Un cafecito con un buen libro | TURISTEANDO CON EL BARÓN ROJO

Avenida Reforma, antiguamente conocida como calle de Miradores

Jorge Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

  · martes 26 de noviembre de 2019

Foto: Jorge Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

Hola queridos lectores, mil gracias por el favor de recibirme como ya es costumbre, en sus hogares cada domingo, siempre con el deseo de que mis notas sean de su agrado en esta ocasión les voy a platicar algo sobre lo que a mí me da mucha alegría, noticias sobre el rescate de nuestro patrimonio poblano, y en esta ocasión el héroe en cuestión es una famosa cadena de librerías.

En la avenida Reforma, antiguamente conocida como calle de Miradores, existen varias mansiones porfirianas, cuya principal característica es que la mayoría tenía vista hacia la calle, enormes balcones techados llamados miradores, de ahí el nombre de la calle.

En una nota anterior les platiqué sobre la historia de dos mansiones mellizas, llamadas Casa de la rascona, apelativo debido al apellido de su propietaria a finales del siglo XIX Margarita Rascón; estas casas se distinguen porque son iguales en su construcción, pero en forma de espejo, esto es, una casa es el reflejo de la otra, son el número 534 y el 536, pero ahora hablaremos de la que se encuentra en el número 538.

Foto: Jorge Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

Mujeres, de entre 25 a 35-40 años, deciden conocer nuevos destinos en solitario.

Esta casona todos los poblanos la conocimos a través del tiempo por los distintos usos que tuvo a partir de la década de los setentas: anteriormente era casa particular, luego por muchos años funcionó en ese lugar una famosa academia de idiomas ya desaparecida, después se convirtió en un pequeño hotel llamado “Virreyes”, después permaneció cerrada por algún tiempo, pero en esta semana me tomó por sorpresa el ver que se restauró y se convirtió en sucursal de la cadena de librerías.

Remodelaron, reconstruyeron y rescataron este hermoso caserón porfiriano, lástima que no existe mucha información acerca de la historia de esta casa, pero a juzgar por el estilo es una mezcla entre colonial novohispano y porfirista, tiene la clásica disposición de las habitaciones en serie, todas comunicadas con su clásica e incómoda puerta a la mitad del muro, todas con acceso a un patio central rodeado de pasillos con su clásico barandal de hierro, el cual es totalmente porfiriano, porque esta remachado; recuerden que la soldadura llegó a México hasta el año de 1915. Como detalle curioso, existe otra casa con el mismo estilo arquitectónico, lamentablemente fue modificada para darle uso comercial, en la 7 Norte entre la 10 y la 12 Poniente.

Hay una característica muy rara en esta mansión, es un detalle único en las casas coloniales poblanas: su escalera está elaborada totalmente en madera, cosa muy rara porque está en el exterior de las habitaciones, colindante al patio, este detalle es muy raro porque generalmente son de piedra de cantera con barandales de herrería, y precisamente se construían de piedra, para evitar el daño por las inclemencias del tiempo, solamente las escaleras interiores se fabricaban en madera, pero esta rompe ese patrón, por cierto bellamente labrada en madera negra de ébano. Además, cuenta en la segunda planta con un enorme vitral, el cual impresiona por su tamaño.

Foto: Jorge Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

Otro detalle muy bonito y único que tiene esta remodelación es que, para iluminar el sótano, el cual funciona como restaurante, perforaron los pisos de la planta baja, dejando al descubierto su soporte de vigas, y como detalle modernista, con barandales de cristal, el techo de las habitaciones superiores, muestra la clásica bóveda catalana y todo reforzado con viguetas de acero, disfrazadas dentro de la arquitectura original.

Nos da a los poblanos muchísima alegría y sobre todo a su servidor, el ver que ya cambió la mentalidad de los propietarios con respecto a estas joyas de la colonia, por muchos años fuimos testigos de cómo mas de cien casas desaparecieron producto de una mala valoración histórica de estas, buscando solamente el beneficio mercantil; en cambio ahora, no hay nada más hermoso que el ver que ya se les ve como lo que son: tesoros de la ciudad y de sus habitantes.

Querido lector, sería imperdonable no dedicarle unos minutos de tu tiempo para disfrutar un excelente cafecito, en una charla con los amigos rodeado de la belleza de esta joya poblana, minutos que bien valen la pena, además de leer un buen libro.

Agradezco por este medio a la casa Gandhi, a su gerente y a su personal, las amplias facilidades prestadas a su servidor para la realización de esta nota, soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, nos leemos la próxima semana.

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