/ sábado 13 de agosto de 2022

Clavillazo, el comediante poblano que conquistó a un país | Los tiempos idos

Nacido hace 112 años en Teziutlán, Puebla, se convirtió en un actor aclamado por el público y formó parte esencial de la Época de Oro del Cine Mexicano

Pantalones bombachos, un saco enorme, sombrero de tres picos y un estilo único para expresarse, caracterizaron al actor y comediante poblano Clavillazo, quien siempre será recordado por inmortalizar las frases: ¡Nomás!, ¡Pura Vida! ¡Nunca me hagan esto! y ¡Méndigo!

Nacido el 13 de agosto de 1910 en Teziutlán, Puebla, José Antonio Hipólito Espino Mora, fue un niño inquieto e ingenioso al que no le gustaba estudiar. Dejó la escuela y se puso a trabajar con su papá hasta una noche de 1931 cuando se fugó a la ciudad de México a buscar suerte como actor.

Su empeño y dedicación lo llevaron a convertirse en uno de los comediantes más aclamados por el público mexicano. Así cumplió la promesa de no regresar a su tierra natal hasta “ser un reconocido artista”.

Haber sido parte esencial de la Época de Oro del Cine Mexicano rindió sus frutos cuando su trabajo le fue reconocido en vida por un grupo de teziutecos que le rindieron el primer y único homenaje, al que asistió y del cual se fue con un agradable sabor de boca.

Antonio fue un niño inquieto, ingenioso y divertido, al que no le gustaba estudiar pero resultó muy trabajador | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

NACE UNA ESTRELLA

José Antonio Hipólito nació a las 19:30 horas del 13 de agosto de 1910 en Teziutlán, Puebla. Hijo de Fidel Espino López y Bertha Mora Calderón, fue el segundo de once hermanos de una familia tradicional poblana.


Los Espino Mora vivían en la casa número 7 de la tercera calle de Xicoténcatl, ubicada en la esquina de la actual Avenida Allende y Zaragoza. Hoy forma parte de las instalaciones de los Autobuses de Oriente en dicho municipio.

“Tonchi”, como le llamaban sus cercanos, era un niño inquieto, ingenioso, juguetón y divertido. Uno de sus pasatiempos era hacer y volar papalotes. No le gustaba estudiar pero resultó muy trabajador.

“El señor Francisco Juárez Iglesias cumplió 111 años el 7 de mayo y fue amigo de Clavillazo. Él recuerda que su diversión era irse corriendo hacia Jalancingo, que es un lugar muy retirado de aquí. Mi mamá también fue contemporánea de él y nos platicaba que Antonio y su familia iban a los juegos mecánicos que unos tíos ponían para las fiestas de la región”, asegura José Luis Martínez Castañeda, profesor de educación artística e historiador de Teziutlán.

Los Espino Mora vivían en la casa número 7 de la tercera calle de Xicoténcatl, ubicada en la esquina de la actual Avenida Allende y Zaragoza. Hoy terminal de autobuses de Teziutlán | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Refiere que para 1923, Antonio seguía cursando tercero año de primaria porque lo reprobó en tres ocasiones. Entonces dejó la escuela y se puso a trabajar con su papá en la carnicería “La Favorita”, que era de su propiedad. Él hacia las entregas a domicilio.

Su deseo por actuar nació cuando la compañía de títeres de Rosete Aranda se presentó en el Teatro Variedades de Teziutlán y quedó maravillado. Entonces comenzó a practicar canto y guitarra, también se dedicó a ayudar en el teatro para estar cerca de los actores.

Una noche de 1931 se fugó a la ciudad de México a buscar suerte como actor, pero las dificultades y la desilusión lo hicieron regresar.

El conocido pianista de la XEW, Pepe Agüeros, era su familiar. Estando en ciudad de México, Antonio se acercó a él para pedirle que lo ayudara a participar en La Voz de América. Hizo una prueba pero no logró quedarse en el programa y tras la decepción se regresó a Teziutlán con el deseo de superarse en dicción y lectura, hasta se arrepintió de no haber estudiado.

Se esforzó y regresó a la capital del país en 1943, pero antes de irse prometió no volver a Teziutlán hasta hacer su sueño realidad: “Ser un reconocido artista”.

