1991, el eclipse del milenio en México | Los tiempos idos

Fue el fenómeno astronómico más largo de los 141 años anteriores a 1991; por su duración de siete minutos, fue considerado el eclipse del siglo XX

Erika Reyes / El Sol de Puebla

  · sábado 14 de octubre de 2023

Por un espacio de casi 7 minutos, el eclipse total de sol invadió la Angelópolis y la ciudad se envolvió en penumbra. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

A lo largo de la existencia humana surgieron mitos y supersticiones religiosas en torno a los eclipses. Fue hasta el siglo XVIII que se comprobó científicamente que no eran provocados por la “ira Divina”.

El eclipse del milenio en el siglo XX sucedió en América el jueves 11 de julio de 1991. En México paralizó la capital y estados como Baja California Sur, Nayarit, Puebla y Chiapas. En un lapso de 3 horas y media, la sombra lunar viajó del Pacifico Norte hacia Centroamérica y Sudamérica.



Por un espacio de casi 7 minutos, el eclipse total de sol invadió la Angelópolis. La ciudad se envolvió en penumbra y la temperatura bajo tanto que un aire frío lleno de temor a los poblanos, quienes quedaron anonadados ante tal espectáculo astronómico.

Con la vista debidamente protegida, esta mujer observa la conjunción del sol y la luna en Miahuatlán, Oaxaca, el 7 de marzo de 1970. Tuvo una duración de 3 minutos. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Mitos y supersticiones religiosas

Durante la edad media, existieron muchos mitos en torno a los eclipses solares debido a la falta de información y a la carencia de adelantos tecnológicos, por lo que no se conocía la causa científica de su aparición.

A pesar de que la civilización árabe-musulmana comenzó a desarrollar una gran tradición en la investigación de estos fenómenos, durante este período de la historia, el estudio de los eclipses sufrió un estancamiento y la explicación de sus causas se le atribuyó a la religión.

Los eclipses pasaron a ser descargas de “ira divina”, porque Dios estaba molesto con el comportamiento del hombre en la tierra. Por ello, fueron tomados como signos de desgracia: Infertilidad, epidemias, terremotos, guerras, etcétera.

Las invasiones tártaras que asolaron Europa Central a mediados del siglo XVI, fueron atribuidas a un eclipse solar ocurrido en el año 1241. Durante este siglo el sol se estudiaba sin protección y se asegura que muchos observadores perdieron la vista, como es el caso del astrónomo, matemático y físico, Galileo Galilei, de quien se dice, no perdió la vista pero sí quedó muy afectado.

El anillo de diamantes que se formó en el momento del eclipse total de sol mostró una bella escena que fue observada por cientos de poblanos que contaban con visores especiales para no dañar su vista. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La primera observación de un eclipse de sol con telescopio debidamente acondicionado se dio en Francia, en 1706. Para 1715, Edmund Halley, realizó estudios para calcular con precisión la duración de un eclipse total de sol.

Fue hasta finales del siglo XVIII, que el estudio del cosmos cautivó la atención. En esta época hubo un auge en el estudio de estos fenómenos, entonces proliferaron los laboratorios y se construyeron instrumentos cada vez más precisos.

El astrónomo austriaco Theodor Von Oppolzer (1841-1886), fue quien contribuyó a calcular con exactitud la duración de este fenómeno. Es autor de la obra “Canon de los eclipses” en la que presentó una detallada investigación de todos los eclipses de sol y luna producidos desde el año 1207 a.C., y los que se producirán hasta el año 2163.

De esta forma, durante el siglo XVIII, los eclipses fueron explicados científicamente dejando a un lado las supersticiones religiosas, aunque todavía llegaron a mencionarse en el siglo XX con los eclipses solares sucedidos.

