/ sábado 1 de abril de 2023

Metepec, el emporio textil del siglo XX | Los tiempos idos

Los campesinos de esta región de Puebla pasaron de arar la tierra a ser obreros de una fábrica textil que fue la segunda más grande del país

Metepec y su fábrica nacieron a finales del siglo XIX bajo un proyecto de inversión extranjera que contempló la industria y el poblado para los trabajadores.

Los campesinos de la región pasaron de arar la tierra a ser obreros de una fábrica textil que, desde su inicio, fue la segunda más grande del país y una de las más importantes de Latinoamérica.

Así Metepec se convirtió en emporio textil. Una potencia económica pero también política y social, al ser bastión del sindicalismo que, tras una cruenta lucha, cambió las condiciones de trabajo de los obreros y trajo prosperidad a la región.


Al cierre de la industria el poblado se convirtió en un pueblo fantasma, hasta quince años después, cuando la fábrica se volvió un centro de rehabilitación y, más tarde, se transformó en un Centro Vacacional que hoy recibe a los visitantes con el mejor clima del mundo.

El quiosco estilo francés de Metepec fue inaugurado el 24 de febrero de 1907 | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

El origen del pueblo

Las haciendas comenzaron a surgir en la jurisdicción de Atlixco (Puebla) en febrero de 1710. Una de ellas fue la de San Diego Metepec, propiedad de Ventura Muñoz de Villegas, expone Rafael Martínez Ruiz, cronista y fundador de la página de Facebook “Metepec, el pueblo que se negó a morir”.

Para finales del siglo XIX San Diego Metepec ya pertenecía el coronel Javier Rojas. Él fue el último dueño, quien le vendió la hacienda a los inversionistas extranjeros que formaron la sociedad que operaba la fábrica textil.

“Una versión oral de una persona de la región dice que después de la segunda intervención francesa el país quedó en bancarrota, por lo que había muchas bandas de asaltantes. Una de ellas era la de Los Plateados, que asaltaban los caminos que iban a la Ciudad de México, hacia los volcanes: Puebla, Atlixco, Morelos”, señala.

Refiere que el gobierno mandó a militares para buscar a la famosa banda de Los Plateados. Recorrieron toda la ribera del río Cantarranas hasta llegar al río San Baltazar, pero nunca encontraron a los asaltantes. Lo que sí hallaron fueron muchos yacimientos de agua en la parte alta.

La Revolución Industrial estaba en auge y el lugar era propicio para instalar una industria por la abundancia de agua y porque ésta generaba la energía eléctrica y motriz que permitía la ininterrumpida continuidad en los procesos productivos.

La Avenida de la Compañía en Metepec. Se aprecia parte del caserío con techos de dos aguas | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

“La idea de crear Metepec nace en 1897 como todo un proyecto de inversión extranjera de la compañía inglesa Company Town. Además de las adecuaciones que se tenían que hacer de la hacienda (para operar la fábrica), el proyecto incluía el caserío para los obreros, un parque, un templo, el mercado, la tienda de raya e incluso un teatro”, detalla.

Lo primero que se comenzó a hacer fueron las obras hidráulicas para traer el agua potable al pueblo y a la fábrica. El caserío se distribuyó en 12 manzanas. Cinco manzanas con 24 viviendas de 45 metros cuadrados y dos piezas. Las otras manzanas tenían 48 viviendas de una sola pieza. En otra manzana estaban las casas de los empleados de confianza.

“En un inicio fueron un promedio de 572 viviendas. Eran casitas con tejado de dos aguas estilo inglés. Tenían 5 metros de frente con dos cuartos, uno de 5 x 5 metros y otros de 3 x 5 metros. Uno era habitación y en el otro había bracero de ladrillo que se prendía con carbón porque estaba prohibido cocinar con leña o combustible. Lo demás era patio con lavaderos y sanitarios comunitarios”, narra.

“Metepec fue un pueblo con un paisaje arquitectónico europeo. Las casas con tejados a dos aguas, su templo un tanto anglicano, su quiosco con influencia francesa y cuando el pueblo comenzó a crecer se hicieron otro tipo de casitas con techos estilo catalán”, agrega.

Inicialmente los obreros fueron campesinos que se vieron obligados a trabajar en la fábrica. Los empleados de confianza eran extranjeros, en su mayoría españoles. La fábrica contaba con 2 mil trabajadores.

Los campesinos de la región pasaron de arar la tierra a ser obreros de una fábrica textil | Foto reproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla | Centro Vacacional Metepec

Un emporio textil

El 15 de septiembre de 1902 el entonces presidente de la República, Porfirio Díaz, visitó Metepec para inaugurar la fábrica textil y la avenida que lleva su nombre, misma que se ubica en la parte central del pueblo y en ese entonces dividía el caserío. La fecha coincidió con su cumpleaños número 72.

