/ viernes 4 de agosto de 2023

Cuacuila aún conserva tradiciones ancestrales para pedir la mano de una novia

El novio o la familia del novio acostumbran llevar un regalo a la familia de la novia, denominado “tlapalolli”

Huauchinango, Pue. En Cuacuila, Junta Auxiliar de Huauchinango, aún se conservan los rituales de algunas familias en torno al compromiso de matrimonio; se sigue un procedimiento desde el pedimento de la mano de la novia por parte del novio, en donde no necesariamente intervienen los papás del pretendiente, pues se recurre a una pedidora o casamentera.

Hace unos 50 años, las mujeres, muchas de ellas menores de edad, eran elegidas por el novio o por la familia del novio, para ser esposa del hijo de la familia.

El novio y sus papás o la casamentera, iban a pedir la mano de la mujer, incluso, sin que hubiera de por medio un noviazgo, simplemente iban a manifestar que “la muchacha le había gustado al muchacho para esposa”, compartió la señora Ángeles Martínez, vecina de Cuacuila, quien se casó hace 50 años.

Sobre el tema, el antropólogo René Esteban Trinidad explicó que, anteriormente, el oficio de casamentera lo desempeñaba una mujer de edad avanzada, usaba un incensario y llevaba aguardiente a los padres de la novia, la petición se hacía en el tlecuilli, junto a las piedras llamadas en náhuatl tenamaztli. La petición se volvía a repetir varias veces antes de que el padre de la muchacha diera su consentimiento.

Entre otras palabras, del discurso ritual iniciaba: “Aquí estamos viniendo, está llegando su sombrero, su chamarra, viene percibiendo a su hija, a su hermosa hija”. Si la joven rechazaba la propuesta del compromiso, la pedidora cuestionaba “¿por qué no quieres aceptar el compromiso?, ¿por qué no quieres hija mía?” Por lo tanto, colocaba una silla de cabeza y cerraba la puerta para que nadie volviera a pedir la mano de la muchacha.

Hay testimonios que ante la insistencia de la pedidora y dado su poder de persuadir, los padres aceptaban conceder la mano de su hija para el casamiento.

Anteriormente, se decía entre la gente de Cuacuila, que la casa que olía a incienso era porque estaban pidiendo a una muchacha. En la actualidad se ha desplazado el oficio de la pedidora o cihuatlanqui, ahora es la mamá del novio y el ritual se ha ido modificando.

En la actualidad se ha desplazado el oficio de la pedidora o cihuatlanqui. Foto: Cortesía René Esteban Trinidad

En el ejercicio del pedimento, el novio o la familia del novio, acostumbra llevar regalo a la familia de la novia, denominado “tlapalolli”. Ángeles Martínez dijo que los papás condicionaban la entrega de pan, cerveza y guajolotes, “no para cambiar a la muchacha por eso, pero era una forma de poder saber de la solvencia del novio”.

En el regalo del pedimento se incluye panela, algunas rejas de refresco y botellas de refino que les lleva el pretendiente. Son los tíos y las tías paternos los que ayudan en lo material al novio para la entrega del tlapalolli y las tías maternas ayudan al prometido para organizar y llevar el tlapalolli.



Es la familia de la futura esposa o la misma novia, la que pone las cantidades de pan, que en estos casos pueden ser unas 800 piezas, las cuales terminan en manos de los familiares de la novia.

Como parte del ritual se entiende que aquellos que reciben pan de la pedida de mano para convivir, “están obligados a cooperar en la boda”, además existía la creencia de que, si no recibían el pan de bollo y se lo daban a los perros, a la novia le iría mal en su noviazgo.

Son los tíos y las tías paternos los que ayudan en lo material al novio para la entrega del tlapalolli. Foto: Cortesía René Esteban Trinidad


En la pedida de la novia, los novios acuerdan los días de visita entre ellos y hasta las horas en que son permitidas las visitas, también se establece la fecha de la boda. En frente del fogón, se aconseja a la novia y al novio.

Otro dato es que en el ritual se contempla que cuando el noviazgo fracasa, los padres de la novia están obligados a regresar el tlapalloli al novio en dinero o en especie.

En el anecdotario de Cuacuila está el registro de un caso en que la novia se dio a la fuga con otro varón, después del primer ofrecimiento del tlapalolli. El padre, avergonzado por no contar con los recursos para regresar el tlapalolli, ofreció a la hija menor de edad, de esta manera mantuvo su honor.

Hace unos 50 años, las mujeres eran elegidas por el novio o por la familia del novio. Foto: Cortesía René Esteban Trinidad

Una vez que se establece la fecha de la boda, los novios se presentan en la iglesia, al salir ya como esposos son acompañados por los familiares hasta el festejo y, antes de que ingresen a la casa en que vivirán, los invitados bailan en torno a la vivienda con un son de costumbre ejecutado con violín y guitarra.