Poblanos de todas las edades presenciaron la forma en que la luna iba cubriendo poco a poco al sol. Esta escena será inolvidable para millones de personas ya que para que vuelva a ocurrir otro eclipse total de sol pasaran decenas de años. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La sombra de 250 kilómetros de ancho

En México se pudieron observar tres eclipses solares en el siglo XX. El primero fue del 7 el marzo de 1970, se apreció en una larga franja entre Oaxaca y Veracruz y tuvo una duración de 3 minutos. El siguiente fue un eclipse anular y sucedió el 30 de mayo de 1984, sin mayor trascendencia.

El tercero fue considerado el eclipse del milenio en México. Sucedió el jueves 11 de Julio de 1991 y paralizó estados como Baja California Sur, Nayarit, Puebla y Chiapas. La oscuridad cubrió la ciudad al medio día y cientos de personas quedaron anonadadas ante tal espectáculo astronómico.

Este es uno de los visores autorizados en 1991 para observar el eclipse de sol en Puebla. Propiedad de Juan Fernández, astrónomo aficionado y entonces, presidente del Club Astronómico del Instituto Oriente. Foto: Cortesía Juan Fernández Marquez



El eclipse solar de 1991, sucedió en un momento en que la luna se encontraba más cerca de la tierra, por lo que esta se apreciaba más grande que el sol, y los mexicanos fuimos testigos.

Cuando se anunció el fenómeno natural, el director del Instituto de Astronomía de la UNAM, Alfonso Serrano, dijo que ver el eclipse sin protección podría afectar la retina de las personas. Entonces se organizó un comité que viajó por México para informar a la población y regalar filtros.

“Paralizó a todo México el eclipse más largo del Milenio”, fue el encabezado de la edición del viernes 12 de julio de 1991, de esta casa editorial, El Sol de Puebla, en la que dio a conocer los por menores del evento astronómico.

La zona arqueológica de Cholula fue escenario de un festival de danza que grupos étnicos realizaron para rendir culto a Tonatiuh. El concierto Fantasía Eclipse fue apoyado en sonorización por Lira Electrónica. El comercio de electrónicos aprovechó para ofrecer videcassettes para perpetuar el evento astronómico. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Viajó del Pacífico Norte hacia Centroamérica y Sudamérica. En su fase de totalidad, su sombra cubrió a Hawái en el Pacífico Norte. Tocó tierras mexicanas en Baja California, siguió su curso por Nayarit, avanzó hacia Puebla y se dirigió a Centroamérica por Chiapas. Tuvo una duración total de 3 horas y media.

La publicación refiere que, con su cono de sombra de 250 kilómetros de ancho, el eclipse avanzó raudamente por nuestro planeta a razón de 2 mil 600 kilómetros por hora para cubrir una distancia total de 10 kilómetros de tierra habitada. El recorrido de esta distancia llevó a la sombra lunar casi tres horas y media, tiempo total del eclipse, incluyendo sus parcialidades antes de que terminara el contacto y la luz solar volviera a brillar.

La temperatura bajo en promedio seis grados en forma extraordinariamente rápida para dar lugar al llamado “viento de eclipse”. Por su duración de siete minutos, fue considerado el eclipse del siglo.

Este evento congregó a científicos de todo el planeta que pudieron observar zonas externas de la corona del sol, entre otras. Y millones de mexicanos quedaron anonadados cuando el día se hizo de noche durante varios minutos y los animales presentaron un comportamiento inusual.

Los vehículos que escasamente transitaban por las calles poblanas tuvieron que encender las luces, durante la corta noche ocasionada por el eclipse del siglo (XX) que también provocó que las principales avenidas se vistieran de luz artificial. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Tres horas y media de sombra lunar

El tiempo de duración de 7 minutos del eclipse, fue disminuyendo en cuanto a la posición geográfica del punto de observación más o menos cercana a la línea de totalidad. La luna con sus 3 mil 470 kilómetros de diámetro, interfirió entre el sol y los ojos de millones de ciudadanos y los lentes de televisión, para crear el espectáculo más impactante de la naturaleza.