Desde que se fundó, Metepec se convirtió en la segunda fábrica textil más grande e importante de México. Contaba con la maquinaria más moderna y sofisticada que una fábrica del ramo podía tener a inicios del siglo XX. Solo fue superada en número de obreros y, por lo mismo, en producción, por la de Río Blanco en Veracruz.


El cronista relata que el algodón lo traían en bruto de lugares como Egipto, para trabajarlo y producir el hilo de calidad. Después tejían la tela y una vez tejida la estampaban. La tela se exportaba al extranjero.

Originalmente Metepec pertenecía al municipio de Tianguismanalco, pero al convertirse en un emporio textil su importancia fue tal que, en 1905, solo tres años después de haber sido inaugurada la fábrica, el gobierno del estado de Puebla decretó que la población pasaría a pertenecer Atlixco para que este municipio se beneficiara con ello.

Panorámica de la fábrica textil de Metepec vista desde el sur | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

Bastión del sindicalismo

La fábrica textil de Metepec producía hilados, tejidos blanqueados y estampados en algodón. Se convirtió en una las más importantes de Latinoamérica en una época en la que el control y el dominio del trabajador y de sus familias estaba en manos del patrón.

Los obreros tenían jornadas laborales de hasta 14 o 16 horas diarias. Sus salarios eran precarios y eran obligados a comprar en la tienda de raya que les vendía a precios exorbitantes producto de consumo diario. Lo hacían utilizando la moneda acuñada por la fábrica. Sus derechos laborales eran nulos hasta que comenzaron a surgir grupos para defender los intereses de los trabajadores.

En 1911 la fábrica fue asaltada por los zapatistas. Debido al conflicto armado, la empresa decidió cerrar en 1914. Muchos obreros salieron a buscar trabajo a lugares cercanos y otros se adhirieron a las filas carrancistas.

“A principio de 1919 regresaron los obreros con otra ideología y más organizados. Querían instalar un sindicato pero los empresarios lo rechazaron y contrataron obreros que les llamaban esquiroles. Eran obreros libres de compromiso y les dieron armas para eliminar cualquier organización pro sindical”, asegura.

Estas eran las oficinas del Sindicato de Metepec, ubicadas en la calle principal y Avenida Porfirio Díaz. Ahora son oficinas del Comité de Agua | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

“Entonces se vino una lucha a muerte en el poblado entre sindicalistas y obreros libres, asaltaron el caserío para matar a los líderes y a sus mujeres. Se quedaron los de ideología revolucionaria que ya estaban afiliados a la CROM (Confederación Nacional de Obreros Mexicana) y que en 1924 pidió apoyo al presidente de la República (Plutarco Elías Calles) para terminar el conflicto”, añade.

En 1925 son expulsados todos los obreros libres del municipio de Atlixco. Nace el Sindicato de Obreros Revolucionarios de Metepec. El control que tenían las empresas sobre los obreros y sus familias pasa al sindicato y las cosas empiezan a cambiar. Se logró mejorar las condiciones de vida de los trabajadores al reducir la jornada de trabajo a diez horas.

“Pero la euforia laboral comenzó a generar ambiciones de gremio y se generó una división que también terminó en muertes. La división obrera se dio en la década de los años treinta. Eran los afiliados a la CROM de Luis N. Morones, de Ciudad de México, y por el otro los de la CTM de Atlixco, de Vicente Lombardo. Fueron 12 años que siguieron con ese conflicto para ver quién debería dominar la región”, señala.

La unificación obrera en Atlixco se dio en la década de los cuarenta con Antonio J. Hernández, quien llegó a ser el máximo líder de la CROM Nacional.

Los trabajadores tenían jornadas de hasta 14 horas diarias | Foto reproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla | Centro Vacacional Metepec

Sindicalismo progresista

“Entramos a una etapa que yo le llamo Sindicalismo Progresista, que es cuando el sindicato empieza a trabajar en beneficio de la comunidad y comienza a hacer obras en todo el municipio con las cuotas de los trabajadores”, enfatiza.

Relata que en Metepec construyeron el estadio porque tenían un equipo profesional de beisbol que había sido campeón en 1938 y en 1939 era patrocinado por la fábrica. Hicieron mejoras en el quiosco y transformaron el mercado en 1956. Construyeron la Plaza de Toros, el kínder y la Escuela Primaria Artículo 123 Belisario Domínguez, que en ese momento fue una de las más modernas el estado.


“En el ámbito de salud se construyó el Sanatorio de los Obreros de Metepec, que en ese entonces era el más moderno de Latinoamérica y fue considerada la máximo obra del sindicato. Ahora es el hospital de zona número 5 del IMSS”, detalla.

