/ viernes 13 de octubre de 2023

Día de Muertos: ¿De qué trata la leyenda del Mictlán, el lugar del descanso eterno?

La leyenda del Mictlán es parte de la cosmogonía del México antiguo y resuelve algunas preguntas que desde siempre se ha hecho el ser humano: ¿Qué pasa cuando morimos?

Cada año, el 1 y 2 de noviembre, México vive una de las tradiciones más importantes: el Día de Muertos, una fecha en la que las familias recuerdan con altares a las personas que se adelantaron, a través de un culto que tiene sus antecedentes en la leyenda del Mictlán, ¿la conoces? En esta nota te platicaremos sobre esta historia que nos habla sobre el famoso lugar del descanso eterno.

Sin duda alguna, una de las historias que hace referencia al origen de este festejo, y que ha pasado de generación en generación, es la leyenda de Mictlán, la ciudad de los “muertos”, un lugar que los antepasados prehispánicos respetaban y creían.

Y es que, los mexicas veían de forma distinta la muerte, ya que, mucho antes de que los conquistadores llegaran a tierras mexicanas, los pueblos indígenas tenían su propia manera de interpretar el mundo, la vida y la muerte. Por tal motivo, los historiadores cuentan que durante este periodo, múltiples etnias mesoamericanas adoraban a la muerte y brindaban culto para que sus seres queridos alcanzarán el descanso eterno.

¿Qué dice la leyenda del Mictlán?

La leyenda del Mictlán es parte de la cosmogonía del México antiguo y resuelve algunas preguntas que desde siempre se ha hecho el ser humano: ¿Qué pasa cuando morimos? ¿Hay vida después de la muerte? Y ¿a dónde vamos al morir?

De acuerdo a la leyenda mexicana, el Mictlán es el lugar del descanso eterno para las almas de quienes se adelantaron en el camino, y esta comienza cuando los dioses creadores: Huitzilopochtli y Quetzalcóatl dieron vida a Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl, señor y señora de la muerte, quienes se encargan de recibir las almas de quienes alcanzan el Mictlán, así como de decidir el destino de quienes fallecen, dependiendo de la manera en la que murieron.

Este lugar es a donde llegan las almas de los fallecidos, después de un viaje de 4 años (que en realidad es el tiempo en el que un cuerpo tarda en descomponerse) de atravesar obstáculos que miden la fortaleza del espíritu. Aquí es importante mencionar que, en la antigüedad, los cuerpos de los muertos eran conservados cerca por sus familiares hasta que se convertían en huesos, lo que significaba que por fin habían llegado a su destino, encontrando las puertas del Mictlán y así poder alcanzar el llamado “descanso eterno”.

Uno de los obstáculos que se tenía que cumplir, era que los muertos debían recibir la ayuda de sus familiares en vida, a través de rituales y ofrendas para así poder cruzar y permanecer.

Asimismo, la leyenda dice que el recorrido hacia el Mictlán se integra por nueve mundos dentro del inframundo, en donde cada uno representa una prueba que la persona debe de superar; una vez que se pasa, se le entrega un tributo que al final se entregará a Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl.

Los 9 mundos del Mictlán

Itzcuintlán “Lugar en que habita el perro”: este sitio se encontraba a la orilla de un caudaloso río, que el muerto debía atravesar con la ayuda de un xoloitzcuintle de color pardusco (color café), pero no todos eran dignos de hacerlo, ya que, si en vida se había maltratado a los perros no pasaban, y se quedan deambulando en sus orillas.

Tepectli monamictlan, “lugar en que se juntan las montañas”: en este mundo se dice que eisten dos cerros que se abren y cierran de manera continua, por lo que los muertos debían encontrar el momento exacto para cruzar sin ser aplastados. La leyenda cuenta que en este segundo piso el Dios que gobierno a es Tepeyóllotl, el de las montañas y ecos, señor de los jaguares.

Iztepetl, “montaña de obsidiana”: en este tercer piso se encuentra un cerro cubierto de filosos pedernales, los cuales desgarran los cadáveres de los muertos, cuando estos tiene que escalarlos para cumplir con su trayectoria. En su final suele correr un viento poderoso que tiene el objetivo de que los muertos arrojen en su lecho todas sus pertenencias e incluso la ropa. Aquí reside el Dios Itztlacoliuhqui, de la obsidiana y señor del castigo.

Itzehecayan, “lugar donde hay mucha nieve”: el cuarto piso se caracteriza porque en él existe un área totalmente congelada y desolada, una sierra con aristas cortantes que cuenta con “ocho collados de piedras” cortantes, donde en todo momento cae nieve. El Dios que lo habita es Mictlecayotl del viento del Norte.

Paniecatacoyan, “lugar donde la persona se voltea como bandera”: el Dios del quinto piso sigue siendo Mictlecayotl, el cual reina un sitio totalmente desértico, donde el movimiento es difícil debido a que la gravedad no existe, lo que provoca que los cuerpos vuelen y se volteen como banderas, debido a que estan a merced de los vientos, el cual los arrastra hasta que finalmente eran liberados para pasar al siguiente mundo.

Timiminaloayan, “lugar donde te flechan saetas”: la leyenda de Mictlán cuenta que el sexto piso se trata de un largo sendero donde lanzan saetas, es decir, flechas que golpean a los muertos, lo que se convierte en un gran reto, debido a que, para salir, se tiene que evitar ser flechado y no salir derramando sangre y perder antes de llegar al final.

Teocoyohuehualoyan, “lugar donde te comen el corazón”: en el séptimo piso, donde se encuentra el Dios de las montañas, los ecos y los jaguares Tepeyóllotl, habitan fieras salvajes como los jaguares, que se encargan de abrir el pecho de los muertos para comerse su corazón; el gran reto era evadir o luchar contra el animal.

Izmictlan Apochcalolca, “lugar donde se tiene que cruzar agua”: antes de llegar al final y alcanzar el descanso eterno, los muertos deberán llegar al octavo piso, donde hay una “laguna de aguas negras” (Apanhuiayo), misma en la que el muerto termina de descarnarse y su tonalli (su alma), se libera completamente del cuerpo.

Chicunamictlan, “lugar donde se tienen nueve aguas”: en este último piso los muertos tienen que atravesar una nube de neblina que no le permite ver nada a su alrededor, y es ahí donde deberán reflexionar sobre todas las decisiones buenas y malas que tomaron en vida, para así poder llegar a un punto de olvidar todo aquello y entonces tener acceso al Mictlán, la casa de los muertos y lugar en el que alcanzarán el descanso eterno, asegura la leyenda.

Cada año, el 1 y 2 de noviembre, México vive una de las tradiciones más importantes: el Día de Muertos, una fecha en la que las familias recuerdan con altares a las personas que se adelantaron, a través de un culto que tiene sus antecedentes en la leyenda del Mictlán, ¿la conoces? En esta nota te platicaremos sobre esta historia que nos habla sobre el famoso lugar del descanso eterno.

Sin duda alguna, una de las historias que hace referencia al origen de este festejo, y que ha pasado de generación en generación, es la leyenda de Mictlán, la ciudad de los “muertos”, un lugar que los antepasados prehispánicos respetaban y creían.

Y es que, los mexicas veían de forma distinta la muerte, ya que, mucho antes de que los conquistadores llegaran a tierras mexicanas, los pueblos indígenas tenían su propia manera de interpretar el mundo, la vida y la muerte. Por tal motivo, los historiadores cuentan que durante este periodo, múltiples etnias mesoamericanas adoraban a la muerte y brindaban culto para que sus seres queridos alcanzarán el descanso eterno.

¿Qué dice la leyenda del Mictlán?

La leyenda del Mictlán es parte de la cosmogonía del México antiguo y resuelve algunas preguntas que desde siempre se ha hecho el ser humano: ¿Qué pasa cuando morimos? ¿Hay vida después de la muerte? Y ¿a dónde vamos al morir?

De acuerdo a la leyenda mexicana, el Mictlán es el lugar del descanso eterno para las almas de quienes se adelantaron en el camino, y esta comienza cuando los dioses creadores: Huitzilopochtli y Quetzalcóatl dieron vida a Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl, señor y señora de la muerte, quienes se encargan de recibir las almas de quienes alcanzan el Mictlán, así como de decidir el destino de quienes fallecen, dependiendo de la manera en la que murieron.

