Hasta hace tres décadas, los autobuses urbanos no eran los únicos que circulaban por las principales calles del centro histórico, también lo hacían los autobuses suburbanos y foráneos que tenían que entrar a recoger o dejar pasaje; y aunque la pericia del conductor ayudaba, ¿imaginas el caos que generaban más de una decena de estaciones de autobuses?, por eso tuvieron que descentralizarlas y construir la CAPU.
“Yo comencé a manejar autobuses foráneos en 1975 cuando el transporte se estaba desarrollando, tanto en la ciudad como en carreteras federales, porque no había muchas autopistas (…) no existían micros ni combis y todo lo que es la 11 y la 8 poniente, incluso la diagonal, era terracería”, expone Alberto Lima Mendoza, quien dedicó 38 años de su vida a transportar pasajeros que viajaban de Puebla al sureste, y 15 años como instructor de conductores.
Dice que dentro del transporte estatal ya había camiones suburbanos que salían a poblaciones cercanas, como los Cholulas, los Teziutecos y los Ixcaquixtla; y los urbanos que transportaba a las personas dentro de la ciudad como el Agua Azul, el Mayorazgo, el Aviación-Panteón y los Blancos de la libertad.
Alberto entró a trabajar a la Flecha Roja del Sur (ERCO) con 24 años, cuando la terminal estaba en la 8 poniente, entre la 9 y 11 norte, que después se pasó a las 14 poniente; su destino era Oaxaca y llegaba por la carretera de la sierra pasando varios poblados. Para 1983 se cambió a Autobuses de Oriente (ADO), terminal que estaba en la Maximino Ávila Camacho (hoy Juan de Palafox) y 6 norte, inaugurada el 23 de septiembre de 1953.
“Para ir al sureste eran puras carreteras federales, todavía me tocó pasar el autobús en ´pangas´ para llegar a mi destino”, señala.
Relata que en aquella época no había capacitaciones para los choferes, todo lo aprendían con la experiencia de andar en los caminos, por eso el conductor de autobús foráneo era conocido como “el hombre del camión”, todo lo solucionaban en carretera, desde problemas mecánicos hasta algunos de otra índole.
“Tuve la grata experiencia de que naciera un bebé a bordo. Estábamos en plena cierra y una mujer empezó con dolores de parto, entonces me orillé y baje a los hombres que hicieron una fogata, mientras las mujeres ayudaban con el parto, utilizaron navajas y cuchillos que la gente traía y mezcal de Oaxaca para desinfectar. Estas personas eran de Tlaxiaco, y después me buscaron para que fuera padrino de bautizo del niño”, comenta.
Dice que él siempre ha creído en el destino, y no solo como metáfora, sino porque los autobuses salían de “origen” a “destino”, en los andenes se escucha: “pasajeros con destino a la ciudad de Cancún, favor de abordar el autobús…”
Su experiencia al volante, junto con algunos estudios que tuvo que realizar de rutas, mecánica, entre otros, le valió para convertirse en instructor de conductores a los que aleccionó bajo la premisa de que “la meta se logra sin cometer errores” para evitar accidentes.
El entrevistado refiere que en 1985 se introdujo el tacógrafo en las unidades para medir la velocidad y el comportamiento del viaje, de origen a destino, y así poder calificar al conductor. Con los años el método cambió, ahora se llama copiloto y se maneja por medio de satélite, lo llevan todas las unidades y les marca a los conductores los tramos restringidos para saber dónde bajar la velocidad o mantenerla. Esto al menos en ADO que asegura, es una de las líneas más grandes del país porque ya llega al norte.
Añade que a mediados de los ochentas, la zona urbana estaba muy congestionada con todos los autobuses que llegaban a sus terminales en el centro de la ciudad, por eso se construyó la CAPU que todos conocemos, a donde hoy llegan los autobuses urbanos y suburbanos para llevar el pasaje a las empresas de servicios foráneos que trasladarán a las personas a todas la República.
EL TRÁFICO DE AUTOBUSES
En el centro histórico llegó a haber más de 10 estaciones de autobuses, unas más grandes y otras más pequeñas, ubicadas del lado norte que era la zona comercial de Puebla porque ahí estaba la estación del ferrocarril y el Mercado La Victoria, expone Jorge Eduardo Zamora Martínez, historiador conocido como el Barón Rojo.
“Los autobuses de las estaciones chiquitas iban a los poblados cercanos como Acajete, Alchichica, Nopalucan, Grajales; después fueron absorbidas por las líneas grandes”, señala.
“Cuando las terminales estaban en el centro había una derrama económica mayor, pero era necesario un cambio porque ya había mucho tráfico en el centro de la ciudad”, añade.
Zamora menciona que en la misma terminal del ADO, hacía terminal el Cristóbal Colón; en San Agustín (5 sur y 3 poniente) estaba el edificio de la Estrella Roja; en la 4 norte, entre 10 y 12 oriente, los autobuses Unidos (AU), que iban a todo Veracruz; en la 6 oriente, abajito de Santa Clara, el Amozoc que iba Tecamachalco; en la 8 poniente, entre la 7 y la 9, los Cholulas, iban a Huejotzingo y Zacatelco; en la 10 poniente y 7 norte estaban los que iban a Acatzingo; en la 12 oriente, estaban los Teziutecos; la estación más grande era la de ERCO (Estrella Rojas Círculos de Oro) en la 14 poniente, entre la 9 y 11, iban a todo Atlixco y todo el sureste.
La Central de Autobuses de Pasajeros de la Ciudad de Puebla (CAPU) fue un proyecto del gobierno de Guillermo Jiménez Morales y fue inaugurada el 5 de Mayo de 1988 por el presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, bajo la administración de Mariano Piña Olaya.
Actualmente opera más de 32 líneas de autobuses, con servicio al interior del estado y al sureste del país, las 24 horas del día, los 365 días del año.