/ sábado 21 de mayo de 2022

Historia sobre rieles: Antigua estación del Ferrocarril Mexicano | Los tiempos idos

Puebla era una ciudad colonial que transitó hacia la modernidad al establecerse la estación del Ferrocarril Mexicano, que después de 153 años sigue en pie

El 28 de mayo de 1908 se estableció la empresa Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) con el propósito de rescatar y consolidar las líneas férreas que estaban controladas en el país por capital extranjero.

El gobierno mexicano había otorgado cerca de 52 concesiones desde 1837 hasta 1869, y solo ocho de ellas fueron para el Ferrocarril Mexicano que construyó un camino de hierro del puerto de Veracruz a la ciudad de México, con un ramal de Apizaco a Puebla.


A mediados del siglo XIX, Puebla era una ciudad colonial que transitó hacia la modernidad al establecerse la estación del Ferrocarril Mexicano, que después de 153 años sigue en pie y este mes de mayo celebra 34 años de preservar el patrimonio ferroviario de todo el país como Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM).

Esta es la historia de la antigua estación del Ferrocarril Mexicano inaugurada en 1869 por el entonces presidente Benito Juárez.

Pasajeros en espera del ferrocarril, ca.1891 | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

UN RAMAL ESTRATÉGICO

Hacia 1867 el país estaba en condiciones catastróficas a causa de las guerras constantes del imperio de Maximiliano de Habsburgo. Tras su caída y puesta en marcha de la república juarista, se reactivaron proyectos que contribuyeron al desarrollo de México.

“Maximiliano fue traído por los conservadores pero tenía ideas muy liberales y entendía que los ferrocarriles eran un aspecto central para desarrollar regiones y conectar la economía. Por eso él impulsó la construcción de vías férreas en el país y entonces la concesión del nacional dio un salto y se le empezó a nombrar ´Ferrocarril Imperial Mexicano´”, expone Ramón Moreno Soto, coordinador del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF) del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, con sede en Puebla.

Cuando Juárez tomó la presidencia de la República le dio continuidad al proyecto de construcción de líneas férreas. Hizo énfasis en la ruta de Veracruz a México y puso especial atención en el ramal que uniría Apizaco con Puebla.

Carta del Ferrocarril Mexicano en la que se aprecia la línea Veracruz a México y el ramal Apizaco-Puebla | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

“En ese entonces Puebla era una ciudad pujante por el desarrollo fabril e industrial y en esa ruta histórica de Veracruz-México siempre jugó un papel protagónico. Había una disposición importante de los comerciantes y empresarios de la industria textil, para que se consolidara ese ramal. A Juárez le interesaba obtener el apoyo de una ciudad considerada como el bastión de los conservadores y por eso trajo a el ferrocarril que significaba la modernidad”, comenta.

Para consolidar la línea de Veracruz a México, Juárez le otorgó el perdón a Antonio Escandón porque era simpatizante del Imperio de Maximiliano pero era la única forma de continuar las obras del ramal, porque el empresario había obtenido la concesión de la línea en 1857.

Litografía de Casimiro Castro alusiva a la inauguración de la estación del Ferrocarril Mexicano en 1869 | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

INAUGURAN CON BOMBO Y PLATILLO

“En un acto de reivindicación de restauración de la República, Juárez junto con todo su gabinete vino exprofeso a inaugurar los 47 kilómetros del ramal Apizaco-Puebla el 16 de septiembre de 1869, que se realizó como parte de la conmemoración de la Independencia de México”, señala el coordinador del CEDIF.

Con este hecho inició una nueva etapa en el desarrollo del estado de Puebla y su capital, y el presidente Benito Juárez reactivó los proyectos de construcción de vías férreas en México para el sistema de transporte moderno que representaba el ferrocarril.

Según información obtenida de la revista Mirada Digital del CEDIF, escrita por la jefa de biblioteca, María Isabel Bonilla Galindo, esta estación ferroviaria fue la única que prestó servicio de pasajeros y de carga en Puebla los diez años siguientes.

Itinerario del Ferrocarril Mexicano en el que se detallan fechas, horarios y precios de boletos por clase | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

El edificio de estilo neoclásico contó con sala de espera en la que había una pizarra con los horarios, el reloj reglamentario y un comedor para atender a los usuarios. Sus patios tenían vías que daban servicio a los trenes que entraban y salían fácilmente; contaba con talleres para el mantenimiento de las máquinas y suficientes surtideros de agua para todos los usos.

Frente a la estación del Ferrocarril Mexicano se edificó el Hotel San Carlos, el segundo de la ciudad que se modernizaba, cuya ocupación dependía del movimiento de pasajeros.

