/ sábado 31 de agosto de 2024

La Casa de Mangino, el inmueble que se convirtió en el primer hotel de Puebla | Los tiempos idos

Fue vivienda de personajes ilustres y perteneció a una de las familias más acaudaladas de la antigua Ciudad de los Ángeles

Se sabe que la antigua Casa de Mangino, ubicada en Juan de Palafox y Mendoza 219, fue construida en el siglo XVII por un ilustre regidor y después pasó a ser propiedad del convento de la Purísima Concepción.

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Las religiosas la mantuvieron hasta 1785 cuando se realizó un trueque con María Josefa de Mendívil González Maldonado, perteneciente a una de las familias más acaudaladas de la antigua Ciudad de los Ángeles, cuyo linaje siempre estuvo vinculado al poder.

A mediados del siglo XIX la casa se convirtió en el primer hotel de la ciudad, que para inicios del siglo XX, se había transformado en un hotel de lujo acondicionado con tres pisos y un elevador. El inmueble hoy pertenece a la BUAP y es conocido como edificio Arronte o Casa de los Cañones por las gárgolas en forma de cañón que la decoran.

Una de sus características decorativas más notables son las gárgolas en forma de cañón que en esa época se consideraban un emblema para personas de la más alta alcurnia o con poder. Fotos: Cortesía José Miramontes Vázquez y Libro El Paisaje del Barrio Histórico Universitario

El origen y los primeros dueños de la propiedad

Los solares de las primeras manzanas que se formaron cuando se trazó la antigua Ciudad de los Ángeles en el siglo XVI, y que desembocaban en la plaza principal, fueron entregados a personajes ilustres cuyas residencias hicieron de la Angelópolis una metrópoli de abolengo engalanada por su arquitectura colonial.

El registro más antiguo que se tiene acerca de la casa número 9 de la acera sur de la antigua calle de Jarcierías (Juan de Palafox y Mendoza 219), data de 1634, cuando el capitán Alonso López Berrueco, quien era regidor y dueño de la hacienda de Tepeaca, solicitó un préstamo de mil pesos para construirla.

Los documentos aluden a la propiedad como “una posesión de casa de altos y bajos” colindantes con las de Miguel Pérez de Biana y Gil Dorado. Una de sus características decorativas más notables son las gárgolas en forma de cañón que en esa época se consideraban un emblema para personas de la más alta alcurnia o con poder.

Se sabe que posteriormente la casa perteneció a Sebastián de Herrero e Isabel de la Cruz, su esposa. A su muerte, el inmueble pasó a ser propiedad de las religiosas del convento de la Purísima Concepción quienes pagaron por ella la cantidad de 12,000 pesos y la obtuvieron mediante un remate de acreedores celebrado en 1686, ante el alcalde Nicolás Martínez de Silva.

Sin embargo, el remate no fue aceptado por algunos acreedores interesados en la propiedad y apelaron ante la Real Audiencia de México, la que aprobó y confirmó el remate a favor del convento el 27 de septiembre de dicho año.

Las religiosas la mantuvieron en posesión hasta 1785, cuando la casa era habitada por Jerónimo Vallarta, a quien se la arrendaban por 474 pesos. Ese año el administrador de los bienes del convento, el presbítero Nicolás Delgado, realizó un trueque con María Josefa de Mendívil.

El convento recibió dos casas que María Josefa había comprado el 31 de enero de 1783, a Paulo José Velázquez, por un precio de trece mil pesos. Una estaba situada en la calle que iba de la plaza pública al río de San Francisco, y la otra, en la calle que iba del hospital de San Roque a la plaza del mismo nombre.

En 1915 se convirtió en Hotel Arronte, cuyo propietario lo transformó en un lujoso hotel que contaba con restaurante y fue acondiciono con el primer elevador de la ciudad. Foto: México en Fotos

Una familia de alcurnia

María Josefa de Mendívil González Maldonado perteneció a una de las familias más acaudaladas de la antigua Ciudad de los Ángeles, cuyo linaje siempre estuvo vinculado al poder.

Su padre fue el regidor Francisco Mendívil Palacio, alcalde mayor y capitán general de la provincia de Tlapa. A partir de 1760, fue regidor perpetuo en el Cabildo de la ciudad de Puebla, y después fue juez administrador de las Reales Alcabalas (impuesto que se cobraba por toda transacción mercantil). Se casó en 1758 con Francisca Xaviera González Maldonado, quien era poblana y era hija del capitán Eugenio González Maldonado.

