Cimentada sobre los terrenos del cerro de San Juan desde hace más de siete décadas, la colonia La Paz concentró a cientos de familias poblanas que en su mayoría eran de ascendencia libanesa o española, y migraron del centro de la Angelópolis a la más exclusiva zona residencial de la ciudad.
Rodeados de ambiente tranquilo y un estilo de vida saludable, los habitantes de La Paz forjaron ahí sus historias de vida y le dieron identidad a sus calles, sus jardines y su iglesia levantada en lo más alto del cerro. Hoy entre mansiones lujosas convertidas en restaurantes y avenidas decoradas con arboledas frondosas, La Paz es una zona comercial de lujo.
VIVIR EN LA PAZ
“Era otro rollo vivir en La Paz, yo crecí en Teziutlán sur 23, de un lado vivían los Couttolenc (en lo que hoy es Radio Oro) y del otro los Armenta. Era padrísimo porque no había peligro y conocíamos a todo mundo alrededor, eran familia o amigos, gente conocida”, asegura Tita, segunda de seis hermanos, hijos de Isidoro Alonso Villarroel y Ana María González Medrano, que llegaron a vivir a La Paz en 1956.
Dice que la vida era completamente diferente, recuerda al bulevar Atlixco como una callecita de doble sentido, sin tránsito. Las tienditas en donde se abastecían de víveres eran “La Frontera” y “Donato”, dice que iban felices en sus bicis sin preocuparse porque no había tránsito. Recuerda que en la montaña rusa (calles empinadas en Teziutlán Norte) se aventaban en carritos de balero y era la máxima diversión.
Dice que cuando eran pequeños los domingos los llevaban a misa a San Sebastián, al salir les compraban un comic y un globo, después pasaban a ver a su abuela que vivía en la Teziutlán y Tecamachalco, y ya comían en su casa.
“Cuando éramos chiquitos nos llevaban a misa pero ya más grandes, de 15 o 16 años, los jóvenes íbamos a la iglesia del Cielo a las seis de la tarde, era un desfile de modas y todo mundo iba a ver a quién veía, o te quedabas de ver ahí y ya íbamos a otro lado”, señala.
“A esa edad ya dábamos vueltas (en coche) como mayates en la Avenida Juárez, íbamos a ligar. En el edificio MAEN (María Luis y Enrique) de los Montoto, había una cafetería en el segundo piso que era padrísima porque te sentabas ahí y veías pasar a todo los de La Paz. También estaba el cine Esmeralda (entre 23 y 25 sur) y el Dicky´s (en edificio Mariana)”, añade.
Tita recuerda que La Paz empezó a llenarse de comercios hace 20 años, “creo que lo primero que llegó fue la Sección Amarilla, antes solo había el típico negocio familiar como la pastelería Alemana, de la señora (Alberch) que lo puso en su casa”.
UNA INFANCIA FELIZ
“Lo más bonito de vivir en La Paz es que los niños éramos dueños de las calles, podíamos salir y jugar sin miedo a nada. En la Teziutlán casi no pasaban coches y podías andar en bici o patineta tranquilamente. Por donde hoy está ´el culinario´ hay unas bajadas muy grandes que les decíamos ´la montaña rusa´, esas nos las echábamos en avalancha y ni coche que pasara. Todos nos conocíamos y entre los mismos vecinos cuidaban a los niños”, expone Laura José.
Ella es la cuarta de cinco hermanos, hijos de Armando José Abimerhi y Yolanda Bachbush Bojalil, quienes en 1963 compraron un terreno que les costó 25 mil pesos, con crédito bancario, para construir su casa en Acatlán 35, y en 1966 llegaron a habitar la colonia.
“A nosotros nos conocían como ´los Bachbush´ y los vecinos venían mucho a la casa porque teníamos un jardín muy grande y ahí se armaban retas de futbol o reuniones”, señala.
Laura asegura que a poco a poco empezó a haber negocios familiares, “un señor abrió su garaje para vender tacos: estaba en la Teziutlán, en contra esquina del Hospital La Paz, eran los mejores taquitos; se corrió la voz y el negocio creció como ha crecido, era La Cueva del Oso”, detalla.
DE FIESTA EN LA PAZ
Edmond es el tercero de cinco hermanos de una familia poblana con ascendencia Libanesa formada por Salvador Bojalil e Ivette Zacarías. Ellos vivían en la colonia San Francisco y se mudaron a La Paz en 1962.
“Se vivía muy padre en La Paz, era una colonia muy tranquila, pero la ciudad empezó a crecer y se empezaron a poner negocios. Yo ya había puesto la chocolatería (Arnoldi) para mi mamá junto con mi tienda de discos, ahí en la casa, en Cholula 6, pero cuando ella falleció la pasé a la Teziutlán”, señala.
Recuerda que en aquella época (setentas) había una salchichoneria sobre la Teziutlán sur y que cuando tenía como 16 años, ahí en donde está la actual fuente de los Frailes, además del “Oasis” que era un drive-in, estaba el “Hula Baloo”, en donde se presentaban artistas y era como tardeada, no vendían alcohol. Otro lugar de La Paz en donde se ofrecían shows y era muy famoso, era “La Góndola”, después cambio de nombre y hoy es una gasolinera.