La jefa de bibliotecas en su artículo relata que, con paliacate al cuello, los trabajadores de overol y chamarra azul, iniciaban sus labores muy temprano. Diariamente los vecinos de la zona se alegraban al escuchar el silbido de la locomotora que marcó su ritmo de vida. Alrededor de las estaciones proliferaron vecindades, fondas, restaurantes, cantinas, comercios y toda clase de servicios utilizados por turistas, trabajadores ferrocarrileros y sus familias.

EL NODO FERROVIARIO

De acuerdo con Bonilla Galindo, para edificar la estación y su complejo ferroviario, el entonces gobernador del estado, general Ignacio Romero Vargas, destinó unos terrenos fuera del centro de la ciudad ubicados al norponiente, cerca de los barrios indígenas de San Pedro de los Naturales, San Pablo, Santa Anita y San Miguel.

Estación del Ferrocarril Mexicano en la década de 1950, acceso al tren por el lado sur | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

Fue entonces que se establecieron las condiciones necesarias para soportar la actividad que se empezaría a desarrollar y también para albergar a los trabajadores del ferrocarril. Así esta zona se convirtió en un referente y un nodo ferroviario que se volvió el límite entre la ciudad colonial y la Puebla moderna.

El coordinador del CEDIF, Romero Soto, refiere que para finales del siglo XIX ya se habían establecido ahí tres estaciones grandes: La primera fue la del Ferrocarril Mexicano (11 Norte 1005). Diez años después se estableció el Ferrocarril Interocéanico, en la 4 poniente (hoy Mercado Venustiano Carranza). La última fue el Ferrocarril Mexicano del Sur (sobre la 13 norte, atrás de la primera).

También comenta que había otra estación más pequeña de uso local que fue el Ferrocarril Industrial, era un tranvía que te llevaba a la zona de fábricas (Cholula, Huejotzingo y Panzacola) y estaba en donde hoy es la CFE, 11 Norte y 10 Poniente.

Por otra parte, el investigador del grupo de Ferroaficionados de México, División Puebla, Emmanuel de la Vega González, asegura que además, existió otra línea pequeña que fue el Ferrocarril Carbonífero, que era exclusivo para carga y conectaba la ciudad de Puebla con la zona de San Bernardino Chalchihuapan, donde se explotaban los bosques. Se cree que estaba sobre la 11 sur, entre 11 y 13 poniente.

Tren del Ferrocarril Mexicano rumbo a Apizaco en la actual Héroes de Nacozari y Autopista México-Puebla, año 1962 | Foto: Víctor Hand

DE ESTACIÓN DE FERROCARRIL A MUSEO

Hacia 1920 las ciudades empezaron a crecer y paulatinamente, los ferrocarriles fueron víctimas de lo mismo que los impulsó: la modernidad. Lo que estaba fuera de la ciudad, ahora estaba dentro, y los trenes entorpecían la movilidad. La Estación del Ferrocarril Mexicano cerró sus puertas de manera definitiva, en 1974.

“Por su relevancia histórica y por ser una de las estaciones más antigua del país aun en pie, la Estación del Ferrocarril Mexicano fue elegida para conservar y preservar el patrimonio cultural ferrocarrilero de todo el país. El 5 de mayo de 1988 fue distinguida para ser el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM)”, detalla Romero Soto.

En su almacén alberga una colección con más de 2 mil objetos ferroviarios de todo el país y se seleccionaron cerca de 90 unidades de equipo rodante que se exhiben en sus jardines y cuentan la historia de la tecnología ferroviaria con máquinas de vapor, máquinas diesel, coches de pasajeros, carros de carga, locomotoras, grúas, armones y otros.

Algunos equipos rodantes exhibidos en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos | Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

La parte documental se encuentra resguardada en el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF) que está físicamente dentro de las instalaciones del museo y alberga material gráfico de la historia del ferrocarril de todo el país como planos, impresos, fotografías y expedientes.

“En 1995 inició el Programa Nacional de Rescate de Bienes Artísticos y Culturales de México en el que un grupo interdisciplinario de profesionales visitó los conjuntos ferroviarios de todo el sistema a nivel nacional para seleccionar vienes-muebles y documentos con algún valor artístico o histórico”, señala.

“Toda la información se empezó a concentrar en la estación del Ferrocarril Mexicano (Puebla) y como era una vastedad impresionante de información surge la idea de crear un edificio para resguardar toda la documentación que se encontró. Ese edificio es hoy el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF) del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, que fue inaugurado en 1997”, concluye el coordinador.

