/ jueves 30 de noviembre de 2023

La Terminal, la cantina que ha sido testigo de seis décadas de historia | Clásicos poblanos

Aunque predominaban los adultos mayores como clientes habituales, personas de diversas clases sociales se congregaban en este icónico lugar

La Terminal, una cantina ubicada en la 4 Sur, entre 9 y 7 Oriente del Centro Histórico de Puebla, ha sido testigo de décadas de historia. Fundada en 1963 por el señor Agapito Cisneros, este sitio ha dejado una huella en la comunidad local. Desde sus inicios, este establecimiento ha sido un punto de encuentro para diversos grupos sociales y a lo largo de los años ha experimentado cambios.

La ubicación estratégica de La Terminal se debe a que al lado había una popular fonda llamada La Tía, de quien la dueña (Felipa) era la esposa del señor Cisneros, que atrajo a numerosos conductores de camiones que buscaban un lugar para relajarse y disfrutar de una bebida tras su jornada laboral.

Fue así que se creó la cantina, misma que recibió su nombre debido a su proximidad a un encierro de autobuses en la 11 Oriente, donde los conductores hacían su última parada antes de llegar a La Terminal.

A pesar de los estigmas sociales de la época, el señor Agapito Cisneros insistió en que su sobrina, Nicolasa Aurelia, quien trabajaba en la fonda, asumiera la responsabilidad de administrar el establecimiento, ya que el hijo a quien le apodaban El Chino tenía problemas y no podía hacerse cargo.

“Yo no quería estar aquí, porque para mí esto era mucho. Que una mujer estuviera en una cantina no se veía bien, pero mi tío dijo que no iban a faltarme al respeto, yo no quería. Para todo esto mi primo estaba ausente, entonces tenía que meterme para apoyar”, relata quien hoy día es conocida popularmente como doña Tina y/o La mera jefa, por su cargo.

‘La mera jefa’ asume el cargo

A pesar de que sólo tenía 19 años de edad, Nicolasa Aurelia se hizo responsable del sitio, su tío le enseñó a preparar bebidas y además ella atendía a los clientes, ganándose con el tiempo, ser la imagen del lugar.

Cuando su primo se ‘recuperó’ se hizo cargo de La Terminal, sin embargo, narra doña Tina que descuidó el sitio, y se empezó a ganar “una mala fama” el negocio. Hasta que El Chino decidió vender la cantina.

“Mi primo la andaba rematando y ya estaba a punto de entregarla, pero le dije que no, le di dinero y me quedé con ella, si no la hubiéramos perdido, entonces desde ese entonces estoy a cargo de este lugar que significa todo para mí”, destaca doña Tina.

A lo largo de casi 40 años, entre su separación y regreso, la señora Tina, quien hoy día tiene 70 años de edad, se convirtió en el corazón y alma de La Terminal, describen los clientes que aún llegan a ir.

A pesar de que sólo tenía 19 años de edad, Nicolasa Aurelia se hizo responsable del sitio. Foto: Eduardo Romero | El Sol de Puebla

Clientes y bebidas populares

Aunque predominaban los adultos mayores como clientes habituales, entre estos jubilados, personas de diversas clases sociales se congregaban en este icónico lugar. Actualmente como homenaje a aquellos clientes que ya no están presentes, Aurelia ha colocado cuadros conmemorativos con fotografías de algunos en una de las paredes de La Terminal.

Durante su gestión, las botellas más populares eran el Viejo Vergel, Bacardí Oro, así como las añadidas con el paso del tiempo, como la sangría y una bebida conocida como La Piedra, estas dos últimas las favoritas de la gente por el sabor.

“Es bonito estar aquí siempre y cuando te des a respetar. Mi tío me dijo que jamás aceptara una copa de un cliente que porque si no iban a catalogarme como otra persona. Es la fecha que nunca he tomado una copa, es bonito porque te respetan”, expresa ‘La mera jefa’.

