Desde su fundación en el siglo XVI, la antigua Ciudad de los Ángeles fue una urbe tan próspera que se convirtió en el sostén de la Corona Española, de sus reinos de ultramar, durante toda la época colonial.
Poseedora de gran riqueza, sobresalía por su producción agrícola y la crianza de ganado, además de gozar de una industria boyante. Tal fue su importancia que todo el comercio, incluido el intercambio con Asia, Europa y Sudamérica, se trataba y mercaba en la Puebla de los Ángeles antes de llegar a la gran Tenochtitlán.
Floreció aún más, cuando se extendió de norte a sur hasta el mar, cuando su territorio llegaba del Golfo de México al Océano Pacífico en el siglo XVIII.
Sostén de la Corona
La antigua Ciudad de los Ángeles fue fundada en un valle frontero entre varios señoríos. Un sitio que contaba con gran cantidad de bosques y abundancia de agua al ser atravesado por tres ríos (Atoyac, Alseseca y San Francisco).
Rápidamente, la ciudad se volvió una urbe próspera que concentró gran parte de la riqueza económica y cultural de la Nueva España convirtiéndose en una de las capitales más importantes del reino. De hecho, fue el sostén de la Corona Española, de sus reinos de ultramar, durante toda la época colonial (1531-1821).
Su riqueza era mucha y crecía constantemente porque sus tierras eran fértiles para la producción agrícola y la crianza de ganado, además de gozar de una industria boyante por la cantidad de molinos establecidos en la ciudad. El comercio se trataba y mercaba en la Puebla de los Ángeles antes de llegar a la gran Tenochtitlán (ciudad de México).
El comercio floreció aún más, cuando dos siglos y medio después de su fundación, el territorio de la Puebla se extendió de norte a sur hasta el mar, en una franja que abarcaba del Golfo de México al Océano Pacífico.
Reformas Borbónicas
En el año 1700, terminó la dinastía de la casa de Hasburgo cuando el rey Carlos II falleció sin descendencia y la corona española paso a manos de los Borbones.
Ya en el poder, el rey Carlos III consideró que no estaban llegando los rendimientos económicos esperados de la colonia más rica del continente americano, la Nueva España. Entonces envió al visitador José de Gálvez, tío del virrey Bernardo de Gálvez, a investigar, dotándolo de todas las facultades para reorganizar la política y la hacienda pública.
Así surgieron las Reformas Borbónicas durante la segunda mitad del siglo XVIII, que supusieron cambios administrativos en todos los dominios de la monarquía española para recaudar más impuestos.
Por otra parte, se formuló un plan de intendencias para establecer zonas a lo largo y ancho del territorio de la Nueva España, que se regirían bajo la autoridad de un intendente, quien mantendría el control y potenciaría el desarrollo económico de la zona. Lo que se asentó en una Real Ordenanza firmada por Carlos III.
La intendencia de Puebla
El primer intendente de Puebla fue Manuel de Flon Conde de la Cadena (1746–1811), quien era uno de los intendentes más carismáticos de la Nueva España, según dice Rafael García Pérez, autor de artículos para la revista de Estudios Históricos Jurídicos.
“Gálvez hizo la división territorial en 1786 y por su gran extensión, Puebla fue considerada la segunda intendencia más grande la Nueva España. El territorio abarcaba desde el distrito de Igualapa en la costa del Océano Pacífico (hoy Guerrero), hasta el distrito de Huauchinango (que se extendía hasta el mar y hoy es Tuxpan, Veracruz) en el Golfo de México”, expone Jesús Manuel Hernández, investigador y periodista.
El territorio comprendía las ciudades y distritos de Puebla, Totimehuacán, Amozoc, Cholula, Huejotzingo, Atlixco, Tochimilco, Izúcar, Chietla, Tepeaca, Chiautla y sus agregados Teoutlalco y Xolalpan, Acatlán, Piastla, Tepeji, Tecali, Huatlatlauca, Tehuacán, San Juan de los Llanos, Tezitulán, Atempan, Tetela de Xonotla, Zacatlán, Huauchinango, Hueyacocotla y Chicontepec, Tlapa e Igualapa (estos dos último hoy Guerrero).
