Un espacio improvisado con sillas como barra de equilibrio fueron el inicio de la Escuela de ballet del museo de la bicicleta, enclavado en la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacan. Jacqueline y Sissy Constanza, integrantes iniciales del grupo, recuerdan divertidas sus primeras clases en la improvisada sala, coinciden en que fue una casualidad llegar al ballet cuando en realidad esperaban dar clases de teatro. Poco a poco fueron llegando Heidi, Ignacio, Emiliano, Sebastián, Angelica, Josué y Logan, algunos hermanos de sangre y otros por el lazo que ha hecho en ellos esta disciplina.
El resultado de su trabajo durante cuatro años es notable en sus posturas y comportamientos, los ensayos se desarrollan en total seriedad y orden, pues a su corta edad están conscientes de las lesiones que puede provocar una pequeña broma.
Su formación se complementa con ejercicios de gimnasia, acrobacia, historia del ballet clásico, pero también han aprendido a sanar las ampollas de sus pies con remedios caseros.
Entusiasmados comentan los beneficios de practicar ballet desde lo físico: corrección de la postura de la espalda y los pies, hasta lo emocional, con un mejor ánimo y disciplinados en sus actividades diarias, incluso estimula áreas como el lenguaje, que han podido observar en Ignacio, el más joven integrante que con seis años de edad y con apenas unos meses en la práctica del ballet.
“Somos una familia”, dicen al unísono durante la entrevista, bajo la dirección de Ignacio Ruiz Cazares, han aprendido a trabajar en equipo, a ser disciplinados en sus hábitos, han cambiado las horas de juego en internet, los partidos de fútbol u otro entretenimiento, por dos horas y media de clases de ballet clásico que los acercarán al objetivo de llegar a ser bailarines profesionales o maestros de este arte. Mientras van perfeccionando sus movimientos, disfrutan del proceso y de cada oportunidad de presentarse ante el público y también de presentar los exámenes que los llevarán a concluir su primera etapa como bailarines.
Ignacio Ruiz, fue bailarín del Instituto Nacional de Bellas Artes y desea heredar a su nietos y alumnos el arte del ballet clásico, es por ello que ofrece a quien quiera acercarse a las instalaciones del museo para comenzar por el camino de los giros, las cargadas y de todos los movimientos que elevan a este arte como el máximo exponente de la danza.