/ sábado 12 de noviembre de 2022

Los Serdán Alatriste, cuatro hermanos revolucionarios | Los tiempos idos

El bisnieto de Aquiles Serdán revela confesiones que su tía bisabuela, Carmen, le hizo a su abuela paterna en charlas de sobremesa acerca del inicio de la Revolución

Los hermanos Serdán Alatriste pertenecieron a una familia tradicional poblana. Crecieron con el ejemplo de ayudar al prójimo y fueron criados con privilegios que los llevaron a vislumbrar la desigualdad social que imperó en el país a principios del siglo XX y su deseo de vivir en un México mejor.

Tras la cruenta batalla librada en su hogar el 18 de noviembre de 1910, la familia perdió sus figuras masculinas pero brotó la fortaleza femenina de las Serdán.

Los valores familiares que les fueron inculcados los llevó a fortalecer lazos de unión entre ellos, y con las generaciones venideras que hoy comparten el testimonio de Carmen, la mayor de los hermanos, en voz del bisnieto de Aquiles: Máximo Serdán Espinosa.

Máximo Serdán Espinosa, heredó de su abuela Isabel Álvarez información familiar que Carmen le platicó a lo largo de los años en la intimidad de su casa | Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Una familia tradicional poblana

Carmen, Natalia, Aquiles y Máximo eran hijos de Manuel Serdán Guanes y María del Carmen Alatriste Cuesta, cuyo padre, Miguel Cástulo Alatriste Castro era abogado y militar, y fue alcalde y gobernador de Puebla entre 1853 y 1861.

Máximo Serdán Espinosa, bisnieto de Aquiles, dice que el padre de los mártires de la Revolución, Manuel, era un abogado reconocido y escribió el primer plan de Reforma Agraria en el país. Desapareció en circunstancias desconocidas cuando sus hijos eran solo unos niños, fue declarado muerto en 1880 y su madre tuvo que criarlos sola.

“Los Serdán Alatriste eran una familia poblana muy comprometida con las causas sociales, por ambos lados, tanto de los Serdán como de los Alatriste, de linaje traían el compromiso del servicio pero era una familia común y corriente, y querían prosperar”, expone el bisnieto de Aquiles, quien desvela confesiones que Carmen, su tía bisabuela, le hizo a su abuela paterna en charlas de sobremesa cuando vivieron en la Ciudad de México.

A pesar de que sus padres pertenecieron a familias acomodadas, cuando los hermanos se convirtieron en adolescentes ya no tenían una posición económica desahogada, sin embargo, eran personas con preparación y conocían la desigualdad social que imperaba en el país.

“Ellos se daban cuenta que la desigualdad había crecido cuando viajaban entre ciudades por el comercio de zapatos. Toda la familia, incluida su madre, estaba convencida de la injusticia que se estaba viviendo en el país al haber estado repitiendo un gobierno que, si bien es cierto, al principio tuvo grandes aciertos, conforme pasaron los años fue generando ese abismo de desigualdad”, asegura.

La llamada Casa de los Picos donde nacieron los hermanos Serdán | Foto: Archivo General Municipal de Puebla

¿Cómo eran los hermanos?

La información familiar que recibió el entrevistado por parte de su abuela quizá no es trascendental para la historia del país pero genera un contexto en la vida de los héroes de la Revolución.

“Mi abuela decía que Carmen era una mujer callada y muy observadora y que se le dibujaba una sonrisa en el rostro cuando recordaba a su hermano menor, Máximo, porque él era muy vacilador y siempre estaba bromeando. Dijo que Natalia también era muy relajada y le gustaba cantar y tocar el piano”, señala.


“Hay registros de que Aquiles se fue de marino y según Carmen, cuando regresó, se vino caminando del puerto con la intención de darle a su madre su primer sueldo; dijo que su hermano llegó con los zapatos destrozados, pero que era un hombre muy entregado cuando creía en una causa”, añade.

Carmen describe a Aquiles como un hombre serio, probablemente porque era el hermano varón mayor y sentía la responsabilidad de cuidar a su madre y hermanos. Era muy callado pero muy concreto y puntual en sus comentarios, siempre estaba viendo la forma de ayudar a la gente, tanto, que Máximo le decía: “Aquiles ya no te metas de redentor”.