Al quedar viudo, Mendívil Palacio se casó con María de la Luz de Ovando Núñez de Villavicencio, en 1770. María Josefa emparentó así con el regidor Agustín de Ovando y Villavicencio, poseedor de un poderoso mayorazgo familiar que incluía múltiples propiedades, como la Casa de los Muñecos.

Cuatro años antes de adquirir la casa número 9 de la calle de Jarcierías, el 26 de mayo de 1781, María Josefa se había casado con Rafael Mangino Fernández de Lima, quien en ese momento, era tesorero de las Reales Alcabalas. Al casarse, ella recibió una cuantiosa herencia que además de los bienes de su padre incluyó los de su madrastra.

Con los bienes que heredó compró las dos casas que intercambió con el convento, además de otras propiedades en el Alto de San Francisco, en la cuadra del Padre Ávila, en la calle de Plateros y en la de la Sacristía del Convento de Santa Mónica, en 1783.

Rafael Mangino Fernández de Lima era originario de Madrid y arribó a la Nueva España en 1779. Era hijo de Juana Fernández de Lima Freitas y Antonio María Mangino Orcese, quien fue tesorero de la Real Hacienda de la Santa Cruzada y un tiempo fue capitán de un Regimiento de Dragones de México.

En el siglo XVIII la casa perteneció a la familia Mangino Mendívil, una de las familias más acaudaladas de la antigua Ciudad de los Ángeles. Fotos: Libro La Casa de Mangino

La Casa de Mangino

Una vez realizado el trueque con el convento de la Purísima Concepción, María Josefa de Mendívil, reconstruyó por completo la casa que habitó en compañía de su esposo Rafael Mangino y sus seis hijos: José María, María de la Concepción, Mariana, María Guadalupe, Fernando José y Rafael Magino Mendívil, este último desempeño un papel importante en la historia de México.

La propiedad se comenzó a conocer como Casa de Mangino y a solicitud de María Teresa, el 7 de abril de 1788, la casa fue valuada por Antonio de Santa María Incháurregui, una eminencia en arquitectura, quien le dio un valor de 49,631 pesos.

A partir de 1792 y hasta 1799, como administrador de las Reales Alcabalas, Rafael Mangino, instaló en la casa las oficinas de la real Aduana que tenía a su cargo. En ese entonces, él y su esposa iniciaron algunos negocios que tuvieron poco éxito y para poder financiarse, solicitaron diversos préstamos al mayordomo del convento de Santa Clara que fueron garantizados con la casa.

Para ese entonces Mangino poseía una importante fortuna, se sabe que en 1796 era dueño de varias haciendas como la de Santo Domingo en Atlixco, la de San Sebastián en Teupango y el molino de Topoyango con sus ranchos en Tlaxcala.

Se desconoce la fecha de la muerte de María Josefa de Mendívil, pero su esposo Rafael Mangino, que habitó la casa hasta su muerte, falleció el 9 de marzo de 1806. Sus bienes fueran otorgados a sus herederos y acreedores. Al convento de Santa Clara se le adjudicó la casa para garantizar el pago de las hipotecas que aún se debían.

Su hijo Rafael Magino Mendívil, había nacido en 1788 y se casó con Ana María Bringas Sánchez, en 1830. Fue tesorero general del Ejército Trigarante y en su calidad de regidor y presidente del primer Congreso Constituyente coronó a Iturbide como emperador. Se desempeñó como contador mayor de Hacienda y después fue ministro. Durante su gestión aumentó los ingresos y reorganizó las oficinas recaudadoras, además cubrió todas las necesidades del erario, desde el presupuesto del ejército, hasta las pensiones de las viudas y jubilados sin recurrir a los empréstitos (préstamos del Estado).

En Puebla, Rafael Magino Mendívil, poseía propiedades como la Casa de las Diligencias y las fincas al oriente del Paseo Viejo (San Francisco). Murió en la ciudad de México el 14 de junio de 1837.

