Hola queridos lectores, mil gracias por recibirme en la calidad y la calidez de sus hogares, en este ya último día de septiembre, preparándonos para las fiestas de Todos Santos, esperando el aniversario de la Revolución y a festejar la Navidad, y se acabó el año, que al menos para su servidor ni a melón me supo.
En esta ocasión y con mucha alegría les presento esta nota, siempre con el deseo de que les agrade, les escribo porque en mi diario andar por estas calles de Dios, me encontré con otra enorme y bella casona poblana increíblemente restaurada y remodelada, les platico su historia.
Sobre la calle 4 Norte, antiguamente llamada “calle de Espejo” en su esquina con la 4 Oriente se encuentra un enorme caserón, del cual su dato más antiguo nos remonta al año de 1744, casa construida por el español Juan Bartolomé Ordóñez Cienfuegos y Espejo, quien junto con su hermana, doña Josefa, edifican esta bella casa netamente de diseño colonial Novohispano, según datos, también con la ayuda económica de su pariente cercano el también español don Bernardo Espejo, dueño de varias casas sobre la actual 6 Norte, el cual genera su fortuna al ser guardia mayor del puerto de Acapulco.
Hay que recordar que Acapulco perteneció al estado de Puebla hasta el año de 1858, cuando se actualiza la división política del país y se instaura el estado de Guerrero.
En el año de 1754 don Bernardo, junto con su pariente don Juan Bartolomé, establecen en sociedad en la casa número uno de esta calle, edificada por ellos mismos, la primera estación de diligencias de la ciudad, funcionando por cincuenta años hasta el año de 1804, empresa que después venden a un señor de apellido Echeverría, el cual la muda a la calle siguiente, empresa de diligencias que funciona por cincuenta años más, desapareciendo en 1854, motivo por el cual a esta se le llama calle de Echeverría.
Estos son los únicos datos registrados acerca de esta casa, pues la historia se pierde hasta la época de la Revolución, cuando la casa se convierte en casa habitación, y a partir de los años 30s, en vecindad, y es aquí donde comienza su destrucción.
En el año de 1934, Lázaro Cárdenas decreta el congelamiento de rentas, y esto da motivo para que los dueños de aquella época, dejaran de darle mantenimiento a la casona, pasando a ser un inmueble en ruinas, permaneciendo así hasta el año de 1960, cuando se convierte en un hotel de baja categoría, curiosamente esto la salva de ser destruida por la ola pseudomodernista de los 60s, cuando los dueños de inmuebles coloniales del Centro Histórico le declaran la guerra al patrimonio novohispano de nuestra ciudad, periodo en el cual se pierden más de cien casas virreinales, dando paso a la edificación de inmuebles carentes de todo valor arquitectónico.
Gracias al amor y al cariño de algunos propietarios, inversionistas y empresarios, muchas de estas reliquias poblanas actualmente son restauradas para dar paso a una nueva era del patrimonio histórico poblano: la edificación y conversión de estas casonas en bellísimos y muy elegantes hoteles; así es como esta casa de la 4 Norte la convierten en un pequeño hotel boutique, formado por 16 habitaciones, el restaurante Los Barrios, bar y servicios adicionales, sin dejar de mencionar su sala de juntas El Barrio de los Remedios, todo bellamente decorado con mobiliario netamente porfiriano, el cual, como máquina del tiempo, te traslada a épocas pasadas, pero con los modernismos que exige la sociedad actual, siempre respetando el diseño y la construcción original del siglo XVIII.
No en balde sus propietarios bautizaron a este hotel como el Milagro, pues fue un milagro que esta casa, después de ser vecindad, hotel de baja categoría, casona derruida, hasta su entrada, la cual por muchos años funcionó como puesto de fritangas, se salvara de ser convertida, o en lote baldío o estacionamiento, hoy en día la han convertido en un pequeño gran hotel, como detalle curioso ¿sabías que cada habitación de este hotel tiene por nombre los barrios de Puebla?, así es, habitación San Antonio, Analco, San Francisco, El Parral, El Carmen, etcétera. Y además un patio colonial, con techo retráctil.
Agradezco a la gerencia de esta empresa, en especial a la Lic. María del Carmen Martínez las facilidades prestadas a su servidor para la realización de esta nota.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com, mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WhatsApp: 22 12 532690, y Twitter: @elbaronrojo62, se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. Hasta la próxima.