Por el valor histórico de estos materiales el CEDIF es Memoria del Mundo por la UNESCO desde 2016.

Aspecto actual de la estación del Ferrocarril Mexicano | Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla



El 28 de mayo de 1908 se estableció la empresa Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) con el propósito de rescatar y consolidar las líneas férreas que estaban controladas en el país por capital extranjero.

El gobierno mexicano había otorgado cerca de 52 concesiones desde 1837 hasta 1869, y solo ocho de ellas fueron para el Ferrocarril Mexicano que construyó un camino de hierro del puerto de Veracruz a la ciudad de México, con un ramal de Apizaco a Puebla.


A mediados del siglo XIX, Puebla era una ciudad colonial que transitó hacia la modernidad al establecerse la estación del Ferrocarril Mexicano, que después de 153 años sigue en pie y este mes de mayo celebra 34 años de preservar el patrimonio ferroviario de todo el país como Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM).

Esta es la historia de la antigua estación del Ferrocarril Mexicano inaugurada en 1869 por el entonces presidente Benito Juárez.

Pasajeros en espera del ferrocarril, ca.1891 | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

UN RAMAL ESTRATÉGICO

Hacia 1867 el país estaba en condiciones catastróficas a causa de las guerras constantes del imperio de Maximiliano de Habsburgo. Tras su caída y puesta en marcha de la república juarista, se reactivaron proyectos que contribuyeron al desarrollo de México.

“Maximiliano fue traído por los conservadores pero tenía ideas muy liberales y entendía que los ferrocarriles eran un aspecto central para desarrollar regiones y conectar la economía. Por eso él impulsó la construcción de vías férreas en el país y entonces la concesión del nacional dio un salto y se le empezó a nombrar ´Ferrocarril Imperial Mexicano´”, expone Ramón Moreno Soto, coordinador del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF) del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, con sede en Puebla.

Cuando Juárez tomó la presidencia de la República le dio continuidad al proyecto de construcción de líneas férreas. Hizo énfasis en la ruta de Veracruz a México y puso especial atención en el ramal que uniría Apizaco con Puebla.

Carta del Ferrocarril Mexicano en la que se aprecia la línea Veracruz a México y el ramal Apizaco-Puebla | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

“En ese entonces Puebla era una ciudad pujante por el desarrollo fabril e industrial y en esa ruta histórica de Veracruz-México siempre jugó un papel protagónico. Había una disposición importante de los comerciantes y empresarios de la industria textil, para que se consolidara ese ramal. A Juárez le interesaba obtener el apoyo de una ciudad considerada como el bastión de los conservadores y por eso trajo a el ferrocarril que significaba la modernidad”, comenta.

Para consolidar la línea de Veracruz a México, Juárez le otorgó el perdón a Antonio Escandón porque era simpatizante del Imperio de Maximiliano pero era la única forma de continuar las obras del ramal, porque el empresario había obtenido la concesión de la línea en 1857.

Litografía de Casimiro Castro alusiva a la inauguración de la estación del Ferrocarril Mexicano en 1869 | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

INAUGURAN CON BOMBO Y PLATILLO

“En un acto de reivindicación de restauración de la República, Juárez junto con todo su gabinete vino exprofeso a inaugurar los 47 kilómetros del ramal Apizaco-Puebla el 16 de septiembre de 1869, que se realizó como parte de la conmemoración de la Independencia de México”, señala el coordinador del CEDIF.

Con este hecho inició una nueva etapa en el desarrollo del estado de Puebla y su capital, y el presidente Benito Juárez reactivó los proyectos de construcción de vías férreas en México para el sistema de transporte moderno que representaba el ferrocarril.

Según información obtenida de la revista Mirada Digital del CEDIF, escrita por la jefa de biblioteca, María Isabel Bonilla Galindo, esta estación ferroviaria fue la única que prestó servicio de pasajeros y de carga en Puebla los diez años siguientes.

Itinerario del Ferrocarril Mexicano en el que se detallan fechas, horarios y precios de boletos por clase | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

El edificio de estilo neoclásico contó con sala de espera en la que había una pizarra con los horarios, el reloj reglamentario y un comedor para atender a los usuarios. Sus patios tenían vías que daban servicio a los trenes que entraban y salían fácilmente; contaba con talleres para el mantenimiento de las máquinas y suficientes surtideros de agua para todos los usos.

Frente a la estación del Ferrocarril Mexicano se edificó el Hotel San Carlos, el segundo de la ciudad que se modernizaba, cuya ocupación dependía del movimiento de pasajeros.