“Las Fiestas Patrias le dieron identidad a Metepec. Se organizaba un desfile, un programa social, musical y cívico en el campo deportivo. En las noches había baile en el patio de la escuela primaria con las más grandes y mejores orquestas de México, que atraía gente de otros municipios”, agrega.

El mercado de Metepec fue transformado en 1956 por el sindicato de trabajadores | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

Un final inesperado

El cronista narra que en 1931 el español Germán Pardueles, quien era accionista, adquirió todos los pasivos de la fábrica y se convirtió en el único dueño. Murió en 1964 y le heredó la fábrica a su hermano Lino. Cuando él la recibió se declaró en quiebra. El líder sindical junto con los obreros, exigieron la indemnización correspondiente.

“Lo fueron a ver la Ciudad de México. Dicen que no opuso resistencia y que la viuda de Germán, accedió que se les dieran todas las propiedades de la empresa a los trabajadores, terrenos y fábrica”, subraya.

Ya como propietarios de la fábrica textil los obreros formaron una sociedad cooperativa y comenzaron a trabajar. Los proveedores ya no eran los mismos y los insumos no tenían la misma calidad que los anteriores.

“Mi papá fue tejedor y me platicaba que el algodón era muy sucio y por lo mismo el hilo se reventaba constantemente y perdían mucho tiempo en atar hilos. Por otro lado, la maquinaria se había quedado obsoleta porque nunca la modernizaron”, sentencia.

Ya como propietarios de la fábrica textil los obreros formaron una sociedad cooperativa y comenzaron a trabajar | Foto reproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla | Centro Vacacional Metepec

“En mayo de 1967 tuvieron asamblea para decidir si seguían trabajando. Para ello tendrían que despedir a la mitad de la plantilla, principalmente a los más viejos o los que poco sabían. Todos se solidarizan y decidieron cerrar la fábrica. Pero no había capital para las indemnizaciones y el IMSS prestó el dinero para eso. Cuando someten a remate la propiedad, el instituto se quedó con los inmuebles que habían quedado en garantía, el casco de la fábrica y el sanatorio”, detalla.

La maquinaria fue otro tema a tratar en asamblea sindical. Algunos obreros querían quedarse con algún telar para trabajarlo y subsistir, producir calcetines, toallas, pañuelos o lo que fuera, pero decidieron que nadie se quedaría con nada y lo destruyeron todo.

“El pueblo estaba en silencio y se oían los marrazos cuando estaban destruyendo la maquinaria. Nada más veíamos como pasaban las plataformas de tráilers con todo. Lo vendieron como fierro viejo. Así terminó el proyecto que comenzó a finales del siglo XIX”, puntualiza el cronista.

En esa época los trabajadores de la fábrica en su mayoría eran de otros estados de la República. Cuando cerró muy pocas familias se quedaron en Metepec, casi todos regresaron a su ciudad de origen.

El poblado que había sido construido junto con la fábrica quedó como un pueblo fantasma. Algunos obreros que se quedaron en Metepec lo llaman: “El pueblo que se negó a morir”.

La fábrica estuvo abandonada quince años hasta que, en 1982, el inmueble es restaurado y se establece el Centro de Rehabilitación Nacional para discapacitados del IMSS. Así funcionó cuatro años hasta que se decidió transformarlo en un Centro Vacacional que abrió sus puertas en noviembre de 1986.

Metepec fue un proyecto de inversión extranjera de la compañía inglesa Company Town. Entrada a la fábrica textil de Metepec a principios del siglo XX | Foto reproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla | Centro Vacacional Metepec

Acerca de la CIASA

La fábrica de Metepec fue el último gran proyecto industrial del porfiriato. La CIASA o Compañía Industrial de Atlixco S.A., fue la primera Sociedad Anónima del siglo XX en México, expone el maestro Marcelo Romero Hernández, guardián, gestor y promotor cultural del Museo Industrial de Metepec de la BUAP.

“Los capitalistas que pusieron el dinero eran mayoritariamente ingleses, franceses y estadounidenses, sí hubo uno que otro mexicano acaudalado pero el grueso de la inversión fue extranjera”, asegura.


Refiere que la fábrica llegó a producir 69 tipos de tela diferentes desde manta cruda, mezclilla, popelina, raso, jergas. Todo se hacía con algodón 100% que provenía de la zona de la laguna de México, de Estados Unidos y de Egipto. Metepec se transformó en una potencia, no solo económica sino también política y social.