Conrado de la Torre fue el periodista que se encargó de informar a los lectores los pormenores del recorrido de la sombra lunar. Mencionó que, con un diámetro de 400 veces menor al sol y un diámetro de un millón 392 mil kilómetros, nuestro satélite natural cubrió Hawái, en el Pacífico Norte, y fue el primer sitio en que la sombra cruzó.

En seguida, continuó por el mar en el Océano Pacífico para llegar a México por la ciudad de La Paz, Baja California Sur. Su primer contacto sucedió a las 12 horas con 23 minutos y 10 segundos. Entonces, la sombra de 250 kilómetros cruzó el Mar de Cortés y penetró a territorio continental mexicano por Tepic, Nayarit. Pasó por la ciudad de México donde hubo zonas nubladas en las que no se apreció el fenómeno.



La sombra continuó su viaje hasta la ciudad de Puebla que en algunos momentos se cubrió de nubes, pero de pronto el cielo se abrió y el eclipse se inició de las 13 horas con 23 minutos y 50 segundos, hasta las 13 horas 30 minutos y 17 segundos, el sol no fue visible para los poblanos, la ciudad quedó en penumbras.

Tras recorrer el país, la sombra lo abandonó por Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, para tocar Centroamérica donde en Guatemala se registraron caídas de temperatura y en el Salvador se tuvo una visión relativa del fenómeno. Siguió hacia Panamá y penetró en Sudamérica por Venezuela. Continuo hacia República Dominicana y Puerto Rico, se pasó a Colombia y se internó en Brasil a las 15 horas con 37 minutos locales. Tras atravesar la Amazonia, el eclipse dejó de observarse en el sur del estado de Bahía.

México se paralizó con el eclipse más largo del milenio. A la derecha, la corona de sol que se formó con el eclipse y pasó por la península de Baja California. Se estima que su temperatura es de 2 millones de gados Farenhait. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Poblanos fueron testigos del eclipse

Nerviosismo, estupor, asombro, miedo y muchas emociones más sentimos los poblanos ayer cuando en punto de las 13:26 horas la luna cubrió al sol; todas las actividades se paralizaron en la Angelópolis y en casi toda la entidad, desde el trabajo en decenas de factorías y comercios, hasta la circulación vehicular”, expuso en su momento, Gustavo Paz Bretón, periodista de esta casa editorial, El Sol de Puebla.

Refirió que el eclipse fue todo un espectáculo por el ambiente en barrios y colonias; muchas familias estaban en las calles con el televisor en la ventana, mientras que de vez en cuando, con filtros solares de todo tipo, miraban al cielo. Las actividades escolares de verano se interrumpieron y muchos patrones permitieron que sus empleados y/o trabajadores estuvieran en este día al lado de sus hijos. Cantidad de turistas arribaron a la Angelópolis para presenciar el evento.

Muchas personas entrevistadas aseguraron que nunca se imaginaron que oscureciera de tal forma. Detallaron el comportamiento de sus mascotas y animales de casa, desde gallos y gallinas, gatos, perros y pájaros. Las aves se durmieron y los canes y felinos estaban nerviosos.

Paz Bretón, mencionó que las calles a mitad de la mañana permanecieron semivacías. Los bancos y la mayoría de las tiendas que permanecieron abiertas, estaban vacías.. La mayoría de gente vio el eclipse por televisión o lo escuchó por radio. En muchas calles se pudo ver a vecinos que colocaron sábanas en el pavimento y gozaron al ver las sombras lunares. Después muchos los observaron momentáneamente sin filtro solar, cuando la luna estaba sobre el astro rey y solo sobre salía el anillo solar.

El mismo día del eclipse, este diario realizó su 6° Sorteo El Sol de Puebla, con grupos musicales y grandes regalos. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Personas de todas las edades tuvieron el cuidado de no ver directamente el eclipse por temor a quedar ciegos. La mayoría de niños permaneció en sus casas ante el televisor.

La emoción de la gente se pudo constatar en el zócalo de la capital. La actitud de las aves sorprendió a los asistentes, quienes constataron cómo estas regresaron en parvadas a sus nidos, mientras la ciudad se envolvía en total oscuridad y bajaba la temperatura tanto que un aire frio llenaba de temor a los presentes.