Los Serdán Alatriste comenzaron a tener una cierta mejoría económica porque después de que Aquiles regresó empezó a viajar entre Tlaxcala y Puebla para comercializar zapatos. Más tarde pusieron un taller de reparación y una tienda de calzado que estaba en la segunda calle de Santo Domingo.

A principios de 1908 Aquiles se casó con Filomena del Valle y procrearon tres hijos: Aquiles, el primogénito y abuelo del entrevistado, Héctor en 1909 y Sara en 1911.

La casa de la Portería de Santa Clara fue donada al gobierno federal por los hijos de Natalia con la condición de que fuera un museo | Foto: Cortesía

La relación con Madero

Aquiles tenía conocimientos en contabilidad y le ofrecieron un trabajo en el Palacio de Hierro en México que aceptó, se llevó a su esposa y a su hermano y estuvo viviendo allá casi un año, fue cuando se involucró en la causa maderista, junto con Máximo.

“Al estar en contacto con Madero se dio cuenta que la desigualdad no era exclusiva de una zona y que además ya había muchos grupos descontentos. Tenían la intención de que el pueblo eligiera a un nuevo gobernante, cosa que había sido imposible hasta entonces”, apunta.

Madero y Aquiles formaron una buena amistad, tenían comunicación directa y se escribían cartas, asegura el entrevistado, quien agrega que, Madero y su esposa fueron padrinos de bautizo de su tía abuela, Sara, quien se llamó así por la esposa de él, y nació cuando las Serdán estuvieron en prisión.

A principios de 1910, Aquiles y Máximo, regresaron a Puebla con un cometido: El levantamiento nacional era inevitables y sucedería el 20 de noviembre.

El papel de Natalia

En 1897, Natalia se había casado con Manuel Sevilla Rosales, una persona acomodada en Puebla, quien como regalo de bodas le dio la casa que habitaron los hermanos Serdán en la antigua calle Portería de Santa Clara, que hoy es Museo Regional de la Revolución Mexicana.

Cuando regresaron Natalia ya había enviudado y les ofreció su casa para vivir. Los Serdán Alatriste vivían en la planta baja de la casa. La planta alta estaba divida en dos departamentos que ella rentaba como casa habitación.

Natalia era la segunda hermana de los Serdán y además de ser la dueña de la casa tuvo un papel importante porque fue quien resguardó a los niños de la familia cuando sucedió el enfrentamiento, se llevó a sus cinco hijos y a los hijos de Aquiles a casa de uno de sus cuñados.

Carmen Serdán Alatriste recibió condecoración de manos de Noé Lecona, Secretario General del Gobierno de Maximino Ávila Camacho, en un acto celebrado en su honor en noviembre de 1940 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La cruenta batalla de Santa Clara

Las mujeres eran parte del grupo atrincherado en la casa, estaban igual de comprometidas en la causa: María del Carmen la madre, Carmen la hermana mayor y Filomena, la esposa de Aquiles que estaba embarazada de Sara.

“Los federales llegaron a inspeccionar la casa a las 8 de la mañana. Una de las familias que vivían en el segundo piso dejó el departamento porque sabían lo que iba ocurrir, la otra se quedó. Según describe Carmen hubo un lapso como de 40 minutos en los que ellos pudieron haber escapado pero no había marcha atrás, Aquiles era responsable del levantamiento en el estado de Puebla y Tlaxcala”, advierte.

Ese 18 de noviembre de 1910 las fuerzas federales irrumpieron la casa de los Serdán generando una sangrienta batalla con la que dio inicio el movimiento revolucionario.

Carmen relató que entre los balazos de las casas vecinas y de las iglesias donde estaban apostados los militares, ella recibió uno pero continuo con su labor de subir por las escaleras del patio interior para llevarles el parque (las armas) a los que estaban atrincherados en la azotea al mando de su hermano Máximo.

"Subió alrededor de las 10 de la mañana y ya estaba lleno de militares que habían cesado a todos los que estaban ahí. Bajo con entereza al salón principal del segundo piso donde estaba Aquiles y le dijo: ´Han acabado con Máximo´, él únicamente la volteo a ver y siguió en el combate. En ese momento y sin pensarlo, Carmen salió al balcón para incitar a la gente que se uniera al grupo, y grito: ´La libertad vale más que la vida´", subraya.

Los hermanos sabían que la batalla llegaba a su fin y no tardarían mucho en tomar la casa. Aun así resistieron un par de horas más. El enfrentamiento duró cerca de 4 horas, terminó alrededor de las 12 del día.