“En la primera década del siglo XX las leyes laborales eran inexistentes así que desde los 7 u 8 años un niño podía trabajar en la fábrica, sobre todo para contribuir a la escasa economía familiar. Los trabajadores que iniciaron Metepec eran gente de campo que dejo de arar la tierra para ser un obrero textil”, señala.

Accionistas de la fábrica Metepec. A la izquierda se aprecia una acción de la compañía. Abajo a la derecha un membrete de la papelería que se utilizaba en la fábrica | Foto reproducción: Erika Reyes | El Sol de Puebla | Museo Industrial de Metepec

Las condiciones de vida de la clase obrera durante la primera etapa de la industrialización eran pésimas. Los trabajadores eran sometidos a largas jornadas de trabajo en situaciones de seguridad precarias. Por si fuera poco, el patrón recuperaba el salario de los obreros a través de la deuda que estos generaban en las tiendas de raya que se encontraban al interior de las fábricas o haciendas.

Romero narra que las tiendas de raya eran misceláneas en las que se podía conseguir productos de consumo como arroz, frijol, verduras, tabaco, alcohol, jabón e incluso las propias telas e hilos que se fabricaban. Era un negocio redondo para el patrón porque todo lo que él invertía se le regresaba a él mismo porque los obreros eran obligados a comprar en estas tiendas.

“Se vendía a precios muy altos para que el obrero pidiera un préstamo y generara una deuda que muchas veces era heredada por los hijos para que ellos trabajaran en la fábrica y siguieran pagando. La deuda se volvía impagable para el trabajador”, enfatiza.

“Muy importante recordar que Metepec acuñó su propia moneda que no circulaba en el pueblo, solo tenía validez dentro de la fábrica, en la tienda de raya de la empresa”, añade.

Fue en 1915 que Venustiano Carranza decretó abolidas las tiendas de raya que pasaron a ser cooperativas de obreros y así los trabajadores se quitaron el yugo de esas deudas.

El Museo Industrial de Metepec cuenta con un Archivo Histórico que resguarda los libros de contabilidad reales de la fábrica, de 1902 a 1967 | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Un Museo Industrial

En un área de lo que fuera la antigua fábrica de Metepec se encuentra el Museo Industrial de la BUAP.

En exhibición se puede apreciar una moneda de cobre de 5 centavos acuñada en Metepec. También máquinas y objetos antiguos representativos de la época (no originales) y el lenguaje de señas con el que se comunicaban los obreros en sus jornadas laborales. Lo utilizaban por el ruido de las máquinas y las distancias.

El museo está divido en tres partes, refiere el maestro Romero, y agrega que el recorrido comienza con la historia obrera, sigue con le época sindicalista y termina con una representación de la vida cotidiana del obrero en donde hay una vivienda y la tienda de raya.

Hay una cámara negra que es una sala de proyección en la que puedes disfrutar la película México Industrial, filmada en 1923, cuando Metepec funcionaba como fábrica.

“La hicieron los dueños para llevarla a Estados Unidos y Europa y así conseguir más inversionistas. Tenemos un libro de edición conmemorativa por los 120 años de la fábrica a la venta que, además del libro, incluye la película sonorizada en DVD y el soundtrack”, comenta.

Aspecto del Museo Industrial en el que se aprecia en la pared una parte del lenguaje de señas con el que se comunicaban los obreros en sus jornadas laborales. Lo utilizaban por el ruido de las máquinas y las distancias | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

El Museo Industrial de Metepec cuenta con un Archivo Histórico que resguarda los libros de contabilidad reales de la fábrica, de 1902 a 1967. Disponibles para consulta en tesis de maestría o doctorado que hablen sobre el movimiento obrero.

De igual forma alberga exposiciones temporales. Actualmente se encuentran exhibidas las acuarelas de Fernando Castellanos, acerca del sistema hídrico de la fábrica de Metepec.

El Museo Industrial de Metepec abre sus puertas los sábados, domingos, días festivos y períodos vacacionales de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 18:00 horas.

“Es gratuito. Al llegar a la entrada del Centro Vacacional, solo tienes que anunciar que vienes al museo. Tienes hora y media para disfrutarlo”, concluye Romero.

Visita el Museo Industrial y el Centro Vacacional Atlixco Metepec para admirar de cerca lo que fue la grandeza de este emporio textil. Cuenta con hotel, albercas, restaurantes, área de acampado, extensas áreas verdes, centro de convenciones, helipuerto y una impresionante vista panorámica de Atlixco.

Aspecto del Centro Vacacional Atlixco Metepec que fue establecido en 1986 en las intalaciones del a fábrica textil | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Aspecto actual del chacuaco de la fábrica textil junto al Teatro Cervantes que se convirtió en sitio de asambleas sindicales | Foto: José Luis Bravo | El Sol der Puebla

Así luce hoy el quiosco estilo francés en el zócalo de Metepec que fue inaugurado en 1907 | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Metepec y su fábrica nacieron a finales del siglo XIX bajo un proyecto de inversión extranjera que contempló la industria y el poblado para los trabajadores.