“En la plaza de armas de Puebla y en otros lugares donde se dieron cita grupos de curiosos, un ¡AAAHHHHHH! pronunciado se escuchó, en combinación con otros gritos como: ¡No lo vean directamente!, ¡con cuidado!, ¡mira papá, mira! Y muchas más. Todo estuvo en clímax cuando la luna finalmente se separó y ambos, el satélite terrestre y el sol siguieron su camino, esos momentos marcan una referencia obligada en nuestras vidas”, se lee en la publicación.

“Poco apoco el cielo se aclaraba en Puebla, lo azul de la atmósfera apareció cuando las nubes se despejaron y alrededor de las 13:15 horas estaba casi en penumbras, a las 13:26 llegaba a su máximo la emoción. En el zócalo un par de niños de unos 2 o 3 años arrancó en llanto por lo indescriptible de las emociones que sentían”, añadió.

Cuando el brillo del astro rey comenzó a iluminar la ciudad, las personas comentaron sus impresiones. Hubo algunas que de los nervios, se sintieron afectados de la vista a pesar de haber usado sus filtros solares.

La cita puntal se produjo entre la luna y el sol ofreciendo un grandioso espectáculo nunca antes visto por los poblanos. La penumbra invadió Puebla, fueron dos auroras y dos ocasos en un solo día. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Espectáculo de ciencia y magia

Previamente al evento astronómico, se anunció un festival de danza con entrada libre en la zona arqueológica de Cholula. Sitio al que arribaron turistas y cientos de poblanos en punto de las 12:30 horas, no solo para presencia el eclipse, también para disfrutar el espectáculo.

Se promocionó como “Concierto Eclipse Cholula”, un espectáculo natural y un espectáculo grandioso unidos por la música. Se ofreció en el costado poniente de la pirámide. Grupos étnicos realizaron danzas y rituales en el recinto prehispánico para rendir culto al astro rey Tonatiuh (sol).

Después comenzó el estreno del concierto “Fantasía Eclipse”, interpretado por la agrupación “Ahuapaintzi”, formada por César y Augusto Pérez, quienes recibieron apoyo de Lira Electrónica para la sonorización de su espectáculo.

El festival fue organizado por el Ayuntamiento de Cholula en sinergia con la Secretaría de Cultura, la Secretaría de Turismo y la Comisión Puebla para el Eclipse 1991.

El festival del eclipse realizado en la pirámide de Cholula contó con gran afluencia de turistas y poblanos entusiasmados por presenciar este evento astronómico sin precedentes. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La vigilancia en el estado

“Sin novedad, fue el reporte que dio a conocer el Sistema Estatal de Protección Civil, en relación al fenómeno natural más impresionante y trascendente que los poblanos hayan vivido”, se lee en la edición de esta casa editorial del viernes 12 de julio.

Por órdenes del entonces gobernador Mariano Piña Olaya, se dieron todas las facilidades y apoyo a los municipios de la entidad para evitar daños físicos o problemas de concentración como consecuencia de la llegada masiva de turistas, principalmente en Cholula que fue donde se presentó el mayor número de observadores de este fenómeno, quienes también acudieron al sitio para escuchar el concierto organizado por tal motivo.

La demanda de servicios de alimentos, energéticos y hospedaje, fue normal. No hubo ningún incidente y la afluencia vehicular también fue normal, sin registrarse accidentes en las carreteras que comunican a la entidad poblana. Estos datos se obtuvieron de cada uno de los municipios a través de las subsecretarías de Protección Civil y de Prevención y Readaptación Social, de la Dirección General de Protección Civil, dentro del operativo llamado: ”Eclipse”.

Minutos después del eclipse solar que maravilló a los poblanos porque en un día de sol esplendoroso hubo dos noches, fue visto un cielo despejado y nubes que coronaban al Popocatépetl. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla