Sesenta y cuatro años de vida, han dado identidad a cientos de generaciones de estudiantes del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec, cuyas instalaciones se levantaron en los terrenos que ocupó el rancho El Mirador.
Bajo una propuesta de educación integral, los alumnos fundadores fueron formados con valores y habilidades que les permitieron forjarse un futuro y destacar en ámbitos deportivos y artísticos, no solo a nivel nacional, también internacionalmente.
El Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec ha sido escenario de festivales y múltiples competencias que han forjado en los alumnos un sentido de pertenencia, que hoy los llena de orgullo.
FORMACIÓN CON VALORES
“En el CENHCH nos inculcaron valores y a respetar a la gente, eso nos disciplino para no meternos en problemas a pesar de vivir en un barrio difícil (Analco). Lo que a mí me interesaba era hacer deporte, aprendí a nadar, a jugar beisbol, futbol, voleibol, basquetbol”, asegura José Mario Bartolomé Corona, alumno fundador, quien con 8 años de edad entró a 1º de primaria.
Dice que en ese entonces eran muy unidos como comunidad, se conocían entre todos, alumnos, maestros e incluso con las personas de intendencia, esto a pesar de ser varios grupos por grado y de ser 50 alumnos por salón.
Recuerda la ceremonia de los lunes que eran temáticas, hablaban de arte, cultura e historia de México, y en ellas se involucraban los equipos especiales que hacían coreografías.
“Nos enseñaron a tener mucho amor por la escuela y para nosotros era un orgullo desfilar, recuerdo que nos ponían un palito en el brazo para que no lo dobláramos, pero no nos molestaba porque todos queríamos desfilar, había dos pelotones de hombres y dos de mujeres. Cada ocho día nos íbamos a la peluquería para estar pelados a la brush ¡imagínese!, ahora ya hay hartos pachones”, señala.
DISCIPLINA PARA TODOS
“La gran mayoría de alumnos éramos de condición humilde, pero nos trataban con igualdad sin importar la posición social. Era la misma disciplina para todos, nos teníamos que rapar igual y teníamos que ir con el mismo uniforme”, detalla Juan Moreno y Nava, otro alumno fundador que entró a 2º de primaria con 8 años.
Menciona que, además de la disciplina, la formación del CENHCH se basaba en los valores y virtudes que el ser humano debe tener, mismos que sus maestros y maestras les supieron inculcar.
“Para mí fue un orgullo estudiar ahí y una de las más gratas experiencias es haber pertenecido a la banda de guerra. Cuando entré veía a los compañeros de la banda (de secundaria) como ´súper hombres, muy gallardos, muy marciales´, era impactante ver su disciplina, por eso mi sueño fue pertenecer a la banda de guerra, y lo logré en 1962 cuando pasé a secundaria”, enfatiza.
“Yo tocaba el tambor, éramos alrededor de 40 tambores y 40 cornetas. Al principio desfilaba en la última fila, pero con constancia y disciplina, en preparatoria iba hasta adelante con mucho orgullo. Era un gusto ir por las calles, la gente nos vitoreaba, éramos los consentidos y era una cosa que ganamos porque ensayamos mucho. Tuvimos un modelo de maestro, Dionisio Cruz, quien era de una disciplina férrea”, asegura.
Relata que en el 20 aniversario del Centro Escolar fueron convocados, como ex alumnos e integrantes de una de las primera bandas de guerra, para participar en la celebración y fue el propio maestro Dionisio quien los preparó para desfilar como ex alumnos, junto con los alumnos; y así lo hicieron no solo en este festejo, también a los 25, 30 y 35 años de la escuela.
Pero Juan también practicó deporte, en la preparatoria tenía un equipo de basquetbol al mando del profesor Heriberto Villegas y fueron los campeones de Inter Centros Escolares, en 1965 y repitieron al siguiente año, en 1966.
LAS ARMAS DEL SABER
Otro orgulloso fundador del CENHCH es Fernando Mario Salazar Aranda, quien entró a 4to de primaria con 10 años de edad. Hoy es fundador de la página de Facebook “Lo que quieres saber de Puebla”.
Mario asegura que el nivel de la docencia en el Centro Escolar era muy alto, todos los maestros estaban muy calificados en su área. La dirección estaba a cargo del profesor Enrique Martínez Márquez y la responsable de la primaria era de su esposa, Martha Molina. El prefecto, que llevaba la disciplina, era el capitán Raúl Velasco de Santiago.
“No es que fuera la educación militarizada, es que el capitán lo fue y sus maestros acataban sus instrucciones como si fueran militares. Había mucho rigor, disciplina y exigencia para hacer las cosas, por eso siempre que competía el Centro Escolar éramos campeones nacionales en deporte y otro tipo de actividades, como la banda de guerra y la banda de música que le ha dado la vuelta al mundo”, advierte.
“Recuerdo las cátedras de la maestra Isaura (chagua) en preparatoria, eran tan impresionantes que otros alumnos se metían a escucharla, los del B se metían al A, eso no lo he visto en ningún lado. Daba una clase de historia en la que llegaba el momento en el que ella ya no podía hablar, se le hacía un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas, porque estaba viviendo el momento”, relata.
Dice que en la secundaria había talleres y asegura que muchos alumnos encontraron ahí su futuro porque la instrucción era muy adecuada. Para hombres había de mecánica automotriz, mecánica y ajustes (uso de tornos y prensa), herrería, electricidad y otros. Para las niñas había corte y confección, cocina, ballet clásico y regional, Emma Pulido estaba a cargo del ballet folclórico que tuvo presentaciones importantes.
