¿Sabías que el papa Francisco escribió una oración antes de ser sumo pontífice? Seguramente este dato es conocido por pocos, sin embargo, este bello escrito fue escrito por Jorge Mario Bergoglio durante su juventud, poco antes de ser presbítero para siempre.
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Fue en el 2013 cuando el diario italiano Avvenire publicó, para el día de aniversario de la ordenación sacerdotal del ahora Sumo Pontífice, una hermosa oración escrita por el joven jesuita poco antes de ser presbítero para siempre.
Y es que, según el relato del Jorge Bergoglio, descubrió su vocación religiosa un día de primavera tras un encuentro con un sacerdote en la Iglesia San José de Flores, en el barrio porteño en el que se crió. A pesar de la oposición de su madre, ingresó al seminario de los jesuitas y el día de su ordenación, estaba próximo a cumplir los 33 años.
Fue en aquella ocasión cuando escribió esta oración, que ha sido publicada por Avvenire y también replicaa por el sitio Aci Prensa, y que a continuación te presentamos:
Oración escrita por el Papa Francisco
"Quiero creer en Dios padre, que me ama como un hijo, y en Jesús, el señor, que me infundió su espíritu en mi vida para hacerme sonreír y llevarme así al reino eterno de vida.
Creo en la Iglesia.
Creo que en la historia, que fue traspasada por la mirada de amor de Dios y en el día de la primavera, 21 de septiembre, me salió al encuentro para invitarme a seguirle.
Creo en mi dolor, infecundo por el egoísmo, en el que me refugio.
Creo en la mezquindad de mi alma que buscar tragar sin dar, sin dar.
Creo que los demás son buenos y que debo amarlos sin temor y sin traicionarlos nunca buscando una seguridad para mí.
Creo en la vida religiosa.
Creo que quiero amar mucho.
Creo en la muerte cotidiana, quemante, a la que huyo, pero que me sonríe invitándome a aceptarla.
Creo en la paciencia de Dios, acogedora, buena, como una noche de verano.
Creo que papá está en el cielo, junto al Señor.
Creo que el Padre Duarte está también allí, intercediendo por mi sacerdocio.
Creo en María, mi Madre, que ama y nunca me dejará solo.
Y espero en la sorpresa de cada día en que se manifestará el amor,
la fuerza, la traición y el pecado, que me acompañarán siempre hasta ese encuentro definitivo
con ese rostro maravilloso que no sé cómo es,
que le escapo continuamente, pero quiero conocer y amar.
Amén".