Un siglo fabricando y restaurando artículos de latón. Con esta carta de presentación es que Latón Art se ha mantenido vigente en nuestro estado, convirtiéndose en el único lugar -al menos de la capital del estado- que se dedica a la fabricación y reparación de cunas y camas al estilo porfirianas.
Ver estos artículos innegablemente nos obliga echar una mirada hacia la historia, específicamente a finales del siglo XIX, época en la que, a solicitud de Porfirio Díaz, se dio pie a la modernización en el terreno de la arquitectura mediante las influencias francesas y parisinas, que se hicieron presentes en edificios y casonas que se caracterizaban por un estilo de gran realce y ornamentación.
Este particular estilo decorativo, llegó mediante la importación de técnicas constructivas y de materiales europeos que hoy, los hermanos Erick y Ricardo Cuellar, mantienen vigente en Latón Art.
La tradición de este oficio, comenta Erick, inició con su bisabuelo, más tarde pasó a su abuela, seguido de su padre, hasta quedar en ellos: “este negocio ha sido de varias generaciones y ahora estamos mi hermano y yo. Es algo que hacemos con gran entusiasmo porque no queremos que se pierda esta práctica”.
Recuerda que antiguamente, al no existir cámaras fotográficas, su bisabuelo, su abuela y su padre tenían que echar mano de su buena memoria para recordar en dónde iba colocada cada pieza ya que, al desarmarla y volverla a ensamblar, debía quedar idéntica.
“Mi papá nos enseñó todo lo de la fabricación y reparación. Él nos comentaba que como no había cámara, mi abuelo tenía que grabar en su memoria cada pieza y el lugar en el que iba. También, lo que hacían era dibujar en papel el artículo que les dejaban, así era más fácil de recordarlo”.
A cien años de haber iniciado con este negocio, Erick asegura que siguen con la misma técnica de trabajo, es decir, continúan empleando herramientas manuales.
“Usamos desarmador de cabeza plana, segueta, arco para cortar, soldadura, yunque, motor para pulir y pastas especiales. Trabajar el latón es un trabajo artesanal, al cual le dedicamos mucha paciencia. Lo más importante de los trabajaos artesanales es que no vamos contra tiempo. No es fácil desarmar y volverla armar, por eso la paciencia en nuestro mejor aliado”.
Los clientes, dice con modestia, siempre quedan satisfechos por el gran resultado.
“El proceso de restauración lleva ciertos pasos: el cliente trae el artículo, en este caso una cama o cuna. Se desarma toda. Se revisa. Lo metemos al motor para pulir pieza por pieza. Posteriormente se hace un abrillantado. Se vuelve a armar la cama. Le ponemos pastas y se protege para que dure el brillo. Llega el cliente y se va contento de ver su pieza renovada”.
Y en efecto, un resplandeciente tono dorado le da vida a los angelitos de un antiguo candelero, a un florero de iglesia, a un candelabro de alguna elegante casona, a pesados manillones de puertas, a candiles y jarras; o a las cunas y camas que se han convertido en los artículos favoritos de la familia para restaurar.
“Una ocasión nos trajeron una cuna antigua muy bonita, era un moises –cuna al estilo mecedora–, son piezas que ya no las hay y al verla pulida nos causó gran satisfacción”.
Asegura que clientes de Puebla y de otros estados aún conservan este tipo de muebles, incluso, varios cineastas que se dedican a la filmación de películas de época, se han acercado a ellos para la elaboración de camas porfirianas.
Aunque la demanda para este tipo de trabajos actualmente no es muy alta, reconoce que, dedicar veinte días o más para darle brillo a la cuna de un nuevo bebé, vale mucho la pena al ver la sonrisa dibujada en los felices papás.
Este trabajo artesanal que algunos han denominado como vintage tiene su espacio en la esquina 13 norte y avenida de la Reforma, en el barrio de San Sebastián, donde los hermanos Cuellar, con esmero y paciencia, hacen resplandecer cada pieza de latón que llega a sus manos.