“En los ochentas se abrió Cuche´s en Teziutlán sur 72, en lo que era la casa de los Menéndez, no había otro negocio por ahí. Era un club privado para socios, no podía entrar cualquiera, en esa época pagabas la anualidad y podías entrar con 5 amigos, yo inauguré como Dj. Así duró dos años, después ya se abrió como discoteca para todo el público y fue un éxito total”, sentencia.
FELICES POR SIEMPRE
Julio Medina y Margarita Mcquade, son un matrimonio de regios que llegó a asentarse al cerro de La Paz en 1964. Construyeron su casa en Avenida Juárez 3508, donde vivieron más de 50 años.
“Llegamos de recién casados a habitar la primera colonia residencial de Puebla, era un lugar muy bonito. Hicimos nuestra casa ahí en el cerro, en lo más alto de La Paz, cuando no había nada, apenas estaban construyendo la iglesia del Cielo, pero estaba la capillita en donde el padre Figueroa, al que le decíamos ´el chanclas de oro´, comenzó a oficiar misas. Fuimos muy felices y nacieron mis cuatro hijos: Adriana, Julio, Sonia y Mónica. Fue una bendición venir”, asegura.
Margarita dice que el padre Figueroa comenzó dando misa en la iglesia de Santiago, en la Juárez. Él llegó de Roma, donde fue seminarista, y el día que lo presentaron a los feligreses se vistió muy elegante con sus sandalias como las que usan los Cardenales en el Vaticano, pero eran doradas.
“La gente que lo veía empezó a decir: mira, el padre trae chanclas de oro, y se le quedó ´el chanclas de oro´, o ´el chanclitas de oro´. Fue una historia muy chusca del padre Figueroa que era toda una eminencia y además era millonario, tenía una herencia muy grande y con ese dinero el construyó gran parte de la iglesia del Cielo, se tardó 5 o 7 años. Él tenía la idea de hacer una réplica de la basílica de Santa María La Mayor en Roma, pero le faltó mucho solo la cúpula si es igual”, advierte.
“Nosotros llegamos de Monterrey con la inocencia y franqueza del norteño y no se nos hizo nada difícil hacer amistades. Mis vecinos eran los Blanc que eran dueños de la cementera Atoyac, pero después se fueron y les vendieron su casa a los Chedraui, al señor Teófilo y a la señora Karime”, comenta.
Dice que La Paz fue la primer colonia que tuvo el pavimento de concreto armado y advierte que las calles eran muy difíciles de entender porque no eran numeradas y además no tenían placas, “teníamos todo el estado de Puebla (municipios) y no tenían nombres, entonces ´mi viejo´ que fue presidente de la asociación de colonos muchos años, organizó a los vecinos y se pusieron las placas”.
“Mi marido era de ´open house´ totalmente, por eso la casa estaba abierta para quien quisiera llegar y entrar. Mi viejo organizaba fiestas muy bonitas, según la temporada, cada quien guisaba algo y lo llevaba, en año nuevo siempre eran temáticas. Hicimos amigos entrañables y siempre estábamos puestos para recibirlos, nos queríamos como una familia. Éramos muy felices”, concluye.
LA FUTURA CIUDAD JARDÍN
En el libro “Colonias de Puebla” del investigador Carlos Montero Pantoja, disponible para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla, dice que la colonia La Paz se fundó en terrenos del Rancho San Juan, propiedad del doctor Isaac del Río.
Otros terrenos pertenecían a Cementos Atoyac, S.A. a quien se le expropiaron para la prolongación de la Avenida Juárez (sobre la parte alta del cerro) y para el tramo que va del La Paz a Reforma.
La Paz comenzó a promoverse en 1949 a través de la empresa Fraccionamientos de Puebla, S.A. como la futura ciudad jardín, la mejor colonia de Puebla, la mejor urbanizada con agua en abundancia y precios bajos. Los lotes se ofrecían a crédito pagaderos en cinco años y la garantía de exención del impuesto predial durante diez años, y para asegurar el pago en caso de fallecimiento, prometían un seguro de vida por el valor de terreno.
“Construida sobre el cerro de San Juan toma como núcleo central, en la cúspide, al jardín y a la iglesia de Nuestra Señora del Cielo, de ahí baja, en forma de meandro, mediante calles radiales y concéntricas. Su ingreso es por la Avenida Juárez con la que se establece una relación de comunicación con la ciudad que remata en el Paseo Bravo. Estos tres lugares: Paseo Bravo, Avenida Juárez y Colonia La Paz, configuraron un conjunto de hight class, que se consolidó durante las décadas de 1950 y 1960, perdió ligeramente su potencial durante los setenta y ochenta y a partir de los noventa se volvió a recuperar con un enorme potencial gastronómico y agencias de automóviles importados”.
Según consta en el expediente del Archivo general del Ayuntamiento de la H. Puebla de Zaragoza, volumen 2062, la antigua Avenida La Paz fue nombrada “Avenida Juárez”, para inmortalizar la memoria del Benemérito de las Américas. Iniciativa aprobada por el Cabildo con fecha de cumplimiento del 19 de marzo de 1959, bajo el oficio 12258.