Hugo Leicht consagró sus estudios a la historia de la ciudad que era su residencia y por la que sentía gran cariño. Esta labor lo llevó a publicar un extenso y documentado estudio de las calles y los personajes que habitaron la Angelópolis desde su fundación hasta 1930.
Su libro “Las calles de Puebla” es un compendio de los primeros 400 años de la historia de la ciudad, una obra inédita promovida y patrocinada por los intelectuales de la época que tiene como base 10 años de investigación minuciosamente documentada que la hace única.
Se estableció en Puebla en 1918 para integrarse al Colegio Alemán como profesor de idiomas y otras asignaturas. Años después, el destino le jugó una mala pasada y tuvo que renunciar.
LAS CALLES DE PUEBLA
“El libro de Hugo Leicht es una crónica muy detalla y muy bien hecha sobre la historia de Puebla y sus fundamentos, no solamente te dice cuando se fundó la ciudad investiga todo el contexto, el origen, la construcción de edificios, quienes fueron las primeras autoridades, calle por calle de toda la ciudad; da a conocer información muy específica de forma muy sencilla”, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.
“Son 400 años de historia en un libro y la encuentras de forma ordenada, cronológica, incluso hay información inédita y única que aparece en ´Las calles de Puebla´. Ha servido de base para otras investigaciones porque gracias a que Leicht pone las referencias puedes ampliar la información en esa otra fuente”, advierte.
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Refiere que su investigación está ampliamente fundamentada en los documentos que hoy resguarda el Archivo Histórico Municipal de Puebla, y como Leicht tuvo el mérito de dar los créditos de la fuente se pueden consultar de acuerdo al número de foja, folio, volumen, etcétera, que el indicó.
Todas las calles que tenían nombre antes de la nomenclatura cardinal aparecen en este libro. La distribución es hasta donde llegaba la traza de la ciudad, dice el investigador: al norte el rio San Francisco y el barrio de Xanenetla; al sur hasta la 19 oriente-poniente (El Carmen); al oriente hasta la 18 norte; y de lado poniente llega hasta la 19 norte sur, donde está el monumento a la Libertad en la Avenida Juárez.
¿QUIÉN ERA HUGO LEICHT?
Hugo Leicht Meyer obtuvo el grado de doctor en letras antiguas y modernas en Hamburgo, Alemania, donde nació el 27 de agosto de 1881.
“Enseñaba lenguas en la Universidad de Hamburgo porque era políglota, hablaba francés, español, italiano, inglés, rumano y dominaba el latín y el griego. También se interesó por la historia y la botánica, pero en sus ratos libres le gustaba salir de viaje, conocer otros lugares”, comenta.
“Cuando estalló la Primera Guerra Mundial él estaba en las Islas Canarias y no tenía forma de regresar a Europa. Con la ayuda de la embajada de España, salió de Canarias y se trasladó a Guatemala donde daría clases en la universidad, pero la ciudad no llenaba sus expectativas y se quedó mientras encontraba otro trabajo o regresaba a Alemania”, asegura.
¿CÓMO LLEGA A PUEBLA?
Tuvo suerte y lo contactaron del Colegio Alemán de Puebla para impartir clases de idiomas y geografía, entre otras. Llegó a la ciudad en 1918 y junto con su madre, Adelheid Emma Leicht, se estableció en la 11 poniente, colonia Santiago.
“Por sus conocimientos y desempeño, fue nombrado director de la institución en 1920, pero tuvo que renunciar a su cargo en 1922, cuando el tesorero de la institución realizó un desfalco a través de una caja de ahorro en la que habían invertido los padres de familia e incluso, el propio Leicht y su madre”, señala.
Sin dinero, pero con el apoyo moral y financiero de su amigo, Miguel Marín Hirschmann, quien llevaría su caso antes los tribunales y los recibió en su casa (a él y a su mamá) en la 4 sur y 11 oriente, Leicht consagró sus estudios a la historia de la ciudad por la que sentía gran cariño y que fue su residencia casi dos décadas.
UNA VALIOSA INVESTIGACIÓN
“Hasta el momento en que Leicht empieza a hacer sus trabajos, alrededor de 1928-1930, solamente existía un libro que hablaba de la historia de Puebla y lo había escrito el coronel Antonio Carrión por encargo de Porfirio Díaz, pero él no era de Puebla y la información que recabó fue de forma oral, es decir, lo que la gente le platicaba”, expone.
En el libro de Carrión había inconsistencias sobre la fundación de Puebla, que no se sabía si había sido el 29 de septiembre o el 16 de abril.
“Carrión decía que el 29 de septiembre, López de Villaseñor también, pero Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, decía que había sido en la Pascua de Resurrección de 1531. También existían cartas de Juan de Zumárraga y Motolina, pero toda la información estaba revuelta”, asegura.
Hugo Leicht se interesó en la historia de Puebla porque además de ser estudioso se dio cuenta que no existía un consenso sobre la historia de la ciudad, no había organización en cuanto a los autores.
Refiere que para comenzar su investigación Leicht empezó a ir a la biblioteca Palafoxiana donde se encontró con un manuscrito de Mariano Fernández de Echeverría y Veitya, quien fue el primer historiador de México y era poblano. El manuscrito que encontró quedó sin publicar y se refería a la fundación de la ciudad.
“Él encontró ese manuscrito que despertó más su interés y entonces empezó a ir también al archivo histórico de la ciudad que estaba en el pasaje. Hasta ese momento había poca gente que leyera la famosa escritura procesal encadenada, que era muy antigua y Leicht la dominaba”, advierte.