Así quedó una de las habitaciones después de que los federales destruyeron todo buscando a Aquiles | Foto: Cortesía Youtube


Un acto cobarde

La causa de los Serdán Alatriste estaba por encima de su propio bienestar y Aquiles tenía que reorganizar las fuerzas para poder hacer el levantamiento a nivel nacional, así que con ayuda de Carmen y Filomena se escondió.

Refiere que Aquiles se metió sudando en el hueco que había cavado en su propia habitación para guardar las armas y Carmen le arrojó algo para taparse, ella misma tapó el hueco y colocó los muebles para disimular. Cuando los federales tomaron la casa llevaron a los sobrevivientes a la comisaría, y a pesar de que destruyeron la casa en busca de Aquiles no lo encontraron, entonces dejaron un guardia.

“Llegó la noche y en esa calma chicha que hubo posterior a este suceso, en circunstancias que se desconoce Aquiles es finalmente capturado. Al parecer en un acto cobarde, sin más, le dan un tiro de gracia por la nuca y lo asesinan. Eran alrededor de las 2 de la mañana del día 19”, subraya.

El cadáver de Aquiles Serdán fue exhibido sobre la banqueta de la antigua inspección de policía (7 norte 1006) | Foto: Cortesía Youtube

La vida en Ciudad de México

Las mujeres de la familia Serdán fueron apresadas y estuvieron unos cinco meses en la cárcel durante los cuales nació Sara. Fueron liberadas en marzo de 1911.

“En cuanto salieron de la cárcel Filomena inició un juicio en contra del gobierno por el asesinato de su esposo, y después de las averiguaciones, se declaró que la muerte de Aquiles fue asesinato y así se convirtió en héroe”, detalla.

María del Carmen, Carmen y Filomena regresaron a su casa que estaba completamente destrozada, pasaron unos meses en Puebla y después se fueron a vivir a la Ciudad de México junto con Natalia y los niños. La familia se había quedado a cargo de las mujeres.

Natalia trabajó en Telégrafos y Carmen en el Museo del Chopo, trabajaron hasta que se jubilaron. Sacaron adelante a sus hijos y a sus sobrinos con su sueldo y una pensión vitalicia que el gobierno maderista le otorgó Carmen.

“Vivieron en una casa que construyó Carmen en Tacuba 88. Con todo y el sufrimiento que significó la pérdida de sus hermanos, ella siempre estuvo orgullosa de haber participado en esa mejora que hace 112 años buscaban para el país”, advierte.

Dos placas en la fachada de la casa de Carmen Serdán de Ciudad de México fueron recordatorio que el 21 de agosto de 1948 dejó de existir | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Las pláticas de sobremesa

“Ese 18 de noviembre de 1910 mi abuelo, Aquiles Serdán del Valle, tenía dos años. Fue criado por Carmen Serdán en Ciudad de México junto con mis tíos Héctor y Sara, que eran vecinos de Natalia y sus 5 hijos”, comenta.

Cuando su abuelo creció se casó con Isabel Álvarez Dávila, originaria de Michoacán, y tuvieron siete hijos, su padre fue el cuarto y se llamó Máximo. Los primeros 11 años de su matrimonio los vivieron en Ciudad de México, en el número 60 de Tacubaya, eran vecinos de Carmen y Natalia.

Para Isabel fue un agasajo tener esas charlas de sobremesa con Carmen, y fue ella misma quien le pidió que tomara nota de todo lo que le platicara para que en un futuro lo supieran sus hijos.

“Mi abuela comentaba que cuando Carmen estaba de un humor relajado le platicaba lo que iba recordando y a veces veía que le volvía a doler, entonces le decía, si quieres lo dejamos para otro momento, y ella respondía: ´No, porque no sé si otro día quiera recordarlo, tu anota y cuéntaselo a tus hijos´, refiriéndose a mi padres y mis tíos que hoy en día tenemos la fortuna de que vivan”, concluye el entrevistado.

Cuando Carmen falleció sus abuelos se regresaron a vivir a Puebla. La abuela Isabel siempre les platicó a sus nietos las historias que Carmen le compartió. Hoy esas historias están plasmadas en el libro “Ser hecho en México” de editorial Porrúa escrito por Máximo.

