/ martes 21 de febrero de 2023

Fray Sebastián de Aparicio, el patrono de los transportistas cuyo cuerpo reposa en Puebla

Su cuerpo incorrupto se encuentra resguardado en el templo de San Francisco de Asís, en la ciudad de Puebla

Uno de los personajes religiosos más venerado en Puebla es el aún beato Fray Sebastián de Aparicio, mismo que es considerado patrono de los transportistas, por lo que es común ver apostados sobre la Avenida 14 Oriente una amplia fila de vehículos nuevos o recién comprados, en espera de la bendición de alguno de los frailes para que Dios los proteja en el camino.

Es en febrero cuando este candidato a santo tiene su festividad, por lo que aquí te contamos más al respecto de este fraile que no sólo tiene un papel importante en la orden franciscana, sino también en la historia de la fundación de Puebla, pues su llegada a suelo mexicano se dio durante la época colonial, con importantes aportaciones a la infraestructura carretera del centro del país.

¿Quién fue Fray Sebastián de Aparicio?

Sebastián de Aparicio Prado nació el 20 de enero de 1502 en La Gudiña, Orense, y fue el tercer hijo de los campesinos Juan Aparicio y Teresa Prado, debido a que era el primer varón después de dos niñas, desde temprana edad también se dedicó al campo, además de que siempre jugó entre ovejas, cabras y gallinas, lo que también le ha valido ser considerado patrono de los animales.

Debido a que la escuela era un lujo para los campesinos, Sebastián no sabía leer ni escribir, siendo la instrucción religiosa que sus padres le daban la única que recibía; fue luego de enfermar de peste bubónica durante la adolescencia que tuvo que ser abandonado en el campo, hasta que un lobo ingresó a su choza y clavó sus dientes vigorosos en el tumor maligno, mientras su lengua lamió la herida purulenta, para después marcharse satisfecho, mientras que el joven amaneció curado

Con el paso de los años, Sebastián decidió buscar un empleo para darle una mejor calidad de vida a su familia, por lo que emprendió un viaje por España y posteriormente con dirección al Nuevo Continente, donde decidió contraer matrimonio a los 60 años, hasta que se dio la muerte de su segunda esposa y decidió retirarse a un convento en Tlalnepantla donde fue ordenado con el hábito franciscano el 9 de junio de 1574.

Tras tomar los hábitos, en su regreso a Puebla su primer destino fue el convento de Santiago, de Tecali. Foto: Wikimedia Commons

Fray Sebastián de Aparicio y su paso por Puebla

Tras tomar los hábitos, en su regreso a Puebla su primer destino fue el convento de Santiago, de Tecali, a seis leguas de la entonces Puebla de los Ángeles, hasta que cerca de un año después se enteró de que en le gran convento de la capital hacía falta un limosnero, labor que desempeñó, además de realizar otras tareas en aquel monasterio que acogía a estudiantes de filosofía y teología.

Pero fue a la edad de noventa y ocho años que las molestias de una hernia aumentaron, hasta que el 20 de febrero de 1600 fuertes dolores, acompañados de náuseas y vómitos, le habían acometido con insistencia, por lo que regresó al convento desfallecido, específicamente en la puerta de la huerta, donde se acostó por última vez mirando al cielo, tras lo que fue llevado a su celda para pasar sus últimos días.

Finalmente, fue el 25 de febrero de 1600, rumbo a las siete de la tarde, cuando Fray Sebastián, postrado en tierra con lucidez admirable recibió la muerte, es por ello que en esta fecha se le celebra, además de que su cuerpo incorrupto se encuentra expuesto en este mismo convento, además de que se encuentra en proceso de canonización, pues con por lo menos 968 milagros en actas fue beatificado por el papa Pío VI el 17 de mayo de 1789.

Uno de los personajes religiosos más venerado en Puebla es el aún beato Fray Sebastián de Aparicio, mismo que es considerado patrono de los transportistas, por lo que es común ver apostados sobre la Avenida 14 Oriente una amplia fila de vehículos nuevos o recién comprados, en espera de la bendición de alguno de los frailes para que Dios los proteja en el camino.

Es en febrero cuando este candidato a santo tiene su festividad, por lo que aquí te contamos más al respecto de este fraile que no sólo tiene un papel importante en la orden franciscana, sino también en la historia de la fundación de Puebla, pues su llegada a suelo mexicano se dio durante la época colonial, con importantes aportaciones a la infraestructura carretera del centro del país.

¿Quién fue Fray Sebastián de Aparicio?

Sebastián de Aparicio Prado nació el 20 de enero de 1502 en La Gudiña, Orense, y fue el tercer hijo de los campesinos Juan Aparicio y Teresa Prado, debido a que era el primer varón después de dos niñas, desde temprana edad también se dedicó al campo, además de que siempre jugó entre ovejas, cabras y gallinas, lo que también le ha valido ser considerado patrono de los animales.

Debido a que la escuela era un lujo para los campesinos, Sebastián no sabía leer ni escribir, siendo la instrucción religiosa que sus padres le daban la única que recibía; fue luego de enfermar de peste bubónica durante la adolescencia que tuvo que ser abandonado en el campo, hasta que un lobo ingresó a su choza y clavó sus dientes vigorosos en el tumor maligno, mientras su lengua lamió la herida purulenta, para después marcharse satisfecho, mientras que el joven amaneció curado

Con el paso de los años, Sebastián decidió buscar un empleo para darle una mejor calidad de vida a su familia, por lo que emprendió un viaje por España y posteriormente con dirección al Nuevo Continente, donde decidió contraer matrimonio a los 60 años, hasta que se dio la muerte de su segunda esposa y decidió retirarse a un convento en Tlalnepantla donde fue ordenado con el hábito franciscano el 9 de junio de 1574.

Tras tomar los hábitos, en su regreso a Puebla su primer destino fue el convento de Santiago, de Tecali. Foto: Wikimedia Commons

Fray Sebastián de Aparicio y su paso por Puebla

Tras tomar los hábitos, en su regreso a Puebla su primer destino fue el convento de Santiago, de Tecali, a seis leguas de la entonces Puebla de los Ángeles, hasta que cerca de un año después se enteró de que en le gran convento de la capital hacía falta un limosnero, labor que desempeñó, además de realizar otras tareas en aquel monasterio que acogía a estudiantes de filosofía y teología.

Pero fue a la edad de noventa y ocho años que las molestias de una hernia aumentaron, hasta que el 20 de febrero de 1600 fuertes dolores, acompañados de náuseas y vómitos, le habían acometido con insistencia, por lo que regresó al convento desfallecido, específicamente en la puerta de la huerta, donde se acostó por última vez mirando al cielo, tras lo que fue llevado a su celda para pasar sus últimos días.

Finalmente, fue el 25 de febrero de 1600, rumbo a las siete de la tarde, cuando Fray Sebastián, postrado en tierra con lucidez admirable recibió la muerte, es por ello que en esta fecha se le celebra, además de que su cuerpo incorrupto se encuentra expuesto en este mismo convento, además de que se encuentra en proceso de canonización, pues con por lo menos 968 milagros en actas fue beatificado por el papa Pío VI el 17 de mayo de 1789.

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