El desinterés y la discrepancia de opiniones, entre otros factores sociales, ocasionó el alejamiento de algunos jóvenes del catolicismo. Esta situación, reconocida incluso por la Iglesia mexicana, lejos de mejorar, ocasionó una disminución de devotos poblanos en los últimos años.
En 10 años, desde el 2010 y hasta el 2020, el número de católicos en Puebla pasó de representar el 88.32 por ciento de la población al 84.26 por ciento. En tanto, las personas sin religión (ateos) pasaron del 1.80 por ciento al 3.4 por ciento del total de habitantes en el estado, es decir, de 104 mil 271 a 224 mil 57 personas, de acuerdo con el estudio “Panorama de las religiones en México”, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
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“La disminución de la participación de los jóvenes en la Iglesia es evidente, yo creo que cualquier sacerdote puede dar testimonio de eso (…) la Iglesia ha tenido errores y no ha sabido acoger a la cultura de lo distinto, por eso cuando un joven se acerca no se siente identificado”, admite Jorge Atilano González Candia, sacerdote jesuita y encargado del Sector Social de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús.
En entrevista con El Sol de Puebla, González Candia señala que los jóvenes son el sector social que menos se identifica con el catolicismo por tres razones: la Iglesia tiene una imagen negativa por los errores que ha cometido, su discurso no ha podido ser inclusivo, y lo comunitario está en crisis.
En este sentido, afirma que la imagen de esta institución religiosa se ha visto afectada por los medios de comunicación con ‘cultura del escándalo’ que, ante las diversos casos de pederastia cometidos por representantes de la Iglesia, han generado una imagen negativa de la misma, pese a que, quienes la conforman, rechazan y condenan estas agresiones cometidas en contra de los menores de edad.
“Todo lo que genera escándalo es vendible, entonces la Iglesia como una institución con cierta legitimidad, cierto liderazgo moral, los errores que se han tenido, de sacerdotes o de obispos, se han hecho visibles y eso ha generado una imagen negativa”, comparte.
Además, acepta que el catolicismo no ha sabido acoger la diversidad (a la comunidad LGBT+, grupos feministas, entre otros), porque le ha costado entender la cultura de lo que es distinto a ello, y eso aleja en cierto modo a este grupo social. “Cuando el joven se acerca no se siente identificado con la liturgia, con los modos, con las temáticas, no siempre son entendidos por la Iglesia”, sostiene.
La crisis de lo comunitario es el tercer factor de esta brecha, toda vez que el individualismo se sobrevaloró y las personas mayores de 18 años ya no se sienten cómodos en espacios grupales, eligen la autonomía y ponen a un lado cualquier organización.
Iglesia desacreditada por sus errores
Los discursos de algunos sacerdotes y el rechazo hacia diversos grupos sociales son las principales razones por las que un grupo de personas entre 18 y 30 años han optado por mantenerse alejados de la Iglesia u optar por no practicar ninguna religión, revela un sondeo realizado por esta casa editorial.
Gael Huerta, de 20 años de edad, refiere que, aunque su familia practica el catolicismo, él decidió no involucrarse en la religión porque afirma que existe desigualdad e intolerancia hacia las personas homosexuales y las mujeres, postura con la que no está de acuerdo.
“Aparta y condena a muchas personas, hay muchos aspectos que dificultan creer en las personas que dan la misa, incluso delitos, la misma sociedad ve eso y se aleja”, agrega Ian Valderas, de 20 años.
Una opinión similar es la de Patricio, de 29 años de edad, que comparte que, pese a haber estudiado en diversos colegios católicos durante su niñez y adolescencia, existen factores de la religión con los que no está de acuerdo, como la confesión y el sentimiento de culpa.
“He ido encontrando cosas que no comparto, respeto mucho y cada quién tiene sus creencias pero la confesión como algo que marca y que nos hace funcionar en razón de esa culpa no lo acepto, la Iglesia como institución tiene muchas situaciones de corrupción, de abusos, de enriquecimiento, de saqueo a los pueblos, hay historia que la marca”, señala.
Además, diversos discursos condenan a la mujer a seguir un rol, en contraste, a los hombres les da libertad, sostiene Fátima Teyssier, de 22 años de edad, quien calificó a la institución como sexista, misógina y machista.
Se deja de inculcar en casa
Otra razón por la que los jóvenes están alejados de la Iglesia es porque en casa se está dejando de inculcar la religión, agrega Brianda Tlachi y Jesús Salvador, de 23 y 19 años de edad.
Los entrevistados explican que algunos padres de familia han dejado a un lado las tradiciones católicas no solo por desinterés, sino por su trabajo y por atender el hogar.
“Están dejando de acercarse los adultos también y por eso hay menos jóvenes en la religión, porque esto se inculca desde el hogar y eso ya no se promueve, el hecho de estar con mayor uso de medios de comunicación y otras distracciones pueden ser las causas”, detalla Gael Aguilar de 17 años.
Además, el rechazo de diversos grupos hacia el catolicismo provoca que esto se convierta en un efecto en cadena, sobre todo en aquellas personas que sigan ideologías por moda, es decir, que no crean por decisión propia, sino porque buscan aprobación de otros, considera Sandra Martínez y Tania Juárez , de 20 y 21 años de edad.
Contrario a lo que pueda suponerse, la Iglesia sí está preocupada por acoger a los jóvenes, por conocer la diversidad de grupos en la sociedad y por entender el pensamiento de este grupo social, el problema es que no todos los integrantes de la institución religiosa están preparados para hacerlo, apunta el sacerdote jesuita.
La disminución de devotos no es lo único que preocupa a la Iglesia, ya que diversas amenazas como la vinculación al crimen organizado y las adicciones se han convertido en la atracción de los jóvenes, algo que resulta más urgente por atender, agrega.
“El Papa Francisco ha estado promoviendo una Iglesia más inclusiva, pero hay ciertas divisiones que no ayudan (…) se ha ido avanzando en la comprensión de que Dios está presente, sin división, pero la sociedad también tiene discursos polarizantes, de buenos y malos”, finaliza.