Enclavado en el centro histórico de la ciudad de Puebla, en la 14 Oriente número 1011, a escasos metros de Casa Aguayo y a la sombra del mercado del Alto, se encuentra El Hornito de San Francisco, un negocio que atesora más de un siglo de historia y que se ha convertido en un símbolo de la rica tradición panadera: un clásico poblano.
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Los orígenes de este horno de piedra se remontan a la época en que los frailes franciscanos habitaban la zona. Ellos utilizaban este horno para hornear pan y regalarlo a las personas de escasos recursos que vivían en los alrededores de la iglesia y la capilla de San Francisco. Sin embargo, por razones desconocidas, los franciscanos dejaron de usar este horno, el cual quedó en manos del señor Ignacio Huerta. El horno justo quedaba entre la iglesia y la capilla.
“Este hornito tiene mucha tradición de muchos años, los franciscanos tenían la tradición de hacer pan para los pobres ellos les regalaban el pan, entonces este hornito tiene más de 100 años de historia, pero nosotros comenzamos después”, comenta Ángel Vélez, uno de los cuatro hermanos que están a cargo del negocio actualmente.
Mayolo Vélez se hace cargo del horno
Fue en 1965 cuando un hombre llamado Mayolo Vélez, quien ya contaba con una amplia trayectoria trabajando en diversas panaderías locales como La Moderna y La Flor de Puebla, le ofrecieron hacerse cargo de este histórico horno. Mayolo y Huerta llegaron a un arreglo mediante el cual Vélez le pagaría el horno en especie, es decir, regalándole pan ya que él se los donaba a los huérfanos de la zona.
Mi papá aprendió mucho de pan aquí en Puebla, después se fue a México a más panaderías de allá, el señor Ignacio lo mandó a llamar para ofrecerle que se quedara el hornito, y fue que mi papá aceptó afirma Ángel.
Así, la familia Vélez se hizo cargo del Hornito de San Francisco y comenzó a darle vida a esta emblemática panadería. Desde las cuatro de la mañana, los integrantes de esta familia se levantaban para preparar el pan, el cual incluía no sólo piezas sencillas, sino también los que se han convertido en los productos insignia del Hornito: las auténtica tortas de agua y el cocol de anís.
Nos costó mucho trabajo levantar el negocio, porque mucha gente no sabía que vendíamos pan, no nos dábamos a conocer mucho vaya, ya que estaba un poco escondido el horno, pero poco a poco las personas nos empezaron a buscar y vender señala el hijo de Mayolo.
Un entorno de mucha competencia
En sus inicios, el pan se vendía tres piezas a 25 centavos, y debían hacer frente a una fuerte competencia, pues la venta de pan era una actividad muy tradicional en la zona, dada la cercanía del mercado del Alto.
“Había bastantes personas, en lo que hoy es Casa Aguayo había una vecindad enorme donde salían muchas personas, a un lado de lo que hoy es Garibaldi también había cuatro vecindades monumentales, existía bastante fluidez. El pan se vendía en la mañana, tarde y noche, por eso era muy barato”, recuerda Ángel.
Con el paso de los años, el Hornito de San Francisco fue ganando popularidad entre los habitantes de Puebla, entre estudiantes, trabajadores de las fábricas textiles cercanas y clientes de las pequeñas tiendas y comercios de la zona, quienes acudían a diario a surtirse del pan recién horneado.
Cambio en su ubicación
No obstante, a pesar de este crecimiento paulatino, el Hornito estuvo a punto de cerrar al lado de la iglesia de San Francisco, pero fue gracias a la intervención del entonces gobernador Manuel Bartlett, en la década de los 90, que se logró salvar este icónico negocio.
Bartlett les proporcionó el espacio que ocupan actualmente en la 14 Oriente, lo cual resultó beneficioso para el Hornito. En ese espacio anteriormente fue ocupado como la sacristía de la capilla de San Francisco.
Nos movió a este lugar porque dijo que le gustaba mucho este pan, que no quería que se perdiera esta tradición y que se mantuviera en el barrio, todo esto fue en 1999 (…) mi mamá no quería, fueron muchas situaciones, pero al final fue algo que nos benefició, ha sido la mejor decisión y estamos agradecidos con Bartlett indica Ángel.
Al estar en una ubicación más visible y accesible, las ventas comenzaron a incrementar de manera notable. Incluso, personalidades como los gobernadores Melquiades Morales y Mario Marín, así como visitantes extranjeros, se convirtieron en clientes del Hornito, buscando en especial las tradicionales tortas de agua.
Lo anterior sumado a que le vendían y aún venden pan a algunas tiendas, así como a algunos restaurantes de la ciudad de Puebla.
Fallecimiento de Mayolo Vélez
Hace 17 años, la noticia del fallecimiento de Mayolo Vélez, el fundador del Hornito, tomó por sorpresa a muchos de sus fieles clientes, quienes estaban acostumbrados a verlo atender personalmente el negocio o al menos en la entrada.
“Él siempre estaba donde se hace el pan, se sentaba en una silla cerca de la puerta, las personas lo saludaban mucho, era una persona era muy conocida, no solo por el pan, sino también jugaba béisbol”, destaca Ángel.
Sin embargo, la tradición no se ha interrumpido, pues sus hijos y nietos han tomado las riendas de este emblemático establecimiento, manteniendo viva la esencia de esta centenaria panadería poblana.
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Sentimos satisfacción que a las personas le guste mucho nuestros productos, a mí me gusta mucho este trabajo, porque la gente te lo reconoce (…) mi papá nos dio el oficio para que esto lo tuviéramos y esperamos dure mucho tiempo más finaliza Vélez.