El Wabi-Sabi es una visión estética y una forma de comprensión del mundo inspirada en el budismo y basada en la belleza de la imperfección, en la fugacidad y la no permanencia de la existencia, que podría sintetizarse como "nada dura, nada está completo y nada es perfecto".
Este punto de vista estético y filosófico está presente en Japón en objetos cotidianos, elementos arquitectónicos y diseños artísticos, de aspecto natural o rústico, que se caracterizan por su asimetría, aspereza o sencillez, y por estar a veces desgastados o agrietados. Se trata de un concepto que también puede aplicarse a nuestra forma de entender la vida y de vivirla.
“‘Wabi-Sabi’ es el concepto que busca la belleza dentro de las imperfecciones de la vida y que acepta pacíficamente el ciclo natural de crecimiento y decadencia de todo ser viviente u objeto. Es un tipo de estética japonesa que se podría resumir como sencillez y tranquilidad", informan desde la escuela de idioma y espacio de difusión de la cultura japonesa, Espai Wabi-Sabi (www.espaiwabisabi.com).
La ilustradora Amaia Arrazola (www.amaiaarrazola.com) descubrió esta forma de entender y concebir la belleza y la vida, que ha dado una nueva perspectiva a su propia existencia, durante un viaje a Japón para disfrutar de una beca para artistas, en el que fue tomando experiencias en forma de dibujos.
En este diario de viaje visual lleno de anécdotas, observaciones y asombros, que originó un libro titulado “Wabi Sabi” (sin guión entre ambas palabras), Arrazola describe la cultura japonesa desde su gastronomía, tradiciones y creencias, hasta el urbanismo, el carácter de la gente, la soledad colectiva, la visión del sexo, las palabras peculiares y las artes.
Wabi-Sabi es un concepto japonés que hace referencia a la belleza de lo imperfecto, lo incompleto y lo mudable, de las cosas modestas y humildes, de las cosas no convencionales, y su filosofía consiste en disfrutar del presente y en encontrar la paz y la armonía en la naturaleza y las pequeñas cosas
LA BELLA IMPERFECCIÓN DE LA VIDA COTIDIANA
Consultada sobre qué efectos positivos en nuestro bienestar conlleva aplicar esta forma de pensar, Arrazola comenta: “si todos tuviéramos más en cuenta cosas como el vivir ahora, o el ir más tranquilamente por la vida, seríamos más felices y dormiríamos menos angustiados”.
Me di cuenta en un momento de mi vida que casi no saboreaba los alimentos porque comía a toda prisa. Hay que parar, saber usar los cinco sentidos que para algo los tenemos. Aprender a respirar. Ser más conscientes
Basándose en su breve pero intensa experiencia, Arrazola señala –sin ánimo de incursionar en el terreno del asesoramiento psicológico profesional- que podemos aplicar esta filosofía en nuestra vida cotidiana “comenzando por aspectos muy sencillos que, sin embargo, pueden tener un gran impacto en nuestro bienestar”.
PARA ELLO APORTA TRES CONSEJOS
- ¡Párese a sentir! “Usar los cinco sentidos que tenemos y detenerse a pensar ¿qué sonidos escuchamos?, ¿a qué sabe la comida que comemos?, ¿a qué huele?, puede parecer poca cosa pero nos hace sentir más conscientes de donde estamos y de quienes somos”, señala.
- ¡Respire con atención! “Aprender a introducir el aire por la boca, que llegue al estómago, espirar, sentir que el oxígeno llegue a todo tu cuerpo… Si el oxígeno llega, no nos ponemos nerviosos. No perdemos el control, somos dueños de nosotros mismos, y no tenemos miedo a los ataques de ansiedad”, apunta.
- ¡Vea el lado positivo!
Esto puede sonar hippie, pero hay que intentar enfocarse en las facetas positivas de las cosas, no caer en victimismos, y no perder de vista la idea que vida hay una y es mejor disfrutarla. Además, rodearse de gente que nos quiera y valore hará que nosotros también valoremos lo que tenemos Arrazola