OMAR CONTRERAS
Crescencio Flores Méndez llegó a Huehuepiaxtla desde Nueva York para que sus padres pudieran verlo por última vez, esperándolo ahí, también estaba Omar Contreras, corresponsal de El Universal en Puebla.
Al descender en su tierra natal, un féretro guardaba el cuerpo sin vida de Crescencio, estaba envuelto en cartón, “como de paquetería”, dice Omar.
El migrante poblano en Nueva York, fue el primero de cinco fallecidos por Covid-19 en Estados Unidos que volvió a la Mixteca tras perder la batalla contra el virus. Sin anticiparse, el fotoreportero de El Universal, abordó a los padres de Crescencio para pedirles autorización de disparar su cámara, la última vez que verían a su hijo.
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Para el corresponsal, acercarse con respeto, discreción y empatía, teniendo en mente que nadie “es sólo un cuerpo más” en la estadística, resulta la forma más responsable de cumplir con su trabajo sin dejar de lado el deseo de tener una buena captura en la cámara, ni olvidando la razón de estar ahí.
Con pandemia o sin ella, los riesgos de ejercer esta profesión existen, por eso, él no titubea al emprender la búsqueda de noticias; aunque el verdadero peligro es volverse frío, lanzar disparo tras disparo con la cámara, sin entender la parte humana de lo que quiere capturar.
Omar sabe que, si hay una noticia él irá a buscarla aun si es necesario tomar riesgos. “Vivo con incertidumbre, no con miedo”, expresa conociendo los peligros inherentes al ejercicio que realiza, pero con adrenalina suficiente para buscar algo diferente en cada fotografía.
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BIBIANA DÍAZ
“Ninguna foto vale una guerra”, así se expresa Bibiana Díaz mientras recuerda sus experiencias al capturar las imágenes del conflicto en Oaxaca por la APPO, así como partes de cuerpos humanos reflejados en los cristales de su cámara.
Al documentar el acontecer diario, la mente se deja absorber para olvidar todo lo que no sea la imagen y el deber, pues el propósito de informar quizá sea lo más rápido y fuerte que siente mientras realiza el ejercicio periodístico.
La fotoperiodista comentó que, para mostrarle a las personas los acontecimientos diarios usando una fotografía, primero se debe estar informado, ya que sólo así es posible darle un sentido relevante a la imagen que se capta.
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Ni los 350 disparos diarios desde hace más de 20 años, o el doble de estos, serán suficientes para dejar la cámara a un lado del camino. Aunque para Bibiana, esta profesión no fue la primera opción para su vida, sí fue la que más experiencias le ofreció.
Sin buscarlo, en 1998 emprendió el camino que más tarde la llevaría a dejar de revelar rollos fotográficos en el diario La Opinión, para tomar la cámara por primera vez, y ejercer la profesión que, desde entonces, no abandonaría.
Bibiana, considera que una foto cobra importancia cuando ayuda a recordar las experiencias pasadas, o cuando se convierte en un documento referente de la historia. Mientras recapitula cientos de historias que ha plasmado en imagen, trae a su memoria los rostros de las familias a las que alguna vez dio voz.
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Todavía conmovida, acepta la responsabilidad de su profesión sin titubear, y regresa con lo que más le gusta fotografiar: las personas.
ANDRÉS LOBATO
Un periodista 24/7 sin mayor motivación que el propio compromiso por contar, que cuando cubre una noticia el hambre y el sueño desaparecen de los pensamientos, pues para buscar historias diariamente no hay necesidad de envalentonarse sabiendo que se cumple con sentido social.
Andrés Lobato es jefe de fotografía en Milenio desde hace ya diez años, con constancia y disciplina consiguió sumar 23 años disparando la cámara, y 16 ejerciendo el periodismo tras el lente.
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Explicó que, el compromiso encontrar historias para contar, no sólo es el día a día, sino saber que las fotos de hoy serán fuentes de consulta mañana, para seguir informando la manera en la funciona nuestra sociedad, incluso cuando el mundo haya cambiado, la imagen seguirá siendo un referente.
Las situaciones como la pandemia “son prueba de fuego” para quien aspira a comunicar, desde recordar identidades tradicionales hasta denunciar desigualdad e injusticia.
Así ocurrió cuando Andrés usó su cámara para retratar la lucha de un artesano contra los estragos económicos que el Covid-19 dejó en Puebla; información que influyó para que el IMACP se acercara al trabajador.
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Como un matrimonio que se jura amor en la salud y enfermedad, los profesionales del fotoperiodismo asumen la responsabilidad de ser el contrapeso cuando la desigualdad social está presente, aunque eso signifique exponerse a escenarios donde el riesgo es personal.
“El periodismo tiene una cara que no siempre es dura”, dice Andrés Lobato al recordar que una sola imagen bien plasmada, puede ser tan bella como informativa.
Para encontrar el arte empatado con la información, el trabajo de Lobato está en:
https://www.instagram.com/andreslobatoes/
https://twitter.com/andreslobatoes
https://www.facebook.com/lobatofotopro/
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HILDA RÍOS
Miles de obstáculos deben esquivarse para ser fotoperiodista, a cambio del doble de amor y compromiso social para ejercerlo en cualquier circunstancia. Desde Agencia Enfoque y EFE, Hilda Ríos vence el miedo diario de contagiarse con Covid-19, para que quienes ven sus fotografías, puedan presenciar la historia sin estar ahí.
El compromiso de informar siempre es mayor siempre es mayor al miedo, por lo que no duda usar sólo el lente de su cámara, (sistema de valores, ética, moral, sensibilidad, responsabilidad y experiencia), para mostrar una imagen objetiva de los lugares a donde va.
Como testigos directos de lo que sucede, los fotoperiodistas dispuestos a arriesgarse con tal de generar un cambio social a través de una fotografía, jamás olvidan que la gente necesita ver lo que sucede para estar seguro de la realidad.
Hilda se reitera a diario el pacto que siente con el fotoperiodismo, a pesar del riesgo que implica ejercerlo, no sólo en tiempos de pandemia; también, cuando la responsabilidad con la verdad es tan grande que incomoda a la autoridad y a las personas que saben, que “a la vista no se engaña”.