Las residencias que se levantaron en los solares de los portales y en los de las primeras manzanas que se formaron cuando se trazó la antigua Ciudad de los Ángeles, hicieron de la Angelópolis una metrópoli de abolengo engalanada por su arquitectura colonial.
➡️ Únete al canal de El Sol de Puebla en WhatsApp para no perderte la información más importante
La casa número 12 de la acera norte de la antigua calle de Jarcierías, hoy Juan de Palafox y Mendoza entre 2 y 4 Norte, fue una de las primeras que se edificó en el siglo XVI. La habitaron diferentes familias hasta que fue reconstruida con decoro señorial a principios del siglo XX.
Entonces, fue habitada por el inmigrante español Marcelino García Presno y su familia, para quien fue símbolo de su poder y su riqueza. El inmueble es conocido como la Casa Presno y hoy alberga al Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.
Ordenamiento de la ciudad
La antigua Ciudad de los Ángeles fue trazada con un patrón reticular de calles que salieron en ángulo recto de la plaza principal (zócalo) hacia los cuatro puntos cardinales, de norte a sur y de oriente a poniente, formando manzanas rectangulares de doscientas varas de largo por cien de ancho, cada una dividida en ocho solares.
Así se formaron las manzanas que desembocaban en la plaza principal, lugar en el que transcurrió la vida pública, política, comercial y religiosa de los pobladores, y cuyos predios fueron entregados a los fundadores de la nueva ciudad.
Los solares que rodearon a la plaza principal fueron cedidos a autoridades de cabildo o conquistadores, ellos construyeron los portales, que además de cumplir su función comercial, embellecieron los edificios.
Las calles recibieron su denominación de acuerdo a alguna particularidad, que podía ser una iglesia, un convento, un puente, un personaje o algún hecho relevante que haya sucedido en la misma. Algunos nombres resultaban ridículos, pero así permanecieron al menos hasta principios del siglo XX.
La manzana al nororiente de la plaza principal
La primera casa de la manzana situada hacia el nororiente de la plaza principal, paralela al portal de la Audiencia (portal Hidalgo), fue construida en el siglo XVI por el regidor Martín de Mafras Vargas, quien estaba casado con Bernardina Medrano, y era hijo del conquistador Gonzalo Díaz de Vargas.
La casa se encontraba en la acera norte de la calle de las Jarcierías (hoy Juan de Palafox y Mendoza entre 2 y 4 Norte) y ocupó la mitad de uno de los ocho solares en los que se dividían las manzanas. Tenía un solo nivel con sus bajos y una superficie de 830 metros cuadrados.
Hacia el siglo XVII, el inmueble fue adquirido por Juan Fernández, panadero de oficio, quien muy probablemente estableció en los bajos de la casa su negocio de venta de pan. No se tiene más información de la propiedad hasta la segunda mitad del siglo XIX.
El libro de los censos del 16 de octubre de 1856, menciona que la casa número 12 de la calle de las Jarcierías era propiedad del Cofre de la Catedral, es decir, pertenecía a la iglesia. Se cree que durante el proceso de desamortización de bienes eclesiásticos, la casa fue adquirida por el francés Carlos Gaspar Pausse, quien al fallecer se la heredó a su esposa María Girao y a sus cinco hijos, Antonia, Juan, Margarita, Miguel y Juana.
El inmueble pasó después a ser propiedad de Eutimia Urquijo de Colvet, esposa de Antonio de Colvet, quien la adquirió en una operación de compraventa realizada el 1ro. de febrero de 1862 por la cantidad de cuatro mil antiguos pesos. María Girao había vendido la casa a través de su representante legal, Ramón Acho.
El gusto le duró poco tiempo a Eutimia, porque el 1ro. de septiembre del mismo año, la casa pasó a manos de Guillermo Acho, hijo de Ramón, quien adquirió la propiedad mediante un contrato de compraventa celebrado ante el notario Francisco de Paula. La compró por el mismo precio y con los mismos usos, costumbres, servidumbre, etcétera.
Origen francés de los propietarios del siglo XIX
Ramón Acho y Charles, era de origen francés y padre de Rafael, Guillermo, Julia y Rosa María Higinia. Fue hacendado, ranchero y ganadero, pero durante el proceso de desamortización de bienes eclesiásticos acumuló una importante fortuna al comprar diez casas ubicadas en diferentes partes de la ciudad que habían pertenecido a las religiosas de los conventos de las Capuchinas, La Concepción y Santa Mónica.
En esta etapa, la casa fue renovada por completo. Un recibo del año 1864 expedido a Francisco Irigoyen, reveló que los Acho pagaron 3 mil 500 pesos antiguos para mejoras realizadas a dicho inmueble.
La familia Acho conservó la casa en propiedad poco más de cuatro décadas, hasta que el joven soltero Ramón Acho y Charles, se la vendió a Antonio Couttolenc, el 7 de agosto de 1907.
