Hola queridos lectores, gracias por permitirme entrar a sus hogares en este sábado muy friolento. En esta ocasión les voy a narrar la historia de otro espacio muy famoso y popular en la historia de nuestra ciudad: hoy aterricé en el popular y muy famoso barrio de La Luz.
Se localiza al oriente del Centro de nuestra Angelópolis, es muy pequeño, pero marca la unión entre los barrios de Analco y El Alto. Lo forma el polígono de calles: al sur la Avenida Juan de Palafox (los mayores, esta calle la conocimos como la Maximino Ávila Camacho), al norte, la Calle 4 Oriente o Arroyo de Xonaca; al oriente la Calle 16 Norte y al poniente el Bulevar 5 de Mayo.
Indudablemente, el corazón de este barrio es el templo de Nuestra Señora de la Luz, localizado en la esquina de la 2 Oriente y 14 Norte; hermosísima construcción representante de la poblanísima escuela barroca: fachada de petatillo rojo, con azulejos, y la entrada del templo totalmente labrada en piedra de cantera.
A los lados del portal, dos cuerpos de talavera con azulejo con cuatro enormes ventanales y a los lados de estos, los cuerpos que sostienen dos torres, con balcones a sus 4 lados; sus bases, totalmente de petatillo, muestran cuatro retablos en talavera; su fachada poniente, sobre la calle 14 Norte, totalmente de petatillo y, un dato curioso, es una de las pocas iglesias en la ciudad que cuentan con un reloj en su fachada como remate, obsequio de los vecinos, quienes lo regalaron con motivo del 150 aniversario de la consagración del templo, inaugurado en el año de 1954, siendo gobernador Rafael Ávila Camacho.
Como detalle, existen en la fachada tres placas conmemorativas; la más antigua con motivo del empedrado de la calle fechada en 1884, en el inicio de la era porfiriana en el país; la segunda, con fecha de 1921, en homenaje al centenario del nacimiento del México independiente y la tercera, fechada en 1954, con motivo de la inauguración del reloj de la fachada.
OTROS DETALLES DEL BARRIO
Todavía se conservan algunas construcciones de la época colonial; en algunos casos, respetaron las fachadas de las casas antiguas, demoliendo sus interiores para dar paso a construcciones modernas; una de las más simbólicas de este barrio fue una casa localizada sobre la 2 Oriente, esquina con el hoy bulevar 5 de Mayo, a la cual se conoció como la casa VILLA FLORA.
Es una enorme edificación virreinal del siglo XIX, con su bella fachada adornada con herrería artística en sus ventanales, su gran enrejado y barandal, un mirador con forma de torreón en su parte posterior y como rúbrica, en su fachada, dos cabezas de caballos, siempre vigilantes sobre su bancoupé. ¿Qué quedó de esa gran casona?, solo el recuerdo, todavía habemos quienes lamentamos su destrucción.
El barrio de la Luz tuvo muy poca industria a gran escala en sus calles, de hecho, sus grandes industrias fueron las que estuvieron sobre la calle 4 Oriente, mejor conocida como el Arroyo de Xonaca, todas estas colindantes con los barrios de san Francisco y El Alto: tenerías, textileras, una gran fabrica aceitera -de la cual solamente se conserva su portada principal- y lo único que queda como vestigio de esa gran pujanza industrial, sobre el Arroyo de Xonaca, en un pequeño parque público, el esqueleto de una caldera de tubos de agua, fiel testigo mudo de lo que fue una época dorada para la industria poblana.
Aquí está realmente lo que le dio fama a este barrio: su industria artesanal de ollas y cazuelas de barro cocido, esta industria casero-artesanal tuvo sus orígenes, según crónicas, desde el año 1653 y floreció gracias a la existencia de yacimientos de barro en el rumbo. Hay que recordar que el barrio de La Luz formó parte de una de las cuatro colonias que fundaron Analco, en este caso, el barrio de Tepetlapan, que en náhuatl significa “tierra firme”.
Según crónicas del historiador novohispano Echeverría y Veytia, un militar retirado, Gabriel Carrillo de Aranda, con grado de capitán, estableció la primera fábrica de ollas y cazuelas de barro del barrio de La Luz; tanta fama tuvo que la actual calle Palafox y Mendoza, en su tramo entre la 14 y la 16 Norte, tuvo el nombre de Calle de Carrillo y fue tanta su producción que surtió a todo el reino de la Nueva España.
No podía dejar de mencionar el barrio populoso que se nos fue; los negocios y las familias que, en aras del progreso, lo abandonaron, dejaron huella en el tiempo o desaparecieron: la panadería El Faro, la cantina Vamos con Panchita y, en la esquina de la iglesia una gran tlapalería, la farmacia de la contra esquina y mero enfrente de la puerta del templo un depósito de venta de petróleo diáfano. ¿Qué fue de esos negocios?, tal vez algún día lo sabremos.
Un detalle curioso: hasta el año de 1960 la Calle 16 Norte de este barrio terminaba en el crucero de la 2 Oriente, pues no tenía salida al norte, hacia el actual mercado la Acocota, ¿y sabías que en ese crucero existió una fuente más antigua que la de San Miguel en el zócalo? Así es, esta fuente, que estaba fechada en 1750, 27 años más antigua que la del zócalo, estaba exactamente en la acera norte de este crucero, para abrir la 16 Norte.
¿Qué crees que hicieron las autoridades?, pues pusieron en práctica el deporte de moda en esa década: la demolieron a punta de marro, en lugar de desmantelarla e instalarla en algún sitio para conservarla la hicieron polvo, dándole al traste a la pieza colonial más antigua de la ciudad, ¡qué caro pagamos los poblanos la modernidad del siglo XX!
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez. Nos leemos el próximo sábado.
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