Los músicos leen los agradecimientos para San Antonio Abad por parte de los fabricantes de pirotecnia que les piden bendecirlos y acompañarlos en su riesgosa labor. En San Cristóbal Tepontla la actividad cotidiana cambia cada 17 de enero para festejar al patrono de quienes elaboran pirotecnia.
Desde tempranas horas las mayordomías son las encargadas de ofrecer alimentos, realizar la procesión por las calles de este poblado y presentar en el atrio a las figuras que participarán en la quema para ser bendecidas por el párroco de la iglesia.
Los festejos concluyen con la quema de más de una decena de toritos (figuras de gran tamaño realizadas por diferentes talleres), rinocerontes y figuras humanas que son colocadas afuera de los talleres y que estuvieron sin ser adornadas, pues desde el confinamiento por la pandemia no se había realizado la celebración que este año además homenajeó a las personas que trascendieron.
Tras caer la noche, arribaron las personas y se colocan junto a la iglesia por si hay que salir corriendo o para observar el espectáculo, mientras los más arriesgados, de todas las edades esperan sortear a los cohetes llamados chifladores, que manejan sin ningún temor los más jóvenes.
Los mayordomos llegan acompañados de músicos y de todo el contingente de figuras que elevan la adrenalina de todos los presentes, quienes de permanecer sentados, pasarán a buscar refugio, mientras otros bailan o torean a estos animales que destellan cientos y cientos de cohetes.
La experiencia es única tratando de evadir el impacto final de los cohetes sobre cada uno, pocos logran salir sin ninguna marca en la ropa o incluso el cuerpo; los músicos buscan protegerse mientras el toro pasa cerca al escenario que es empujado por varios, simulando torear a las personas, muchas de estas lo encaran aunque terminen en el suelo y se levanten para continuar con esta celebración que pareciera festejar la falta de miedo ante una actividad que necesita de un manejo especial, con permisos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) para poder llevarla a cabo, pero sobre todo con el permiso de su patrono, al que le dedican esta danza de fuego.