Hola queridos lectores, su servidor Eduardo Zamora, como cada domingo haciéndoles entrega de una breve, pero entretenida narración, la cual espero sea de su agrado y con el deseo de que estén disfrutando en compañía de su familia estos agradables calores que nos regala este mes de mayo.
En esta ocasión les voy a narrar, más bien les voy a describir de una manera muy rápida, una enorme y bella pieza de la ingeniería mecánica que nos regala el museo de los ferrocarriles, aquí en esta ciudad, localizado en la 11 norte y 12 poniente, sobre los patios de lo que fue el Ferrocarril Mexicano: la enorme y sorprendente máquina de vapor Niágara, esto viene a colación por una mini conferencia sobre servicios industriales que impartí a un nutrido grupo de estudiantes de ingeniería mecánica; en esta plática tocamos el tema de las calderas y de ahí brincó a las locomotoras de vapor, comencemos.
Esta bella pieza de ingeniería ferroviaria está expuesta en el lado norte del museo de los ferrocarriles, ¿y qué tiene de maravilloso esta máquina?, bueno, aparte de su tamaño, toda una serie de datos que de seguro te sorprenderán. En ella o todo es grande o todo es gigante, pues solamente se utilizaron cuatro medidas para su fabricación: gigante, enorme, descomunal y ¡ah bruto!, de ahí el que se les bautizara con el nombre de Niágara.
Las maquinas de vapor Niágara fueron construidas en la década de los años 20 y se dejaron de fabricar hasta el principio de la Segunda Guerra Mundial por dos compañías americanas, ALCO y Baldwin, que dejaron de prestar servicio en 1968.
Se sabe que de las más de 500 máquinas fabricadas solamente existen 11, de estas, tres están en México: una en Zacatecas, otra en el museo Tecnológico en el Bosque de Chapultepec y la tercera es la que tenemos aquí en Puebla.
La nomenclatura de estas máquinas siempre comenzó con el número 30, la poblana es la 3034, con un peso de 285 toneladas, casi 20 metros de largo, con todo y tender, su caldera genera una presión de 2500 libras psi, aproximadamente cinco mil kilos por centímetro cuadrado de presión, con una potencia de 2800 caballos de fuerza y más de 800 caballos caldera de vapor, puede arrastrar más de doscientos vagones a una velocidad máxima de 110 km/h; es tanta la potencia de arrastre que tiene este animalote de acero, que a esta velocidad requiere de 8 kilómetros de distancia para frenar totalmente.
Las máquinas Niágara se fabricaron con una configuración 4-8-4 las mayores, como la poblana, y las menores fueron 2-6-2, esta designación se refiere al número de ruedas que tienen; el primer número son las ruedas guía, generalmente son de un tercio de tamaño que las segundas, ruedas motrices, y también del mismo tamaño que las guía, son las ruedas de arrastre, que están debajo de la cabina.
Tan solo cada rueda motriz tiene un peso de cuatro toneladas, y las bielas, casi tres toneladas cada una; su tender puede cargar más de 22 mil litros de agua y dos toneladas de leña o carbón de coque. Tan solo para que alcance su temperatura de trabajo, requiere un tiempo de tres días y una vez encendida, pasarán hasta cinco años de trabajo, para luego poder apagarla y darle servicio y mantenimiento a su caldera, la cual tarda 8 días en enfriarse totalmente.
Querido lector, te invito a que visites nuestro museo de los ferrocarriles, donde no solamente podrás admirar la magnitud y belleza de este monstruo de acero, sino que podrás conocer más de quince maquinas de distintas épocas y vagones de ferrocarril de todo tipo, hasta el tren presidencial, llamado el Ávila Camacho. Visítalo junto con tu familia, seguro te divertirás aprendiendo.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, tu servidor, el Barón Rojo, hasta la próxima.
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