En 1941 Antonio conoció a la que sería su compañera de vida, Noemí Barreiro, con quien se casó el 6 de mayo de 1945 | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

EL NOMBRE ARTÍSTICO

Clavillazo siempre será recordado por la gesticulación exagerada de cara y manos, y por su caracterización de vago con pantalones bombachos, un saco enorme y su sombrero de tres picos, pero también por inmortalizar las frases: ¡Nomás!, ¡Pura Vida! ¡Nunca me hagan esto! y ¡Mendigo!


Pero sus inicios fueron con un personaje llamado Chumiate. Para caracterizarlo se puso una peluca, deshilacho unos pantalones y se pintó la cara como mimo. Para hacer el personaje más simpático, en los ojos se pintó una especie de clavitos, por eso el comediante Adalberto Martínez “Resortes”, al que había conocido en las carpas, lo empezó a llamar: clavillo.

Su nombre artístico, Clavillazo, nació de una mezcla entre clavillo y payaso.

La gesticulación exagerada de cara y manos que fue el estilo que adoptó para expresarse lo aprendió de su hermano Ignacio, quien era sordomudo.

Pasó del personaje de Chumiate a ser Clavillazo. Este nombre artístico derivó del mote “clavillo” que le había puesto el comediante “resortes” | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

DE LAS CARPAS AL CINE

A principios del siglo XX en el país abundaban “las carpas”, que eran una especie de teatro andante en las que se ofrecía diversión por unos centavos. Son consideradas como la universidad de la comicidad en México.

Para sostenerse en la capital del país, a Antonio se le ocurrió vender perfumes a las personas que acudían a las carpas, pero también a los actores. Así fue como conoció a Palillo, Resortes, Cantinflas y Medel, entre otros.

De esta forma, comenzó a tener papeles breves, de poca importancia en las carpas. Participó en la compañía de Fernando Soler, a quien Antonio siempre consideró como su maestro.

Con la venta de perfumes y los pequeños papeles en los que participaba, logró ahorrar y se hizo de su carpa, que primero nombró como “Bertha”, en honor a su madre, y después la llamó “Teziutlán”.

El inicio de Clavillazo como actor de carpa fue con el personaje de Chumiate | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

Para que los espectadores estuvieran cómodamente sentados, los dueños de las carpas rentaban sillas. Un día de 1941 Antonio fue a pagar el servicio de renta de sillas y ahí conoció a su compañera de vida, Noemí Barreiro, que en ese momento tenía 13 años, pero le pareció hermosa. Dos años después la volvió a ver, la empezó a cortejar, y el 6 de mayo de 1945 se casaron.

La gran oportunidad de Clavillazo surgió en 1950 cuando actuó en la cinta “Monte de piedad”. Dos años después, obtuvo el papel estelar en la película “El genial detective Peter Pérez”, que lo catapultó a la fama.

“En 1957 hizo una película que se llamó El Piernas de Oro en la que describió muchos lugares y personas de Teziutlán. Cuando la proyectaron aquí todos estábamos muy felices”, asevera Martínez Castañeda, el historiador.

Cartel de la película “El genial detective Peter Pérez” que lo catapultó a la fama (1952) | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

HOMENAJE EN VIDA

El 2 de diciembre de 1977, el grupo de teatro dirigido por el profesor José Luis Martínez Castañeda y el comité de damas pro construcción de la Escuela Preparatoria Federal Antonio Audirac, realizaron el único homenaje que se le hizo en vida al actor y comediante Clavillazo, en su natal Tezitulán. Ese mismo día inauguró la obra de teatro que recaudaría fondos para la construcción de la prepa.

“Había que comprar un espacio nuevo para alojar la escuela así que mi amigo Guillermo Peredo Grau y yo pensamos en hacer una obra para recaudar fondos. Hicimos un libreto adaptado a Teziutlán del tenorio, la obra cómica se llamó: El tenorio teziuteco, no se copió del original”, señala.

Recuerda que como no sabían si la gente asistiría a las ocho funciones programadas, se les ocurrió invitar a Clavillazo para que viniera a inaugurarla y además, le hicieran un homenaje por su trayectoria que, hasta entonces, no se le había hecho.