Los campesinos de la región pasaron de arar la tierra a ser obreros de una fábrica textil que, desde su inicio, fue la segunda más grande del país y una de las más importantes de Latinoamérica.

Así Metepec se convirtió en emporio textil. Una potencia económica pero también política y social, al ser bastión del sindicalismo que, tras una cruenta lucha, cambió las condiciones de trabajo de los obreros y trajo prosperidad a la región.


Al cierre de la industria el poblado se convirtió en un pueblo fantasma, hasta quince años después, cuando la fábrica se volvió un centro de rehabilitación y, más tarde, se transformó en un Centro Vacacional que hoy recibe a los visitantes con el mejor clima del mundo.

El quiosco estilo francés de Metepec fue inaugurado el 24 de febrero de 1907 | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

El origen del pueblo

Las haciendas comenzaron a surgir en la jurisdicción de Atlixco (Puebla) en febrero de 1710. Una de ellas fue la de San Diego Metepec, propiedad de Ventura Muñoz de Villegas, expone Rafael Martínez Ruiz, cronista y fundador de la página de Facebook “Metepec, el pueblo que se negó a morir”.

Para finales del siglo XIX San Diego Metepec ya pertenecía el coronel Javier Rojas. Él fue el último dueño, quien le vendió la hacienda a los inversionistas extranjeros que formaron la sociedad que operaba la fábrica textil.

“Una versión oral de una persona de la región dice que después de la segunda intervención francesa el país quedó en bancarrota, por lo que había muchas bandas de asaltantes. Una de ellas era la de Los Plateados, que asaltaban los caminos que iban a la Ciudad de México, hacia los volcanes: Puebla, Atlixco, Morelos”, señala.

Refiere que el gobierno mandó a militares para buscar a la famosa banda de Los Plateados. Recorrieron toda la ribera del río Cantarranas hasta llegar al río San Baltazar, pero nunca encontraron a los asaltantes. Lo que sí hallaron fueron muchos yacimientos de agua en la parte alta.

La Revolución Industrial estaba en auge y el lugar era propicio para instalar una industria por la abundancia de agua y porque ésta generaba la energía eléctrica y motriz que permitía la ininterrumpida continuidad en los procesos productivos.

La Avenida de la Compañía en Metepec. Se aprecia parte del caserío con techos de dos aguas | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

“La idea de crear Metepec nace en 1897 como todo un proyecto de inversión extranjera de la compañía inglesa Company Town. Además de las adecuaciones que se tenían que hacer de la hacienda (para operar la fábrica), el proyecto incluía el caserío para los obreros, un parque, un templo, el mercado, la tienda de raya e incluso un teatro”, detalla.

Lo primero que se comenzó a hacer fueron las obras hidráulicas para traer el agua potable al pueblo y a la fábrica. El caserío se distribuyó en 12 manzanas. Cinco manzanas con 24 viviendas de 45 metros cuadrados y dos piezas. Las otras manzanas tenían 48 viviendas de una sola pieza. En otra manzana estaban las casas de los empleados de confianza.

“En un inicio fueron un promedio de 572 viviendas. Eran casitas con tejado de dos aguas estilo inglés. Tenían 5 metros de frente con dos cuartos, uno de 5 x 5 metros y otros de 3 x 5 metros. Uno era habitación y en el otro había bracero de ladrillo que se prendía con carbón porque estaba prohibido cocinar con leña o combustible. Lo demás era patio con lavaderos y sanitarios comunitarios”, narra.

“Metepec fue un pueblo con un paisaje arquitectónico europeo. Las casas con tejados a dos aguas, su templo un tanto anglicano, su quiosco con influencia francesa y cuando el pueblo comenzó a crecer se hicieron otro tipo de casitas con techos estilo catalán”, agrega.

Inicialmente los obreros fueron campesinos que se vieron obligados a trabajar en la fábrica. Los empleados de confianza eran extranjeros, en su mayoría españoles. La fábrica contaba con 2 mil trabajadores.

Los campesinos de la región pasaron de arar la tierra a ser obreros de una fábrica textil | Foto reproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla | Centro Vacacional Metepec

Un emporio textil

El 15 de septiembre de 1902 el entonces presidente de la República, Porfirio Díaz, visitó Metepec para inaugurar la fábrica textil y la avenida que lleva su nombre, misma que se ubica en la parte central del pueblo y en ese entonces dividía el caserío. La fecha coincidió con su cumpleaños número 72.