La jefa de bibliotecas en su artículo relata que, con paliacate al cuello, los trabajadores de overol y chamarra azul, iniciaban sus labores muy temprano. Diariamente los vecinos de la zona se alegraban al escuchar el silbido de la locomotora que marcó su ritmo de vida. Alrededor de las estaciones proliferaron vecindades, fondas, restaurantes, cantinas, comercios y toda clase de servicios utilizados por turistas, trabajadores ferrocarrileros y sus familias.

EL NODO FERROVIARIO

De acuerdo con Bonilla Galindo, para edificar la estación y su complejo ferroviario, el entonces gobernador del estado, general Ignacio Romero Vargas, destinó unos terrenos fuera del centro de la ciudad ubicados al norponiente, cerca de los barrios indígenas de San Pedro de los Naturales, San Pablo, Santa Anita y San Miguel.

Estación del Ferrocarril Mexicano en la década de 1950, acceso al tren por el lado sur | Foto: Cortesía del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del MNFM

Fue entonces que se establecieron las condiciones necesarias para soportar la actividad que se empezaría a desarrollar y también para albergar a los trabajadores del ferrocarril. Así esta zona se convirtió en un referente y un nodo ferroviario que se volvió el límite entre la ciudad colonial y la Puebla moderna.

El coordinador del CEDIF, Romero Soto, refiere que para finales del siglo XIX ya se habían establecido ahí tres estaciones grandes: La primera fue la del Ferrocarril Mexicano (11 Norte 1005). Diez años después se estableció el Ferrocarril Interocéanico, en la 4 poniente (hoy Mercado Venustiano Carranza). La última fue el Ferrocarril Mexicano del Sur (sobre la 13 norte, atrás de la primera).

También comenta que había otra estación más pequeña de uso local que fue el Ferrocarril Industrial, era un tranvía que te llevaba a la zona de fábricas (Cholula, Huejotzingo y Panzacola) y estaba en donde hoy es la CFE, 11 Norte y 10 Poniente.

Por otra parte, el investigador del grupo de Ferroaficionados de México, División Puebla, Emmanuel de la Vega González, asegura que además, existió otra línea pequeña que fue el Ferrocarril Carbonífero, que era exclusivo para carga y conectaba la ciudad de Puebla con la zona de San Bernardino Chalchihuapan, donde se explotaban los bosques. Se cree que estaba sobre la 11 sur, entre 11 y 13 poniente.

Tren del Ferrocarril Mexicano rumbo a Apizaco en la actual Héroes de Nacozari y Autopista México-Puebla, año 1962 | Foto: Víctor Hand

DE ESTACIÓN DE FERROCARRIL A MUSEO

Hacia 1920 las ciudades empezaron a crecer y paulatinamente, los ferrocarriles fueron víctimas de lo mismo que los impulsó: la modernidad. Lo que estaba fuera de la ciudad, ahora estaba dentro, y los trenes entorpecían la movilidad. La Estación del Ferrocarril Mexicano cerró sus puertas de manera definitiva, en 1974.

“Por su relevancia histórica y por ser una de las estaciones más antigua del país aun en pie, la Estación del Ferrocarril Mexicano fue elegida para conservar y preservar el patrimonio cultural ferrocarrilero de todo el país. El 5 de mayo de 1988 fue distinguida para ser el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM)”, detalla Romero Soto.

En su almacén alberga una colección con más de 2 mil objetos ferroviarios de todo el país y se seleccionaron cerca de 90 unidades de equipo rodante que se exhiben en sus jardines y cuentan la historia de la tecnología ferroviaria con máquinas de vapor, máquinas diesel, coches de pasajeros, carros de carga, locomotoras, grúas, armones y otros.

Algunos equipos rodantes exhibidos en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos | Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

La parte documental se encuentra resguardada en el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF) que está físicamente dentro de las instalaciones del museo y alberga material gráfico de la historia del ferrocarril de todo el país como planos, impresos, fotografías y expedientes.

“En 1995 inició el Programa Nacional de Rescate de Bienes Artísticos y Culturales de México en el que un grupo interdisciplinario de profesionales visitó los conjuntos ferroviarios de todo el sistema a nivel nacional para seleccionar vienes-muebles y documentos con algún valor artístico o histórico”, señala.

“Toda la información se empezó a concentrar en la estación del Ferrocarril Mexicano (Puebla) y como era una vastedad impresionante de información surge la idea de crear un edificio para resguardar toda la documentación que se encontró. Ese edificio es hoy el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF) del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, que fue inaugurado en 1997”, concluye el coordinador.

Por el valor histórico de estos materiales el CEDIF es Memoria del Mundo por la UNESCO desde 2016.

Aspecto actual de la estación del Ferrocarril Mexicano | Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla



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