Clavillazo siempre será recordado por la gesticulación exagerada de cara y manos, y por su caracterización de vago con pantalones bombachos, un saco enorme y su sombrero de tres picos | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

“Conseguí su teléfono particular porque yo había trabajado en una agencia productora de comerciales en ciudad de México y fui asistente del director de cine Jorge Fons. Cuando le hable en el mes de agosto de ese año para invitarlo me dijo: Sí, solo dame bien la fecha porque tengo otros compromisos. Le dije que sería el 2 de diciembre”, relata.

“Hable con él un día antes de que viniera y le dije: don Antonio, todo está listo, y me dijo: Te voy a pedir por favor que me reciban en El Ranchito, que es un barrio. Así lo hice y cuando llegamos a la entrada de Teziutlán había una cantidad impresionante de personas esperándolo y entonces decidió bajar hasta el centro de la ciudad caminando para saludar a todos los presentes”, agrega.

Las actividades iniciaron con una comida que le prepararon con empresarios y gente conocida por él (contemporáneos) en el Club de Leones. Después hizo un recorrido por las maquilas de la localidad para saludar a los trabajadores. Al final fue a la presentación de la obra en la Escuela Hidalgo, que se presentó a las 8 de la noche.

Regresó a su natal Teziutlán en diciembre de 1977 y fue recibido por todo el pueblo que lo acompañó desde la entrada del municipio hasta el zócalo de la ciudad | Fotoreproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

“Él iba muy bien vestido y lo sentamos en un lugar hasta adelante. Cuando terminó la obra se metió a los camerinos y se caracterizó de Clavillazo, me dijo que iba a improvisar un sketch junto a su hermano Fidel y que quería que, Angelina Arámburo, Roberto Romero y yo, que éramos de la compañía de teatro, lo hiciéramos con él. Fue algo muy improvisado pero todo salió bien y la gente se rio mucho. Nosotros nos sentimos afortunados de haber actuado con él”, asegura.


La presentación de la obra fue todo un éxito y Clavillazo quedó muy conmovido con el homenaje, al punto de llegar a las lágrimas.

“Te voy a dar una patada de buena suerte que es la costumbre”, dijo el comediante al representante de la compañía de teatro, y agregó, “Toda la vida les va a ir muy bien porque lo están haciendo muy bien, sobre todo porque lo que hacen es altruista”. Y así fue porque se vendieron todos los boletos de las ocho funciones presentadas.

“El evento terminó como a las 12:00 horas y entonces nos pidió a mi amigo Memo Peredo y a mí, que lo lleváramos a lugares ´no santos de Teziutlán´, dijo: ´Sí, a los lugares donde van las personas adultas a divertirse´. En todos lo recibieron muy bien y con mucho cariño. Terminamos como a las cinco de la mañana y a esa hora se fue a descansar”, recuerda.

El mismo día que le hicieron el homenaje a su trayectoria, inauguró la obra de teatro que recaudaría fondos para la construcción de la Escuela Preparatoria Federal Antonio Audirac | Fotoreproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

UNA TRISTE DESILUSIÓN

A los 82 años, Clavillazo fue invitado por el ayuntamiento de Teziutlán con la falsa promesa de hacerle un homenaje durante la feria de agosto de 1993. Pero no sucedió así, al llegar a la plaza de toros donde tendría lugar el evento, se enteró que el homenaje se lo harían a Cantinflas y el solo participaría en él.

“Cuando regresó a ciudad de México me habló y me dijo: me hubiera quedado con el recuerdo tan bonito de antes, me dolió mucho lo que me hicieron´. El señor ya estaba grande y lo hicieron que viniera enfermo para decirle que el homenaje no era para él, lo subieron a una tarima sencilla y ni gente había; al final le dieron un reloj de plástico de los que vendían en la feria”, lamenta el entrevistado.

A los tres meses de haber estado en su natal Teziutlán, José Antonio Hipólito Espino Mora, dio su último suspiro a la edad de 83 años, el 24 de noviembre de 1993.

Ahí acabaron las ilusiones de un teziuteco que nunca fue reconocido por la autoridad de su tierra natal, tanto así, que ni un homenaje póstumo se le realizó.

