Leyendas de Puebla: El misterio de La Calle de la Nahuala

Puebla está rodeada de historias mitológicas y misteriosas y, lo creas o no, una calle de la ciudad se llamaba así

Erika Reyes | El Sol de Puebla

  · martes 1 de febrero de 2022

En la Puebla Colonial vivió una mujer que habitaba una de las casonas de la Calle de la Nahuala. Foto: Google Maps y Cortesía

¿Sabías qué antiguamente las calles de la ciudad recibían su nombre de acuerdo a la relevancia de un sitio, cosa, persona o situación por la que era conocida? Piojo, Arbolito, Cacahuatero, Costado de San Pedro, Damas, Baños de Carreto, Amargura o Viudas, son algunos ejemplos.

“La Calle principal que va a Cholula” (Avenida Reforma), se llamaba así porque era el camino a ese municipio; después cambió las calles de la ciudad se dividieron en tramos. El tramo comprendido entre lo que es hoy la 3 y 5 Sur, conservó el nombre de calle Cholula. La nomenclatura actual, con números, surgió en la etapa del porfiriato.

La joven doncella se dejó guiar por sus sentimientos y se enamoró de un hombre de mediana posición. Fotos: David Ramírez Huitrón y Cortesía


Así que, aunque te suene a película, la Calle de la Nahuala siempre ha existido y es la 7 Norte (800). ¿Te queda claro el por qué?

LO QUE DICE LA HISTORIA

Se tienen registros de esta calle desde principios del siglo XVII. De hecho, El escritor e historiador Hugo Leicht, da testimonio de ella en su libro Las Calles de Puebla. En él señala que:

“La nahuala es 'la bruja', femenino de nahual o nagual, ´hechicero´, ´brujo. En la inteligencia vulgar de las gentes de nuestros campos el nagual es un indio viejo, desaliñado, feo, de ojos redondos y colorados, que sabe transformarse en perro lanudo y sucio, para correr los campos haciendo daño y maleficios”. Originalmente “eran los mismos indios, persistentes en su antigua idolatría y costumbres, que buscaba y hacían ocultamente prosélitos, haciéndoles apostatar de las nuevas creencias. Lo ejecutaban bajo la sombra del artificio y del misterio, huyendo del castigo de las autoridades cristianas”.

MITOLOGÍA Y MISTERIO

De acuerdo con la cosmogonía prehispánica, cada persona al momento de nacer viene con el espíritu de un animal que es su protector y su guía; estos espíritus son nahuales y se manifiestan a través de sueños.

Se sabía que los dioses de las culturas indígenas (Maya, Azteca, Tolteca, y otras) tenían la facultad de tomar forma de un animal (nahual) para interactuar con los humanos, por ejemplo, jaguar, coyote o colibrí.

Se dice que en la Puebla Colonial vivió una mujer que habitaba una de las casonas de la Calle de la Nahuala, 7 Norte (800).

En el siglo XVIII Puebla vivía una peste terrible y atravesaba una crisis económica amenazante. Foto: Freepik

Los pobladores de la época aseguraban que la mujer tenía estos poderes de transformación o transmutación y cuentan que al morir, había espantos y apariciones tales, que la gente temía pasar por ahí ya entrada la tarde noche.

La leyenda de la nahuala se transmitió de generación en generación, y llegó a ser tan famosa que en la nomenclatura antigua se designó a esta calle como “Calle de la Nahuala”, y hasta la fecha se conserva el letrero original.

NAHUALES EN LA ZONA INDÍGENA

Pero no solo en la época colonial se hablaba de estos seres mitológicos, existen muchas leyendas de nahuales en Puebla que hoy conocemos gracias a la tradición oral. Como el relato de los cazadores indígenas y españoles que contaban que, durante la noche mataban a un animal y, al amanecer, el cadáver se había transformado en el de un hombre.

Al sureste del estado de Puebla, en medio de un paisaje dibujado por magueyes secos, se encuentra Los Reyes Metzontla. Dicen que, al menos antiguamente, la mayoría de los pobladores de esta comunidad, que eran conocidos como Xentiles, no profesaban la religión católica.

Para alimentarse, algunas personas entraban a robar ganado a las parcelas de los pobladores y para hacerlo y no ser descubiertos, se convertían en perros o coyotes. Pero si llegaban a descubrirlos, entonces se transformaban en guajolotes o cerdos y así pasaban desapercibidos.

Cuentan que por las mañanas encontraban sus cadáveres con una herida en el cuello muy particular y sin sangre. Los cuerpos de los animales no se sacaban del corral, porque estaban malditos, y ahí mismo eran quemados porque nadie quería alimentarse de ellos. Hasta la fecha, mucha gente cree que estos sucesos fueron realizados por los nahuales.