/ miércoles 2 de noviembre de 2022

En Xochitlán Todos Santos se vive 'la noche que nadie duerme'

Afuera del panteón de Xochitlán Todos Santos hay puestos de comida, negocios que ofrecen mezcal, tequila y cervezas para brindar con los “santos difuntos”

Un día al año “el de arriba” le da permiso a los seres queridos que fallecieron para visitar la tierra, algunos lo creen, otros no, pero los pobladores de Xochitlán Todos Santos están seguros de que es una realidad.

Como cada año el 1 de noviembre acuden al panteón del municipio para celebrar “la noche que nadie duerme”, y no es un eufemismo, es una realidad, no van a dormir a su casa porque festejan con las almas de sus familiares que ya no están en este plano terrenal.

El panteón es el lugar en donde descansan los pobladores de Xochitlán que ya murieron. En cualquier otro día del año es un lugar silencioso, en donde se escuchan rezos, pero este día es de fiesta, hay mariachi, marimba y hasta grupos norteños.

Desde que llegas al panteón se pude notar que no es un día cualquiera, hay puestos de comida, negocios que ofrecen mezcal, tequila y cervezas para brindar con los “santos difuntos”. El ambiente es el que se vive cuando visitas una feria patronal.

Con musica e incensio, pasan la noche en el panteón de Xochitlán Todos Santos. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Hay mujeres que se dedican a pintar caras como catarinas o catrines, también están los que aprovechan para vender medallas o flores y hasta hubo juegos para los más pequeños.

La algarabía no cambia al entrar al cementerio, al contrario, el sentimiento festivo aumenta. Y el primer mensaje que tiene este camposanto es el siguiente: “Dios nos dio memoria para nunca olvidar a quien amamos”.

Las familias llevan atole, café, tamales o cualquier otro alimento para cenar con “sus muertitos”. Les adornan su tumba con las tradicionales flores de cempasúchil o terciopelo, pero también agregan botellas o alguno que otro cigarrillo que les gustaba echarse en vida.

Familiares velan a sus difuntos el 1 y 2 de noviembre. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

El lugar está lleno de cruces con claveles, girasoles y listones. Hay que recordar que en este tipo de municipios acostumbran a poner tres cruces por los años de fallecido. Justo en esta fecha dicha cruces se adornan con flores artificiales y encajes.

Es como una reunión familiar, colocan sillas, van llegando como salieron del trabajo y cuando se acercan a la lápida saludan a los “abuelitos”, “padres”, o cualquier otro familiar que esté ahí. El saludo es tan genuino que pareciera que está ahí presente, pero solo es su alma.

La luz que irradia el panteón es resultado de las velas largas que todos los pobladores colocan en sus lápidas y es que tienen la creencia que hasta que se acaba la cera es cuando pueden retirarse a sus hogares.

Con velas iluminan el panteón de Xochitlán Todos Santos. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

No faltan las personas que se acercan a las lápidas y les cuentan a sus familiares todo lo que ha pasado durante su ausencia, piden consejos y es inevitable que salga alguna lágrima. De fondo se escucha la tradicional canción de “amor eterno” y es un momento emotivo y de unión familiar.

“Como quisiera que tus ojitos jamás se hubieran cerrado ¡nunca! y estar mirándolos”, es la canción que más se escucha y los pobladores de Xochitlán la recitan mientras abrazan a los que están vivos. No obstante, saben que algún día ellos tampoco estarán en este mundo, pues si hay algo seguro en esta vida es la muerte.

Al preguntarles a los pobladores si tienen miedo de dormir en el cementerio responden que no. “¿Como voy a tener miedo si aquí está mi familia”, externan. Incluso, si les llegara a pasar algo paranormal no lo verían como algo malo, al contrario, es una muestra de que los vivos sí llegaron a su fiesta.

En Xochitlán Todos Santos se vive 'la noche que nadie duerme'. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


Para Micaela Ramos el ambiente se siente diferente en esta noche. El clima no es el mismo, la tierra no huele igual y es señal de que los seres del más allá están presentes y quieren convivir con los vivos. Su abuela falleció hace dos meses y aunque la creencia dice que no visitará este año, hasta el otro, acudió al panteón para arreglar su tumba y llenarla de color.

Para Eduardo Juárez, el acudir al panteón es símbolo de amistad y respeto. Este año por ejemplo acudió para hacerle compañía a uno de sus mejores amigos que perdió a su mamá y lo hace porque convivió con su madre y sabe que su ausencia ha sido difícil.

Mientras que Julia Díaz visitó a sus tías, su abuela, y más familiares. Ella llevó a todos los niños de su hogar, pues cree que es de suma importancia que las tradiciones no se pierdan y que refuercen su sentimiento de pertenencia al municipio.

Como fueron pasando las horas la temperatura bajó, pero eso no ahuyentó a los pobladores, solo se colocaron sus chamarras y siguieron el festejo. Otros optaron por hacer pequeñas fogatas para contrarrestar el frío.

Algunos rezaron, jugaron cartas, vieron películas en sus celulares para que la noche fuera más liviana y aprovecharon el tiempo para contar anécdotas de “los que ya no están”.