Desde que se fundó, Metepec se convirtió en la segunda fábrica textil más grande e importante de México. Contaba con la maquinaria más moderna y sofisticada que una fábrica del ramo podía tener a inicios del siglo XX. Solo fue superada en número de obreros y, por lo mismo, en producción, por la de Río Blanco en Veracruz.


El cronista relata que el algodón lo traían en bruto de lugares como Egipto, para trabajarlo y producir el hilo de calidad. Después tejían la tela y una vez tejida la estampaban. La tela se exportaba al extranjero.

Originalmente Metepec pertenecía al municipio de Tianguismanalco, pero al convertirse en un emporio textil su importancia fue tal que, en 1905, solo tres años después de haber sido inaugurada la fábrica, el gobierno del estado de Puebla decretó que la población pasaría a pertenecer Atlixco para que este municipio se beneficiara con ello.

Panorámica de la fábrica textil de Metepec vista desde el sur | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

Bastión del sindicalismo

La fábrica textil de Metepec producía hilados, tejidos blanqueados y estampados en algodón. Se convirtió en una las más importantes de Latinoamérica en una época en la que el control y el dominio del trabajador y de sus familias estaba en manos del patrón.

Los obreros tenían jornadas laborales de hasta 14 o 16 horas diarias. Sus salarios eran precarios y eran obligados a comprar en la tienda de raya que les vendía a precios exorbitantes producto de consumo diario. Lo hacían utilizando la moneda acuñada por la fábrica. Sus derechos laborales eran nulos hasta que comenzaron a surgir grupos para defender los intereses de los trabajadores.

En 1911 la fábrica fue asaltada por los zapatistas. Debido al conflicto armado, la empresa decidió cerrar en 1914. Muchos obreros salieron a buscar trabajo a lugares cercanos y otros se adhirieron a las filas carrancistas.

“A principio de 1919 regresaron los obreros con otra ideología y más organizados. Querían instalar un sindicato pero los empresarios lo rechazaron y contrataron obreros que les llamaban esquiroles. Eran obreros libres de compromiso y les dieron armas para eliminar cualquier organización pro sindical”, asegura.

Estas eran las oficinas del Sindicato de Metepec, ubicadas en la calle principal y Avenida Porfirio Díaz. Ahora son oficinas del Comité de Agua | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

“Entonces se vino una lucha a muerte en el poblado entre sindicalistas y obreros libres, asaltaron el caserío para matar a los líderes y a sus mujeres. Se quedaron los de ideología revolucionaria que ya estaban afiliados a la CROM (Confederación Nacional de Obreros Mexicana) y que en 1924 pidió apoyo al presidente de la República (Plutarco Elías Calles) para terminar el conflicto”, añade.

En 1925 son expulsados todos los obreros libres del municipio de Atlixco. Nace el Sindicato de Obreros Revolucionarios de Metepec. El control que tenían las empresas sobre los obreros y sus familias pasa al sindicato y las cosas empiezan a cambiar. Se logró mejorar las condiciones de vida de los trabajadores al reducir la jornada de trabajo a diez horas.

“Pero la euforia laboral comenzó a generar ambiciones de gremio y se generó una división que también terminó en muertes. La división obrera se dio en la década de los años treinta. Eran los afiliados a la CROM de Luis N. Morones, de Ciudad de México, y por el otro los de la CTM de Atlixco, de Vicente Lombardo. Fueron 12 años que siguieron con ese conflicto para ver quién debería dominar la región”, señala.

La unificación obrera en Atlixco se dio en la década de los cuarenta con Antonio J. Hernández, quien llegó a ser el máximo líder de la CROM Nacional.

Los trabajadores tenían jornadas de hasta 14 horas diarias | Foto reproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla | Centro Vacacional Metepec

Sindicalismo progresista

“Entramos a una etapa que yo le llamo Sindicalismo Progresista, que es cuando el sindicato empieza a trabajar en beneficio de la comunidad y comienza a hacer obras en todo el municipio con las cuotas de los trabajadores”, enfatiza.

Relata que en Metepec construyeron el estadio porque tenían un equipo profesional de beisbol que había sido campeón en 1938 y en 1939 era patrocinado por la fábrica. Hicieron mejoras en el quiosco y transformaron el mercado en 1956. Construyeron la Plaza de Toros, el kínder y la Escuela Primaria Artículo 123 Belisario Domínguez, que en ese momento fue una de las más modernas el estado.


“En el ámbito de salud se construyó el Sanatorio de los Obreros de Metepec, que en ese entonces era el más moderno de Latinoamérica y fue considerada la máximo obra del sindicato. Ahora es el hospital de zona número 5 del IMSS”, detalla.

