El Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza, se edificó a principios de los años 50 del siglo pasado para albergar a un total de 22 mil espectadores. Fue sede del béisbol, el deporte de balón más practicado en esa época, aunque unos años también albergó al futbol de tercera y segunda división. Más tarde acogió a la banda británica más popular del momento: Queen. A pesar de su grandeza, hoy reposa abandonado en el cerro.
Se inauguró en mayo del 52 para celebrar una olimpiada nacional, dice Jorge Eduardo Zamora, conocido como el Barón Rojo, quien asegura además que, “en esa época el futbol que se jugaba en Puebla era totalmente llanero. Los deportes que se practicaban eran el béisbol y el americano, que se jugaba en las universidades”.
UN DEPORTE DE TRADICIÓN
“A mi hermano le gustaba mucho el béisbol y me llevaba de la mano a los partidos en el estadio cuando yo tenía 6 años y así me hice fanático”, recuerda José, como prefirió que se le nombrara este aficionado de 77 años.
“El Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza, no se hizo para béisbol por eso tiene gradas de cemento. La pizarra era de lámina y siempre había una persona metiéndole las láminas del marcador, tampoco tenía alumbrado por eso no se jugaba de noche. La gente recuerda mucho béisbol y mucha calidad”, añade.
Refiere que en el 59 se compró la franquicia de los Tecolotes de Nuevo Laredo y la trajeron como Pericos de Puebla con peloteros famosos como Oscar Rodríguez, Miguel Sotelo, Herminio Cortés y Ronnie Camacho, “fue una época de oro en la que además de muy buenos jugadores mexicanos había grandes estrellas de norte América jugando aquí “.
Adrián Huerta dice que su papá lo llevaba a ver a los Pericos cuando él tenía 5 años, recuerda la pizarra de lámina que estaba en lo alto y que para delimitar los jardines para el área de home run ponían una cerca porque era muy grande el estadio.
“En esa época ya había alumbrado y los juegos entre semana eran a las 7 de la noche que es la hora estelar. Como en el béisbol no hay empates y alguien tiene que ganar, un partido puede durar 4, 5 o más horas; entonces cuando hacía mucho frío algunas personas prendían fogatas en las gradas y la gente se acercaba para aguantar todo el partido”, expone.
Relata que había un personaje conocido como Pepe “el grillo” que empezó siendo porrista del Puebla de la Franja ahí en el Zaragoza. El organizaba excursiones para ir a apoyar al equipo cuando jugaba de visitante, le fue tan bien que por eso también se volvió porrista de los Pericos. Durante los partidos metía un carrito de tacos de cabeza de res y lo ponía en las gradas donde los vendía.
DE TERCERA A PRIMERA DIVISIÓN
“Yo empecé a jugar futbol en el año 67 con el equipo de los Carolinos de la UAP cuando se creó la tercera división, éramos puros estudiantes. El Puebla de segunda división ya existía y en aquella época los partidos eran en el Zaragoza”, expone Gaspar Domínguez, uno de los futbolistas que logró el ascenso a primera división del equipo de La Franja.
En esa época se jugaba un 4-2-4, cuatro defensas, dos medios y cuatro delanteros, él era centro delantero pero siempre lo hacía de extremo atrasado porque es de baja estatura.
Relata que Pedro Ángel Palou era el que transmitía los partidos por radio y él lo bautizó como “la hormiguita”, por rápido y chiquito: “la gente cuenta que, cuando por alguna razón me tiraban al césped, él decía: ´ ¡y tiran a Domínguez, la hormiguita!, cual largo es, bueno, que no es muy largo´…y la gente se reía”.
Domínguez refiere que cuando tenían grandes encuentros casi llenaban el estadio y comenta con agrado, que una vez la gente cargó en hombros a Guillermo Benítez y a él para pasearlos. En esa época no había tanta vigilancia y la gente podía bajar a la cancha a saludarlos o fotografiarse con ellos, incluso, asistir a los entrenamientos.
