El agua es esencial para la vida y su importancia para los cultivos es fundamental para aprovechar la tierra al máximo. Por eso, el 5 de noviembre de 1957, se inició el riego en el sistema de Valsequillo destinado para los cultivos de trigo, alfalfa y huertos frutales y huerto vegetales, de acuerdo a un plan diseñado por funcionarios federales en Puebla, dedicados a la actividad agrícola.
En ese momento, se contaba con un volumen útil de ciento sesenta y cinco y medio millones de metros cúbicos, lo que fue considerado como base para iniciar los riegos. Al ser una cantidad corta de agua y para sacarle el mayor provecho posible al empleo del líquido, el sistema que se siguió fue el de “tandeo”, es decir, que se abasteció por zonas.
Por este motivo, los responsables del sistema de riego de Valsequillo hicieron una labor de convencimiento entre los agricultores para que tomaran consciencia y no hubiera desperdicio del vital líquido.
En su oportunidad, se les dieron instrucciones precisas a quienes recibieron agua para sus cultivos, ya que solo de esta manera, acatando las instrucciones, podrían sacar adelante su cosecha de invierno con un rendimiento mayor al de otros años.
A cada agricultor se le autorizó sembrar un máximo de 15 hectáreas de trigo, a fin de que la cantidad señalada de siete mil, quedara distribuida entre todos los campesinos y así lograr que el ingreso económico para cada uno, fuera equitativo.
Si se hubiera permitido una extensión mayor para sembrar trigo, se hubiese corrido el riesgo de que muchos se quedaran sin el privilegio de recibir agua para sus riegos.
La autoridad competente, consideró que el plan trazado para el empleo del agua fue justo para todos ya que los que formaban parte del sistema de riego recibieron el mismo número de beneficios, según lo hizo saber la gerencia de Valsequillo.