“Las Fiestas Patrias le dieron identidad a Metepec. Se organizaba un desfile, un programa social, musical y cívico en el campo deportivo. En las noches había baile en el patio de la escuela primaria con las más grandes y mejores orquestas de México, que atraía gente de otros municipios”, agrega.

El mercado de Metepec fue transformado en 1956 por el sindicato de trabajadores | Foto: Cortesía Rafael Martínez Ruiz

Un final inesperado

El cronista narra que en 1931 el español Germán Pardueles, quien era accionista, adquirió todos los pasivos de la fábrica y se convirtió en el único dueño. Murió en 1964 y le heredó la fábrica a su hermano Lino. Cuando él la recibió se declaró en quiebra. El líder sindical junto con los obreros, exigieron la indemnización correspondiente.

“Lo fueron a ver la Ciudad de México. Dicen que no opuso resistencia y que la viuda de Germán, accedió que se les dieran todas las propiedades de la empresa a los trabajadores, terrenos y fábrica”, subraya.

Ya como propietarios de la fábrica textil los obreros formaron una sociedad cooperativa y comenzaron a trabajar. Los proveedores ya no eran los mismos y los insumos no tenían la misma calidad que los anteriores.

“Mi papá fue tejedor y me platicaba que el algodón era muy sucio y por lo mismo el hilo se reventaba constantemente y perdían mucho tiempo en atar hilos. Por otro lado, la maquinaria se había quedado obsoleta porque nunca la modernizaron”, sentencia.

Ya como propietarios de la fábrica textil los obreros formaron una sociedad cooperativa y comenzaron a trabajar | Foto reproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla | Centro Vacacional Metepec

“En mayo de 1967 tuvieron asamblea para decidir si seguían trabajando. Para ello tendrían que despedir a la mitad de la plantilla, principalmente a los más viejos o los que poco sabían. Todos se solidarizan y decidieron cerrar la fábrica. Pero no había capital para las indemnizaciones y el IMSS prestó el dinero para eso. Cuando someten a remate la propiedad, el instituto se quedó con los inmuebles que habían quedado en garantía, el casco de la fábrica y el sanatorio”, detalla.

La maquinaria fue otro tema a tratar en asamblea sindical. Algunos obreros querían quedarse con algún telar para trabajarlo y subsistir, producir calcetines, toallas, pañuelos o lo que fuera, pero decidieron que nadie se quedaría con nada y lo destruyeron todo.

“El pueblo estaba en silencio y se oían los marrazos cuando estaban destruyendo la maquinaria. Nada más veíamos como pasaban las plataformas de tráilers con todo. Lo vendieron como fierro viejo. Así terminó el proyecto que comenzó a finales del siglo XIX”, puntualiza el cronista.

En esa época los trabajadores de la fábrica en su mayoría eran de otros estados de la República. Cuando cerró muy pocas familias se quedaron en Metepec, casi todos regresaron a su ciudad de origen.

El poblado que había sido construido junto con la fábrica quedó como un pueblo fantasma. Algunos obreros que se quedaron en Metepec lo llaman: “El pueblo que se negó a morir”.

La fábrica estuvo abandonada quince años hasta que, en 1982, el inmueble es restaurado y se establece el Centro de Rehabilitación Nacional para discapacitados del IMSS. Así funcionó cuatro años hasta que se decidió transformarlo en un Centro Vacacional que abrió sus puertas en noviembre de 1986.

Metepec fue un proyecto de inversión extranjera de la compañía inglesa Company Town. Entrada a la fábrica textil de Metepec a principios del siglo XX | Foto reproducción: José Luis Bravo | El Sol de Puebla | Centro Vacacional Metepec

Acerca de la CIASA

La fábrica de Metepec fue el último gran proyecto industrial del porfiriato. La CIASA o Compañía Industrial de Atlixco S.A., fue la primera Sociedad Anónima del siglo XX en México, expone el maestro Marcelo Romero Hernández, guardián, gestor y promotor cultural del Museo Industrial de Metepec de la BUAP.

“Los capitalistas que pusieron el dinero eran mayoritariamente ingleses, franceses y estadounidenses, sí hubo uno que otro mexicano acaudalado pero el grueso de la inversión fue extranjera”, asegura.


Refiere que la fábrica llegó a producir 69 tipos de tela diferentes desde manta cruda, mezclilla, popelina, raso, jergas. Todo se hacía con algodón 100% que provenía de la zona de la laguna de México, de Estados Unidos y de Egipto. Metepec se transformó en una potencia, no solo económica sino también política y social.

“En la primera década del siglo XX las leyes laborales eran inexistentes así que desde los 7 u 8 años un niño podía trabajar en la fábrica, sobre todo para contribuir a la escasa economía familiar. Los trabajadores que iniciaron Metepec eran gente de campo que dejo de arar la tierra para ser un obrero textil”, señala.