Los Serdán Álvarez, nietos de Aquiles Serdán Alatriste, con Máximo Serdán Espinosa, el bisnieto | Foto: Cortesía Máximo Serdán Espinosa




Los hermanos Serdán Alatriste pertenecieron a una familia tradicional poblana. Crecieron con el ejemplo de ayudar al prójimo y fueron criados con privilegios que los llevaron a vislumbrar la desigualdad social que imperó en el país a principios del siglo XX y su deseo de vivir en un México mejor.

Tras la cruenta batalla librada en su hogar el 18 de noviembre de 1910, la familia perdió sus figuras masculinas pero brotó la fortaleza femenina de las Serdán.

Los valores familiares que les fueron inculcados los llevó a fortalecer lazos de unión entre ellos, y con las generaciones venideras que hoy comparten el testimonio de Carmen, la mayor de los hermanos, en voz del bisnieto de Aquiles: Máximo Serdán Espinosa.

Máximo Serdán Espinosa, heredó de su abuela Isabel Álvarez información familiar que Carmen le platicó a lo largo de los años en la intimidad de su casa | Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Una familia tradicional poblana

Carmen, Natalia, Aquiles y Máximo eran hijos de Manuel Serdán Guanes y María del Carmen Alatriste Cuesta, cuyo padre, Miguel Cástulo Alatriste Castro era abogado y militar, y fue alcalde y gobernador de Puebla entre 1853 y 1861.

Máximo Serdán Espinosa, bisnieto de Aquiles, dice que el padre de los mártires de la Revolución, Manuel, era un abogado reconocido y escribió el primer plan de Reforma Agraria en el país. Desapareció en circunstancias desconocidas cuando sus hijos eran solo unos niños, fue declarado muerto en 1880 y su madre tuvo que criarlos sola.

“Los Serdán Alatriste eran una familia poblana muy comprometida con las causas sociales, por ambos lados, tanto de los Serdán como de los Alatriste, de linaje traían el compromiso del servicio pero era una familia común y corriente, y querían prosperar”, expone el bisnieto de Aquiles, quien desvela confesiones que Carmen, su tía bisabuela, le hizo a su abuela paterna en charlas de sobremesa cuando vivieron en la Ciudad de México.

A pesar de que sus padres pertenecieron a familias acomodadas, cuando los hermanos se convirtieron en adolescentes ya no tenían una posición económica desahogada, sin embargo, eran personas con preparación y conocían la desigualdad social que imperaba en el país.

“Ellos se daban cuenta que la desigualdad había crecido cuando viajaban entre ciudades por el comercio de zapatos. Toda la familia, incluida su madre, estaba convencida de la injusticia que se estaba viviendo en el país al haber estado repitiendo un gobierno que, si bien es cierto, al principio tuvo grandes aciertos, conforme pasaron los años fue generando ese abismo de desigualdad”, asegura.

La llamada Casa de los Picos donde nacieron los hermanos Serdán | Foto: Archivo General Municipal de Puebla

¿Cómo eran los hermanos?

La información familiar que recibió el entrevistado por parte de su abuela quizá no es trascendental para la historia del país pero genera un contexto en la vida de los héroes de la Revolución.

“Mi abuela decía que Carmen era una mujer callada y muy observadora y que se le dibujaba una sonrisa en el rostro cuando recordaba a su hermano menor, Máximo, porque él era muy vacilador y siempre estaba bromeando. Dijo que Natalia también era muy relajada y le gustaba cantar y tocar el piano”, señala.


“Hay registros de que Aquiles se fue de marino y según Carmen, cuando regresó, se vino caminando del puerto con la intención de darle a su madre su primer sueldo; dijo que su hermano llegó con los zapatos destrozados, pero que era un hombre muy entregado cuando creía en una causa”, añade.

Carmen describe a Aquiles como un hombre serio, probablemente porque era el hermano varón mayor y sentía la responsabilidad de cuidar a su madre y hermanos. Era muy callado pero muy concreto y puntual en sus comentarios, siempre estaba viendo la forma de ayudar a la gente, tanto, que Máximo le decía: “Aquiles ya no te metas de redentor”.

Los Serdán Alatriste comenzaron a tener una cierta mejoría económica porque después de que Aquiles regresó empezó a viajar entre Tlaxcala y Puebla para comercializar zapatos. Más tarde pusieron un taller de reparación y una tienda de calzado que estaba en la segunda calle de Santo Domingo.