A mediados del siglo XIX, la Casa de Mangino se convirtió en el Hotel Universal, el primero de la ciudad. Foto: Cortesía Michael Ochs. Año 1952

El primer hotel de la ciudad

El convento de Santa Clara le arrendó la casa de forma temporal al obispo Joaquín Pérez Martínez, por la cantidad de 650 pesos. Después, en 1831, la ocupó Joaquín de Haro y Tamariz, quien fue Gobernador del Estado.

Hacia 1850, la Casa de Mangino fue arrendada por Ignacio Guerrero y Manzano, quien le ofreció comprarla por 28,539 pesos al mayordomo del convento de Santa Clara. La cantidad ofrecida incluía las hipotecas por 17,000 pesos que en vida había solicitado María Josefa y Rafael, además de 3,000 pesos que el convento gastó desde que la propiedad le fue adjudicada.

Después de arreglarse en el precio, la Casa de Mangino le fue cedida a Ignacio Guerrero al entregar una parte de contado, más los 17,000 pesos de las hipotecas, que pagaría al año.

Ignacio Guerrero y Manzano (1811) fue un acaudalado empresario poblano que inventó un ladrillo refractario para la elaboración de hierro colado. Innovó los sistemas de cañerías de la ciudad y fue miembro de la Junta de la Industria en 1852, que presidia el gobernador Juan Múgica y Osorio. Además, tuvo molinos de pan y fue dueño de la Plaza de Toros de San Jerónimo (Bulevar 5 de Mayo, entre 7 y 9 Oriente).

El 17 de febrero de 1853 se asoció con Miguel Joaquín O´Farrill con quien estableció el Hotel Universal, que fue el primero de la ciudad. Para ello, adaptó la Casa de Mangino y le agregó un tercer piso. Cubrió el patio con una estructura de metal y vidrio que fue una de las primeras que se realizaron en el país.

El empresario había arreglado las cañerías de la cárcel municipal y el edificio le pareció adecuado para construir un teatro, sobre todo por su ubicación. Entonces se presentó ante el alcalde Juan Tamborreal y le ofreció comprar la cárcel municipal, que en ese entonces se encontraba en el edificio del Ayuntamiento. El alcalde aceptó, pero además, como parte del pago, le pidió a Guerrero que acondicionara como cárcel el inmueble del ex convento de San Juan de Dios (Avenida 5 de Mayo, entre las calles 10 y 12 Poniente).

De acuerdo con información obtenida en el Archivo General Municipal de Puebla (AGMP), el Ayuntamiento le vendió el edificio de la cárcel municipal a Guerrero por la cantidad de quince mil trescientos noventa pesos. Para esta transacción comercial el empresario tuvo que dejar en hipoteca el Hotel Universal.

Cuando el teatro estaba en pleno éxito, el 30 de abril de 1889, falleció Ignacio Guerrero y Manzano a la edad de 78 años. La casa fue heredada por sus hijos de apellido Guerrero y Berriel.

La planta baja del edificio Arronte albergó el Cine Olimpia en 1920. Hacia 1945, se llamó Hotel Alos y Frida Kahlo se hospedó en él. Fotos: Libros La Casa de Mangino y El Paisaje del Barrio Histórico Universitario

El inmueble se transforma en hotel de lujo

En 1906, los herederos de la propiedad se la vendieron a Joaquín G. Pacheco y a su esposa Dolores F. del Busto, quienes habitaban la casa contigua. En 1908, el inmueble se convirtió en sede del Nuevo Hotel, propiedad de Blas Reguero y Caso.

En 1914, Reguero y Caso, incluyó en la sucesión testamentaria a su esposa Carmela Pérez de Reguero, a sus tres hijos Antonio, Blas y Amalia Reguero y Pérez; también a los tres hijos de esta, sus nietos Alfredo, Ramón y Amalia. Falleció en 1915, y su nieto Alfredo heredó la propiedad, pero al ser menor de edad, su papá Alfredo Miranda, quedó como usufructuario del bien.

Ese mismo año, en 1915, Miranda le rentó la propiedad al empresario Manuel Arronte Alos, quien le cambió el nombre a Hotel Arronte y lo transformó en un lujoso hotel que acondiciono con el primer elevador de la ciudad y aún se conserva. Fue considerado uno de los mejores hoteles de la época para hospedarse en Puebla.

En 1920, en la planta baja del edificio, Carlos V. Toussaint, fundó el Cine Olimpia.