Accionistas de la fábrica Metepec. A la izquierda se aprecia una acción de la compañía. Abajo a la derecha un membrete de la papelería que se utilizaba en la fábrica | Foto reproducción: Erika Reyes | El Sol de Puebla | Museo Industrial de Metepec

Las condiciones de vida de la clase obrera durante la primera etapa de la industrialización eran pésimas. Los trabajadores eran sometidos a largas jornadas de trabajo en situaciones de seguridad precarias. Por si fuera poco, el patrón recuperaba el salario de los obreros a través de la deuda que estos generaban en las tiendas de raya que se encontraban al interior de las fábricas o haciendas.

Romero narra que las tiendas de raya eran misceláneas en las que se podía conseguir productos de consumo como arroz, frijol, verduras, tabaco, alcohol, jabón e incluso las propias telas e hilos que se fabricaban. Era un negocio redondo para el patrón porque todo lo que él invertía se le regresaba a él mismo porque los obreros eran obligados a comprar en estas tiendas.

“Se vendía a precios muy altos para que el obrero pidiera un préstamo y generara una deuda que muchas veces era heredada por los hijos para que ellos trabajaran en la fábrica y siguieran pagando. La deuda se volvía impagable para el trabajador”, enfatiza.

“Muy importante recordar que Metepec acuñó su propia moneda que no circulaba en el pueblo, solo tenía validez dentro de la fábrica, en la tienda de raya de la empresa”, añade.

Fue en 1915 que Venustiano Carranza decretó abolidas las tiendas de raya que pasaron a ser cooperativas de obreros y así los trabajadores se quitaron el yugo de esas deudas.

El Museo Industrial de Metepec cuenta con un Archivo Histórico que resguarda los libros de contabilidad reales de la fábrica, de 1902 a 1967 | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Un Museo Industrial

En un área de lo que fuera la antigua fábrica de Metepec se encuentra el Museo Industrial de la BUAP.

En exhibición se puede apreciar una moneda de cobre de 5 centavos acuñada en Metepec. También máquinas y objetos antiguos representativos de la época (no originales) y el lenguaje de señas con el que se comunicaban los obreros en sus jornadas laborales. Lo utilizaban por el ruido de las máquinas y las distancias.

El museo está divido en tres partes, refiere el maestro Romero, y agrega que el recorrido comienza con la historia obrera, sigue con le época sindicalista y termina con una representación de la vida cotidiana del obrero en donde hay una vivienda y la tienda de raya.

Hay una cámara negra que es una sala de proyección en la que puedes disfrutar la película México Industrial, filmada en 1923, cuando Metepec funcionaba como fábrica.

“La hicieron los dueños para llevarla a Estados Unidos y Europa y así conseguir más inversionistas. Tenemos un libro de edición conmemorativa por los 120 años de la fábrica a la venta que, además del libro, incluye la película sonorizada en DVD y el soundtrack”, comenta.

Aspecto del Museo Industrial en el que se aprecia en la pared una parte del lenguaje de señas con el que se comunicaban los obreros en sus jornadas laborales. Lo utilizaban por el ruido de las máquinas y las distancias | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

El Museo Industrial de Metepec cuenta con un Archivo Histórico que resguarda los libros de contabilidad reales de la fábrica, de 1902 a 1967. Disponibles para consulta en tesis de maestría o doctorado que hablen sobre el movimiento obrero.

De igual forma alberga exposiciones temporales. Actualmente se encuentran exhibidas las acuarelas de Fernando Castellanos, acerca del sistema hídrico de la fábrica de Metepec.

El Museo Industrial de Metepec abre sus puertas los sábados, domingos, días festivos y períodos vacacionales de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 18:00 horas.

“Es gratuito. Al llegar a la entrada del Centro Vacacional, solo tienes que anunciar que vienes al museo. Tienes hora y media para disfrutarlo”, concluye Romero.

Visita el Museo Industrial y el Centro Vacacional Atlixco Metepec para admirar de cerca lo que fue la grandeza de este emporio textil. Cuenta con hotel, albercas, restaurantes, área de acampado, extensas áreas verdes, centro de convenciones, helipuerto y una impresionante vista panorámica de Atlixco.

Aspecto del Centro Vacacional Atlixco Metepec que fue establecido en 1986 en las intalaciones del a fábrica textil | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Aspecto actual del chacuaco de la fábrica textil junto al Teatro Cervantes que se convirtió en sitio de asambleas sindicales | Foto: José Luis Bravo | El Sol der Puebla

Así luce hoy el quiosco estilo francés en el zócalo de Metepec que fue inaugurado en 1907 | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


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