El investigador refiere que sin incluir a Tlapa e Igualapa, la intendencia de Puebla quedó conformada con 5 ciudades, 1 villa, 607 pueblos, 133 parroquias, 21 conventos de frailes, 12 conventos de monjas, 4 colegios de hombres, 5 colegios de mujeres, 5 hospitales, 425 haciendas, 886 ranchos y 7 estancias de ganado.
Agrega que la población era de 508,028 individuos de los cuales 251,397 eran hombres, 25,517 españoles, 187,531 indios y 37,318 de castas (mezclas) y el resto mujeres, de ellas 29,393 españolas y 186,221 indias y 40,590 castas.
Para garantizar el flujo de dinero hacia la hacienda pública el rey ordenó edificar garitas en todo el reino. Se comenzaron a construir entre las poblaciones principales para controlar el tráfico de mercancías y cobrar los impuestos que correspondían a cada producto.
“Las garitas ya se habían construido alrededor de la ciudad cuando tenía que pasar el comercio del Océano Pacífico o del Golfo de México, rumbo a la ciudad de México, porque toda la mercancía tenía que pasar primero la aduana de Puebla para pagar impuestos”, señala.
Ruta marítima del Galeón de Manila
Las relaciones comerciales que se establecieron entre Asia y México fueron fundamentales para la historia del arte y la cultura de país. Surgieron a partir de 1565 cuando el cosmógrafo y navegante vasco, Andrés de Urdaneta, estableció el tornaviaje.
“El tornaviaje es que llegas a un sitio, descargas lo que traes, compras lo que venden ahí y te regresas. Si vas parando en otros lugares, vas haciendo lo mismo, vendiendo y comprando. Urdaneta comenzó a hacer viajes de galeones o naos, como les llamaban, de 3 mil leguas marinas para comerciar. Con la Nao de China o Nao de Manila, México se convirtió en el vínculo comercial entre Asia, Europa y América del Sur”, detalla.
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Originalmente la Nao llegaba al Puerto de Navidad (hoy Jalisco), asegura el investigador, quien dice que después descubrieron que era más fácil llegar por el puerto de Acapulco y comenzaron a ingresar la mercancía por Puebla.
“Los galeones entraban más fácilmente por Acapulco por el calado y la profundidad de la bahía. Por cierto, Acapulco era conocido como ´la puerta del infierno´ por el calor tan fuerte que había. Decían que ahí se habían muerto más indios, filipinos y asiáticos que en cualquier otro lugar”, narra.
Cada vez que la Nao atracaba en el puerto se organizaba la Feria de Acapulco que era considerada la más famosa del mundo. Acudían comerciantes de todos los distritos novohispanos e incluso de otros virreinatos de América que buscaban adquirir productos procedentes de Asia.
El intercambio comercial
El objetivo principal de la Nao era comerciar especias, pero estos galeones comenzaron a transportar objetos y mercancías de otros lugares que visitaban, por lo que también se dio el intercambio de costumbres gastronómicas, religiosas y culturales durante los 250 años que duró el comercio con el galeón de Manila.
“El producto más importante que traía la Nao eran las especias, pero además traían mercadería variada como sedas, maderas finas, tesoros, arroz, mango, azafrán, biombos y marfiles. En la Nao también se trasladaban esclavos por eso llegó la china poblana, que no es ni china ni poblana, sino una princesa Mogol (llegó a Puebla con 17 años en 1619)”, asegura.
“Al pasar por la ciudad, el comercio de estos productos empezaron a arraigarse. Por eso Puebla tenía grandes muebles de madera, se trabajaba muy bien la marquetería. El arroz se sembró en Izúcar de Matamoros y en Cuautla, el mango. Se quedaron muchos biombos en Puebla que hoy se pueden ver en los museos. En el Museo Bello todavía se puede apreciar un galeón de marfil que es una belleza”, subraya.
Lo que más se llevaban de regreso los comerciante en el tornaviaje era plata, porque durante los dos siglos y medio que duró el intercambio de la Nao, llegaron a exportar 400 millones de pesos en plata.
