El Patio de los Azulejos es un monumento histórico que pertenece al conjunto conocido como La Concordia. Es un tesoro barroco que da muestra del estilo arquitectónico que imperaba en el siglo XVIII. Su legado va más allá de una tendencia artística.
En el siglo XIX, aquí se estableció el taller tipográfico en el que se imprimió el primer periódico de la ciudad que fue un parteaguas del periodismo en Puebla, y también, el documento que estableció las bases para un México soberano e independiente: El Plan de Iguala.
De origen, el sitio fue utilizado con fines religiosos y desde mediados del siglo XX una parte funge como espacio educativo.
EL CONJUNTO DE LA CONCORDIA
Hablar del Patio de los Azulejos es hablar de todo el conjunto de La Concordia, incluye la iglesia, el antiguo oratorio, el patio y la capilla, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.
El conjunto se conoció así porque se encontraba sobre la antigua calle de La Concordia (3 sur), entre San Cayetano (11 Poniente) y la calle Sola (9 Poniente).
El sitio fue lugar de veneración de la Santa Veracruz desde 1535, cuando dos de los fundadores de la ciudad, Cristóbal Martín Camacho y Juan de Yepes, solicitaron permiso al ayuntamiento y al obispo de establecer ahí una cofradía.
La Cofradía de la Santa Veracruz era llamada de “los Caballeros” porque solo admitía a personajes ilustres, que podían ser conquistadores, alcaldes o funcionarios de altos cargos públicos, y sus descendientes.
“Ellos solicitaron que se les otorgará un terreno para construir una iglesia dedicada a la Santa Veracruz. El ayuntamiento les concedió dos solares y comenzaron a construir la iglesia que, hacia 1550, ya estaba en condiciones. Fue una de las más bonitas y suntuosas de la ciudad”, detalla.
En determinado momento, esta iglesia fungió como la catedral de la ciudad porque la que se había construido y que ocupada el área del atrio de la catedral actual, empezó a tener problemas en su estructura.
“Esa catedral la habían edificado los indígenas calpenses de forma rústica, sin la dirección de un arquitecto. Estaba mal construida, tenía rajaduras y problemas de humedad. Hacia 1588 decidieron pasar el culto religioso para la iglesia de la Santa Veracruz en lo que resolvían si la derrumbaban o construían una nueva”, asegura.
La decisión fue construir una nueva y esta iglesia funcionó así hasta la época en la que Juan de Palafox y Mendoza fue obispo de Puebla. Cuando se terminó de edificar la nueva catedral, fue consagrada y el culto regresó.
“El obispo Palafox le donó a los padres filipenses la iglesia de la Santa Veracruz y la congregación de la Concordia consagró el templo a San Felipe Neri”, dice.
“Ellos tenían la encomienda de unir a los religiosos a través de la oración y la meditación, por ello comenzaron a construir una casa de ejercicios (oración) con su capilla. Esa edificación es lo que actualmente es la Escuela Gavino Barreda, pero en el siglo XIX ahí se estableció el colegio de los hermanos Lasallistas que hoy está en la 25 poniente (Benavente)”, comenta.
Relata que el sacerdote Cayetano Medina fue el prepósito (alto cargo del cabildo eclesiástico) que construyó la casa de ejercicios y fue quien forró el patio interior de la casa con azulejos de talavera en colores.
CERÁMICA MULTICOLOR
Ramírez Huitrón refiere que, desde el punto de vista arquitectónico, la ornamentación del Patio de los Azulejos es representativa del siglo XVIII. Su estilo es barroco poblano y la cerámica que se utiliza en diferentes colores tiene un significado.
“El patio de los azulejos que es lo más bonito del conjunto de La Concordia. Se comenzó a construir a finales del siglo XVIII, por ahí de 1793. Fue revestido con azulejos de talavera de múltiples colores que están dispuestos de forma significativa, con un patrón. El blanco y el azul forman una cruz, y hacen alusión a la Virgen María. El verde y amarillo, representan la vara de San José que floreó”, explica.
UN PREPÓSITO DE ORIGEN IRLANDÉS
A principios del siglo XIX la casa de ejercicios de oración quedó a cargo del presbítero Joaquín Furlong y Malpica, quien estuvo al frente de ella hasta 1852. Él fue prepósito de La Concordia desde 1814, estuvo 38 años en ese cargo.
El sacerdote fue hijo del capitán irlandés James Diego Furlong Downs quien se casó en 1772 con Ana Malpica con quien procreó a ocho hijos, entre ellos Joaquín, el pequeño, y sus hermanos Cosme y Patricio, quienes gobernaron la ciudad en diferente época.
“Patricio Furlong se quedó en el poder después de que su hermano Cosme, quien era el gobernador, murió durante la epidemia de cólera de 1835. Él fue el primer gobernante de Puebla que murió en el ejercicio del poder. Ciento ochenta años después, el 24 de diciembre de 2018, falleció Martha Erika Alonso, la primer gobernadora en ocupar el cargo”, enfatiza.
En una pieza de la casa de ejercicios el sacerdote filipense, Joaquín Furlong y Malpica, estableció un taller tipográfico en el que imprimía catecismos y folletos, pero también hacía otro tipo de trabajos.
LA IMPRENTA LIBERAL
El primer periódico que se publicó en la ciudad de Puebla se imprimió en este taller conocido como Imprenta Liberal. Se llamaba “La Abeja Poblana” y fue editado por el periodista y sacerdote veracruzano, Juan Nepomuceno Troncoso Bueno, junto con su hermano Juan.
Este impreso es considerado como el parteaguas del periodismo en Puebla, y alcanzó una amplia difusión e influencia entre los estados de Veracruz, Oaxaca y la ciudad de México. Ejemplares de este periódico, gacetas y de otros diarios surgidos durante el período independentista, están bajo resguardo de la Biblioteca Palafoxiana.
La publicación del diario era semanal con un tiraje de 200 ejemplares a cuatro páginas. No solo tenía como objetivo dar a conocer noticias locales e internacionales, y hablar sobre economía, ciencia y arte, también fomentar la literatura y abrir camino hacia la libertad de pensamiento.
Muestra palpable de ello y del pensamiento del editor, se reflejó en la publicación del suplemento número 14 del año 1821, el recién promulgado Plan de Iguala, proclamado por Agustín de Iturbide, que ninguna imprenta había querido reproducir.
“En su trayecto hacia la ciudad de México, Agustín de Iturbide, llegó a Puebla que en ese momento era la ciudad más importante después de la capital del país. Busco una imprenta y llegó al taller tipográfico de los hermanos filipenses quienes le imprimieron todos los folios (hojas) del Plan de Iguala para que fuera difundido y distribuido en todo el país. Este hecho fue importante porque nadie se quería comprometer al imprimirlo”, advierte el investigador.
En esa época se acostumbraba pegar los anuncios y las proclamas en parques y/o plazas públicas, en los espacios destinados para eso. La gente que sabía leer se acercaba a veces leía en voz alta para los que no sabían leer escucharan y de boca a boca se difundiera la noticia.
“El conjunto de La Concordia era un espacio secular que pertenecía directamente a la diócesis de Puebla. A causa de las Leyes de Reforma fue expropiado por el gobierno federal que en teoría vendería la propiedad, pero Benito Juárez se lo entregó directamente a la orden masónica. Ellos transformaron la pintura que había de mitad del siglo XIX y lo adaptaron a su culto”, puntualiza.
Por su historia y arquitectura, el Patio de los Azulejos es un monumento histórico incluido en el catálogo de Puebla como Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.