A principios de 1908 Aquiles se casó con Filomena del Valle y procrearon tres hijos: Aquiles, el primogénito y abuelo del entrevistado, Héctor en 1909 y Sara en 1911.

La casa de la Portería de Santa Clara fue donada al gobierno federal por los hijos de Natalia con la condición de que fuera un museo | Foto: Cortesía

La relación con Madero

Aquiles tenía conocimientos en contabilidad y le ofrecieron un trabajo en el Palacio de Hierro en México que aceptó, se llevó a su esposa y a su hermano y estuvo viviendo allá casi un año, fue cuando se involucró en la causa maderista, junto con Máximo.

“Al estar en contacto con Madero se dio cuenta que la desigualdad no era exclusiva de una zona y que además ya había muchos grupos descontentos. Tenían la intención de que el pueblo eligiera a un nuevo gobernante, cosa que había sido imposible hasta entonces”, apunta.

Madero y Aquiles formaron una buena amistad, tenían comunicación directa y se escribían cartas, asegura el entrevistado, quien agrega que, Madero y su esposa fueron padrinos de bautizo de su tía abuela, Sara, quien se llamó así por la esposa de él, y nació cuando las Serdán estuvieron en prisión.

A principios de 1910, Aquiles y Máximo, regresaron a Puebla con un cometido: El levantamiento nacional era inevitables y sucedería el 20 de noviembre.

El papel de Natalia

En 1897, Natalia se había casado con Manuel Sevilla Rosales, una persona acomodada en Puebla, quien como regalo de bodas le dio la casa que habitaron los hermanos Serdán en la antigua calle Portería de Santa Clara, que hoy es Museo Regional de la Revolución Mexicana.

Cuando regresaron Natalia ya había enviudado y les ofreció su casa para vivir. Los Serdán Alatriste vivían en la planta baja de la casa. La planta alta estaba divida en dos departamentos que ella rentaba como casa habitación.

Natalia era la segunda hermana de los Serdán y además de ser la dueña de la casa tuvo un papel importante porque fue quien resguardó a los niños de la familia cuando sucedió el enfrentamiento, se llevó a sus cinco hijos y a los hijos de Aquiles a casa de uno de sus cuñados.

Carmen Serdán Alatriste recibió condecoración de manos de Noé Lecona, Secretario General del Gobierno de Maximino Ávila Camacho, en un acto celebrado en su honor en noviembre de 1940 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La cruenta batalla de Santa Clara

Las mujeres eran parte del grupo atrincherado en la casa, estaban igual de comprometidas en la causa: María del Carmen la madre, Carmen la hermana mayor y Filomena, la esposa de Aquiles que estaba embarazada de Sara.

“Los federales llegaron a inspeccionar la casa a las 8 de la mañana. Una de las familias que vivían en el segundo piso dejó el departamento porque sabían lo que iba ocurrir, la otra se quedó. Según describe Carmen hubo un lapso como de 40 minutos en los que ellos pudieron haber escapado pero no había marcha atrás, Aquiles era responsable del levantamiento en el estado de Puebla y Tlaxcala”, advierte.

Ese 18 de noviembre de 1910 las fuerzas federales irrumpieron la casa de los Serdán generando una sangrienta batalla con la que dio inicio el movimiento revolucionario.

Carmen relató que entre los balazos de las casas vecinas y de las iglesias donde estaban apostados los militares, ella recibió uno pero continuo con su labor de subir por las escaleras del patio interior para llevarles el parque (las armas) a los que estaban atrincherados en la azotea al mando de su hermano Máximo.

"Subió alrededor de las 10 de la mañana y ya estaba lleno de militares que habían cesado a todos los que estaban ahí. Bajo con entereza al salón principal del segundo piso donde estaba Aquiles y le dijo: ´Han acabado con Máximo´, él únicamente la volteo a ver y siguió en el combate. En ese momento y sin pensarlo, Carmen salió al balcón para incitar a la gente que se uniera al grupo, y grito: ´La libertad vale más que la vida´", subraya.

Los hermanos sabían que la batalla llegaba a su fin y no tardarían mucho en tomar la casa. Aun así resistieron un par de horas más. El enfrentamiento duró cerca de 4 horas, terminó alrededor de las 12 del día.