Antonio fue hijo del francés Joseph Couttolenc, quien falleció en 1865 y había heredado a sus seis hijos una fortuna valuada en 240 mil antiguos pesos.
Propietario de haciendas, ranchos y molinos, Antonio fue también un importante empresario textil, dueño por un tiempo de la fábrica La Constancia Mexicana, además de especulador financiero y accionario de la banca.
Antonio compró la casa número 12 que había sido de la familia Acho, pero también adquirió el inmueble contiguo, el número 14. Comunicó las dos residencias por medio de una puerta colocada en una de las recámaras de la planta alta, y trasladó su domicilio a la casa 14. Esta conexión permaneció hasta que la vendió.
Couttolenc reconstruyó la casa 12, realizó una transformación importante en la arquitectura y decoración, una renovación influenciada por su origen francés, que aun la distingue.
La construcción es estilo neoclásico y su ornamentación interior combina el art nouveau con el art decó, en boga durante el porfiriato. Su decoración cuenta con pinturas vegetales originales, lámparas isabelinas, vitrales franceses, molduras hechas de roleos, festones de rosas y la herrería de sus barandales, escaleras y ventanas que dan cuenta de ello.
En el primer patio, tiene una escalera imperial invertida, labrada en mármol con barandal de hierro forjado, pasamanos de madera, tableros y medallones compuestos por hojas de acanto que la adornan por abajo; además de una cúpula con vitrales que cubre el cubo de la misma.
Del francés al migrante español
En 1909, Antonio Couttolenc le cedió la casa número 12 al español Marcelino García Presno, a cambio de la Casa de Rosete, ubicada en la 5ta. Calle de Benito Juárez (11 Norte 800). Tenía una extensión de 145 metros de largo por 79 de ancho, en total eran 11 mil 534 metros cuadrados. Fue valuada en 50 mil pesos.
La Casa de Rosete estaba construida sobre la antigua huerta de Nuestra Señora de la Guía y se encontraba en los límites de la ciudad que se estaba desarrollando con la llegada del ferrocarril. Colindaba con el Ferrocarril Industrial, los baños azufrosos de San Pablo, las huertas Las Ánimas y la estación del ferrocarril El Mexicano.
La número 12 de Couttolenc, tenía una extensión menor y fue valuada en 40 mil pesos, pero contaba con una ubicación privilegiada, en pleno corazón de la ciudad, por lo que el trato fue aceptado por Presno, quien recibió la diferencia de diez mil antiguos pesos en efectivo.
En el momento de la operación, la propiedad ya estaba completamente reconstruida, pero Presno le dio un toque personal. Mandó a hacer un anagrama emplomado con las iniciales “MP” entrelazadas, que aún se puede apreciar en una de las puertas del zaguán.
Influencia francesa del porfirismo
Puebla fue una metrópoli de abolengo engalanada por su pulcritud y arquitectura colonial. Pero la destrucción de inmuebles ocurrida durante el Sitio de Puebla, en 1863, promovió la renovación de las construcciones dañadas con un tipo de arquitectura afrancesada.
Las mansiones levantadas entre finales del siglo XIX y principios del XX, aportaron un decoro señorial a la Angelópolis, en cuyo centro vivía la crema innata de la sociedad poblana.
La influencia francesa promovida por el profiriato, se comenzó a percibir en los espacios de socialización y entretenimiento de las clases altas, pero también en sus mansiones, en donde se realizaban celebraciones que servían para encuentro y recreación de la elite social.
Una fastuosa celebración se realizó en la casa número 12, ya conocida como la mansión de Presno. Fue la boda de su hija menor Guadalupe Presno y Pérez, que se casó en noviembre de 1917 con el acaudalado español Eladio Martínez Pando.
Los Presno celebraron con bombo y platillo la unión matrimonial. Marcelino ofreció desayuno gratuito para los niños de los orfanatos de la ciudad, quienes en agradecimiento le hicieron valla a la novia para dirigirla de su casa, la número 12, hacia la iglesia del Espíritu Santo (Carolino), que estaba a unos cuantos metros, en donde se tendió una alfombra para que pasaran los novios e invitados.
El poderoso migrante español
Marcelino García Presno nació el 25 de enero de 1855 en la región de Vegadeo, al norte de España, específicamente en la aldea de Presno, que pertenece al Consejo de Castropol en el principado de Asturias. Ahí su apellido es considerado noble y en esas familias existe la tradición del uso de un escudo que les recuerda ese estatus.
En su país natal se dedicó al campo, pero la sobrepoblación y las pocas oportunidades de trabajo que imperaban en la España de finales del siglo XIX, lo obligaron a emigrar a América, el lugar ideal para hacer fortuna.
En 1869, con tan solo 14 años de edad, García Presno arribó al Puerto de Veracruz y se trasladó a Puebla, en donde forjó su historia de vida.
