Hola queridos lectores, gracias por recibirme en la calidad y la calidez de sus hogares en este último mes del año, se acabó 2018 y ni a melón nos supo, ya felices preparando, decorando y eligiendo el menú para las reuniones con la familia, dedicamos once meses para estar a dieta y en este diciembre ahora sí a romper no solamente piñatas, sino la abstinencia que guardamos celosamente, querida báscula, nos vemos hasta febrero.
En esta entrega les voy a narrar algo que seguramente muchísimos poblanos ignorábamos, los verdaderos fabricantes de dulces poblanos, y además, una descripción de un templo que fue parte importante de nuestra historia, tanto religiosa como política, el bellísimo templo de Santa Clara, comencemos.
Este majestuoso templo, localizado a dos cuadras al norte del zócalo citadino, formó parte del conjunto arquitectónico de la orden de las monjas de Santa Clara, en una entrega anterior, les narré la historia de este templo y de la
s casas contiguas que la integraban, el que por muchos años fue la casa conventual, convertida en colegio, las tres casas que la siguen sobre la misma acera, la primera de ellas, la casa de las novicias, y las dos siguientes, casas particulares, pero que en su momento estaban integrados al servicio religioso.
Según las crónicas más antiguas, narran que se construye en el siglo XVI, teóricamente en el año de 1585, 64 años después de la fundación de Puebla, con dinero aportado por un español de nombre Antonio de Milla Beltrán, quien dona casas para su venta y obtener recursos, y por la criolla señora Isabel de Villa Nueva y Guzmán, esta última quien donó 43 mil pesos oro, para su construcción.
Se termina en el año de 1608, cuando de la Nueva España, llegan las primeras religiosas, las cuales, su primera tarea es el disponer de los puestos jerárquicos dentro del convento, las monjas Clarisas, así llamadas, son las primeras en todas las órdenes religiosas femeninas en aplicar un orden de jerarquías tipo militar, en toda la Nueva España, este formato luego es aplicado a las demás órdenes, comenzando por orden descendente, la madre priora, vicaria, maestra de novicias, tesorera, sacristana, portera, tornera, celadora, clavaria, promisoria, tañedora, ropera, enfermera, cocinera, jardinera y bibliotecaria, los puestos superiores se adquirían por méritos, y los inferiores por votación entre las monjas.
COLGÓ LOS HÁBITOS
Seguramente has escuchado esta popular frase, la cual se le atribuye a alguien que abandona su profesión u oficio para dedicarse a otra cosa, pues esta frase tuvo su origen aquí, en el convento de Santa Clara, ya que este convento fue el primero en incluir dentro de su diseño el cuarto de abandono o guardarropa de calle en la Nueva España, ahora te explico, la vida conventual es una vida de enclaustramiento total, de entrega total, renunciando a la vida mundana, pero hay novicias que no resisten esta vida, e incluso monjas ya ordenadas, y la iglesia, sabedora de esto, les da la oportunidad de renunciar y retirarse, sin ninguna restricción, principalmente su libertad de decisión, ya que el enclaustramiento es voluntario no es una prisión, para ello, cuando ingresan las novicias se guardan en esta habitación todas sus pertenencias, las cuales siempre están a su disposición, cuando una novicia o monja renuncian a la vida religiosa, entran a este cuarto, se descalzan del hábito, el cual cuelgan de un gancho para ropa y se ponen su ropa de calle, y tomando sus pertenencias se retiran de manera anónima por una puerta que las comunica directamente a la calle, de ahí el dicho “colgó los hábitos”, santa Clara fue el primer claustro en incluir en su diseño esta habitación .
Otra de las tradiciones más arraigadas que tenemos los poblanos, es que fue en este convento donde se crearon todas esas bebidas y confitería que nos ha dado fama, pues no fue así, cada orden religiosa en la Nueva España, se dedicó a una tarea específica, las que se dedicaron al cuidado de enfermos, las dedicadas a la educación de los niños pobres, las que preparaban y enseñaban oficios a las madres pobres, y desde luego, las dedicadas a la cocina dulce y salada, pues santa Clara no se dedicó a la cocina, se dedicó a la educación de niños pobres, las que se dedicaron a la cocina dulce fueron las monjas Catalinas, las cuales tenían su convento sobre la actual 3 Norte entre la 2 y la 4 Poniente, las cuales educaron a las mujeres pobres de la época a elaborar toda la confitería poblana actual, cuando se les expropia su convento, se retiran de su labor, pero dejando en herencia a miles de mujeres poblanas ya capacitadas en este dulce oficio.
Entonces, ¿de dónde vienen los dulces de Santa Clara?, esto tuvo su origen después de la refriega de noviembre de 1910, cuando la casa de los Serdán, se vuelve el primer sitio turístico de la ciudad, y como los turistas acuden a raudales, pues se establecen las primeras dulcerías típicas de Puebla, ¿y cómo llamarlas?, pues dulces de Santa Clara, y de ahí la fama de la calle de los dulces en Puebla.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com, mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WhatsApp: 22 12 532690, y Twitter: @elbaronrojo62, se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. Hasta la próxima.