Aunque a ti te parezca normal comprar productos “Made in USA” que puedes conseguir en cualquier tienda o por internet, décadas atrás estaban reservados para quien podía viajar y visitar los grandes “malls” de Texas y California; era una costumbre de las personas con mayor poder adquisitivo que viajaban al menos una vez al año, para adquirir los productos más codiciados por la clase media mexicana.
También se podía ahorrar y pagar un precio excesivo por productos seleccionados en los grandes almacenes; pero los más abusados, sabían que dándose un rol por el Centro Histórico de la ciudad podían comprar a precio asequible, desde una golosina, ropa o perfumes, hasta lo último en electrónica, en la famosísima “Fayuca”, donde se percibía plena libertad para el comercio del contrabando, que suena muy fuerte, pero eran productos que no pagaban impuestos.
De acuerdo con Jorge Eduardo Zamora Martínez, conocido como el Barón Rojo, la historia de los ambulantes que vendían importación, conocidos como fayuqueros, inicia en 1974 cuando se empiezan a instalar en la calle 5 de Mayo que estaba abierta a la circulación, del centro hasta los fuertes.
“Ponían su huacal y encima una tablita donde colocaban su producto, lo primero que hubo de fayuca fue el jabón Dove y un desodorante para mujer de botellita verde que se llamaba Dryad, muy famoso. Después metieron joyería de fantasía y ropa interior de dama”, expone.
Relata que la primera agrupación fue la Unión Popular de Vendedores Ambulante 28 de Octubre, liderada por Rubén Sarabia Sánchez, mejor conocido como Simitrio, quien frecuentemente tuvo confrontaciones con los gobernantes en defensa de los intereses de los comerciantes.
Tan bueno era el negocio que con los años los fayuqueros se extendieron a la 6 oriente, de la 5 de mayo hasta la 2 norte, donde se vendía principalmente electrónica, pero más tarde tomaron las calles, 4, 8 y 10, de oriente a poniente, y de la 5 a la 2 norte.
Detalla que vendían ropa, perfumería, ropa interior de mujer, juguetes, lociones, electrodomésticos, casetes de audio vírgenes, estéreos para coche, radiograbadoras, videocaseteras, modulares, televisores y más.
Mario Salazar, fundador de la página de Facebook “Lo que quieres saber de Puebla”, recuerda que las ferreterías de 8 la oriente-poniente eran amas de la fayuca al mayoreo. Dice que había un negocio que se llamaba El Misionero y su dueño era conocido como ´don Sera´ (Serafín) quien era un hombre mayor que ayuda a mucha gente.
“El señor proveía a la gente más pobre para que vendiera de diario su mercancía y tuviera para comer. Llegaban y le decían: ´don Sera fíeme una caja de cortaúñas´, y se la llevaban para ponerse en alguna esquina y venderla en su tablita. En la tarde regresaban a pagarla y al otro día lo mismo, pero se llevaban un producto diferente: veladoras, foquitos, plumas, entre otros”, detalla.
UN NUEVO COMIENZO
“En la calle de la 6 oriente, entre 5 de mayo y 2 norte, éramos un total de 64 compañeros agremiados en una organización constituida en 1977 como ´Unión de Comerciantes que Operan en Puesto Fijos y Semifijos del Estado de Puebla, A.C.´”, expone Francisco Hernández Hernández, secretario del interior del Centro Comercial Jorge Murad Macluf, mejor conocido como “La Fayuca”.
“Vendíamos modulares, autoestéreos, bocinas de suspensión de aire, relojería, juguetes, perfumería y ropa, entre otros. Éramos comerciantes de la calle porque estábamos tratando de conseguir el sustento de nuestras familias y gracias a eso, hoy tenemos hijos profesionistas con liderazgo en negocios establecidos”, agrega.
Refiere que el proceso de descentralización de los comerciantes para pasarlos al bulevar norte se dio en agosto de 1986, gracias a un acuerdo con el alcalde Jorge Murad Macluf y, a que el predio se les vendió casi a precio de expropiación y pudieron pagarlo poco a poco.
Oscar Isaías Jurado, quien junto con su esposa vendió muchos productos de importación ahí en la 6 oriente, refiere que los fundadores de la organización que menciona el secretario, fueron Isidro Rosas “La coneja” y su suegra, Agustina Ramírez.
Relata que los productos de electrónica tenían mucha demanda, e incluso, dice que los fayuqueros de la Ciudad de México venían a surtirse aquí porque había una señora conocida como “la jarocha” que traía en avioneta los productos de Nuevo Laredo, Texas.
Comenta que cuando se pasaron al bulevar norte ellos estuvieron de acuerdo y fueron un ejemplo para todos los ambulantes porque se salieron de manera pacífica del Centro Histórico. Asegura que el profesor Murad les aviso con dos días de anticipación que llegarían camiones para llevarles sus fierros y todo lo que tenían para armar sus negocios.
Asimismo señala que fueron 170 los que se pasaron al Jorge Murad y se salieron como 30 que no creyeron en el proyecto, algunos se fueron a la cuchilla y otros al mercado Hidalgo.
“Cuando nos pasamos, cada uno puso su estructura a como dios lo dio a entender, con lámina o lonas, y al año y medio empezamos a invertir para hacer el techado del área grande del centro comercial, después se fueron haciendo poco a poco los locales y todo lo necesario para su funcionamiento”, señala.
Dice que el nuevo comité está trabajando para mejorar la imagen y el servicio del centro comercial, se han expulsados a personas nocivas y todo el dinero que se recibe se destina a pagar los servicios que se generan, así como mantenimiento. Se están haciendo acuerdos con los locatarios para que den un buen precio, mantengan limpio sus locales y cuenten con las medidas de seguridad requeridas por la pandemia.
“Estamos trabajando de una manera honesta y tranquila, queremos que la gente que venga reciba una buena atención y un buen servicio, ofrecerles producto de calidad y que cuando se vayan nos recomienden de boca en boca con sus primos, hermanos o conocidos. Algunos de los líderes han tomado cursos de desarrollo humano, por eso el trato y la forma en la que se desenvuelven con cada una de las personas es diferente”, advierte.
Ahora los hijos de los fundadores del centro comercial están ayudando a darle un aire diferente al lugar y cada uno tiene su negocio independiente. Hoy el Jorge Murad está conformado por 508 locales en los que se venden infinidad de productos regulados, como electrónica, artículos de piel, computadoras, ropa, tenis, perfumes, lociones y hasta gastronomía.
Las calles donde se instalaba la fayuca en el Centro Histórico, sigue siendo un corredor lleno de comercios de todo tipo de giros como ropa, zapatos, restaurantes y dulcerías sobre la 6 oriente, extendiéndose hasta la 4 norte, que siempre ha sido conocida como “La calle de los dulces”.