La propiedad pasó a manos de José Arriba Palacio en 1928, quien conservó el contrato de arrendamiento que se tenía con Arronte.

Convivencia en el patio del edifcio Arronte en el siglo XX. Foto: Colección particular de SM

En 1945 el hotel cambió de nombre a Hotel Alos, en honor a su nuevo dueño, Arnaldo Alos. La pintora mexicana Frida Kahlo se alojó en el inmueble después de haberse sometido a seis operaciones de la columna vertebral, en 1953. La artista dispuso los objetos de la habitación de tal manera que la transformó en casi una réplica de su cuarto en Coyoacán.

La propiedad fue embargada en 1956 por la Oficina de Recaudación de Rentas del Estado, y al año siguiente la compró Rafael Solís González. Arrendó varias piezas como despachos para abogados e instaló una fábrica de zapatos, también rentó el segundo patio como bodega de alfombras y tapices.

El edificio Arronte pasó a manos de María Luisa Tinoco de Solís cuando este falleció. El 4 de agosto de 1980, le vendió el inmueble a la Universidad Autónoma de Puebla, representada por el ingeniero Luis Rivera Terraza, por la cantidad de 2.5 millones de pesos.

La compra del edificio Arronte la hizo Manuel Espinoza Yglesias a nombre de la Fundación Amparo Rugarcía de Espinoza, para cambiárselo a la universidad por el inmueble que actualmente ocupa la esquina sudoeste del Museo Amparo.

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De esta forma, el edificio Arronte pasó a formar parte del Patrimonio Universitario de la BUAP.

Aspecto actual del patio del edificio Arronte que forma parte del Patrimonio Universitario de la BUAP. Foto: Libro El Paisaje del Barrio Histórico Universitario


Referencias:

  1. “La Casa de Mangino” Edificio Arronte, serie Las Casas de Puebla, escrito por Victoria Oliva Castro Morales. editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

  2. “El Paisaje del Barrio Histórico Universitario. Puebla Siglos XVI-XXI”, escrito por Rosalva Loreto López, editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

  3. Diccionario histórico, biográfico y geográfico del estado de Puebla, segunda edición, Editorial “Pac”, 15 C Sur 7325, San José Mayorazgo, Puebla. Año 1979.

*Disponibles para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla (AGMP)

Se sabe que la antigua Casa de Mangino, ubicada en Juan de Palafox y Mendoza 219, fue construida en el siglo XVII por un ilustre regidor y después pasó a ser propiedad del convento de la Purísima Concepción.

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Las religiosas la mantuvieron hasta 1785 cuando se realizó un trueque con María Josefa de Mendívil González Maldonado, perteneciente a una de las familias más acaudaladas de la antigua Ciudad de los Ángeles, cuyo linaje siempre estuvo vinculado al poder.

A mediados del siglo XIX la casa se convirtió en el primer hotel de la ciudad, que para inicios del siglo XX, se había transformado en un hotel de lujo acondicionado con tres pisos y un elevador. El inmueble hoy pertenece a la BUAP y es conocido como edificio Arronte o Casa de los Cañones por las gárgolas en forma de cañón que la decoran.

Una de sus características decorativas más notables son las gárgolas en forma de cañón que en esa época se consideraban un emblema para personas de la más alta alcurnia o con poder. Fotos: Cortesía José Miramontes Vázquez y Libro El Paisaje del Barrio Histórico Universitario

El origen y los primeros dueños de la propiedad

Los solares de las primeras manzanas que se formaron cuando se trazó la antigua Ciudad de los Ángeles en el siglo XVI, y que desembocaban en la plaza principal, fueron entregados a personajes ilustres cuyas residencias hicieron de la Angelópolis una metrópoli de abolengo engalanada por su arquitectura colonial.

El registro más antiguo que se tiene acerca de la casa número 9 de la acera sur de la antigua calle de Jarcierías (Juan de Palafox y Mendoza 219), data de 1634, cuando el capitán Alonso López Berrueco, quien era regidor y dueño de la hacienda de Tepeaca, solicitó un préstamo de mil pesos para construirla.

Los documentos aluden a la propiedad como “una posesión de casa de altos y bajos” colindantes con las de Miguel Pérez de Biana y Gil Dorado. Una de sus características decorativas más notables son las gárgolas en forma de cañón que en esa época se consideraban un emblema para personas de la más alta alcurnia o con poder.