Así quedó una de las habitaciones después de que los federales destruyeron todo buscando a Aquiles | Foto: Cortesía Youtube


Un acto cobarde

La causa de los Serdán Alatriste estaba por encima de su propio bienestar y Aquiles tenía que reorganizar las fuerzas para poder hacer el levantamiento a nivel nacional, así que con ayuda de Carmen y Filomena se escondió.

Refiere que Aquiles se metió sudando en el hueco que había cavado en su propia habitación para guardar las armas y Carmen le arrojó algo para taparse, ella misma tapó el hueco y colocó los muebles para disimular. Cuando los federales tomaron la casa llevaron a los sobrevivientes a la comisaría, y a pesar de que destruyeron la casa en busca de Aquiles no lo encontraron, entonces dejaron un guardia.

“Llegó la noche y en esa calma chicha que hubo posterior a este suceso, en circunstancias que se desconoce Aquiles es finalmente capturado. Al parecer en un acto cobarde, sin más, le dan un tiro de gracia por la nuca y lo asesinan. Eran alrededor de las 2 de la mañana del día 19”, subraya.

El cadáver de Aquiles Serdán fue exhibido sobre la banqueta de la antigua inspección de policía (7 norte 1006) | Foto: Cortesía Youtube

La vida en Ciudad de México

Las mujeres de la familia Serdán fueron apresadas y estuvieron unos cinco meses en la cárcel durante los cuales nació Sara. Fueron liberadas en marzo de 1911.

“En cuanto salieron de la cárcel Filomena inició un juicio en contra del gobierno por el asesinato de su esposo, y después de las averiguaciones, se declaró que la muerte de Aquiles fue asesinato y así se convirtió en héroe”, detalla.

María del Carmen, Carmen y Filomena regresaron a su casa que estaba completamente destrozada, pasaron unos meses en Puebla y después se fueron a vivir a la Ciudad de México junto con Natalia y los niños. La familia se había quedado a cargo de las mujeres.

Natalia trabajó en Telégrafos y Carmen en el Museo del Chopo, trabajaron hasta que se jubilaron. Sacaron adelante a sus hijos y a sus sobrinos con su sueldo y una pensión vitalicia que el gobierno maderista le otorgó Carmen.

“Vivieron en una casa que construyó Carmen en Tacuba 88. Con todo y el sufrimiento que significó la pérdida de sus hermanos, ella siempre estuvo orgullosa de haber participado en esa mejora que hace 112 años buscaban para el país”, advierte.

Dos placas en la fachada de la casa de Carmen Serdán de Ciudad de México fueron recordatorio que el 21 de agosto de 1948 dejó de existir | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Las pláticas de sobremesa

“Ese 18 de noviembre de 1910 mi abuelo, Aquiles Serdán del Valle, tenía dos años. Fue criado por Carmen Serdán en Ciudad de México junto con mis tíos Héctor y Sara, que eran vecinos de Natalia y sus 5 hijos”, comenta.

Cuando su abuelo creció se casó con Isabel Álvarez Dávila, originaria de Michoacán, y tuvieron siete hijos, su padre fue el cuarto y se llamó Máximo. Los primeros 11 años de su matrimonio los vivieron en Ciudad de México, en el número 60 de Tacubaya, eran vecinos de Carmen y Natalia.

Para Isabel fue un agasajo tener esas charlas de sobremesa con Carmen, y fue ella misma quien le pidió que tomara nota de todo lo que le platicara para que en un futuro lo supieran sus hijos.

“Mi abuela comentaba que cuando Carmen estaba de un humor relajado le platicaba lo que iba recordando y a veces veía que le volvía a doler, entonces le decía, si quieres lo dejamos para otro momento, y ella respondía: ´No, porque no sé si otro día quiera recordarlo, tu anota y cuéntaselo a tus hijos´, refiriéndose a mi padres y mis tíos que hoy en día tenemos la fortuna de que vivan”, concluye el entrevistado.

Cuando Carmen falleció sus abuelos se regresaron a vivir a Puebla. La abuela Isabel siempre les platicó a sus nietos las historias que Carmen le compartió. Hoy esas historias están plasmadas en el libro “Ser hecho en México” de editorial Porrúa escrito por Máximo.

Los Serdán Álvarez, nietos de Aquiles Serdán Alatriste, con Máximo Serdán Espinosa, el bisnieto | Foto: Cortesía Máximo Serdán Espinosa




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