Después de dos décadas de arduo trabajo, Marcelino había acumulado una fortuna considerable. En 1888 compró la Casa de Rosete para instalar la Maderería de Guadalupe, que se ubicaba en donde estaba la huerta de Nuestra Señora de la Guía y que más tarde le vendió a Couttolenc.
Después compró la hacienda y molino de Santiago Colcingo, que posteriormente llamó Hacienda Guadalupe. También adquirió el rancho de Otatla y una fracción del rancho de Santa Rosa.
En 1890, Presno se casó con Leonarda, hija del comerciante español Félix Pérez. Juntos procrearon siete hijos, dos fallecieron siendo niños. Ella murió en abril de 1899, a los 30 años de edad, entonces Marcelino tomó posesión de la mitad de lo concebido durante el matrimonio, de acuerdo a la sociedad conyugal. La otra parte de la herencia correspondía a sus hijos, que eran menores de edad, entonces él administró todos los bienes en conjunto.
Pero Marcelino también fue favorecido por su suegro Félix cuando este murió, quien tenía acumulada un importante capital en efectivo además de haciendas y ranchos en diferentes regiones del estado, y propiedades en la capital, como la antigua Alhóndiga.
A las propiedades de Presno, mencionadas anteriormente, les siguieron muchas más. Además de haciendas y ranchos, se sumaron fábricas textiles y de manufactura de productos que se ubicaron en diferentes regiones de Puebla, como Huejotzingo y San Martín Texmelucan, y estados colindantes como México y Tlaxcala.
La que él llamó Hacienda de Guadalupe, se convirtió en un complejo industrial en el que había fábricas textiles y de loza, un antiguo molino de trigo, fábrica de pulque, y producción de hortalizas, gramíneas, forrajes y maderas finas. La propiedad estaba en una zona propicia para la explotación del bosque y del campo, y tenía una infraestructura ferroviaria que las vinculaba a todas en una extensión de 20 kilómetros.
Revolución y nueva denominación de la casa
A principios del siglo XX, las propiedades y la industria de Presno estaban en todo su esplendor, pero estalló la Revolución y fueron allanadas por los revolucionarios, que más tarde las destruyeron y repartieron.
Hacia 1924, García Presno tuvo que comenzar a vender fracciones o porciones de tierra, así como diferentes propiedades para pagar sus adeudos, letras vencidas, hipotecas, etcétera. La familia tuvo una lucha constante durante nueve años para mantener la casa que había sido símbolo de su poder y su riqueza.
Lamentablemente, en 1928, el inmueble con la nueva denominación “casa 208 de la Avenida del Ayuntamiento”, fue adjudicada vía legal al Banco Nacional de México, por un adeudo que tenía pendiente Natalia Presno de Nava Osorio.
Fue entonces que la salud de Marcelino García Presno comenzó a decaer y el 21 de octubre de 1932, falleció a la edad de 77 años.
La mansión Presno en el siglo XX
En noviembre de 1934, la mansión de Presno fue adquirida por María Sánchez viuda de Fuente, por la cantidad de 40 mil antiguos pesos, de contado. El Banco Nacional de México le entregó a la dueña del inmueble, además de la casa, el historial documental de la misma.
Veintiocho años después, el 21 de febrero de 1960, María Sánchez vendió la casa 208 de la ahora, Avenida Maximino Ávila Camacho, a la Inmobiliaria Santa María, de su propiedad. La vendió en la cantidad de 160 mil 409 antiguos pesos, equivalentes al valor fiscal de la casa.
En 1982 la Inmobiliaria Santa María, representada por Javier San Martín Fuente, realizó un contrato de compraventa en favor de Carlos González Chavarrín, por 6 millones 800 mil antiguos pesos. En la escritura de venta se estableció que la casa estaba dividida en 16 departamentos habitacionales y cuatro locales comerciales.
El 27 de agosto de 1982, Carlos González Chavarrín se la vendió a la Universidad Autónoma de Puebla, representada por el rector Alfonso Vélez Pliego, por la cantidad de 7 millones de antiguos pesos, libre de gravamen y con los impuestos de ley al corriente.
Los espacios de la casa fueron destinados para la educación superior y se acondicionaron para el Centro de Estudios sobre el Movimiento Obrero, el Departamento de Investigaciones Arquitectónicas y el Centro de Investigaciones Históricas y Sociales. Este último, difundía las investigaciones que se realizaban a través de los “cuadernos de la Casa Presno”, nombrados así en honor a Marcelino García Presno.
Desde entonces la casa es conocida como “Casa Presno” por la comunidad estudiantil y la sociedad. Hoy es uno de los tres inmuebles que albergan al Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.
Referencias:
1. “Guía Arquitectura representativa de la ciudad de Puebla”, escrita por Arturo Córdova Durana, editada por el Ayuntamiento de Puebla 2008-2011.
2. “Casa Presno, historia y rehabilitación de una residencia”, libro escrito por Reyna Cruz Valdés y Ambrosio Guzmán Álvarez, editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo