/ sábado 5 de octubre de 2024

Casa de Valiente, de residencia colonial a morada de Arrieta | Los tiempos idos

El inmueble data de la época fundacional y alojó a uno de los grandes de la plástica mexicana durante el siglo XIX

La casa ubicada en el número 339 de la calle 5 Poniente conocida como Casa Arrieta, es un inmueble colonial que fue construido por el conquistador Alonso Valiente, quien a mediados del siglo XVI era el hombre más acaudalado de la ciudad.


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El inmueble pasó de vivienda particular a ser propiedad de jesuitas y luego de agustinos quienes la rentaban en partes para sostenerse. Más tarde se convirtió en una vecindad y alojó al pintor José Agustín Arrieta, conocido como el biógrafo pictórico de la Puebla del siglo XIX.

En honor al pintor, el inmueble fue nombrado Casa Arrieta y actualmente es sede de las oficinas de la Comisión de Derechos Humanos del estado.

Estereoscópica del Sitio de Puebla, se aprecia la destrucción y al fondo, del lado derecho, la Casa Arrieta que se mantuvo erigida durante el conflicto bélico. Foto: Carlos Casarín. Año 1863


El conquistador Valiente

La fundación de la antigua Ciudad de los Ángeles, en 1531, se realizó con una misa solemne en la que solo estuvieron catorce vecinos. Existe una lista que menciona que fueron 34 familias a los que se les repartieron los solares.

Hacia 1534 la ciudad ya estaba poblada por ochenta y un cabezas de familia, de los cuales 35 eran conquistadores y algunos de ellos se desempeñaban como miembros de Cabildo.

Cuatro años después de la fundación de la ciudad, el 25 de septiembre de 1535, llegaron nuevos vecinos, entre ellos el conquistador Alonso Valiente, quien participó con Hernán Cortés en la conquista de Michoacán y fue su secretario. Por sus servicios, recibió en encomienda el señorío de Tecamachalco, que sería pivote económico de la Nueva España, con un rendimiento aproximado de 3 mil 450 pesos de oro al año; y más tarde su escudo de armas (1547).

Alonso Valiente había arribado a la Villa Rica de la Veracruz el sábado 23 de diciembre de 1521 junto con su esposa Juana Ruiz de Mancilla, quien fue conocida como “la gran dama del primer siglo de la ciudad”. Para el 3 de enero de 1536, Valiente ya se desempeñaba con un cargo público.

Al regidor le fue entregado un solar en una de las manzanas que se formaron cuando se trazó la ciudad que median doscientas varas por cien y estaban divididas en ocho lotes de cincuenta por cincuenta varas. Los solares tenían especia suficiente para subdividirlo en dos áreas: el patio de la vivienda y un segundo patio para huerto o para la crianza de animales domésticos. En estos patios existía un pozo para obtener agua de la fuente subterránea, además poseían un aljibe para almacenar agua. Llama la atención que las viviendas contaban con pocas ventanas al exterior o en los laterales por miedo a los ataques de los indígenas.

El solar de Valiente estaba al sur poniente de la Plaza Mayor, en la calle que más tarde fue conocida como cerrada de San Agustín porque desembocaba en las huertas de los agustinos (5 Poniente), y hacia esquina con la calle del Noviciado (5 Sur). Ahí levantó un robusto inmueble colonial que fue su casa mientras vivió en la Ciudad de los Ángeles.

A mediados del siglo XVI Alonso Valiente era el hombre más acaudalado de la ciudad. En cuatro ocasiones se desempeñó como alcalde ordinario y más de una vez fue procurador ante las autoridades virreinales.

Tal era su fama que la calle donde construyó su casa se empezó a conocer como calle de Alonso Valiente, nombre con el que se le conoció durante varias décadas, hasta que se comenzó a denominar calle de la Rascona (apelativo de cascarrabias), porque en la misma cuadra vivió Catalina Vélez Rascón. La mujer estaba casada con el conquistador y encomendero Bartolomé Hernández de Nava, y cuando enviudó en 1539, volvió a casarse con el también encomendero y conquistador, Francisco de Orduña.

