio, Armando, Alfonso, Judith, Raquel y Raúl.
A principios del siglo XX, contrata los servicios del prestigiado arquitecto Bello, quien remodela totalmente mi fachada, toda de piedra de cantera blanca, bellamente coronada por un gran escudo heráldico y macetones de piedra de cantera gris, y renueva toda mi herrería por una de estilo totalmente francés; pero no te quedes ahí, ven pasa a recorrer mis habitaciones, hoy tristemente vacías, pero en mi época de esplendor, me di el lujo de presumir, una bella antesala, mi majestuosa sala con enormes sillones, espejos franceses, floreros enormes los cuales siempre lucían flores frescas del día, mis recámaras, todas con sus enormes camas con pabellón, sus roperos gigantescos, muy de moda en la época porfiriana, sin olvidar mencionar que todas, cubiertas de cielos rasos bellamente decorados con imágenes al más puro estilo porfiriano, y en todo su perímetro, aplicaciones en yeso de distintas figuras de la época.
Pero de todas las piezas, hay una que se diferencia de las demás, es la única recámara con vista a la calle, para acceder a ella hay que atravesar un pasillo que está cubierto con un bello cancel estilo francés, formando un pasadizo que cruza el espacio superior de mi bella escalera afrancesada, ¿sabías que muy pocas casas aquí en Puebla, tienen este estilo de pasillo sobre el claro de sus escaleras?, aquí platicando con mis vecinos me enteré que entre estas casas están la de los Muñecos y la de Alfeñique, entre otras, ¿ qué te parece?.
Pero sigue tu recorrido, que yo continúo platicándote; al fondo del segundo piso tengo mi comedor principal, con acceso a algo muy raro en una casa poblana, ¿sabes qué es?, pues que cuento con dos cocinas, así es, mi cocina principal con su clásica estufa de leña, su mesa de metates, su gran alacena, la cual es tan grande que cuenta con un mostrador, donde la gobernanta, jefa de cocineras, despachaba los alimentos necesarios para los guisos, como si fuera una minitiendita, incluso con su propia báscula, a esta cocina la llamé cocina de sal, exclusiva para preparar los guisos salados de la comida y días de fiesta, pero además, cuento con otra pequeña, ¿sabes para qué?, pues como buena casa poblana tenía la obligación de preservar la tradición dulcera de mi ciudad, así que esta pequeña cocina la destiné exclusivamente para elaboración de dulces y repostería, lógicamente a esta cocinita la bauticé con el nombre de cocina dulce, ¿qué te parece?, platícame Barón Rojo, de todas las casas que has narrado su interior ¿alguna otra tiene esta característica?, ¿verdad que no?
Así es mi querido Barón, fue tanto mi esplendor que hubo un momento que requerí los servicios de diez empleados de servicio, desde mayordomos, cocineras, recamareras, jardinero, y además, cocheros, así es porque la familia, viajaba en carruajes tirados por caballos, mi planta baja era destinada para corral, troje y bodegas de granos, ¿qué te parece?, aún hoy en día puedo llegar a escuchar el eco de las voces de mis últimos moradores, las hermanas Concepción, Asunción, María y Judith, y el joven Amado, quienes siempre vivirán en mi recuerdo.
Hoy en día, mis actuales dueños, la contadora Martha y su hermano el doctor Raúl Ramírez Moreno, anhelan que su sueño se haga realidad, que es el devolverme a mi gran esplendor, porque aquí estoy, y siempre estaré para recordar las bellas épocas de nuestra historia.
Gracias hermosa casa por haberme elegido para dar a conocer tu historia a los poblanos.
Gracias a ti Barón Rojo por escucharme, y recuerda aquí estaré, siempre esperándote para platicarte más historias, historias de mi vida, historias de mi corazón.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com , mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WathsApp 22 12 532690, y Twitter @elbaronrojo62, se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo, hasta la próxima.