Al finalizar la obra, Clavillazo improvisó un sketch junto con su hermano Fidel y tres integrantes de la compañía de teatro | Fotoreproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

La presentación de la obra fue todo un éxito y Clavillazo quedó muy conmovido con el homenaje, al punto de llegar a las lágrimas. Le entregaron un pergamino de piel enmarcado, grabado a mano | Fotoreproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla



Pantalones bombachos, un saco enorme, sombrero de tres picos y un estilo único para expresarse, caracterizaron al actor y comediante poblano Clavillazo, quien siempre será recordado por inmortalizar las frases: ¡Nomás!, ¡Pura Vida! ¡Nunca me hagan esto! y ¡Méndigo!

Nacido el 13 de agosto de 1910 en Teziutlán, Puebla, José Antonio Hipólito Espino Mora, fue un niño inquieto e ingenioso al que no le gustaba estudiar. Dejó la escuela y se puso a trabajar con su papá hasta una noche de 1931 cuando se fugó a la ciudad de México a buscar suerte como actor.

Su empeño y dedicación lo llevaron a convertirse en uno de los comediantes más aclamados por el público mexicano. Así cumplió la promesa de no regresar a su tierra natal hasta “ser un reconocido artista”.

Haber sido parte esencial de la Época de Oro del Cine Mexicano rindió sus frutos cuando su trabajo le fue reconocido en vida por un grupo de teziutecos que le rindieron el primer y único homenaje, al que asistió y del cual se fue con un agradable sabor de boca.

Antonio fue un niño inquieto, ingenioso y divertido, al que no le gustaba estudiar pero resultó muy trabajador | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

NACE UNA ESTRELLA

José Antonio Hipólito nació a las 19:30 horas del 13 de agosto de 1910 en Teziutlán, Puebla. Hijo de Fidel Espino López y Bertha Mora Calderón, fue el segundo de once hermanos de una familia tradicional poblana.


Los Espino Mora vivían en la casa número 7 de la tercera calle de Xicoténcatl, ubicada en la esquina de la actual Avenida Allende y Zaragoza. Hoy forma parte de las instalaciones de los Autobuses de Oriente en dicho municipio.

“Tonchi”, como le llamaban sus cercanos, era un niño inquieto, ingenioso, juguetón y divertido. Uno de sus pasatiempos era hacer y volar papalotes. No le gustaba estudiar pero resultó muy trabajador.

“El señor Francisco Juárez Iglesias cumplió 111 años el 7 de mayo y fue amigo de Clavillazo. Él recuerda que su diversión era irse corriendo hacia Jalancingo, que es un lugar muy retirado de aquí. Mi mamá también fue contemporánea de él y nos platicaba que Antonio y su familia iban a los juegos mecánicos que unos tíos ponían para las fiestas de la región”, asegura José Luis Martínez Castañeda, profesor de educación artística e historiador de Teziutlán.

Los Espino Mora vivían en la casa número 7 de la tercera calle de Xicoténcatl, ubicada en la esquina de la actual Avenida Allende y Zaragoza. Hoy terminal de autobuses de Teziutlán | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Refiere que para 1923, Antonio seguía cursando tercero año de primaria porque lo reprobó en tres ocasiones. Entonces dejó la escuela y se puso a trabajar con su papá en la carnicería “La Favorita”, que era de su propiedad. Él hacia las entregas a domicilio.

Su deseo por actuar nació cuando la compañía de títeres de Rosete Aranda se presentó en el Teatro Variedades de Teziutlán y quedó maravillado. Entonces comenzó a practicar canto y guitarra, también se dedicó a ayudar en el teatro para estar cerca de los actores.

Una noche de 1931 se fugó a la ciudad de México a buscar suerte como actor, pero las dificultades y la desilusión lo hicieron regresar.

El conocido pianista de la XEW, Pepe Agüeros, era su familiar. Estando en ciudad de México, Antonio se acercó a él para pedirle que lo ayudara a participar en La Voz de América. Hizo una prueba pero no logró quedarse en el programa y tras la decepción se regresó a Teziutlán con el deseo de superarse en dicción y lectura, hasta se arrepintió de no haber estudiado.

Se esforzó y regresó a la capital del país en 1943, pero antes de irse prometió no volver a Teziutlán hasta hacer su sueño realidad: “Ser un reconocido artista”.