La calle también fue conocida como de Ramos Arizpe porque en el inmueble que estaba frente a la casa de Alonso Valiente, vivió José Miguel Ramos Arizpe, quien fue chantre y dean de la catedral de Puebla en diferente época.

Durante su estancia en la Nueva España, Alonso Valiente amasó una gran fortuna. En Puebla era propietario de varios bienes, además de su vivienda, como una casa y un mesón que compró el 31 de agosto de 1540; otra casa frente al mesón de Gaspar Álvarez; y cuatro huertas en Atlixco.

Alonso Valiente falleció el 6 de enero de 1563 en Tecamachalco y fue sepultado en el convento franciscano de dicha población. Dejó viuda a su segunda esposa, Melchora de Aberrucia.

Interior de la Casa Arrieta cuando era vecindad. Foto: Libro Casa Arrieta, vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por el Gobierno del Estado


De casa a vecindad

Al morir Valiente, la casa fue adquirida por el curtidor de pieles Gaspar González, quien instaló en ella su curtiduría. Hacia el siglo XVII, el inmueble perteneció al Colegio de San Jerónimo, que durante más de una centuria, rentaba sus accesorias y habitaciones para sostener a los seminaristas de la Compañía de Jesús.

En el siglo XVIII, la casa fue habitada por el historiador Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, quien falleció en 1780. Se tiene registro que en 1832 la casa ya pertenecía a los religiosos del convento de San Agustín.

En 1852 los hermanos Ibarra instalaron ahí una fábrica de hilados y tejidos que se llamaba Santa Rita. Unos años después, y debido a las leyes de desamortización y nacionalización de bienes eclesiásticos (1856), Miguel Limón compró el inmueble al Gobierno del Estado en las dos terceras partes de su valor, estimado en 19 mil pesos en oro.

Los inmuebles que habían pertenecido a la iglesia pasaron a manos de particulares, quienes comenzaron a rentarlas por piezas a pobladores de las zonas rurales y foráneos que migraron a las grandes ciudades como Puebla en busca de trabajo para mejor su calidad de vida. Esto provocó el crecimiento demográfico y, en consecuencia, demanda de vivienda.

Así fue que, como parte de las transformaciones sociales del siglo XIX, surgió el concepto de vecindades que conocemos en la actualidad.

El inmueble del conquistador Valiente superó los numerosos conflictos bélicos que asolaron a Puebla durante este siglo, cuando gran parte de las construcciones quedaron dañadas y muchas viviendas destruidas.

Durante la segunda mitad XIX, la casa fue habitada por José Agustín Arrieta, quien vivía en la azotea del inmueble, donde también tenía su estudio. Actualmente, el maestro es conocido como el biógrafo pictórico de Puebla al retratar en su obra costumbres, personajes, y tradiciones de la época. De ahí que el inmueble fue denominado Casa Arrieta.

José Agustín de Arrieta (1803-1874), el pintor que vivió la mayor parte de su vida en la Angelópolis y cuyo arte es reconocido como parte del patrimonio cultural de Puebla. Foto: Libro Casa Arrieta, vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por el Gobierno del Estado


La Puebla de Arrieta

José Agustín Arrieta nació en Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala, el 29 de agosto de 1803. Hijo de Tomás Arrieta y María Rita Fernández, quienes en 1807 se avecinaron en Puebla, lugar donde echaron raíces y su hijo se hizo hombre, pintor y maestro.

Formó parte de la primera generación de la Academia de Bellas Artes de Puebla y recibió la enseñanza de profesores como Salvador del Huerto y Mariano Caro, fue reconocido por sus méritos académicos.

Se casó a los 23 años de edad con María Nicolasa Lorenza Varela y Molina de 19 años, con quien procreó cuatro hijos que se cree murieron prematuramente: José Juan de Dios, María Josefa Antonia, María Guadalupe y Manuel Pascal.

