Alice Munro posó su mirada en la vida cotidiana para escribir narraciones contundentes, coinciden en entrevistas por separado los escritores Hiram Ruvalcaba, Alberto Chimal y Alberto Barrera Tyszka.
Puede interesarte: Viuda de Paul Auster lamenta no haber anunciado la muerte del novelista
Para el mexicano Hiram Ruvalcaba, Munro, ganadora del Nobel de Literatura en 2013 y fallecida a los 92 años la noche del lunes en una residencia para mayores en Ontario, “fue un personaje muy importante para todos los cuentistas de mi generación, y los nuevos o mayores; no es frecuente que le den el premio Nobel a un autor que escribe mayormente cuento, o exclusivamente cuento, ha sido una figura de gran relevancia”.
En tanto, Alberto Chimal, quien en 2002 obtuvo el Premio Nacional de Cuento, asegura que Alice Munro “es una de las autoras que más fortalece y diversifica el género del cuento, el más antiguo de todos junto con la poesía, durante toda su vida como creadora. En esta época el cuento está recobrando un lugar importante que parecía haber perdido a fines del siglo pasado, pero Munro siempre le fue fiel y mostró a sus lectores, con cada uno de sus libros, toda la emoción, la pasión y la sabiduría, el conocimiento de la vida humana, que se puede condensar en unas pocas páginas”.
Ganador del XVIII Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez en 2021, Ruvalcaba agrega que, si bien se le compara a Alice Munro con Antón Chéjov. “me parece mucho más familiar con George Shriver, con Raymond Carver, incluso un poquito con Joyce Car Oates, que deben ser de la generación, y son autores que más que finales contundentes o historias sorprendentes, relatan eventos más o menos frecuentes, o normales, de donde extraen una situación compleja que lleva a los personajes a preguntarse muchas cosas sobre sí mismos, hay una profundidad sicológica en los personajes de Alice Munro que no se ve a simple vista, a veces se requiere una segunda lectura, o tercera, pero siempre se agradece porque cada vez que lees sus cuentos encuentras nuevas cosas, algo que muy pocos autores logran conseguir”.
El venezolano Alberto Barrera Tyszka, coincide en la influencia estadounidense en la obra de Munro. “He leído sus cuentos, no demasiado, dos libros y me pareció siempre fabulosa, no la conocía hasta que ganó el Nobel y ahí empecé a leerla. Es raro que el Nobel premie a un cuentista o a alguien que fundamentalmente sea cuentista y eso me pareció sensacional ella es una genio del relato breve, lo cual también conspira contra el mercado, quizá no el anglosajón, pero en español los editores no siempre están entusiasmados con publicar libros de cuento, porque dicen que se venden poco.
“Alice Munro tiene una prosa maravillosa, muy limpia, y en eso parecía tener cierta relación con la prosa norteamericana, sin ser realismo sucio como Carver, que narra cosas que aparentemente son cotidianas, domésticas, que no tienen nada en principio de espectacular, pero que después tienen un poder inmenso en su escritura”, señala el escritor que acaba de publicar su libro “El fin de la tristeza”.
“El premio Nobel también fue muy importante porque nos ayudó a ver a los narradores canadienses, que no tienen tan buena difusión en México, salvo Margaret Atwood y Aki Zhimazaki. Espero que este evento desafortunado se traduzca en una nueva edición de las obras de Alice Munro, a lo mejor una edición de cuentos completos porque no la hay, sólo hay cuentos reunidos que sacó Lumen hace varios años”, apunta Ruvalcaba.
En declaraciones a la agencia EFE, la escritora chilena Isabel Allende lamentó el fallecimiento de Munro, a quien describe como "una gran escritora, que marcó un hito en la literatura… Yo he leído, no sé si todo, pero mucho de ella, y me da mucha pena, muchos escritores están falleciendo porque son una generación más viejos. Me acuerdo de la pena que me dio cuando murió García Márquez", recordó.
La autora de “Demasiada felicidad”, mantuvo un bajo perfil, a imagen de sus personajes, esencialmente mujeres. Al otorgarle el Premio Nobel de Literatura en 2013, la Academia de Estocolmo calificó a Munro de "maestra de la narración breve contemporánea" y elogió "su sutil narración, que se caracteriza por la claridad y el realismo psicológico".
Candidata al máximo galardón literario durante mucho tiempo, la historia cuenta que aquel año Munro se quedó dormida, olvidando que el premio Nobel iba a ser otorgado al día siguiente. Y la Academia sueca se encontró con la grabación de su contestador telefónico antes de lograr hablar con ella.
Los temas y el estilo de la autora de "El Progreso del amor" y "Secretos a voces", marcado por silencios y por la presencia de un narrador que explica el sentido de los acontecimientos, le valieron ser conocida como la "Chéjov canadiense".
Nacida el 10 de julio de 1931 en Wingham, en el oeste de Ontario, conoció de cerca a la sociedad rural. Su padre era criador de zorros y aves de corral y su madre fue maestra. En su adolescencia, decidió ser escritora. "No tengo ningún otro talento, no soy una intelectual y me desempeño mal como ama de casa", dijo hace algunos años quien en 1963 abrió en Victoria junto a su entonces esposo James Munro la librería Munro's Books.
➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante
Una de sus novelas, que fue adaptada para cine por Sarah Polley en 2007 y tuvo como protagonista a Julie Christie, obtuvo dos nominaciones al Oscar, y fue reeditada con el mismo título que la película: “Lejos de ella”.
En 2009, recibió el prestigioso galardón Man Brooker Internacional Prize antes de revelar que había vencido un cáncer, una enfermedad que afectó a una de sus heroínas en un relato publicado en febrero de 2008 en The New Yorker. Con información de EFE y AFP