Refiere que el CENHCH fue muy codiciado porque tenía un nivel escolar muy alto, tanto que en preparatoria, cuando había exámenes invitaban a un catedrático de la Universidad Autónoma de Puebla como jurado, y los exámenes eran orales.
Las actividades deportivas abarcaban todas las áreas: gimnasia olímpica, atletismo, basquetbol, voleibol, futbol, natación, hasta equitación había. El plantel contaba con enfermería en la que había un médico de planta y dentista.
“Yo estuve en el primer equipo de futbol americano que tuvo el Centro Escolar, ´los venados´, y con ese equipo quedamos campeones invictos en 1964, mi posición era halfback, corredor de bola”, señala.
Recuerda que en la secundaria como no le daba tiempo de regresar a su casa por los entrenamientos, se quedaba a comer ahí en la cafetería, y por 3 pesos y 25 centavos podías comprar un menú completo. Dice que ya en la tarde, la cafetería funcionaba como las de las películas: había una rocola, se llenaba de estudiantes, ibas con la novia o novio, y te tomabas tu refresco.
Relata que para celebrar el Día del Estudiante las actividades eran de acuerdo a la edad, los niños disfrutaban la alberca y los de secundaria y preparatoria, vivían una tarde padrísima para la Coronación de la Reina de los Estudiantes, en la que había baile amenizado por conjuntos de la escuela.
Fue sabido que entrar al CENHCH era difícil y que se volvió elitista, pero Mario asegura que no fue así, dice que era tanta la población (de estudiantes) que tuvieron que cerrar los accesos, asegura que, “por su nivel académico todos querían entrar, hasta los políticos e influyentes querían que sus hijos estudiaran ahí, había mordidas y palancas, el problema es que no había cupo”.
“Llegó un momento que ya no podían aceptar alumnos a menos que fuera en guardería o primer año de kínder, porque los demás pasábamos de grado y ya no había lugar. Fue tanta la demanda que llegamos a ser hasta 65 o 70 alumnos por salón y en cada grado había 5 o 6 grupos”, enfatiza.
EL PROYECTO DE EDUCACIÓN
Jorge Eduardo Zamora Martínez, conocido como el Barón Rojo, dice que los centros escolares fueron un proyecto de escuela traído de Estados Unidos por Maximino Ávila Camacho, quien lo implementó primero en Teziutlán, y más tarde, su hermano Rafael fue el encargado de levantar el de Izúcar de Matamoros y el de Puebla.
Para llevar a cabo el proyecto en Puebla, en 1953 se compraron los terrenos del rancho El Mirador, que abarcaba del río San Francisco (no había bulevar) a la calle 10 sur, y de la 11 a la 25 oriente.
“En 1954 se inicia el proyecto del Centro Escolar con el levantamiento topográfico del terreno que hizo mi padre, José Zamora Olmos. También intervino en el diseño de la escuela pero en su mayoría lo realizaron los hermanos Raúl y Rubén Guzmán Santos, quienes fueron compañeros de arquitectura de él en el Politécnico Nacional”, expone.
El capitán Raúl Velasco de Santiago vio la idea de los murales en la revista “mecánica popular” y lo llevó a cabo (a pequeña escala) en el Centenario de la Batalla del 5 de Mayo que se celebró en el estadio Ignacio Zaragoza en 1962.
Dice que la verdadera demostración de los murales fue en las Olimpiadas de 1968, para ello tuvo necesidad de utilizar a alumnos de todas las primarias y secundarias de Puebla, y se hizo en la explanada del zócalo de Ciudad de México; en ese momento se hicieron famosos.
“El capitán recibió un subsidio del Gobierno Federal para financiar los murales, durante el sexenio de Luis Echeverría, y a partir de ahí se mostraron en México todos los desfiles del 20 de Noviembre y en otros festivales, como en la recepción de la reina Isabel de Inglaterra”, concluye.
ASÍ INICIARON LAS CLASES
El CENHCH fue inaugurado el 15 de febrero de 1957, pero las clases iniciaron el lunes 18. Así lo publicó la edición vespertina de este diario, La Voz de Puebla, en donde se lee lo siguiente:
“Oficialmente fue puesto hoy en funcionamiento, el Centro Escolar ´Niños Héroes de Chapultepec´, al ser izada la Bandera Nacional e inaugurados los cursos por el Gobernador del Estado señor Fausto M. Ortega (…) estuvieron presentes las autoridades civiles y militares, la dirección, el personal y los alumnos fundadores del plantel (…) Una banda de guerra, tuvo a su cargo rendir los honores de ordenanza al Lábaro Patrio (…) La comitiva oficial recorrió cada una de las instalaciones, tanto de la Guardería Infantil, Jardín de Niños, Primaria, Secundaria, Preparatoria, Laboratorios y Talleres”.
“Ocupando ya cada mentor su aula correspondiente, con el grupo de alumnos a su cuidado, fueron puestas en funcionamiento las labores docentes y pedagógicas en el Centro Escolar de Puebla, bajo el amparo de los Niños Héroes que murieron por la Patria, para que continúen siendo el ejemplo vivo a seguir, ya no al empuñar las armas para defender su integridad y soberanía, sino para luchar con las armas del saber, a fin de hacer a la Nación, fuerte y poderosa”.