En 1941 Antonio conoció a la que sería su compañera de vida, Noemí Barreiro, con quien se casó el 6 de mayo de 1945 | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

EL NOMBRE ARTÍSTICO

Clavillazo siempre será recordado por la gesticulación exagerada de cara y manos, y por su caracterización de vago con pantalones bombachos, un saco enorme y su sombrero de tres picos, pero también por inmortalizar las frases: ¡Nomás!, ¡Pura Vida! ¡Nunca me hagan esto! y ¡Mendigo!


Pero sus inicios fueron con un personaje llamado Chumiate. Para caracterizarlo se puso una peluca, deshilacho unos pantalones y se pintó la cara como mimo. Para hacer el personaje más simpático, en los ojos se pintó una especie de clavitos, por eso el comediante Adalberto Martínez “Resortes”, al que había conocido en las carpas, lo empezó a llamar: clavillo.

Su nombre artístico, Clavillazo, nació de una mezcla entre clavillo y payaso.

La gesticulación exagerada de cara y manos que fue el estilo que adoptó para expresarse lo aprendió de su hermano Ignacio, quien era sordomudo.

Pasó del personaje de Chumiate a ser Clavillazo. Este nombre artístico derivó del mote “clavillo” que le había puesto el comediante “resortes” | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

DE LAS CARPAS AL CINE

A principios del siglo XX en el país abundaban “las carpas”, que eran una especie de teatro andante en las que se ofrecía diversión por unos centavos. Son consideradas como la universidad de la comicidad en México.

Para sostenerse en la capital del país, a Antonio se le ocurrió vender perfumes a las personas que acudían a las carpas, pero también a los actores. Así fue como conoció a Palillo, Resortes, Cantinflas y Medel, entre otros.

De esta forma, comenzó a tener papeles breves, de poca importancia en las carpas. Participó en la compañía de Fernando Soler, a quien Antonio siempre consideró como su maestro.

Con la venta de perfumes y los pequeños papeles en los que participaba, logró ahorrar y se hizo de su carpa, que primero nombró como “Bertha”, en honor a su madre, y después la llamó “Teziutlán”.

El inicio de Clavillazo como actor de carpa fue con el personaje de Chumiate | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

Para que los espectadores estuvieran cómodamente sentados, los dueños de las carpas rentaban sillas. Un día de 1941 Antonio fue a pagar el servicio de renta de sillas y ahí conoció a su compañera de vida, Noemí Barreiro, que en ese momento tenía 13 años, pero le pareció hermosa. Dos años después la volvió a ver, la empezó a cortejar, y el 6 de mayo de 1945 se casaron.

La gran oportunidad de Clavillazo surgió en 1950 cuando actuó en la cinta “Monte de piedad”. Dos años después, obtuvo el papel estelar en la película “El genial detective Peter Pérez”, que lo catapultó a la fama.

“En 1957 hizo una película que se llamó El Piernas de Oro en la que describió muchos lugares y personas de Teziutlán. Cuando la proyectaron aquí todos estábamos muy felices”, asevera Martínez Castañeda, el historiador.

Cartel de la película “El genial detective Peter Pérez” que lo catapultó a la fama (1952) | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

HOMENAJE EN VIDA

El 2 de diciembre de 1977, el grupo de teatro dirigido por el profesor José Luis Martínez Castañeda y el comité de damas pro construcción de la Escuela Preparatoria Federal Antonio Audirac, realizaron el único homenaje que se le hizo en vida al actor y comediante Clavillazo, en su natal Tezitulán. Ese mismo día inauguró la obra de teatro que recaudaría fondos para la construcción de la prepa.

“Había que comprar un espacio nuevo para alojar la escuela así que mi amigo Guillermo Peredo Grau y yo pensamos en hacer una obra para recaudar fondos. Hicimos un libreto adaptado a Teziutlán del tenorio, la obra cómica se llamó: El tenorio teziuteco, no se copió del original”, señala.

Recuerda que como no sabían si la gente asistiría a las ocho funciones programadas, se les ocurrió invitar a Clavillazo para que viniera a inaugurarla y además, le hicieran un homenaje por su trayectoria que, hasta entonces, no se le había hecho.

Clavillazo siempre será recordado por la gesticulación exagerada de cara y manos, y por su caracterización de vago con pantalones bombachos, un saco enorme y su sombrero de tres picos | Foto: Cortesía Braulio Daza | Productora TL

“Conseguí su teléfono particular porque yo había trabajado en una agencia productora de comerciales en ciudad de México y fui asistente del director de cine Jorge Fons. Cuando le hable en el mes de agosto de ese año para invitarlo me dijo: Sí, solo dame bien la fecha porque tengo otros compromisos. Le dije que sería el 2 de diciembre”, relata.