La anécdota

A pesar de los momentos de tranquilidad que se vivían en La Terminal, también hubo algunos momentos difíciles. Uno de ellos ocurrió cuando un cliente disparó accidentalmente una pistola dentro del establecimiento, poniendo en peligro la vida de la propia Nicolasa Aurelia.

“Tenía un cliente que venía de San Martín, ya estaba por cerrar, pero me dijo que si se podía ‘echar las tres de regla’, le dije que sí. Todavía no le servía ni la primera cuando sacó de su morral una pistola y me dijo que estaba vendiéndola”, recuerda la propietaria.

“Le dije que la guardara eso porque me daba mucho miedo, me contestó que me tranquilizara porque no tenía balas; justo en ese momento iba pasando uno de sus amigos y le preguntó que si no tenía una bala de casualidad, le respondió que no pero luego le dijo ‘a ver, espera’ y sí tenía una no sé cómo. Se la pone, no sabía usar el arma y que la dispara sin querer, me pasó rozando, fue la única vez que tuvimos un problema”, agrega.

Desde aquella ocasión ella dejó de atender a ese cliente.

La actual Terminal

En los recientes años, La Terminal ha experimentado una transformación en su clientela. Ahora muchos jóvenes ingresan al lugar en busca de un ambiente auténtico y único. El hijo de Nicolás, Fernando Grajales, ha asumido la responsabilidad de atender a esta nueva generación de clientes, manteniendo la tradición familiar y adaptándose a los tiempos cambiantes.

“Los muchachos se portan bien, viene gente de todo tipo, saben que es una cantina y la disfrutan mucho, nos tratan con mucho respeto porque saben la historia de este lugar, que repito: significa todo y nos ha costado mantenerla”, añade doña Tina, quien también presume tener una de las cuatro cantinas más antiguas de la ciudad de Puebla, junto a La Ópera y La Pasita.

La Terminal, fundada en 1963 por el señor Agapito Cisneros y llevada adelante por su sobrina, ha sido un punto de referencia en el Centro Histórico de Puebla. A través de las décadas esta cantina ha sido testigo de transformaciones, pero ha mantenido su esencia como un lugar de encuentro para quienes gustan de tomar bebidas con alcohol.

La Terminal, una cantina ubicada en la 4 Sur, entre 9 y 7 Oriente del Centro Histórico de Puebla, ha sido testigo de décadas de historia. Fundada en 1963 por el señor Agapito Cisneros, este sitio ha dejado una huella en la comunidad local. Desde sus inicios, este establecimiento ha sido un punto de encuentro para diversos grupos sociales y a lo largo de los años ha experimentado cambios.

La ubicación estratégica de La Terminal se debe a que al lado había una popular fonda llamada La Tía, de quien la dueña (Felipa) era la esposa del señor Cisneros, que atrajo a numerosos conductores de camiones que buscaban un lugar para relajarse y disfrutar de una bebida tras su jornada laboral.

Fue así que se creó la cantina, misma que recibió su nombre debido a su proximidad a un encierro de autobuses en la 11 Oriente, donde los conductores hacían su última parada antes de llegar a La Terminal.

A pesar de los estigmas sociales de la época, el señor Agapito Cisneros insistió en que su sobrina, Nicolasa Aurelia, quien trabajaba en la fonda, asumiera la responsabilidad de administrar el establecimiento, ya que el hijo a quien le apodaban El Chino tenía problemas y no podía hacerse cargo.

“Yo no quería estar aquí, porque para mí esto era mucho. Que una mujer estuviera en una cantina no se veía bien, pero mi tío dijo que no iban a faltarme al respeto, yo no quería. Para todo esto mi primo estaba ausente, entonces tenía que meterme para apoyar”, relata quien hoy día es conocida popularmente como doña Tina y/o La mera jefa, por su cargo.

‘La mera jefa’ asume el cargo

A pesar de que sólo tenía 19 años de edad, Nicolasa Aurelia se hizo responsable del sitio, su tío le enseñó a preparar bebidas y además ella atendía a los clientes, ganándose con el tiempo, ser la imagen del lugar.