Arrieta es precursor de la libre expresión en México e hizo suya la Puebla del siglo XIX a través de la sociedad que lo acompañaba. Su mérito es que rompió estereotipos para fijar su sensibilidad en escenas cotidianas de Puebla que se desarrollaban en pulquerías, mercados, calles y cantinas, con todo y sus inconfundibles parroquianos. Actualmente su obra es patrimonio nacional.

A diferencia de otros artistas de la época que aspiraban a plasmar la imagen de los más ricos de la sociedad y tenían como objetivo exaltar a los grupos de poder civil, religioso, político, militar, etcétera, Arrieta tomó como modelos a hombres y mujeres de origen humilde para mostrar aspectos sociales y económicos de la sociedad de su tiempo, sin exaltar la pobreza o miseria, solo como un fiel retratista de la época.

Toda su vida transcurrió en la miseria, igual que los personajes que pintaba, y aunque la pintura era su vida, se vio obligado a aceptar el puesto de conserje del Congreso del Estado para sostenerse porque solo recibía de treinta a sesenta pesos por sus trabajos. A pesar de que siempre vivió marginado, eso nunca le impidió impartir gratuitamente clases de pintura a quien se lo solicitaba.

Tertulia de pulquería. Obra de José Agustín Arrieta. Año 1851. Foto: Libro Casa Arrieta, vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por el Gobierno del Estado


El escritor e historiador Manuel Payno, que era su contemporáneo, mencionó que Arrieta era “muy apacible por su modestia y buen trato personal, admirable por plasmar en sus lienzos esos grotescos, raros personajes que vemos por las calles (…) en mi concepto, no puede ya imitarse a la naturaleza con más perfección”.

El pintor vivía en una modesta buhardilla en la azotea de la casa de Valiente, a la que se subía por una escalera de cerbatana, y en donde también tenía su estudio; colocaba sus modelos de bodegones en el piso para pintarlos.

Arrieta vivió como murió, solo y sin recursos, a las siete de la mañana del 22 de diciembre de 1874, por congestión cerebral. Tenía 72 años de edad. Fue sepultado en el nicho número 299 en el desaparecido cementerio de San Antonio, hasta donde fue llevado en hombros por sus compañeros parroquianos.

José Agustín Arrieta es un artista cuya particular percepción, adelanto estético y social, debieron esperar más de cien años para ser valorados, comprendidos y apreciados dentro de la historia del arte mexicano. Fue reconocido paulatinamente como un importante artista del siglo XIX. El descubrimiento de su obra y el rescate de sus cuadros tomó décadas y es fruto de la paciente labor de coleccionistas e investigadores.

La sociedad que Arrieta plasmó ha desaparecido por completo, pero los sentimientos y las emociones que despiertan sus cuadros siguen vigentes.

Escena de mercado. Obra de José Agustín Arrieta. Foto: Libro Casa Arrieta, vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por el Gobierno del Estado


Casa Arrieta en el siglo XXI

El inmueble que fuera de Alonso Valiente, continuó siendo propiedad privada hasta 1992, cuando el gobernador Guillermo Jiménez Morales, donó la Casa Arrieta a la Asociación de Artistas Plásticos de Puebla. Hacia 1994 la casa fue cedida en comodato a un patronato integrado por artistas plásticos para realizar actividades culturales, como Museo Vivo de Arte Agustín Arrieta, funciono así más de un año, hasta que fue desocupada.

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En 2011, la Casa Arrieta fue expropiada a un particular para nuevamente ser propiedad del Gobierno del Estado, que la otorgó en comodato a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla.

Referencias:

  1. “Guía Arquitectura representativa de la ciudad de Puebla”, escrita por Arturo Córdova Durana, Ayuntamiento de Puebla 2008-2011.
  2. “Casa Arrieta”, Vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por la Secretaría de Cultura de Puebla para el Gobierno del Estado.
  3. “Identidad de Puebla, esencia de mexicanidad: José Agustín Arrieta (1803-1874), escrito por Pedro A. Palou, Consejo de la Crónica, Ayuntamiento de Puebla 1999-2002.

