Popocatépetl, el volcán que alguna vez fue propiedad privada | Los tiempos idos

Antes de ser propiedad de la nación el volcán tuvo dueño, un general que reveló sus caracte­rísticas y explotó la riqueza mineral contenida en su interior

Erika Reyes | El Sol de Puebla

  · sábado 27 de mayo de 2023

Don Goyo retratado en San Mateo Ozolco por el fotógrafo Yáñez. Ca. 1938. Foto: Colección Pedro Sardá Cué

El Popocatépetl es un volcán joven y activo que cada día nos recuerda a los poblanos lo efímera de la existencia humana al observarlo perenne en el horizonte.

Don Goyo, como se le dice familiarmente, es producto del colapso de varios volcanes antiguos cuyas manifestaciones le otorgaron un atributo divino. A lo largo de los siglos, ha sido protagonista de la evolución y la historia de los habitantes del altiplano poblano

Antes de ser propiedad de la nación, a inicios del siglo XX, el Popo tenía dueño, un general que reveló características hasta entonces desconocidas por el hombre y explotó la riqueza mineral contenida en su interior.


El Popocatépetl permaneció dormido por décadas y pese a las advertencias de su peligrosidad nunca se creó un plan de acción en caso de erupción, hasta 1994, cuando el volcán despertó y causó alerta.

Erupción del Popocatépetl en 1929. La imagen fue portada de la Revista de los Estados, Puebla Colonial y Artística. Foto: Colección Pedro Sardá Cué

El origen de Don Goyo

Los volcanes son la forma más espectacular de liberación de la energía terrestre, son respiraderos del planeta y responsables de la formación de grandes extensiones de la corteza del planeta. Además son clave para interpretar la historia y evolución de la tierra.

Entre erupción y erupción, un volcán está dormido y puede permanecer así durante siglos; los volcanes extintos, también pueden volver a la vida.

A pesar del peligro que representan, a su alrededor se han establecido asentamientos humanos debido a que los suelos formados por la meteorización de rocas volcánicas (descomposición de minerales que ocurre en la superficie de la tierra cuando estos materiales entran en contacto con la atmósfera, hidrósfera y biósfera), son enormemente fértiles.

Históricamente, el Popocatépetl es un volcán que forma parte del horizonte poblano desde la misma fundación de Puebla. A lo largo de los siglos ha sido escenario de fondo para pinturas o fotografías preciosas, pero también ha sido agente activo en la vida cotidiana de los poblanos de ayer y de hoy, expone el investigador David Ramírez Huitrón.

“A estado ahí desde hace más de 400 cientos mil años en distintas manifestaciones y no ha sido el único volcán. En realidad es el cuarto hijo de una serie de actividades geológicas que han sucedido a lo largo de los siglos y que le han dado forma al edificio actual (montaña)”, señala.

Fumarola del Popocatépetl con gran acercamiento desde La Joya en el Iztaccíhuatl en 1929, tomada desde el Iztaccíhuatl. Foto: Colección Pedro Sardá Cué

Los ancestros del Popo

El Popocatépetl es producto del colapso de varios volcanes antiguos. Hace 400 mil años, cuando el Valle de Puebla estaba deshabitado, la montaña desató toda su fuerza sobre el altiplano poblano en una explosión que lo devastó.

“La cañada de Nexpayantla es precisamente el residuo de esa gran explosión que dejó a su paso un siguiente edificio volcánico que a lo largo de 20 mil años se fue construyendo y conformó el volcán Ventorrillo”, detalla.


Después de otros 20 mil años el Ventorrillo volvió a explotar y se tapó, entonces salió por una chimenea (conducto por donde asciende la lava) secundaria y se volvió a formar. La nueva formación recibió el nombre del Pico del Fraile, actualmente está apagado y se localiza en el lado sur de la montaña. El Popocatépetl creció y cubrió a los volcanes anteriores, que son el mismo.

“En la estructura del edificio volcánico podemos observar cómo se han ido superponiendo las explosiones que sobre salen como ancestros del Popocatépetl. En nuestra corta y efímera existencia estamos viendo una pequeña etapa de la actividad del volcán. No sabemos si dentro de otros 20 mil años el volcán vuelva a hacer esa explosión Pliniana tan temida por los geólogos y nazca un nuevo volcán (Es la erupción más explosiva, la presión de los gases es muy elevada y provoca estallidos muy violentos)”, advierte.

Postal fotográfica coloreada a mano. Ca. 1904. Desde Tlamacas. De derecha a izquierda se aprecia el Ventorrillo, el Pico del Fraile y el Popocatépetl. Foto: Colección Pedro Sardá Cué

Gigantes de fuego

Las erupciones volcánicas son un fenómeno natural relacionadas con la actividad geológica de las entrañas del planeta. Cuando un volcán hace erupción interactúa con el clima por medio de los materiales que lanza a la atmósfera y lo altera temporalmente.

