Establecida en 1835 en lo que fuera el molino grande de Santo Domingo, a orillas del río Atoyac, la fábrica La Constancia Mexicana de Esteban de Antuñano, generó desarrollo y progreso para la industria y la sociedad. Aquí inició el desarrollo industrial de México que hoy forma parte de nuestro patrimonio histórico y nos da identidad regional. En la actualidad es un complejo museístico dedicado a la cultura musical.
“Los poblanos debemos sentirnos orgullosos de que La Constancia Mexicana sea un ícono de la industria al ser la primera fábrica de hilados y tejidos de algodón mecanizada en México, pero también porque fue ejemplo del sindicalismo y de lo que es una villa fabril”, expone Noemi Pineda Tenorio, cuarta generación de la familia de Gregorio Tenorio, quien llegó a trabajar al área de urdido de la fábrica en 1896 y después heredó el oficio a sus hijos varones: Francisco, Porfirio, Antonio y Luis, y más tarde a sus nietos, Pablo y Timoteo.
Pineda Tenorio refiere que a través de los años La Constancia Mexicana se fue reedificando para beneficio de los trabajadores y sus familias. Primero fue la fábrica que fundó Esteban de Antuñano, después, por etapas, se construyó el caserío, la capilla, la escuela, el campo deportivo, la tienda cooperativa y el edificio sindical, casa que hoy alberga al restaurante El Sindicato.
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Dice también que, desde que se fundó el 7 de enero de 1835 hasta que cerró, el 11 de septiembre de 1991, el edificio de La Constancia Mexicana siempre fue amarillo porque Esteban de Antuñano decía que “la fábrica era el colmenar de la abeja y los obreros eran las abejitas”, frase representada en el mural de El Sindicato.
“El caserío era donde estaban los departamentos en los que vivían los trabajadores y los empleados, es toda el área del frente, por la entrada de la Esteban de Antuñano antes Carretera Vía Fábricas. A mano izquierda estaba la escuela Artículo 123 de La Constancia Mexicana (hoy Museo del Automóvil) y a la derecha está la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, fundada el 5 de diciembre de 1897, patrimonio vivo de la fábrica”, detalla Noemí.
“Al fondo está la segunda reja que continúa al área de bodegas donde se guardaban, de un lado las pacas y del otro, el material terminado. En el edificio administrativo, hoy Museo del Títere, estaba el almacén de refacciones y arriba era la casa del administrador. El corazón de La Constancia Mexicana, es el salón de telares que era donde hoy están las puertas de madera para entrar al auditorio, todo lo que es el Museo de la Música de Viena. En la azotea del Museo de los Niños, está la placa de la fundación y lo que era la entrada a la fábrica en la época de Antuñano”, añade.
LA VIDA EN LA CONSTANCIA
La entrevistada relata que dentro de La Constancia las familias hacían una vida normal: el papá trabajaba, los niños estudiaban y las mamás, a cargo de la casa y los hijos. En el edificio sindical estaba la tienda cooperativa donde se abastecían de todas las provisiones necesarias.
Había igualdad para todos los trabajadores que tenían largas jornadas laborales con horarios para la oración, pero también mucho tiempo en familia y de esparcimiento a través de los deportes y la música, ya que se contaba con una banda de guerra y grupos musicales como El Son de La Constancia y la Tropicumbia. En el campo deportivo se jugaban las ligas que se disputaban entre los equipos de las fábricas textiles del corredor y eran una buena ocasión de convivencia.
A un siglo de su fundación el espacio ya era insuficiente, entonces mediante una asamblea, se decide comprar los terrenos del Rancho Tepetzintla que fueron fraccionados y vendidos a los trabajadores como una prestación para que construyeran sus casas, así se funda la colonia Luz Obrera el 1° de enero de 1935.
“La fuerza del agua del río Atoyac era lo que movía las turbinas para generar energía y hacer trabajar las máquinas de los telares. Esa energía era convertida y la tenían en generadores que proveían de luz a La Constancia y a la colonia, que de ahí recibió su nombre. En tiempos de sequía, generaban la energía con unas máquinas llamadas Budas, que aún están en la fábrica”, señala.
ILUSTRE FUNDADOR DE LA INDUSTRIA FABRIL
Esteban de Antuñano (Veracruz, 7 de enero de 1792) fue precursor del desarrollo industrial en México, su legado es tal, que en la parte superior izquierda del Escudo de Puebla está representada la industrial textil y su nombre se encuentra grabado con letras doradas en el Congreso del Estado.
“En todos los documentos de la época en los que aparece el nombre de Antuñano, está escrito con V, es decir, se escribe Estevan (significa corona); se ha solicitado el cambio a la Secretaría de Cultura pero no se ha modificado. Por eso la asociación que fundamos para promover su legado se llama: Alianza Ciudadana Estevan de Antuñano, A.C.”, advierte Noemi.
La Constancia Mexicana de Esteban de Antuñano venció todas las dificultades que se presentaron desde su fundación, tal y como se lee en el libro ´Las Calles de Puebla´ de Hugo Leicht: “sus socios lo abandonaron, los obreros invocaron la intervención del Congreso de la Unión para que se cerraran las fábricas, los buques que traían la maquinaria de Estados Unidos naufragaron, sus adversarios políticos creían que las máquinas harían superfluo el trabajo manual y que arruinarían la existencia de tantas familias de trabajadores”.
La importancia de su obra le fue reconocida en vida cuando el gobierno lo declara: “Ilustre fundador de la industria fabril en la República mexicana y benemérito del Estado”, el día 10 de febrero de 1847, poco antes de su muerte, el 7 de marzo del mismo año.
La ex fábrica La Constancia Mexicana hoy es sede nacional de las orquestas Sinfónicas Esperanza Azteca y Museo de la Música de Viena en Puebla, dedicado a el conocimiento y la formación de la cultura musical.
“Las generaciones de La Constancia Mexicana no tenemos sentido de pertenencia con la música, lo que debería estar ahí es un Museo de la Industria Textil, ya que conocer el legado de Esteban de Antuñano es realmente importante para descubrir nuestro pasado y entender lo que representa en el presente”, concluye Noemi.