Este lugar es a donde llegan las almas de los fallecidos, después de un viaje de 4 años (que en realidad es el tiempo en el que un cuerpo tarda en descomponerse) de atravesar obstáculos que miden la fortaleza del espíritu. Aquí es importante mencionar que, en la antigüedad, los cuerpos de los muertos eran conservados cerca por sus familiares hasta que se convertían en huesos, lo que significaba que por fin habían llegado a su destino, encontrando las puertas del Mictlán y así poder alcanzar el llamado “descanso eterno”.

Uno de los obstáculos que se tenía que cumplir, era que los muertos debían recibir la ayuda de sus familiares en vida, a través de rituales y ofrendas para así poder cruzar y permanecer.

Asimismo, la leyenda dice que el recorrido hacia el Mictlán se integra por nueve mundos dentro del inframundo, en donde cada uno representa una prueba que la persona debe de superar; una vez que se pasa, se le entrega un tributo que al final se entregará a Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl.

Los 9 mundos del Mictlán

Itzcuintlán “Lugar en que habita el perro”: este sitio se encontraba a la orilla de un caudaloso río, que el muerto debía atravesar con la ayuda de un xoloitzcuintle de color pardusco (color café), pero no todos eran dignos de hacerlo, ya que, si en vida se había maltratado a los perros no pasaban, y se quedan deambulando en sus orillas.

Tepectli monamictlan, “lugar en que se juntan las montañas”: en este mundo se dice que eisten dos cerros que se abren y cierran de manera continua, por lo que los muertos debían encontrar el momento exacto para cruzar sin ser aplastados. La leyenda cuenta que en este segundo piso el Dios que gobierno a es Tepeyóllotl, el de las montañas y ecos, señor de los jaguares.

Iztepetl, “montaña de obsidiana”: en este tercer piso se encuentra un cerro cubierto de filosos pedernales, los cuales desgarran los cadáveres de los muertos, cuando estos tiene que escalarlos para cumplir con su trayectoria. En su final suele correr un viento poderoso que tiene el objetivo de que los muertos arrojen en su lecho todas sus pertenencias e incluso la ropa. Aquí reside el Dios Itztlacoliuhqui, de la obsidiana y señor del castigo.

Itzehecayan, “lugar donde hay mucha nieve”: el cuarto piso se caracteriza porque en él existe un área totalmente congelada y desolada, una sierra con aristas cortantes que cuenta con “ocho collados de piedras” cortantes, donde en todo momento cae nieve. El Dios que lo habita es Mictlecayotl del viento del Norte.

Paniecatacoyan, “lugar donde la persona se voltea como bandera”: el Dios del quinto piso sigue siendo Mictlecayotl, el cual reina un sitio totalmente desértico, donde el movimiento es difícil debido a que la gravedad no existe, lo que provoca que los cuerpos vuelen y se volteen como banderas, debido a que estan a merced de los vientos, el cual los arrastra hasta que finalmente eran liberados para pasar al siguiente mundo.

Timiminaloayan, “lugar donde te flechan saetas”: la leyenda de Mictlán cuenta que el sexto piso se trata de un largo sendero donde lanzan saetas, es decir, flechas que golpean a los muertos, lo que se convierte en un gran reto, debido a que, para salir, se tiene que evitar ser flechado y no salir derramando sangre y perder antes de llegar al final.

Teocoyohuehualoyan, “lugar donde te comen el corazón”: en el séptimo piso, donde se encuentra el Dios de las montañas, los ecos y los jaguares Tepeyóllotl, habitan fieras salvajes como los jaguares, que se encargan de abrir el pecho de los muertos para comerse su corazón; el gran reto era evadir o luchar contra el animal.

Izmictlan Apochcalolca, “lugar donde se tiene que cruzar agua”: antes de llegar al final y alcanzar el descanso eterno, los muertos deberán llegar al octavo piso, donde hay una “laguna de aguas negras” (Apanhuiayo), misma en la que el muerto termina de descarnarse y su tonalli (su alma), se libera completamente del cuerpo.

Chicunamictlan, “lugar donde se tienen nueve aguas”: en este último piso los muertos tienen que atravesar una nube de neblina que no le permite ver nada a su alrededor, y es ahí donde deberán reflexionar sobre todas las decisiones buenas y malas que tomaron en vida, para así poder llegar a un punto de olvidar todo aquello y entonces tener acceso al Mictlán, la casa de los muertos y lugar en el que alcanzarán el descanso eterno, asegura la leyenda.

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