La California, un lugar de postres que comenzó en la calle 4 Oriente número 3 en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla, ha deleitado a los habitantes locales y visitantes desde su apertura en 1935. Lo que alguna vez fue una modesta florería y frutería, fundada por las hermanas Esther, Teresita y Natalia Drusina, se ha convertido en un establecimiento reconocido por sus postres, en especial por sus famosas cremitas.
A lo largo de los años, La California ha evolucionado y ha dejado una huella en la comunidad, convirtiéndose en un negocio familiar que ha resistido el paso del tiempo y planea continuar su legado en las manos de la quinta generación.
El inicio de La California fue distinto a lo que actualmente es hoy, con las hermanas Drusina ofreciendo arcones de frutas y arreglos florales en su tienda de la 4 Oriente. Sin embargo, su amabilidad y disposición para complacer a sus clientes las llevaron a ofrecer flanes y cremitas como una cortesía mientras esperaban.
Esa pequeña adición se convirtió en un éxito instantáneo, atrayendo a más clientes que buscaban disfrutar de los deliciosos postres. A medida que la demanda creció, el negocio se adaptó y se transformó en un lugar especializado en postres y ya no en la idea original, esto cerca de 1937, es decir, solo dos años después de su apertura.
“Mis tías abuelas tenían un carácter muy bonito, los clientes pedían muchas modificaciones a sus arreglos, los complacían, entonces mientras los clientes esperaban, a una de ellas (Natalia) se le ocurrió darles flanes y cremitas. Un día un cliente fue a pedirles un paquete para una fiesta familiar y eso hizo que explotara todo, ya que empezaron a venir muchas personas buscando los postres en vez de los arreglos”, describe Gonzalo Ruiz, sobrino de las creadoras y cuarta generación del negocio familiar, mismo que está a cargo de una sucursal de la California (de las ocho que existen), ubicada en la 3 Norte del mismo centro de la ciudad.
Decoración y postres
La decoración del lugar también jugó un papel importante en la identidad distintiva de La California. Alrededor de la década de los 50 colocaron bancos altos, colores llamativos, una barra, caballitos mecánicos y otros elementos estéticos como una fuente de sodas, el ambiente se convirtió en un espacio acogedor y encantador para disfrutar de los alimentos.
“Era un lugar muy retro, tenía todos los elementos de los negocios de antes, se checaron todos los detalles para que se viera así, muy de la época, eso hacía sentir bien a los clientes. La esencia sigue hasta la actualidad”, explica Gonzalo Ruiz.
Además de los famosos flanes y cremitas, que desde el comienzo hasta la actualidad han sido los productos estandartes, La California amplió su menú para incluir gelatinas, tortas, jugos, cafés, aguas frescas, dulces típicos como muéganos y jamoncillos y otros productos que se adaptaban a las diferentes épocas del año, brindando así opciones para todos los gustos.
Sucursales
A medida que pasaron los años, La California se convirtió en un negocio de familia y citas de noviazgo. Otras dos sucursales se abrieron en el Centro Histórico de Puebla (calle 3 Sur, entre 3 y 5 Poniente, y 3 Norte, entre Reforma y 2 Poniente), y posteriormente, el éxito llevó a la apertura de ubicaciones en otros puntos de la ciudad, como Plaza Dorada, donde hay dos, Plaza San Diego, Vía San Ángel y en el fraccionamiento Villa Encantada. Las sucursales del centro están siendo dirigidas por los sobrinos de las creadoras, David, Servando y Gonzalo Ruiz.
“Me siento orgulloso de pertenecer a una tienda así. Cuando mis amigos me presentan ante los suyos piensan que esto es muy fácil, pero nada de eso, debemos seguir trabajando fuerte para conservar la originalidad de la empresa. Prácticamente con las sucursales hemos visto crecer a la ciudad de Puebla y a las familias poblanas”, menciona Gonzalo, quien tiene 78 años de edad.
Durante 88 años, La California ha resistido el paso del tiempo, deleitando a generaciones con sus productos y su ambiente vintage. Hay cientos de historias que se han vivido en las tiendas y que han marcado las vidas de algunas familias poblanas.
“Una vez vino un abuelito y nos dijo que no podía creer que siguiera el caballito de la tienda de la 4 Oriente, ya que a él lo subían, luego subió a su hijo y ahora iba a llevar al nieto, son de esas historias que dan risa pero que te dan alegría. Por supuesto, también vimos parejas en sus primeras citas y ya vienen grandes, etc.”, recuerda Gonzalo.
La apertura del primer establecimiento tiene 88 años.
¿Por qué no ha sido franquicia?
Nunca se convirtió en una franquicia, los dueños temían y temen que las recetas originales puedan ser modificadas, lo que afectaría la excelencia y la fidelidad de los clientes. Sin embargo, no descartan la posibilidad de que en el futuro puedan considerar expandirse en ese formato.
“No lo hemos hecho porque no usamos conservadores, es muy difícil que las personas acepten esto. Cuando abren una franquicia comúnmente los vendedores no piensan en la esencia de las tiendas, piensan en cuánto van a vender (y cuánto van a ganar). Si se venden productos diferentes se puede perder la tradición. Algún día quizás ocurra, pero por lo mientras no”, destaca el dueño de la sucursal de la 3 Norte.
Cuarta y quinta generación
Gonzalo Ruiz dice estar orgulloso de ser la tercera generación y menciona que al menos de su parte, sus hijas están interesadas en seguir con el negocio, incluso ya están dentro, pero además una de sus nietas también se está involucrando en el mismo.
Revela que su familia además no descarta abrir más tiendas, una en Estados Unidos y otra más en alguna parte de la república mexicana, anhelo que se irá confirmando con el tiempo, y sería la primera vez que ocurra esto en la historia de La California.
“Agradecemos a los poblanos por confiar en nosotros, les prometemos seguir con la receta original como lo hemos hecho hasta ahora, para que sigan probando los postres que les tenemos preparados día a día”, finaliza Ruiz.
El nombre de La California se debió a que en la decoración de los arcones a las hermanas Drusina les gustaba colocar las Manzanas California, ya que por su color rojo y brillo hacían lucir más su arreglo y como el negocio al principio se dedicaba a eso, se le puso dicho título.