Quizá hayas escuchado hace algún tiempo a Alejandro Navarro Saldaña, presidente municipal de Guanajuato, afirmar que en este municipio de México se quería la visita de turistas con un cierto poder adquisitivo y de aquellos que llegaran de entrada por salida, además de criticar que llevaran “sus tortas” para comer, lo que quizá estés asociando con el ahora llamado turismo de pobreza.
Sin embargo, no es así, lo cierto es que este tipo de turismo poco tiene que ver con la pobreza de los turistas y con actividades de esparcimiento. Otro ejemplo del uso de esta palabra es en turismo médico, aunque en este caso se encuentra relacionado con el problema de gentrificación en áreas centrales y zonas consolidadas de las ciudades por el poder económico, lo que podría representar un problema para nuestro país.
¿En qué consiste el turismo de pobreza?
Esta clasificación de turismo surge de la necesidad de los extranjeros de encontrar experiencias reales que no se encuentran en las que ellos clasifican como ciudades ostentosas, aunque lo que ellos buscan es presenciar la vida real de estos sitios sin necesariamente quedarse en sitios como los barrios pobres de una ciudad, de aquí que reciba dicho nombre.
Zonas como las de Tepito y La Merced, ambas en la CDMX, son algunos de los puntos que están siendo considerados dentro de esta actividad que solo consiste en que un tercero lleve a los turistas a observar la pobreza de la gente, incluso recorriendo establecimientos que son frecuentados por gente de bajos recursos, dentro de los que también se encuentran bares y restaurantes.
Pero los extranjeros encuentran la motivación de realizar esta práctica bajo la promesa de que encontrarán aventura, por la “autenticidad” y el colorido que el folclor que una colonia de escasos recursos y con determinados problemas sociales les puede brindar, al grado que incluso está presente en India, Etiopía, Kenia, Namibia y Sudáfrica, aunque México no es la excepción.
¿Cuál es el problema del turismo de pobreza?
El principal problema del llamado turismo de pobreza radica en el hecho de que a pesar de que algunos residentes utilizan esta práctica como fuente de sustento, para otros más es una forma de intrusión en su vida diaria, pues no se trata más que de un tipo de voyeurismo, es decir, que les genera un disfrute el contemplar actitudes consideradas como íntimas de otras personas.
Es aquí donde esta práctica toma una connotación de explotación de quienes viven en estos lugares pese a que no lo hacen por elección propia, sino por la escasez de recursos, esto sin dejar de lado que incluso son fotografiados sin consentimiento y por consiguiente sin obtener nada a cambio, al grado que incluso ya existen agencias especializadas para la realización de esta práctica.
Finalmente, pese a que algunas compañías destinan parte de sus ganancias para estas zonas, ONG’s como la británica Tourism Concern emitió recientemente una serie de lineamientos que permiten esta actividad sin trasgredir la dignidad de quienes ahí viven, como la selección de un buen tour-operador, además de evitar los viajes de culpabilidad y ser empáticos.