El día que la vi por primera vez, para ser honestos, me perdí en el misterio que envolvía su sola presencia, me miró y no pudimos despegar la mirada uno del otro, fue tal vez cuando entendí a lo que la gente se refería cuando encontraba a su "alma gemela", pero a diferencia de los encuentros que relatan en rosa total, esto era diferente, intenso y sensual.
Desde el primer momento tuve la sensación de que no sería sencillo, veníamos de mundos diferentes. ¿Realmente habría oportunidad? No lo sabía, hasta que vino hacia mí para presentarme al resto del nuevo equipo de trabajo que estaría a mi cargo; mientras hablaba, no podía evitar perderme en su seguridad, y notar ciertos toques de inocencia e ingenuidad que la desnudaban ante mí, ella percibió mi atención y con un gesto de reciprocidad supe que nuestra historia ya comenzaba a escribirse.
Con el paso de los días y teniéndola cerca, jugué a ser el hombre seductor, al que ella no podría resistirse y lo conseguí, logré que en ella naciera ese instinto de mujer en la intimidad, que pronto supe, ni ella misma conocía, era sencillamente exquisito verla explotar de placer, sin tapujos y siendo ella misma, pero solo conmigo.
Pronto vi un brillo diferente en sus ojos, un trato diferente hacia mí, cada vez más humana, cada vez más real, cada vez más vulnerable, pero ante todo eso, nacía en mí ese sentimiento de pertenencia insólito, y es que había tantas historias previas escritas que no despertaban en mi este instinto de cuidar, de proteger.
El escenario se tornó confuso, porque de la pasión y el deseo que despertaba en mí, me transportaba al terreno poco explorado de hacer lo posible por cuidarla y protegerla como a nada en el mundo; de un momento a otro, ese deseo se ensombrecía con los celos del solo pensar que alguien más viera en ella lo que yo.
Pasaba días y noches pensando y repensando en ella y en lo que había cambiado, no lo comprendía, a veces experimentaba cierta calma en medio de la incertidumbre, pero luego, la zozobra de no saber qué estaba pasando entre ella y yo se apoderaba de mí, sacando a flote mi peor versión.
Y fue así que un día la hice mía con tal hostilidad, que al verla desconcertada y absorta en el suspenso, me tomó dulcemente la cara mientras yo trataba de ocultarme al no encontrar una explicación válida… solo me dio un beso en la frente, me abrazó y se aferró a mí sin decir una sola palabra, llenándome de caricias y susurros de "te amo, todo está bien".
Entonces llegó esa respuesta tan anhelada: no era el único que tenía ese mar de sentimientos a flor de piel. Ella también estaba descubriendo una forma de amor que pocas veces la vida te permite conocer, ese amor pasional e intenso que te corre por las venas y eriza la piel, hasta elevarte y sentir que no puedes más.
CONTACTO:
*Médico psiquiatra, sexólogo, psiquiatra forense y psicoterapeuta
Director de Mindful. Expertos en Psiquiatría y Psicología
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