“Hable con él un día antes de que viniera y le dije: don Antonio, todo está listo, y me dijo: Te voy a pedir por favor que me reciban en El Ranchito, que es un barrio. Así lo hice y cuando llegamos a la entrada de Teziutlán había una cantidad impresionante de personas esperándolo y entonces decidió bajar hasta el centro de la ciudad caminando para saludar a todos los presentes”, agrega.

Las actividades iniciaron con una comida que le prepararon con empresarios y gente conocida por él (contemporáneos) en el Club de Leones. Después hizo un recorrido por las maquilas de la localidad para saludar a los trabajadores. Al final fue a la presentación de la obra en la Escuela Hidalgo, que se presentó a las 8 de la noche.

Regresó a su natal Teziutlán en diciembre de 1977 y fue recibido por todo el pueblo que lo acompañó desde la entrada del municipio hasta el zócalo de la ciudad | Fotoreproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

“Él iba muy bien vestido y lo sentamos en un lugar hasta adelante. Cuando terminó la obra se metió a los camerinos y se caracterizó de Clavillazo, me dijo que iba a improvisar un sketch junto a su hermano Fidel y que quería que, Angelina Arámburo, Roberto Romero y yo, que éramos de la compañía de teatro, lo hiciéramos con él. Fue algo muy improvisado pero todo salió bien y la gente se rio mucho. Nosotros nos sentimos afortunados de haber actuado con él”, asegura.


La presentación de la obra fue todo un éxito y Clavillazo quedó muy conmovido con el homenaje, al punto de llegar a las lágrimas.

“Te voy a dar una patada de buena suerte que es la costumbre”, dijo el comediante al representante de la compañía de teatro, y agregó, “Toda la vida les va a ir muy bien porque lo están haciendo muy bien, sobre todo porque lo que hacen es altruista”. Y así fue porque se vendieron todos los boletos de las ocho funciones presentadas.

“El evento terminó como a las 12:00 horas y entonces nos pidió a mi amigo Memo Peredo y a mí, que lo lleváramos a lugares ´no santos de Teziutlán´, dijo: ´Sí, a los lugares donde van las personas adultas a divertirse´. En todos lo recibieron muy bien y con mucho cariño. Terminamos como a las cinco de la mañana y a esa hora se fue a descansar”, recuerda.

El mismo día que le hicieron el homenaje a su trayectoria, inauguró la obra de teatro que recaudaría fondos para la construcción de la Escuela Preparatoria Federal Antonio Audirac | Fotoreproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

UNA TRISTE DESILUSIÓN

A los 82 años, Clavillazo fue invitado por el ayuntamiento de Teziutlán con la falsa promesa de hacerle un homenaje durante la feria de agosto de 1993. Pero no sucedió así, al llegar a la plaza de toros donde tendría lugar el evento, se enteró que el homenaje se lo harían a Cantinflas y el solo participaría en él.

“Cuando regresó a ciudad de México me habló y me dijo: me hubiera quedado con el recuerdo tan bonito de antes, me dolió mucho lo que me hicieron´. El señor ya estaba grande y lo hicieron que viniera enfermo para decirle que el homenaje no era para él, lo subieron a una tarima sencilla y ni gente había; al final le dieron un reloj de plástico de los que vendían en la feria”, lamenta el entrevistado.

A los tres meses de haber estado en su natal Teziutlán, José Antonio Hipólito Espino Mora, dio su último suspiro a la edad de 83 años, el 24 de noviembre de 1993.

Ahí acabaron las ilusiones de un teziuteco que nunca fue reconocido por la autoridad de su tierra natal, tanto así, que ni un homenaje póstumo se le realizó.

Al finalizar la obra, Clavillazo improvisó un sketch junto con su hermano Fidel y tres integrantes de la compañía de teatro | Fotoreproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

La presentación de la obra fue todo un éxito y Clavillazo quedó muy conmovido con el homenaje, al punto de llegar a las lágrimas. Le entregaron un pergamino de piel enmarcado, grabado a mano | Fotoreproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla



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