Se sabe que posteriormente la casa perteneció a Sebastián de Herrero e Isabel de la Cruz, su esposa. A su muerte, el inmueble pasó a ser propiedad de las religiosas del convento de la Purísima Concepción quienes pagaron por ella la cantidad de 12,000 pesos y la obtuvieron mediante un remate de acreedores celebrado en 1686, ante el alcalde Nicolás Martínez de Silva.

Sin embargo, el remate no fue aceptado por algunos acreedores interesados en la propiedad y apelaron ante la Real Audiencia de México, la que aprobó y confirmó el remate a favor del convento el 27 de septiembre de dicho año.

Las religiosas la mantuvieron en posesión hasta 1785, cuando la casa era habitada por Jerónimo Vallarta, a quien se la arrendaban por 474 pesos. Ese año el administrador de los bienes del convento, el presbítero Nicolás Delgado, realizó un trueque con María Josefa de Mendívil.

El convento recibió dos casas que María Josefa había comprado el 31 de enero de 1783, a Paulo José Velázquez, por un precio de trece mil pesos. Una estaba situada en la calle que iba de la plaza pública al río de San Francisco, y la otra, en la calle que iba del hospital de San Roque a la plaza del mismo nombre.

En 1915 se convirtió en Hotel Arronte, cuyo propietario lo transformó en un lujoso hotel que contaba con restaurante y fue acondiciono con el primer elevador de la ciudad. Foto: México en Fotos

Una familia de alcurnia

María Josefa de Mendívil González Maldonado perteneció a una de las familias más acaudaladas de la antigua Ciudad de los Ángeles, cuyo linaje siempre estuvo vinculado al poder.

Su padre fue el regidor Francisco Mendívil Palacio, alcalde mayor y capitán general de la provincia de Tlapa. A partir de 1760, fue regidor perpetuo en el Cabildo de la ciudad de Puebla, y después fue juez administrador de las Reales Alcabalas (impuesto que se cobraba por toda transacción mercantil). Se casó en 1758 con Francisca Xaviera González Maldonado, quien era poblana y era hija del capitán Eugenio González Maldonado.

Al quedar viudo, Mendívil Palacio se casó con María de la Luz de Ovando Núñez de Villavicencio, en 1770. María Josefa emparentó así con el regidor Agustín de Ovando y Villavicencio, poseedor de un poderoso mayorazgo familiar que incluía múltiples propiedades, como la Casa de los Muñecos.

Cuatro años antes de adquirir la casa número 9 de la calle de Jarcierías, el 26 de mayo de 1781, María Josefa se había casado con Rafael Mangino Fernández de Lima, quien en ese momento, era tesorero de las Reales Alcabalas. Al casarse, ella recibió una cuantiosa herencia que además de los bienes de su padre incluyó los de su madrastra.

Con los bienes que heredó compró las dos casas que intercambió con el convento, además de otras propiedades en el Alto de San Francisco, en la cuadra del Padre Ávila, en la calle de Plateros y en la de la Sacristía del Convento de Santa Mónica, en 1783.

Rafael Mangino Fernández de Lima era originario de Madrid y arribó a la Nueva España en 1779. Era hijo de Juana Fernández de Lima Freitas y Antonio María Mangino Orcese, quien fue tesorero de la Real Hacienda de la Santa Cruzada y un tiempo fue capitán de un Regimiento de Dragones de México.

En el siglo XVIII la casa perteneció a la familia Mangino Mendívil, una de las familias más acaudaladas de la antigua Ciudad de los Ángeles. Fotos: Libro La Casa de Mangino

La Casa de Mangino

Una vez realizado el trueque con el convento de la Purísima Concepción, María Josefa de Mendívil, reconstruyó por completo la casa que habitó en compañía de su esposo Rafael Mangino y sus seis hijos: José María, María de la Concepción, Mariana, María Guadalupe, Fernando José y Rafael Magino Mendívil, este último desempeño un papel importante en la historia de México.

La propiedad se comenzó a conocer como Casa de Mangino y a solicitud de María Teresa, el 7 de abril de 1788, la casa fue valuada por Antonio de Santa María Incháurregui, una eminencia en arquitectura, quien le dio un valor de 49,631 pesos.

