La Fonda de Santa Clara, fundada el 13 de septiembre de 1965 por Eva Alicia Torres Araujo, ha dejado huella en la escena gastronómica de Puebla. Lo que comenzó como un pequeño local en la 3 Poniente 307 del Centro Histórico, para atender a los extranjeros que visitaban el Museo Bello, se convirtió en un negocio próspero y querido tanto por los turistas como por habitantes locales.
Eva Alicia, directora del Museo Bello en ese entonces, se dio cuenta de que muchos extranjeros que visitaban el museo buscaban lugares para disfrutar de la auténtica comida poblana. En ese momento la oferta de lugares para consumir comida tradicional era limitada, con el Mercado de la Victoria como la principal opción. Sin embargo, muchos visitantes no querían ir allí y ella vio una oportunidad de negocio.
Por el amor que le tenía a Puebla y al museo, la fundadora del restaurante decidió abrir un pequeño negocio en un local ubicado en la 3 Poniente 307 para recibir a los extranjeros y ofrecerles los alimentos tradicionales de Puebla, a metros de donde se encontraba el recinto cultural.
A pesar de las dificultades iniciales y los consejos de quienes le decían que era un mal negocio por la poca afluencia de personas (ya que solo era para turistas), Eva Alicia perseveró y contó con el apoyo de cuatro de sus seis hijos: Ricardo, Mercedes, Angelita y Rubén Araujo Torres para fortalecer el restaurante.
“Mi mamá no era de Puebla, sino de Guanajuato, pero quería mucho esta ciudad porque llevaba años viviendo aquí, aprendió muchas cosas, además de que fue por cocineras del mercado La Victoria para que le ayudaran con la comida y todo fuera auténtico (…) tardó año y medio para levantar su fondita, yo vi cómo le costó trabajo para lo que hoy es el negocio, por eso después la apoyaron mis hermanos”, explica Rafael Araujo, hijo de Eva y actual presidente del consejo de administración de La Fonda de Santa Clara.
La adoptaron los poblanos
La Fonda de Santa Clara comenzó a ganar reconocimiento y popularidad, atrayendo tanto a los extranjeros como a los poblanos. Lo que comenzó como un espacio para atender a los turistas se convirtió en un lugar de referencia para disfrutar de la auténtica cocina poblana con platillos como el Mole Poblano, Pipián verde y rojo, Manchamanteles, Molotes, Chalupas y el Chile en Nogada, entre otros. La demanda creció tanto que en abril de 1987 se abrió una nueva sucursal en el Paseo Bravo.
“Se fue expandiendo esto, teníamos una alta demanda, el pequeño local de la 3 Poniente ya no era suficiente, si esto creció fue gracias a que los poblanos también consumían de nuestros platillos y ya no solo los extranjeros lo adoptaron”, afirma Rafael, quien desde hace 25 años está dentro del negocio, ya que antes ejercía su profesión como Piloto Aviador, pero se retiró.
Tuvo además la ventaja de ser uno de los primeros restaurantes formales que tenía la ciudad de Puebla. “Fuimos de los primeros en ofrecer un espacio diferente a lo que ya se tenía, entonces esto ayudó también”, indica.
Expansión por México
A lo largo de su historia, la Fonda de Santa Clara ha enfrentado desafíos y ha buscado expandirse a través de nuevas sucursales. Se han explorado oportunidades en diversas ubicaciones, como en las plazas comerciales Angelópolis, Sonata y Galerías Serdán, así como en otras partes de México, como Mexicali y Tampico, con inversionistas que pidieron la franquicia.
Además, hubo una etapa en la que se estableció una asociación con uno de los inversionistas de VIPS, quien adquirió franquicias para colocarlas en la Ciudad de México durante cerca de una década. Sin embargo, esta asociación llegó a su fin debido a diferencias en la visión y las recetas.
“Un día vino a comer el señor Vargas (de quien no recordó el nombre), quien era dueño de 49 tiendas de VIPS, y dijo que quería la franquicia, entonces abrió cuatro en la capital del país, una de ellas en Polanco fue una inversión bastante elevada con prestigio; íbamos bien, pero empezaron a modificar las recetas poblanas por diferentes circunstancias, le dijimos que mejor hasta ahí la dejábamos por respeto al cliente y terminamos relación en buenos términos”, confiesa el presidente del consejo.
Actualmente cuenta con tres sucursales vigentes: 3 Poniente, frente al Paseo Bravo y en la plaza Outlet, en el entronque de la autopista Puebla-México y el Periférico. Estos restaurantes continúan ofreciendo a los comensales la auténtica cocina poblana y son lugares de encuentro para disfrutar de platillos tradicionales.
“Ha venido gente a decirnos que nos ayudan a bajar precios, pero modificando ingredientes; preferimos subir el precio antes que modificar la receta original, porque perdería la razón de ser de la fonda y eso no queremos”, menciona el entrevistado.
El futuro de la fonda
Con más de 50 años de historia, el negocio ha sido cuidadosamente forjado y ha pasado de manos de Eva Alicia Torres Araujo a las nuevas generaciones. Los miembros de la familia que están a cargo del negocio están en búsqueda de la entrega de estafeta, preparándose para continuar con la tradición gastronómica y llevar la Fonda de Santa Clara hacia el futuro.
“Siento mucho orgullo por lo que hicieron mi mamá y mis hermanos (…) quiero mucho al negocio, queremos que esto trascienda, le pedimos mucho a Dios que esto no se quede hasta aquí, a mi mamá le costó mucho trabajo”, indica, ya que se han asesorado por profesionales y les dijeron que en la tercera generación de los negocios familiares es cuando se va para abajo el emprendimiento.
Es por eso que añade: “Los sobrinos siguen interesados, queremos hacer la entrega de estafeta de manera correcta y nos estamos asesorando, ya que se dice que la tercera generación de un negocio familiar es cuando truena, porque se involucra más gente que ya no es familia directa, la idea es conservar la tradición en el buen comer, mientras el cliente continúe pidiendo comida tradicional poblana seguiremos vivos”.
La Fonda de Santa Clara es un negocio que ha dejado huella en la escena gastronómica de Puebla. Su historia de perseverancia, adaptabilidad y amor por la tradición culinaria ha sido la clave de su éxito. A medida que el legado continúa en manos de las nuevas generaciones, se espera que la Fonda de Santa Clara siga siendo un lugar emblemático donde se pueda disfrutar de la auténtica comida poblana por muchos años más.