*Disponibles para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla (AGMP)

La casa ubicada en el número 339 de la calle 5 Poniente conocida como Casa Arrieta, es un inmueble colonial que fue construido por el conquistador Alonso Valiente, quien a mediados del siglo XVI era el hombre más acaudalado de la ciudad.


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El inmueble pasó de vivienda particular a ser propiedad de jesuitas y luego de agustinos quienes la rentaban en partes para sostenerse. Más tarde se convirtió en una vecindad y alojó al pintor José Agustín Arrieta, conocido como el biógrafo pictórico de la Puebla del siglo XIX.

En honor al pintor, el inmueble fue nombrado Casa Arrieta y actualmente es sede de las oficinas de la Comisión de Derechos Humanos del estado.

Estereoscópica del Sitio de Puebla, se aprecia la destrucción y al fondo, del lado derecho, la Casa Arrieta que se mantuvo erigida durante el conflicto bélico. Foto: Carlos Casarín. Año 1863


El conquistador Valiente

La fundación de la antigua Ciudad de los Ángeles, en 1531, se realizó con una misa solemne en la que solo estuvieron catorce vecinos. Existe una lista que menciona que fueron 34 familias a los que se les repartieron los solares.

Hacia 1534 la ciudad ya estaba poblada por ochenta y un cabezas de familia, de los cuales 35 eran conquistadores y algunos de ellos se desempeñaban como miembros de Cabildo.

Cuatro años después de la fundación de la ciudad, el 25 de septiembre de 1535, llegaron nuevos vecinos, entre ellos el conquistador Alonso Valiente, quien participó con Hernán Cortés en la conquista de Michoacán y fue su secretario. Por sus servicios, recibió en encomienda el señorío de Tecamachalco, que sería pivote económico de la Nueva España, con un rendimiento aproximado de 3 mil 450 pesos de oro al año; y más tarde su escudo de armas (1547).

Alonso Valiente había arribado a la Villa Rica de la Veracruz el sábado 23 de diciembre de 1521 junto con su esposa Juana Ruiz de Mancilla, quien fue conocida como “la gran dama del primer siglo de la ciudad”. Para el 3 de enero de 1536, Valiente ya se desempeñaba con un cargo público.

Al regidor le fue entregado un solar en una de las manzanas que se formaron cuando se trazó la ciudad que median doscientas varas por cien y estaban divididas en ocho lotes de cincuenta por cincuenta varas. Los solares tenían especia suficiente para subdividirlo en dos áreas: el patio de la vivienda y un segundo patio para huerto o para la crianza de animales domésticos. En estos patios existía un pozo para obtener agua de la fuente subterránea, además poseían un aljibe para almacenar agua. Llama la atención que las viviendas contaban con pocas ventanas al exterior o en los laterales por miedo a los ataques de los indígenas.

El solar de Valiente estaba al sur poniente de la Plaza Mayor, en la calle que más tarde fue conocida como cerrada de San Agustín porque desembocaba en las huertas de los agustinos (5 Poniente), y hacia esquina con la calle del Noviciado (5 Sur). Ahí levantó un robusto inmueble colonial que fue su casa mientras vivió en la Ciudad de los Ángeles.

A mediados del siglo XVI Alonso Valiente era el hombre más acaudalado de la ciudad. En cuatro ocasiones se desempeñó como alcalde ordinario y más de una vez fue procurador ante las autoridades virreinales.

Tal era su fama que la calle donde construyó su casa se empezó a conocer como calle de Alonso Valiente, nombre con el que se le conoció durante varias décadas, hasta que se comenzó a denominar calle de la Rascona (apelativo de cascarrabias), porque en la misma cuadra vivió Catalina Vélez Rascón. La mujer estaba casada con el conquistador y encomendero Bartolomé Hernández de Nava, y cuando enviudó en 1539, volvió a casarse con el también encomendero y conquistador, Francisco de Orduña.

