La Batalla de Puebla es quizá el momento histórico más relevante del suelo poblano, y es que esta fecha histórica que tuvo lugar el 5 de mayo de 1862 en la zona de los fuertes de Loreto y Guadalupe permitió mantener la soberanía nacional al evitar que las tropas Francesas tomaran el territorio nacional tras la Guerra de Reforma que se dio de 1858 a 1861.
Y es que este movimiento armado generó que México quedara en una situación económica crítica, misma que obligó al entonces presidente Benito Juárez a suspender el pago de la deuda que nuestra nación tenía con Inglaterra, España y Francia, razón que hizo que las tres naciones enviaran tropas en busca de cobrar lo suyo.
Fue tras una serie de charlas diplomáticas que se lograron firmar los llamados Tratados de La Soledad, que Inglaterra y España volvieron a sus respectivas costas, mientras que por el contrario Francia arrancó una incursión armada en suelo mexicano que para el 27 de abril de 1862 se encontraban en Acultzingo, Veracruz, en busca de avanzar a la Ciudad de México.
Para el 28 del mismo mes, las tropas enemigas ya se localizaban a las afueras de Puebla, por lo que el Ejército de Oriente, bajo el mando del general Ignacio Zaragoza, se encontró con los castrenses liderados por el General Lorencez, siendo este el primer enfrentamiento formal entre ambos equipos.
Cabe mencionar que las fuerzas mexicanas, en este encuentro estuvieron bajo las órdenes Porfirio Díaz, siendo esta su actividad militar más destacada, aunque la estrategia de Zaragoza era permitir el paso de los invasores para foguear a sus soldados, pues la mayoría carecía de experiencia, en tanto que el objetivo también era causarle bajas al enemigo.
¿PUEBLA SÓLO ENFRENTÓ EN DOS OCASIONES AL EJÉRCITO FRANCÉS?
Tras el enfrentamiento del 28 de abril, hubo otras batallas que no lograron detener el avance de las fuerza a la ciudad de Puebla, pero para el 3 de mayo el general Ignacio Zaragoza se movilizó a la ciudad, manteniendo en la retaguarda a una brigada de caballería encargada de dificultar el paso de sus enemigos.
Por su parte, el ala derecha mexicana permaneció bajo el resguardo de las tropas de Oaxaca, dirigidas por Porfirio Díaz, en específico de la ladrillera de Azcárate, ubicado sobre el camino de Amozoc, mientras que el lado izquierdo fue custodiado desde el cerro de Acueyametepec y en cuya cumbre se ubicaban los Fuertes de Loreto y Guadalupe, bajo el mando del general Miguel Negrete.
Ya para el 5 de mayo a las 9:15 de la mañana, los franceses fueron divisados en el horizonte del lado de la Hacienda de Rementería, pero fue hasta las 11:15 de la mañana que un disparo de cañón desde el Fuerte de Guadalupe y el repique de las campanas de la ciudad, anunciaron el comienzo oficial del enfrentamiento.
Las tropas enemigas confiadas en su superioridad y experiencia aceptaron concretar el ataque, sin imaginar que los mexicanos contaban con la ventaja, ya en medio de la refriega, hacia las 12:30 del día el general Zaragoza daba aviso de que el fuego de artillería de ambos lados había iniciado.
Posteriormente a las 16:15, mediante un nuevo telegrama se informaba “Sobre el campo a las dos y media.— Dos horas y media nos hemos batido. El enemigo ha arrojado multitud de granadas.— Sus columnas sobre el cerro de Loreto y Guadalupe han sido rechazadas y seguramente atacó con cuatro mil hombres. Todo su impulso fue sobre el cerro.— En este momento se retiran las columnas y nuestras fuerzas avanzan sobre ellas. Comienza un fuerte aguacero.— I. Zaragoza”.
Finalmente por la tarde el general Ignacio Zaragoza envió un nuevo telegrama alrededor de las 5:49 de la tarde con la histórica frase “Las armas del Supremo Gobierno se han cubierto de gloria: el enemigo ha hecho esfuerzos supremos por apoderarse del Cerro de Guadalupe, que atacó por el oriente de izquierda y derecha durante tres horas: fue rechazado tres veces en completa dispersión y en estos momentos está formado en batalla, fuerte de más de 4,000 hombres, frente al cerro de Guadalupe, fuera de tiro. No lo bato, como desearía, porque el Gobierno sabe (que) no tengo para ello fuerza bastante. Calculo la pérdida del enemigo, que llegó hasta los fosos de Guadalupe en su ataque, en 600 o 700 entre muertos y heridos; 400 habremos tenido nosotros. Sírvase vd. dar cuenta de este parte al C. Presidente.— I. Zaragoza”.