Por sus imponentes estructuras y su altura, cercana al cielo, para las antiguas culturas los volcanes tenían un simbolismo sagrado.

Ramírez Huitrón refiere que los antiguos habitantes del Continente Americano los reverenciaban y les otorgaban un atributo divino porque a través de sus manifestaciones y de su fuerza, detonaban el nacimiento del fuego y del viento, pero también traían fertilidad. Se daban cuenta que cuando caía cenizas se fertilizaban los campos.

“El volcán ennoblece la región y le da un toque místico. Mucha gente que viene de fuera pregunta si nos da miedo, al contrario, lo vemos como alguien de la familia. Por algo el Popocatépetl es el volcán con una mayor densidad de población, concluye el investigador.

Panorámica en la que se aprecia el Popocatépetl humeante en 1926. Instantánea tomada desde la torre del convento de San Francisco. Foto: Colección Pedro Sardá Cué

Alegorías del volcán

Pese a la edad de este coloso, al que se le calculan cerca de medio millón de años, el Popocatépetl es un volcán joven, dice el investigador Pedro Sardá Cué, quien también señala que nosotros somos solamente un parpadeo en la vida del planeta tierra.

“Hay varios almanaques en los que se narran acontecimientos relacionados con el Popocatépetl ya descritos por seres humanos. Recuerdo la fracción de un códice hermosísimo en el que está pintada una erupción del volcán”, comenta.

Sardá refiere que mediante una representación gráfica poética, el códice Telleriano-Remensis narra una erupción del volcán que duró 40 días con sus noches. La montaña se representa como una figura piramidal regordeta y de la cúspide de ese símbolo sale un tipo penacho que es la explosión. Esta fumarola llega tan alto que se une con las estrellas, lo que indica que la noche se iluminó como si fuera de día.

El investigador señala que los pueblos del altiplano mexicano registraron la erupción en 1509 en la que se indica que el Valle de Puebla se cubrió con arena volcánica.

“Esto está narrado en un códice mexica, pero cuando lo vi lo relacioné inmediatamente con la arena que encontramos en el subsuelo del centro de la ciudad de Puebla. A un metro de profundidad hay 30 centímetros de arena volcánica negra que en muchos casos fue removida cuando se hicieron las edificaciones”, asegura.

En ese entonces no existía ningún asentamiento humano, entonces la arena que expulsaba el volcán se acumuló a lo largo de los días y formó el estrato.

Vista del Popocatépetl desde Atlixco en 1940. Hacienda de Santa Catalina Cuilotepec. Foto: Cortesía Vicente Arroyo. Puebla Antigua

Don Goyo, protagonista

El señor volcán hizo su aparición en la enciclopedia “México a través de los siglos” de 1884, donde se narra que hacia 1448, Moctezuma Ilhuicamina, quinto rey Azteca, vivía intrigado por el humo que emanaba el volcán. Entonces envió a diez de sus mejores guerreros a subir a la cumbre. Solo regresaron dos, los otros ocho habían muerto. Informaron al tlatoani que no era una boca grande por donde el humo salía sino una reja de enormes hendiduras con duros peñascos.

Un siglo más tarde, Hernán Cortés lo mencionó en su segunda carta enviada al rey Carlos V, con fecha del 30 de octubre de 1520: “…a 8 leguas de esta ciudad de Cholula están dos sierras muy altas y muy maravillosas, porque a fin de agosto tienen tanta nieve…y una (el Popo) que es más alta, sale a veces, así sea de día como de noche, tan grande bulto de humo como una gran casa, y sube por encima de la sierra hasta las nubes”.


En el libro “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” publicado en 1632, Bernal Díaz del Castillo, relata que estando en Tlaxcala los españoles preguntaron acerca de la montaña que echaba fuego y humo, se les informó que era el Popocatépetl. También describe cómo se llevó a cabo el ascenso al volcán emprendido por un grupo reducido de conquistadores, quienes a través de torbellinos de ceniza veía cada vez más cercana la ciudad de Tenochtitlán.

“En las narraciones de la Nueva España del Valle de Puebla encontré que en la zona aledaña al barrio de Santiago que en esa época estaba fuera de la ciudad, una noche calló una roca tan grande como una casa. Me atrevo a pensar que era como del tamaño de un jacal, de tres por tres por dos de altura en metros. Tenemos el antecedente que se escuchó el estruendo tanto del volcán como la caída de esa roca gigantesca. Hubo de ser desmenuzada para poder retirarla y los pedazos los ocuparon en las construcciones ahí mismo”, advierte Sardá.

