Hola queridos lectores, gracias nuevamente por dejarme entrar a sus hogares a través de estas notas, las cuales escribo con el deseo de que sean de su completo agrado. En esta ocasión les voy a narrar una historia breve sobre la casa del alguacil mayor, bello inmueble localizado en la Avenida 8 Oriente número 409, hoy en día propiedad de la BUAP.
Y cabe hacer mención que todos los inmuebles que adquiere esta institución, los remodela de una manera tan bella y espectacular que, al admirar las casonas recuperadas, nos da muchísimo gusto ver que nuestros impuestos son invertidos correctamente. Gracias BUAP, gracias contribuyentes.
El inmueble del que hoy hablamos fue construido de una manera muy peculiar. Primero se levantó el patio interior, al fondo del terreno en el siglo XVI, supuestamente con su respectiva fachada, y luego en el siglo XVII se construyó sobre la línea de propiedad, a la vía pública; esto nos da una casa con dos estilos diferentes de diseño, marcados por una diferencia de 100 años aproximadamente.
El interior es netamente rústico novohispano y el exterior totalmente colonial barroco, la fachada totalmente de petatillo, combinada con talavera poblana; se supone que la fachada interior desapareció al construir el inmueble exterior.
SU PROPIETARIO
Esta casona tuvo varios dueños desde su construcción. Fue hasta el año de 1701 cuando su propietario, Pedro de Mendoza y Escalante (en algunos escritos lo llaman Juan), desempeñaba dos actividades al mismo tiempo: alguacil mayor del Ayuntamiento poblano y único mayorista introductor de carne de res y cerdo en toda la ciudad, labores que la ley de esa época no permitía desempeñar a nadie más, ya que por su posición siempre actuó con prepotencia y despotismo, eligiendo a quien le vendía carne para su venta.
Al mismo tiempo, al ser autoridad, jamás nadie le podía levantar una queja so pena de ser privado de adquirir carne para venta y consumo. No fue sino hasta el año de 1714 cuando por Real Cédula emitida por la autoridad fue destituido del cargo de alguacil. Pero esto no lo frenó en sus ambiciones y abusos en el comercio de la carne, excepto su conciencia...
INICIA LA LEYENDA
Corría el año del señor de 1730 cuando el poderoso comerciante en carnes disfrutaba de las mieles de su ambición; don Pedro de Mendoza y Escalante, casado con doña María Rosa Yáñez de Vergara, procrearon cinco hijos, tres varones y dos mujeres; de estas la mayor, de nombre Carmen, por órdenes de su padre ingresa a un convento con la intención de tomar los votos como religiosa, pero carecía de la vocación de entrega hacia el señor, así que a escondidas de su padre comienza a tener relaciones con un potentado caballero de la alta sociedad poblana, don Sebastián de Torrecillas.
Por mucho tiempo llevaron su amor en el anonimato, pero tanto va el cántaro al pozo hasta que se queda en él: la joven Carmen queda embarazada y para esas épocas el embarazo fuera del matrimonio era visto peor que el más grave de los pecados. El dictatorial padre, al enterarse, encierra a piedra y lodo a su hija en el segundo patio de este caserón, aislándola hasta el momento de dar a luz.
Cuando el crío nace, se dice que el padre furibundo lo arroja al río San Francisco, perdiéndose en las corrientes pestilentes de este. La hija, al enterarse del acto criminal de su padre en contra de su nieto, víctima de la locura se quita la vida; el padre, por muy potentado que era, no resistió los remordimientos de sus actos y nunca jamás volvió a conciliar el sueño, obteniéndolo solo a través de un infarto.
Del resto de su descendencia no se tiene crónica alguna, más que rumores heredados por los vecinos de la calle, manifestando que todos vivieron vidas terribles, en lo económico, en lo familiar y en la salud.
LA CASA ACTUAL
Hoy en día, ya remodelada, es la sede de la escuela de música de la BUAP; bellamente conservada, cuenta con tres patios, dos arcados y uno rústico, el cual luce al centro una enorme pila bautismal tallada en una sola pieza de cantera. El patio al fondo, con una fuente colonial sencilla al centro, totalmente arcado en sus dos plantas y el patio principal con un solo corredor techado, le dan a la casa un bello ambiente colonial novohispano perfectamente conservado.
El pasillo del segundo piso tiene un diseño bastante curioso, son losetas con forma hexagonal que, al observarlas, forman un bello tapete tridimensional, engañando excelentemente al cerebro, imagen digna de ser el tapiz de tu computadora.
Hasta hoy en día, testigos de diferentes momentos del tiempo han manifestado que han llegado a escuchar a una mujer cantando canciones de cuna, buscando arrullar a un bebito; incluso alumnos de la actual escuela de música han manifestado ser testigos de momentos tensos que han perturbado la concentración en sus estudios. ¿Verdad o mentira?, solo tu imaginación querido lector, lo sabrá.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.
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