Cada baile entusiasma a las miles de personas que se dan cita en el cerro de San Miguel para presenciar la gran fiesta del Huey Atlixcáyotl que se lleva a cabo tras dos años de confinamiento ocasionado por la pandemia de coronavirus y que este 2022 cumple su edición 57.
Desde las primeras horas del domingo, las calles del municipio de Atlixco se visten de flores, papel picado en diferentes tonalidades y se escuchan las risas de los miles de visitantes provenientes de diferentes estados para observar de nueva cuenta las danzas tradicionales de diferentes regiones del estado.
En el cerro de San Miguel, las personas ocupan algunas de las sillas para disfrutar por más de cinco horas del espectáculo en que el representantes del estado bailan con sus trajes típicos y al son de su música tradicional.
En la plazuela de la colina se encuentra el presidium que encabeza el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, que llega acompañado de su esposa, la presidenta del DIF, Rosario Orozco Cabello.
Al llegar, el mandatario estatal recibe por parte de una comitiva de danzantes el bastón de mando que simboliza autoridad sobre un colectivo identitario. Acto seguido, corona a la reina y las princesas del festival, quienes como parte de la tradición de Atlixco, regalan a los visitantes fruta de la región.
A pesar de que la autoridad estatal no emite ningún mensaje ante la gente del municipio de las flores, se le observa alegre, entusiasmado con cada bailable y en compañía de miembros de su administración.
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Uno de los momentos más emotivos ocurre cuando alrededor de 30 personas originarias de San Buenaventura Nealtican se presentan ante el exigente público.
Con pasos pequeños, los danzantes se desplazan en la plancha del cerro y de manera temerosa, un joven y una mujer del grupo, se acercan de manera cautelosa al arzobispo Victor Sánchez Espinoza, para solicitar que les brinde su bendición porque los jóvenes recientemente tomaron la decisión de unir sus vidas en matrimonio y en las bodas ancestrales indígenas del municipio de Nealtican las personas acostumbran a tener tres celebraciones, la católica, civil y tradicional de sabios.
Aunque el líder de la grey católica muestra sorpresa de manera inicial, se levanta del asiento que ocupa en el presidium, se acerca a la pareja de jóvenes enamorados y les brinda su bendición de manera simbólica, acompañado de un breve mensaje en el que les desea éxito en su casamiento.
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Los ojos de los espectadores se mantienen atentos a cada movimiento entre el arzobispo y los jóvenes, a la par, se escuchan los comentarios entusiastas de las familias que dicen “que bonitas tradiciones tienen esas personas”, “nunca había visto algo parecido”, aunque las críticas a la alcaldesa de Atlixco, Ariadna Ayala, tampoco se hacen esperar y las voces murmuran “que se ponga a trabajar por la seguridad” “es lo único bueno que hace”.
El chico y la muchacha se reincorporan con pasos pequeños al grupo que permanece en la plazuela y casi al instante comienzan al unísono el bailable de los volcanes.
Con movimientos rápidos, el grupo de bailarines vestido de blanco, rojo y azul, que porta una corona de flores amarillas en la cabeza, se desplaza ágilmente y baila alrededor de un centro adornado con flores del mismo tono.
Tras un par de segundos, los hombres y las mujeres que forman parte del baile se acercan al presidium que está a unos cuantos metros e invita de manera amable a bailar a las autoridades estatales que se encuentran sentadas.
Entre las personalidades que sin pensarlo se unen con el grupo de la región está el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, la titular de la Secretaría de Gobernación, Ana Lucía Hill y la titular de la Secretaría de Economía, Olivia Salomón Vivaldo, que se anexan al grupo y comienzan a bailar al son de la música que suena en el cerro.
Entre los aplausos, las porras y el apoyo de los espectadores, se unen al grupo el titular de la Secretaría de Cultura, Sergio Vergara.
Desde el micrófono, se escucha como una voz grave de un varón invita al público para incluirse al baile y en pequeños grupos, los adultos, niños tomados de la mano de su mamá y personas de la tercera edad suben los escalones para hacer un círculo alrededor de los danzantes.
En ese momento, las mujeres de la región se colocan en las orillas del escenario con canastos amplios que albergan naranjas, alegrías, cañas y las avientan de manera aleatoria entre el público como parte de una tradición en el municipio de las flores.