A partir de 1792 y hasta 1799, como administrador de las Reales Alcabalas, Rafael Mangino, instaló en la casa las oficinas de la real Aduana que tenía a su cargo. En ese entonces, él y su esposa iniciaron algunos negocios que tuvieron poco éxito y para poder financiarse, solicitaron diversos préstamos al mayordomo del convento de Santa Clara que fueron garantizados con la casa.

Para ese entonces Mangino poseía una importante fortuna, se sabe que en 1796 era dueño de varias haciendas como la de Santo Domingo en Atlixco, la de San Sebastián en Teupango y el molino de Topoyango con sus ranchos en Tlaxcala.

Se desconoce la fecha de la muerte de María Josefa de Mendívil, pero su esposo Rafael Mangino, que habitó la casa hasta su muerte, falleció el 9 de marzo de 1806. Sus bienes fueran otorgados a sus herederos y acreedores. Al convento de Santa Clara se le adjudicó la casa para garantizar el pago de las hipotecas que aún se debían.

Su hijo Rafael Magino Mendívil, había nacido en 1788 y se casó con Ana María Bringas Sánchez, en 1830. Fue tesorero general del Ejército Trigarante y en su calidad de regidor y presidente del primer Congreso Constituyente coronó a Iturbide como emperador. Se desempeñó como contador mayor de Hacienda y después fue ministro. Durante su gestión aumentó los ingresos y reorganizó las oficinas recaudadoras, además cubrió todas las necesidades del erario, desde el presupuesto del ejército, hasta las pensiones de las viudas y jubilados sin recurrir a los empréstitos (préstamos del Estado).

En Puebla, Rafael Magino Mendívil, poseía propiedades como la Casa de las Diligencias y las fincas al oriente del Paseo Viejo (San Francisco). Murió en la ciudad de México el 14 de junio de 1837.

A mediados del siglo XIX, la Casa de Mangino se convirtió en el Hotel Universal, el primero de la ciudad. Foto: Cortesía Michael Ochs. Año 1952

El primer hotel de la ciudad

El convento de Santa Clara le arrendó la casa de forma temporal al obispo Joaquín Pérez Martínez, por la cantidad de 650 pesos. Después, en 1831, la ocupó Joaquín de Haro y Tamariz, quien fue Gobernador del Estado.

Hacia 1850, la Casa de Mangino fue arrendada por Ignacio Guerrero y Manzano, quien le ofreció comprarla por 28,539 pesos al mayordomo del convento de Santa Clara. La cantidad ofrecida incluía las hipotecas por 17,000 pesos que en vida había solicitado María Josefa y Rafael, además de 3,000 pesos que el convento gastó desde que la propiedad le fue adjudicada.

Después de arreglarse en el precio, la Casa de Mangino le fue cedida a Ignacio Guerrero al entregar una parte de contado, más los 17,000 pesos de las hipotecas, que pagaría al año.

Ignacio Guerrero y Manzano (1811) fue un acaudalado empresario poblano que inventó un ladrillo refractario para la elaboración de hierro colado. Innovó los sistemas de cañerías de la ciudad y fue miembro de la Junta de la Industria en 1852, que presidia el gobernador Juan Múgica y Osorio. Además, tuvo molinos de pan y fue dueño de la Plaza de Toros de San Jerónimo (Bulevar 5 de Mayo, entre 7 y 9 Oriente).

El 17 de febrero de 1853 se asoció con Miguel Joaquín O´Farrill con quien estableció el Hotel Universal, que fue el primero de la ciudad. Para ello, adaptó la Casa de Mangino y le agregó un tercer piso. Cubrió el patio con una estructura de metal y vidrio que fue una de las primeras que se realizaron en el país.

El empresario había arreglado las cañerías de la cárcel municipal y el edificio le pareció adecuado para construir un teatro, sobre todo por su ubicación. Entonces se presentó ante el alcalde Juan Tamborreal y le ofreció comprar la cárcel municipal, que en ese entonces se encontraba en el edificio del Ayuntamiento. El alcalde aceptó, pero además, como parte del pago, le pidió a Guerrero que acondicionara como cárcel el inmueble del ex convento de San Juan de Dios (Avenida 5 de Mayo, entre las calles 10 y 12 Poniente).