Cuando su primo se ‘recuperó’ se hizo cargo de La Terminal, sin embargo, narra doña Tina que descuidó el sitio, y se empezó a ganar “una mala fama” el negocio. Hasta que El Chino decidió vender la cantina.

“Mi primo la andaba rematando y ya estaba a punto de entregarla, pero le dije que no, le di dinero y me quedé con ella, si no la hubiéramos perdido, entonces desde ese entonces estoy a cargo de este lugar que significa todo para mí”, destaca doña Tina.

A lo largo de casi 40 años, entre su separación y regreso, la señora Tina, quien hoy día tiene 70 años de edad, se convirtió en el corazón y alma de La Terminal, describen los clientes que aún llegan a ir.

A pesar de que sólo tenía 19 años de edad, Nicolasa Aurelia se hizo responsable del sitio. Foto: Eduardo Romero | El Sol de Puebla

Clientes y bebidas populares

Aunque predominaban los adultos mayores como clientes habituales, entre estos jubilados, personas de diversas clases sociales se congregaban en este icónico lugar. Actualmente como homenaje a aquellos clientes que ya no están presentes, Aurelia ha colocado cuadros conmemorativos con fotografías de algunos en una de las paredes de La Terminal.

Durante su gestión, las botellas más populares eran el Viejo Vergel, Bacardí Oro, así como las añadidas con el paso del tiempo, como la sangría y una bebida conocida como La Piedra, estas dos últimas las favoritas de la gente por el sabor.

“Es bonito estar aquí siempre y cuando te des a respetar. Mi tío me dijo que jamás aceptara una copa de un cliente que porque si no iban a catalogarme como otra persona. Es la fecha que nunca he tomado una copa, es bonito porque te respetan”, expresa ‘La mera jefa’.

La anécdota

A pesar de los momentos de tranquilidad que se vivían en La Terminal, también hubo algunos momentos difíciles. Uno de ellos ocurrió cuando un cliente disparó accidentalmente una pistola dentro del establecimiento, poniendo en peligro la vida de la propia Nicolasa Aurelia.

“Tenía un cliente que venía de San Martín, ya estaba por cerrar, pero me dijo que si se podía ‘echar las tres de regla’, le dije que sí. Todavía no le servía ni la primera cuando sacó de su morral una pistola y me dijo que estaba vendiéndola”, recuerda la propietaria.

“Le dije que la guardara eso porque me daba mucho miedo, me contestó que me tranquilizara porque no tenía balas; justo en ese momento iba pasando uno de sus amigos y le preguntó que si no tenía una bala de casualidad, le respondió que no pero luego le dijo ‘a ver, espera’ y sí tenía una no sé cómo. Se la pone, no sabía usar el arma y que la dispara sin querer, me pasó rozando, fue la única vez que tuvimos un problema”, agrega.

Desde aquella ocasión ella dejó de atender a ese cliente.

La actual Terminal

En los recientes años, La Terminal ha experimentado una transformación en su clientela. Ahora muchos jóvenes ingresan al lugar en busca de un ambiente auténtico y único. El hijo de Nicolás, Fernando Grajales, ha asumido la responsabilidad de atender a esta nueva generación de clientes, manteniendo la tradición familiar y adaptándose a los tiempos cambiantes.

“Los muchachos se portan bien, viene gente de todo tipo, saben que es una cantina y la disfrutan mucho, nos tratan con mucho respeto porque saben la historia de este lugar, que repito: significa todo y nos ha costado mantenerla”, añade doña Tina, quien también presume tener una de las cuatro cantinas más antiguas de la ciudad de Puebla, junto a La Ópera y La Pasita.

La Terminal, fundada en 1963 por el señor Agapito Cisneros y llevada adelante por su sobrina, ha sido un punto de referencia en el Centro Histórico de Puebla. A través de las décadas esta cantina ha sido testigo de transformaciones, pero ha mantenido su esencia como un lugar de encuentro para quienes gustan de tomar bebidas con alcohol.

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