“También se llevaban oro, cuero, cochinilla, cacao, café, pericos, cotorros, panela, pescado seco, sal que se producía en Zapotitlán Salinas (Tehuacán) que fue mar en el pleitoseno, y chiles poblanos de tiempo que no son picantes. Se los llevaron en la Nao a Manila y de ahí a Filipinas (que en ese momento era de España) donde lo sembraron y de ahí salieron los pimientos morrones”, advierte.
Camino de la Mixteca
Una parte de la mixteca le pertenecía a Puebla y cuando se dio el intercambio con la Nao de China se retomaron muchas rutas que eran los caminos normales que durante el México Prehispánico se utilizaron para el comercio entre la mixteca alta (hacia Oaxaca) y la mixteca baja (hacia Tehuacán).
“La ganadería de chivos que se utilizan para el mole de caderas sigue el trayecto de la mixteca porque los traían de la costa de Guerrero a Puebla o Oaxaca. Pero los chiveros aparte traían y llevaban otros productos. Los de la mixteca alta mandaban a la mixteca baja hierba santa, hierbabuena, hierba de coyote, ajos, cebollas, verduras, hilo, agujas, tiras bordadas y artículos de palma”, detalla.
“Por el lado del Golfo de México el comercio llegaba directamente de Europa a Puebla. Los barcos atracaban en la costa de Huachinango (que era de Puebla) que ahora es Tuxpan, Veracruz. Solo hacían escala en las islas del Caribe donde descargaban cosas y cargaban otras, como el cerdo. Pasaban por la Angelópolis porque es el camino estratégico de los cuatro puntos cardinales que unen el comercio en el territorio nacional”, añade y puntualiza el investigador.
Puebla se queda sin mar
Por instrucción directa del rey Carlos III, la Nueva España se dividió en 18 intendencias y 2 territorios que eran Tlaxcala y Las Californias, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.
“Tlaxcala tenía rango de territorio porque se autogobernaba. Los tlaxcaltecas gozaban de concesiones por parte de la Corona porque fueron aliados de los españoles durante la Conquista. Fue elevado a estado libre y soberano hasta 1824. Las Californias eran administradas desde la ciudad de México. Pero después de Independencia tuvieron que acatar la Constitución Federal”, señala.
Durante 50 años, Puebla tuvo jurisdicción en una parte de lo que ahora es Guerrero. Este fue el territorio que perdió primero, cuando el primer Congreso de la Unión tuvo la iniciativa de crear estados que conmemoraran a los héroes de la Independencia.
Fue entonces que el caudillo Juan Álvarez, quien tomó el puerto de Acapulco en 1821 para colaborar al éxito definitivo de la Independencia Nacional, promovió que ese territorio de la costa del Pacífico, incluido el que le pertenecía a Puebla y Acapulco, se convirtiera en estado de Guerrero en honor al heroísmo del insurgente y militar, Vicente Guerrero.
“Tenía poco tiempo que habían fusilado a Guerrero, por eso fue el primer estado que se formó. Para constituirlo, en 1849 tuvieron que ceder terreno Puebla, Michoacán y Estado de México. De hecho, este último tenía una extensión mucho mayor y también perdió tierras para que se formaran los estados de Hidalgo, Morelos y parte de Guanajuato”, detalla.
Para que Puebla tuviera entrada y salida al mar por parte del Golfo de México, Veracruz estaba partido. Las tierras de lo que hoy es Tuxpan (antes prolongación de Huauchinango) eran de Puebla. Cuando Santana regresó al poder, en 1853, le dio estas tierras a Veracruz porque él quería que toda la costa estuviera corrida desde la huasteca hasta Tabasco.
“En realidad dicen que Santa le quito esas tierras a Puebla por coraje porque los poblanos se mantuvieron fieles al gobierno de Mariano Paredes cuando él quiso dar su cuartelazo y sitiar la ciudad. Por eso cuando regresó a la presidencia le quitó esa zona de tierras con el pretexto de unificar Veracruz”, concluye el investigador.