Un lugar icónico en la ciudad de Puebla es el llamado “Reloj de El Gallito”, un monumento ubicado en la zona del Paseo Bravo y aunque tiene más de cien años de edificado, recientemente atrajo la atención de los poblanos luego de que le fueran retiradas las manecillas y el engranaje interior para que recibiera mantenimiento, a fin de continuar con su funcionamiento.
De acuerdo con las autoridades, estos trabajos consistieron en la sustitución de su mecanismo por uno mecatrónico, a fin de que los cambios de horario se realicen de manera automática, proceso que estuvo a cargo de la empresa Relojes Centenario, originaria de Zacatlán.
¿QUÉ SABEMOS DEL RELOJ DE “EL GALLITO”?
Esta estructura que se ubica en la esquina de la 11 Sur y la Avenida Reforma, en el Centro Histórico de Puebla, recibe su nombre del hecho de que en la punta de la torre cuenta con un gallo; se trató de un regalo que hizo la colonia francesa de Puebla con motivo de la celebración del centenario de la Consumación de la Independencia de México el 27 de septiembre de 1921.
El encargado de la ejecución de este proyecto fue Carlos Mastretta Magnani, quien era un emigrante italiano, quien además fue el patriarca de la familia poblana de la escritora Ángeles Mastretta.
El diseño contempló la figura de un gallo para señalar los puntos cardinales, además de que se encuentra basado en un estilo arquitectónico francés de inicios del siglo XX, con una estructura art Nouveau; pero el ave de la punta no se encuentra intacta, pues sufrió daños tras caer de su base durante el sismo de 1999, por lo que tuvo que ser reparado.
Este reloj forma parte de los monumentos que se encuentran en el primer cuadro de la ciudad, los cuales conformaron el expediente que entregó Puebla para obtener la declaratoria de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Su confección estuvo a cargo de la Relojería y Joyería “La Esmeralda”, instalada en la Ciudad de México y la cual estuvo encargada de distribuir más de 2 mil relojes que fueron comprados por el gobierno de Porfirio Díaz entre 1897 y 1911 con motivo del centenario de la Independencia de México.
En sus inicios, este dispositivo funcionaba de forma mecánica con cuerdas y pesas, en tanto que la estructura que lo resguarda es una torre con tres cuerpos, una base, una parte intermedia y la parte superior que es donde se ubican las caratulas del reloj, rematando con un techo, toda decorada con columnas, capiteles y motivos vegetales.
Uno de los hombres encargados de la reparación, mantenimiento y el ajuste del tiempo de este y otros relojes de Puebla a lo largo de 25 años fue Gilberto Manzola Martínez, quien tomaba la hora del Meridiano de Greenwich y la hora atómica del Observatorio Nacional, para lo que todos los días a las cuatro de la tarde debía sintonizar en su radio de onda corta una emisora británica.