Los Carolinos era manejado por un patronato de ex universitarios, entre ellos, Rafael Moreno Valle Sánchez que era el presidente, fue cuando le vendieron el Puebla y entonces pasaron a ese equipo a “la mascota” Sánchez, a “la changuita” Álvarez, a Gervasio Quiroz y a él.
Recuerda que en el 68 ya se había construido el Cuauhtémoc por las Olimpiadas y cambiaron de sede aunque seguían entrenando en el Zaragoza porque cuidaban mucho el césped, y dice que cuando coincidían con los Pericos se echaban un partidito de béisbol con ellos.
Gaspar Domínguez “la hormiguita” y sus compañeros de equipo obtuvieron el campeonato de la liguilla que se disputó en Ciudad de México en el 70 y así La Franja subió a primera división.
“No obtuvimos títulos hasta que ganamos la liga y el Puebla subió a primera división. Yo seguí jugando un año más, hasta principios del 71, y después contrataron jugadores más experimentados”, concluye.
EUFORIA EN LOS ESPECTÁCULOS
“Eran las 8:15 de la noche y las tenues luces del estadio Ignacio Zaragoza se apagaron. Todo quedó a oscuras. Solo se oían los latidos del corazón de más de 130 mil espectadores ávidos de escuchar al grupo pop (…) de pronto luces blancas que parecían rayos, empezaron a dispersarse por todos lados hasta llegar el momento esperado, ¡ahí está el grupo Queen! tocando para Puebla”, se lee en la crónica de este diario del lunes 19 de octubre de 1981, escrita por Gerardo Pérez García, quien fuera reportero de esta casa editorial.
Y es que cuando la banda británica se encontraba en la cumbre de su carrera musical visitó México y ofreció dos conciertos en Puebla que quedaron grabados en la mente de muchos mexicanos, y no solo por ser un espectáculo de talla mundial nunca antes visto en el país, también por el caos que se vivió.
“Yo vivía en Los Sapos y las calles del centro estaban llenas de rockeros que daban miedo. Para el segundo concierto ya no había boletos y la gente que vino empezó a empujar la barda del lado de Casa Puebla y la tiró, entonces se metieron muchos sin pagar boleto en pleno concierto ”, explica Adrián Huerta, quien recuerda también que en el 84 se presentó el grupo Menudo en el mismo escenario.
“Fue en la tarde y el estadio se llenó cañón, yo estaba en backstage. Los Menudo llegaron en una camioneta y salieron a cantar. Cuando el concierto acabó, al grupo lo sacaron en una ambulancia de la Cruz Roja y en Analco se les cambió de unidad. En el estadio las chavas querían verlos salir, no se dieron cuenta que ya se habían ido, entonces salieron todas al mismo tiempo y se aplastaron en la entrada principal, hubo dos muertas”, dice.
UN ESTADIO MULTIFUNCIONAL
El Barón Rojo comenta que el estadio también fue utilizado para espectáculos circenses y para festivales escolares e incluso, era lugar de ensayo para los famosos murales del Centro Escolar, diseñados bajo el mando de Raúl Velasco de Santiago.
Él recuerda con agrado un espectáculo llamado Hell Drivers, que era de mucha adrenalina por los automóviles grandes de la época que hacían suertes rodeados de fuego y él tuvo oportunidad de verlos en el 69 y 72. Se hacía cuando terminaba la temporada de béisbol porque los autos destrozaban totalmente el pasto que después se renovaba.
José Luis Oliva Villalobos dice que jugó futbol en la “Liga Estatal de Padres de Familia” cuando sus hijos estudiaban en el colegio Benavente. El Zaragoza era una de las sedes, cuando iniciaban los torneos se hacía una inauguración en la que los equipos desfilaban con sus uniformes. Los partidos eran los domingos y se formaba un ambiente sano y deportivo porque los jugadores iban con la familia.
Además de espectáculos, actividades y ligas escolares, cuando se construyeron los estadios Cuauhtémoc y Hermanos Serdán, el Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza, sirvió para entrenamiento de béisbol amateur hasta 1984.