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Cuenta la leyenda que hubo una vez un gobernante llamado Tlachotla, que fue el señor del señorío de Xicotepec, que tenia un hijo que se llamaba Techachalco.
Cierto día Tlachotla envío a Techachalco a las tierras altas de Xicotepec a recolectar copal para ofrendar a los dioses durante las fiestas del quinto sol y de la primavera, en honor a Xochipilli, pero sucedió que Techachalco perdió el rumbo y fue a dar a un pueblo desconocido, en donde encontró gente buena que lo recibió en paz y le permitió disfrutar de la hospitalidad de los pobladores. Allí conoció a una doncella, de la que se enamoró y tuvo amores con ella. Procrearon un hijo que llamaron Techachalpipiltzin.
Un día, Techachalco recordó el encargo de su padre; y apresurado por el gran olvido, se fue al monte por el copal y reunió gran cantidad que se sirvió de una veintena de cargadores para llevarlo a Xicotepec.
Tan pronto como regresó a Xicotepec, Techachalco se presentó con su padre acompañado de su mujer y de su hijo. Entonces, Tlachotla enojado por tan gran desobediencia, castigó a los tres, a su nuera y a su nieto los encanto convirtiéndolos en pilares de piedra al pie de la escalinata de la terraza del adoratorio llamado Xochipila, y a Techachalco con un encantamiento especial lo convirtió en un pez, pero de mil colores como tributo del adoratorio hasta el fin de los tiempos, y que solo podría mostrarse a su pueblo con el conjuro de los sacerdotes Xochipiltecas en la fiesta del Quinto Sol.
La leyenda refiere que cuando el sol se encontraba en el meridiano y sus rayos traspasaban las enramadas, una fuerza desconocida agitaba el agua y de la profundidad emergía un vigoroso y hermoso pez que al ser tocado por la luz del sol destellaba mil colores, prodigio que era considerado un buen augurio, significaba abundantes cosechas para alimentar al pueblo de Xicotepec
Por ello el 24 de junio de cada año, te invitamos a celebrarlo en el Pueblo Mágico de Xicotepec de Juárez, Puebla.
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