El incienso no pudo faltar y la noche estuvo acompañada de la luna llena. Como se fueron consumiendo las velas fueron pasando las horas y así llegó el 2 de noviembre, el Día de Muertos, que a diferencia de otras partes del mundo, en Xochitlán es una festividad única y llena de tradición.

Un día al año “el de arriba” le da permiso a los seres queridos que fallecieron para visitar la tierra, algunos lo creen, otros no, pero los pobladores de Xochitlán Todos Santos están seguros de que es una realidad.

Como cada año el 1 de noviembre acuden al panteón del municipio para celebrar “la noche que nadie duerme”, y no es un eufemismo, es una realidad, no van a dormir a su casa porque festejan con las almas de sus familiares que ya no están en este plano terrenal.

El panteón es el lugar en donde descansan los pobladores de Xochitlán que ya murieron. En cualquier otro día del año es un lugar silencioso, en donde se escuchan rezos, pero este día es de fiesta, hay mariachi, marimba y hasta grupos norteños.

Desde que llegas al panteón se pude notar que no es un día cualquiera, hay puestos de comida, negocios que ofrecen mezcal, tequila y cervezas para brindar con los “santos difuntos”. El ambiente es el que se vive cuando visitas una feria patronal.

Con musica e incensio, pasan la noche en el panteón de Xochitlán Todos Santos. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Hay mujeres que se dedican a pintar caras como catarinas o catrines, también están los que aprovechan para vender medallas o flores y hasta hubo juegos para los más pequeños.

La algarabía no cambia al entrar al cementerio, al contrario, el sentimiento festivo aumenta. Y el primer mensaje que tiene este camposanto es el siguiente: “Dios nos dio memoria para nunca olvidar a quien amamos”.

Las familias llevan atole, café, tamales o cualquier otro alimento para cenar con “sus muertitos”. Les adornan su tumba con las tradicionales flores de cempasúchil o terciopelo, pero también agregan botellas o alguno que otro cigarrillo que les gustaba echarse en vida.

Familiares velan a sus difuntos el 1 y 2 de noviembre. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

El lugar está lleno de cruces con claveles, girasoles y listones. Hay que recordar que en este tipo de municipios acostumbran a poner tres cruces por los años de fallecido. Justo en esta fecha dicha cruces se adornan con flores artificiales y encajes.

Es como una reunión familiar, colocan sillas, van llegando como salieron del trabajo y cuando se acercan a la lápida saludan a los “abuelitos”, “padres”, o cualquier otro familiar que esté ahí. El saludo es tan genuino que pareciera que está ahí presente, pero solo es su alma.

La luz que irradia el panteón es resultado de las velas largas que todos los pobladores colocan en sus lápidas y es que tienen la creencia que hasta que se acaba la cera es cuando pueden retirarse a sus hogares.

Con velas iluminan el panteón de Xochitlán Todos Santos. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

No faltan las personas que se acercan a las lápidas y les cuentan a sus familiares todo lo que ha pasado durante su ausencia, piden consejos y es inevitable que salga alguna lágrima. De fondo se escucha la tradicional canción de “amor eterno” y es un momento emotivo y de unión familiar.

“Como quisiera que tus ojitos jamás se hubieran cerrado ¡nunca! y estar mirándolos”, es la canción que más se escucha y los pobladores de Xochitlán la recitan mientras abrazan a los que están vivos. No obstante, saben que algún día ellos tampoco estarán en este mundo, pues si hay algo seguro en esta vida es la muerte.

Al preguntarles a los pobladores si tienen miedo de dormir en el cementerio responden que no. “¿Como voy a tener miedo si aquí está mi familia”, externan. Incluso, si les llegara a pasar algo paranormal no lo verían como algo malo, al contrario, es una muestra de que los vivos sí llegaron a su fiesta.

En Xochitlán Todos Santos se vive 'la noche que nadie duerme'. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


Para Micaela Ramos el ambiente se siente diferente en esta noche. El clima no es el mismo, la tierra no huele igual y es señal de que los seres del más allá están presentes y quieren convivir con los vivos. Su abuela falleció hace dos meses y aunque la creencia dice que no visitará este año, hasta el otro, acudió al panteón para arreglar su tumba y llenarla de color.

Para Eduardo Juárez, el acudir al panteón es símbolo de amistad y respeto. Este año por ejemplo acudió para hacerle compañía a uno de sus mejores amigos que perdió a su mamá y lo hace porque convivió con su madre y sabe que su ausencia ha sido difícil.

Mientras que Julia Díaz visitó a sus tías, su abuela, y más familiares. Ella llevó a todos los niños de su hogar, pues cree que es de suma importancia que las tradiciones no se pierdan y que refuercen su sentimiento de pertenencia al municipio.

Como fueron pasando las horas la temperatura bajó, pero eso no ahuyentó a los pobladores, solo se colocaron sus chamarras y siguieron el festejo. Otros optaron por hacer pequeñas fogatas para contrarrestar el frío.

Algunos rezaron, jugaron cartas, vieron películas en sus celulares para que la noche fuera más liviana y aprovecharon el tiempo para contar anécdotas de “los que ya no están”.

El incienso no pudo faltar y la noche estuvo acompañada de la luna llena. Como se fueron consumiendo las velas fueron pasando las horas y así llegó el 2 de noviembre, el Día de Muertos, que a diferencia de otras partes del mundo, en Xochitlán es una festividad única y llena de tradición.

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