La calle también fue conocida como de Ramos Arizpe porque en el inmueble que estaba frente a la casa de Alonso Valiente, vivió José Miguel Ramos Arizpe, quien fue chantre y dean de la catedral de Puebla en diferente época.

Durante su estancia en la Nueva España, Alonso Valiente amasó una gran fortuna. En Puebla era propietario de varios bienes, además de su vivienda, como una casa y un mesón que compró el 31 de agosto de 1540; otra casa frente al mesón de Gaspar Álvarez; y cuatro huertas en Atlixco.

Alonso Valiente falleció el 6 de enero de 1563 en Tecamachalco y fue sepultado en el convento franciscano de dicha población. Dejó viuda a su segunda esposa, Melchora de Aberrucia.

Interior de la Casa Arrieta cuando era vecindad. Foto: Libro Casa Arrieta, vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por el Gobierno del Estado


De casa a vecindad

Al morir Valiente, la casa fue adquirida por el curtidor de pieles Gaspar González, quien instaló en ella su curtiduría. Hacia el siglo XVII, el inmueble perteneció al Colegio de San Jerónimo, que durante más de una centuria, rentaba sus accesorias y habitaciones para sostener a los seminaristas de la Compañía de Jesús.

En el siglo XVIII, la casa fue habitada por el historiador Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, quien falleció en 1780. Se tiene registro que en 1832 la casa ya pertenecía a los religiosos del convento de San Agustín.

En 1852 los hermanos Ibarra instalaron ahí una fábrica de hilados y tejidos que se llamaba Santa Rita. Unos años después, y debido a las leyes de desamortización y nacionalización de bienes eclesiásticos (1856), Miguel Limón compró el inmueble al Gobierno del Estado en las dos terceras partes de su valor, estimado en 19 mil pesos en oro.

Los inmuebles que habían pertenecido a la iglesia pasaron a manos de particulares, quienes comenzaron a rentarlas por piezas a pobladores de las zonas rurales y foráneos que migraron a las grandes ciudades como Puebla en busca de trabajo para mejor su calidad de vida. Esto provocó el crecimiento demográfico y, en consecuencia, demanda de vivienda.

Así fue que, como parte de las transformaciones sociales del siglo XIX, surgió el concepto de vecindades que conocemos en la actualidad.

El inmueble del conquistador Valiente superó los numerosos conflictos bélicos que asolaron a Puebla durante este siglo, cuando gran parte de las construcciones quedaron dañadas y muchas viviendas destruidas.

Durante la segunda mitad XIX, la casa fue habitada por José Agustín Arrieta, quien vivía en la azotea del inmueble, donde también tenía su estudio. Actualmente, el maestro es conocido como el biógrafo pictórico de Puebla al retratar en su obra costumbres, personajes, y tradiciones de la época. De ahí que el inmueble fue denominado Casa Arrieta.

José Agustín de Arrieta (1803-1874), el pintor que vivió la mayor parte de su vida en la Angelópolis y cuyo arte es reconocido como parte del patrimonio cultural de Puebla. Foto: Libro Casa Arrieta, vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por el Gobierno del Estado


La Puebla de Arrieta

José Agustín Arrieta nació en Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala, el 29 de agosto de 1803. Hijo de Tomás Arrieta y María Rita Fernández, quienes en 1807 se avecinaron en Puebla, lugar donde echaron raíces y su hijo se hizo hombre, pintor y maestro.

Formó parte de la primera generación de la Academia de Bellas Artes de Puebla y recibió la enseñanza de profesores como Salvador del Huerto y Mariano Caro, fue reconocido por sus méritos académicos.

Se casó a los 23 años de edad con María Nicolasa Lorenza Varela y Molina de 19 años, con quien procreó cuatro hijos que se cree murieron prematuramente: José Juan de Dios, María Josefa Antonia, María Guadalupe y Manuel Pascal.

