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El Centro Histórico de Puebla, además de estar repleto de hermosas iglesias, museos y edificios arquitectónicos, es un lugar lleno de historias las cuales narran cómo era y qué sucedía en tiempos pasados.
En el corazón de la ciudad se ubica el antiguo Barrio de Los Sapos, uno de los lugares más visitados por turistas nacionales y extranjeros, y uno de los sitios donde se narran diferentes leyendas aunque, sin duda, la más interesante es la de Los Justicieros de El Barrio de Los Sapos.
Hasta nuestros días, este lugar es muy famoso por el buen ambiente nocturno que se vive y cuenta la leyenda que dos seres de ultratumba deambulan por la zona a la medianoche.
Estos monstruos fueron llamados “los justicieros” ya que al parecer su objetivo es dar una lección a todos aquellos parranderos y parranderas que abandonan a sus familias para darse una noche de muchas copas y diversión.
Cuando las mujeres salían de los centros nocturnos, observaban a lo lejos a un pequeño cachorro negro que con su encanto las atraía y lograba que poco a poco se acercaran a él, una tarea fácil porque no estaban en sus cinco sentidos. Cuando las mujeres lo tenían enfrente e intentaban acariciarlo, se convertía en una bestia que les lanzaba gruñidos y zarpazos y hasta les aventaba mordidas para comérselas, pues era una criatura digna del infierno. Pobres mujeres, hasta el alcohol se les bajaba.
En el caso de los hombres, una encantadora y hermosa dama se cruzaba por su camino. Ellos, como todos unos Don Juanes, la seguían, le coqueteaba e intentaban conquistarla; la bella mujer, para cumplir con su objetivo, jugueteaba con ellos y les lanzaba miradas y besos hasta hacerlos caer por completo. Cuando los borrachos no podían más, se acercaban para besarla y en ese momento ella se convertía en un horrible esqueleto con una cabellera negra y larga que daba hasta el suelo. Sin duda, sus víctimas se quedaban petrificadas del susto e incluso dicen que varios murieron al instante de un ataque al corazón.
Esta sin duda, era una verdadera lección para aquellos infieles y borrachos que sin esperar el fin de semana dejaban su hogar y se iban de parranda.
Pobres señoras que al amanecer tenían que ir por sus esposos en muy mal estado o, peor aún, muertos, literalmente, de miedo. Ya no sabían si llorarles o mejor enojarse por caer en las redes de otra mujer pues los vecinos del lugar les contaban las historias que día con día, más en fines de semana, se suscitaban.
La única certeza que tenían es que existían un ser desconocido que les hacía justicia.
Esta historia la conocen solamente los poblanos que viven o vivieron en la zona o los que saben del pasado del barrio, por eso nosotros te la contamos para que, desde hoy, tengas mucho cuidado al pasar por ahí por las noches y no vayas a experimentar la peor experiencia de tu vida.
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