“En su ir y venir se dio cuenta que faltaba los primeros dos tomos del archivo de la ciudad y de acuerdo con la biografía que escribió Hirschmann de Hugo Leicht, la información que obtenía eran fojas (documento oficial) y folders revueltos, que empezó a ordenar. Así le fue dando forma al archivo y empezó a escribir”, detalla.
LOS MECENAS DE LEICHT
Cuando Leicht llegó a Puebla apenas se estaba implantando la nomenclatura actual de las calles que antiguamente recibían un nombre y eran por tramos.
Por las noches, los amigos se sentaba a platicar para comentaba los hallazgos del investigador, “un día Leicht le preguntó Hirschmann acerca de los nombres de la calles y para que éste le entendiera mejor, lo llevó a su biblioteca personal y le saco planos de la ciudad, y así conoció la nomenclatura antigua”, dice.
Marín Hirschmann pertenecía a un círculo de gente de élite y era amigo de Francisco Pérez de Salazar, el dueño de la Casa del Deán, y era coleccionista, tiene manuscritos, mapas, escudos nobiliarios y mucha información en su biblioteca.
“Pérez de Salazar y José Rivero Carballo le facilitaron el acceso a su archivo y entonces su investigación empezó a crecer. Así se volvió muy conocido entre los intelectuales de la ciudad y para 1929 lo invitan a formar parte del comité de organización para los preparativos del festejo por el cuarto centenario de la fundación de Puebla, patrocinado por el Ayuntamiento”, subraya.
Hirschmann les propone a los demás intelectuales imprimir el trabajo del investigador que era una obra inédita de la fundación de Puebla. Leicht ya se estaba encargando de transcribir la letra antigua a máquina para que se hiciera el libro, lo terminó en la Navidad de 1930.
Enfatiza que el hecho de haber sacado a la luz estos datos de la ciudad es por lo que lo invitan a formar parte del comité y Leonides Andreu Almazán, que era el gobernador le dio el puesto de bibliotecario de la Biblioteca Palafoxiana.
UN LIBRO QUE CAUSA SENSACIÓN
Como parte de la conmemoración de los festejos por el cuarto centenario de la fundación de la ciudad, Hugo Leicht edita e imprime La revista quincenal “Puebla” en la que va sacando extractos de su investigación con el propósito de conseguir financiamiento para imprimir su libro
“El recibió apoyo de los intelectuales para imprimir la mitad del libro. Fue hasta 1936 que por fin logra publicar completo el libro de ´Las calles de Puebla´. Sus patrocinadores fueron Enrique Gómez Haro, Tomas Furlong, Sergio Guzmán, Bernardino Tamariz Oropeza, Genaro Ponce y Miguel Marín Hirschmann”, detalla.
Refiere que el libro causó sensación porque a nivel nacional no existía un compendio de la historia de las calles de una ciudad tan bien documentado, aunque la Ciudad de México tenía un libro de José Marroquí publicado durante el porfiriato.
“Leicht tenía la gran virtud de ser muy metódico, su obra estaba perfectamente documentada y todas sus fuentes tenían sus créditos. Todo lo que él escribió en el libro va acompañado de la fuente: en qué foja, en qué libro, o en qué volumen, encontró ese dato. Si hay un cita de alguien en particular la hace de forma textual e incluso compara entre autores. Fueron 10 años de investigación minuciosa y esto iba más allá de Marroquí”, sentencia.
Con el libro publicado, Hugo Leicht empezó a ganar prestigio a nivel nacional. Fue admitido en la Academia de Ciencias Antonio Alzate de Ciudad de México y se empezó a volver una persona reconocida, tanto que las noticias llegaron a Alemania.
EL REGRESO A SU CIUDAD DE ORIGEN
“Le llegó una carta de la Universidad de Hamburgo con una propuesta del Tercer Reich, el gobierno de Hitler le propone presidir el Centro de Estudios Germano-Latinoamericanos en Alemania, que iba a crear y como él siempre tuvo la inquietud de tener una cátedra en la universidad, aceptó. Su madre ya había fallecido así que no tenía nada que lo detuviera”, comenta el investigador.
Se embarca a Europa en abril de 1939 y justo cuando llegó, Hitler invadió Polonia y estalla la Segunda Guerra Mundial. Así empezó un calvario para el Leicht quien tuvo que exiliarse en Noruega que era un país neutral.
Cuando termina la guerra lo deportan a Alemania, y a llegar a su país lo mandan a un campo de internamiento mientras lo investigan para saber si no tuvo lazos con el partido Nazi.
Al no comprobarle nada lo dejan en libertad y le dicen que volverá a ser director de la cátedra de lenguas en la universidad de Hamburgo, que estaba destruida. Le tocó participar enla reconstrucción de su ciudad y empezó a dar clases particulares de idiomas.
“Él nunca perdió contacto con Hirschmann y en sus cartas narra que la estaba pasando muy mal, que no tenía ropa ni calcetines y que les daba raciones de comida medidas. Hirschmann le mandaba chocolates, ropa, zapatos y algo de dinero. Estuvieron intercambiando cartas desde 1947 hasta 1951”, señala.
“Leicht quería regresar a Puebla y Hirschmann hizo todo lo posible por regresarlo pero por la situación política se complicó y cuando dieron la autorización era demasiado tarde. Hugo Leicht murió por una infección que le provocó una cirugía de vejiga, el 15 de agosto de 1952 en Hamburgo, Alemania”, detalla.
Comenta que la gestión para trasladar sus restos la realizaron Miguel Marín Hirschman, Luis Sánchez Pontón y Emilio Wird, que era el representante de la comisión de Promoción Cultural del Ayuntamiento que era presidido por Carlos Vergara Soto.
Los restos de Hugo Leicht, que fueron inhumados en diciembre de 1966, hoy descansan junto a los de su madre en el panteón Francés de Puebla.