Arrieta es precursor de la libre expresión en México e hizo suya la Puebla del siglo XIX a través de la sociedad que lo acompañaba. Su mérito es que rompió estereotipos para fijar su sensibilidad en escenas cotidianas de Puebla que se desarrollaban en pulquerías, mercados, calles y cantinas, con todo y sus inconfundibles parroquianos. Actualmente su obra es patrimonio nacional.

A diferencia de otros artistas de la época que aspiraban a plasmar la imagen de los más ricos de la sociedad y tenían como objetivo exaltar a los grupos de poder civil, religioso, político, militar, etcétera, Arrieta tomó como modelos a hombres y mujeres de origen humilde para mostrar aspectos sociales y económicos de la sociedad de su tiempo, sin exaltar la pobreza o miseria, solo como un fiel retratista de la época.

Toda su vida transcurrió en la miseria, igual que los personajes que pintaba, y aunque la pintura era su vida, se vio obligado a aceptar el puesto de conserje del Congreso del Estado para sostenerse porque solo recibía de treinta a sesenta pesos por sus trabajos. A pesar de que siempre vivió marginado, eso nunca le impidió impartir gratuitamente clases de pintura a quien se lo solicitaba.

Tertulia de pulquería. Obra de José Agustín Arrieta. Año 1851. Foto: Libro Casa Arrieta, vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por el Gobierno del Estado


El escritor e historiador Manuel Payno, que era su contemporáneo, mencionó que Arrieta era “muy apacible por su modestia y buen trato personal, admirable por plasmar en sus lienzos esos grotescos, raros personajes que vemos por las calles (…) en mi concepto, no puede ya imitarse a la naturaleza con más perfección”.

El pintor vivía en una modesta buhardilla en la azotea de la casa de Valiente, a la que se subía por una escalera de cerbatana, y en donde también tenía su estudio; colocaba sus modelos de bodegones en el piso para pintarlos.

Arrieta vivió como murió, solo y sin recursos, a las siete de la mañana del 22 de diciembre de 1874, por congestión cerebral. Tenía 72 años de edad. Fue sepultado en el nicho número 299 en el desaparecido cementerio de San Antonio, hasta donde fue llevado en hombros por sus compañeros parroquianos.

José Agustín Arrieta es un artista cuya particular percepción, adelanto estético y social, debieron esperar más de cien años para ser valorados, comprendidos y apreciados dentro de la historia del arte mexicano. Fue reconocido paulatinamente como un importante artista del siglo XIX. El descubrimiento de su obra y el rescate de sus cuadros tomó décadas y es fruto de la paciente labor de coleccionistas e investigadores.

La sociedad que Arrieta plasmó ha desaparecido por completo, pero los sentimientos y las emociones que despiertan sus cuadros siguen vigentes.

Escena de mercado. Obra de José Agustín Arrieta. Foto: Libro Casa Arrieta, vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por el Gobierno del Estado


Casa Arrieta en el siglo XXI

El inmueble que fuera de Alonso Valiente, continuó siendo propiedad privada hasta 1992, cuando el gobernador Guillermo Jiménez Morales, donó la Casa Arrieta a la Asociación de Artistas Plásticos de Puebla. Hacia 1994 la casa fue cedida en comodato a un patronato integrado por artistas plásticos para realizar actividades culturales, como Museo Vivo de Arte Agustín Arrieta, funciono así más de un año, hasta que fue desocupada.

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En 2011, la Casa Arrieta fue expropiada a un particular para nuevamente ser propiedad del Gobierno del Estado, que la otorgó en comodato a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla.

Referencias:

  1. “Guía Arquitectura representativa de la ciudad de Puebla”, escrita por Arturo Córdova Durana, Ayuntamiento de Puebla 2008-2011.
  2. “Casa Arrieta”, Vínculo con la historia de Puebla y los derechos humanos, editado por la Secretaría de Cultura de Puebla para el Gobierno del Estado.
  3. “Identidad de Puebla, esencia de mexicanidad: José Agustín Arrieta (1803-1874), escrito por Pedro A. Palou, Consejo de la Crónica, Ayuntamiento de Puebla 1999-2002.

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