De acuerdo con información obtenida en el Archivo General Municipal de Puebla (AGMP), el Ayuntamiento le vendió el edificio de la cárcel municipal a Guerrero por la cantidad de quince mil trescientos noventa pesos. Para esta transacción comercial el empresario tuvo que dejar en hipoteca el Hotel Universal.

Cuando el teatro estaba en pleno éxito, el 30 de abril de 1889, falleció Ignacio Guerrero y Manzano a la edad de 78 años. La casa fue heredada por sus hijos de apellido Guerrero y Berriel.

La planta baja del edificio Arronte albergó el Cine Olimpia en 1920. Hacia 1945, se llamó Hotel Alos y Frida Kahlo se hospedó en él. Fotos: Libros La Casa de Mangino y El Paisaje del Barrio Histórico Universitario

El inmueble se transforma en hotel de lujo

En 1906, los herederos de la propiedad se la vendieron a Joaquín G. Pacheco y a su esposa Dolores F. del Busto, quienes habitaban la casa contigua. En 1908, el inmueble se convirtió en sede del Nuevo Hotel, propiedad de Blas Reguero y Caso.

En 1914, Reguero y Caso, incluyó en la sucesión testamentaria a su esposa Carmela Pérez de Reguero, a sus tres hijos Antonio, Blas y Amalia Reguero y Pérez; también a los tres hijos de esta, sus nietos Alfredo, Ramón y Amalia. Falleció en 1915, y su nieto Alfredo heredó la propiedad, pero al ser menor de edad, su papá Alfredo Miranda, quedó como usufructuario del bien.

Ese mismo año, en 1915, Miranda le rentó la propiedad al empresario Manuel Arronte Alos, quien le cambió el nombre a Hotel Arronte y lo transformó en un lujoso hotel que acondiciono con el primer elevador de la ciudad y aún se conserva. Fue considerado uno de los mejores hoteles de la época para hospedarse en Puebla.

En 1920, en la planta baja del edificio, Carlos V. Toussaint, fundó el Cine Olimpia.

La propiedad pasó a manos de José Arriba Palacio en 1928, quien conservó el contrato de arrendamiento que se tenía con Arronte.

Convivencia en el patio del edifcio Arronte en el siglo XX. Foto: Colección particular de SM

En 1945 el hotel cambió de nombre a Hotel Alos, en honor a su nuevo dueño, Arnaldo Alos. La pintora mexicana Frida Kahlo se alojó en el inmueble después de haberse sometido a seis operaciones de la columna vertebral, en 1953. La artista dispuso los objetos de la habitación de tal manera que la transformó en casi una réplica de su cuarto en Coyoacán.

La propiedad fue embargada en 1956 por la Oficina de Recaudación de Rentas del Estado, y al año siguiente la compró Rafael Solís González. Arrendó varias piezas como despachos para abogados e instaló una fábrica de zapatos, también rentó el segundo patio como bodega de alfombras y tapices.

El edificio Arronte pasó a manos de María Luisa Tinoco de Solís cuando este falleció. El 4 de agosto de 1980, le vendió el inmueble a la Universidad Autónoma de Puebla, representada por el ingeniero Luis Rivera Terraza, por la cantidad de 2.5 millones de pesos.

La compra del edificio Arronte la hizo Manuel Espinoza Yglesias a nombre de la Fundación Amparo Rugarcía de Espinoza, para cambiárselo a la universidad por el inmueble que actualmente ocupa la esquina sudoeste del Museo Amparo.

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De esta forma, el edificio Arronte pasó a formar parte del Patrimonio Universitario de la BUAP.

Aspecto actual del patio del edificio Arronte que forma parte del Patrimonio Universitario de la BUAP. Foto: Libro El Paisaje del Barrio Histórico Universitario


Referencias:

  1. “La Casa de Mangino” Edificio Arronte, serie Las Casas de Puebla, escrito por Victoria Oliva Castro Morales. editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

  2. “El Paisaje del Barrio Histórico Universitario. Puebla Siglos XVI-XXI”, escrito por Rosalva Loreto López, editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

  3. Diccionario histórico, biográfico y geográfico del estado de Puebla, segunda edición, Editorial “Pac”, 15 C Sur 7325, San José Mayorazgo, Puebla. Año 1979.

*Disponibles para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla (AGMP)

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