Huauchinango, Pue. En Cuacuila, Junta Auxiliar de Huauchinango, aún se conservan los rituales de algunas familias en torno al compromiso de matrimonio; se sigue un procedimiento desde el pedimento de la mano de la novia por parte del novio, en donde no necesariamente intervienen los papás del pretendiente, pues se recurre a una pedidora o casamentera.

Hace unos 50 años, las mujeres, muchas de ellas menores de edad, eran elegidas por el novio o por la familia del novio, para ser esposa del hijo de la familia.

El novio y sus papás o la casamentera, iban a pedir la mano de la mujer, incluso, sin que hubiera de por medio un noviazgo, simplemente iban a manifestar que “la muchacha le había gustado al muchacho para esposa”, compartió la señora Ángeles Martínez, vecina de Cuacuila, quien se casó hace 50 años.

Sobre el tema, el antropólogo René Esteban Trinidad explicó que, anteriormente, el oficio de casamentera lo desempeñaba una mujer de edad avanzada, usaba un incensario y llevaba aguardiente a los padres de la novia, la petición se hacía en el tlecuilli, junto a las piedras llamadas en náhuatl tenamaztli. La petición se volvía a repetir varias veces antes de que el padre de la muchacha diera su consentimiento.

Entre otras palabras, del discurso ritual iniciaba: “Aquí estamos viniendo, está llegando su sombrero, su chamarra, viene percibiendo a su hija, a su hermosa hija”. Si la joven rechazaba la propuesta del compromiso, la pedidora cuestionaba “¿por qué no quieres aceptar el compromiso?, ¿por qué no quieres hija mía?” Por lo tanto, colocaba una silla de cabeza y cerraba la puerta para que nadie volviera a pedir la mano de la muchacha.

Hay testimonios que ante la insistencia de la pedidora y dado su poder de persuadir, los padres aceptaban conceder la mano de su hija para el casamiento.

Anteriormente, se decía entre la gente de Cuacuila, que la casa que olía a incienso era porque estaban pidiendo a una muchacha. En la actualidad se ha desplazado el oficio de la pedidora o cihuatlanqui, ahora es la mamá del novio y el ritual se ha ido modificando.

En la actualidad se ha desplazado el oficio de la pedidora o cihuatlanqui. Foto: Cortesía René Esteban Trinidad

En el ejercicio del pedimento, el novio o la familia del novio, acostumbra llevar regalo a la familia de la novia, denominado “tlapalolli”. Ángeles Martínez dijo que los papás condicionaban la entrega de pan, cerveza y guajolotes, “no para cambiar a la muchacha por eso, pero era una forma de poder saber de la solvencia del novio”.

En el regalo del pedimento se incluye panela, algunas rejas de refresco y botellas de refino que les lleva el pretendiente. Son los tíos y las tías paternos los que ayudan en lo material al novio para la entrega del tlapalolli y las tías maternas ayudan al prometido para organizar y llevar el tlapalolli.



Es la familia de la futura esposa o la misma novia, la que pone las cantidades de pan, que en estos casos pueden ser unas 800 piezas, las cuales terminan en manos de los familiares de la novia.

Como parte del ritual se entiende que aquellos que reciben pan de la pedida de mano para convivir, “están obligados a cooperar en la boda”, además existía la creencia de que, si no recibían el pan de bollo y se lo daban a los perros, a la novia le iría mal en su noviazgo.

Son los tíos y las tías paternos los que ayudan en lo material al novio para la entrega del tlapalolli. Foto: Cortesía René Esteban Trinidad


En la pedida de la novia, los novios acuerdan los días de visita entre ellos y hasta las horas en que son permitidas las visitas, también se establece la fecha de la boda. En frente del fogón, se aconseja a la novia y al novio.

Otro dato es que en el ritual se contempla que cuando el noviazgo fracasa, los padres de la novia están obligados a regresar el tlapalloli al novio en dinero o en especie.

En el anecdotario de Cuacuila está el registro de un caso en que la novia se dio a la fuga con otro varón, después del primer ofrecimiento del tlapalolli. El padre, avergonzado por no contar con los recursos para regresar el tlapalolli, ofreció a la hija menor de edad, de esta manera mantuvo su honor.

Hace unos 50 años, las mujeres eran elegidas por el novio o por la familia del novio. Foto: Cortesía René Esteban Trinidad

Una vez que se establece la fecha de la boda, los novios se presentan en la iglesia, al salir ya como esposos son acompañados por los familiares hasta el festejo y, antes de que ingresen a la casa en que vivirán, los invitados bailan en torno a la vivienda con un son de costumbre ejecutado con violín y guitarra.

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