Desde el año 1509 hasta 1994, se documentaron 13 erupciones de don Goyo. Foto: Erik Guzmán (año 2023). El Sol de Puebla

El Popo, propiedad privada

Hasta 1908, la propiedad que incluía al volcán Popocatépetl le perteneció al general Gaspar Sánchez Ochoa. Muy probablemente, la perdió en favor de la nación alrededor de 1938, cuando se crearon los Parques Nacionales como zonas protegidas, señala el investigador.

El general hizo un informe con una descripción científica del volcán realizada por un grupo de investigadores extranjeros que durante el siglo XIX visitaron el Popo. En él se lee que el Barón de Humboldt llegó hasta el cráter del volcán y científicamente verificó con medidas barométricas su altura sobre el nivel del mar, el perímetro del cráter y manifestó que en su interior, el volcán tenía una riqueza azufrera, geológicamente solo comparable con las del Etna en Sicilia.

En diferentes años estuvieron otros geólogos y mineralogista como el Barón de Gross (1836), Andrés del Río (1842), y Antonio del Castillo, quienes ratificaron lo dicho por Humboldt.

En 1895, el Secretario de Guerra y Marina hizo una exploración minuciosa del volcán y las sulfataras del cráter. Advirtió que la riqueza azufrera del volcán podría ser de gran valía para la industria al no haber sido explotado.

Asimismo, en el informe se lee: “La profundidad media del volcán, por donde se desciende, es de 85 a 90 metros, hasta la gran rampa, por donde comienza a descenderse en un plano inclinado hasta la plaza horizontal del cráter, donde se encuentran situados los grandes respiraderos de azufre… en su plaza y las paredes del cráter todas aquellas sulfatadas despiden con gran fuerza vapores sulfurosos que al enfriarse depositan, diariamente, grandes cantidades de azufre puro y limpio”.

Túnel proyectado en el volcán Popocatépetl para la extracción del azufre. Informe del general Sánchez Ochoa. Foto: Rocío Rodríguez. Benemérita Universidad del Estado de Puebla

Sardá Cue dice que a inicios del siglo XX, una empresa se beneficiaba del azufre extraído del cráter del Popo minando el volcán en su interior para obtenerlo. Lo extraían mediante un malacate (un rodillo en el que se enredan las cuerdas para subir y bajar material o personas).

“Bajaban al cráter del Popocatépetl, desprendían las rocas sólidas de azufre que ya estaba deshidratado y las metían en contenedores pequeños para subirlas con el malacate. Cuando retiraron la mayor cantidad del material concentrado tuvieron que detonar cargas para buscar más material detrás de las rocas que ya habían sido limpiadas”, detalla.

Dentro del cráter estaba el polvorín (almacén de pólvora), una de las explosiones lo alcanzó y lo reventó. La explosión fue tan violenta que la flama llegó al borde del cráter y desprendió el malacate.

“El único empleado que estaba arriba se espantó tanto que huyó a su casa y no le dijo a nadie por temor a ser reprendido. Una semana después llegaron a buscarlo y narró lo sucedido. Subieron y encontraron que los mineros habían fallecido por frío, no por la explosión, y al él lo castigaron por omisión”, señala.

Después de décadas dormido, el Popocatépetl despertó el 21 de diciembre 1994. Foto del Plan de Contingencias del Volcán Popocatépetl (1995). Archivo General Municipal de Puebla

Los records mundiales

El volcán había estado inactivo desde 1883 pero gracias a la explosión provocada por el polvorín de la empresa azufrera, el volcán volvió a vivir.

El investigador refiere que el primer récord mundial del Popo fue esta explosión que provocó la única “erupción volcánica producida por el hombre”. Durante nueve años, de 1920 a 1929, el Popocatépetl tuvo actividad volcánica constante con cenizas, humo y vapor.

“El segundo record mundial fue de ´buceo a mayor altitud´. Antiguamente se ofrecían obsequios al volcán como paliativos, para que no tuviera mal humor, y se aventaba a la laguna que estaba dentro del cráter. Los buzos se metieron para ver que encontraban pero fue sumamente difícil y no lo pudieron hacer por la gran saturación de azufre en el agua”, narra.

Noticia de la expedición al volcán organizada en 1921 por el Dr. Atl quien aparece a la derecha pintando el volcán. Foto: Cortesía

Trágica expedición al volcán

A inicios de marzo de 1921 una excursión a la cima del Popocatépetl atrajo los reflectores de la prensa nacional, cuando un grupo del Colegio de Ingenieros regresó despavorido tras la experiencia vivida en el volcán. Dijeron que el Popo estaba a punto de estallar toda su furia.

“Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl, quien es exponente del muralismo mexicano, aseguró que eso no era así y lo demostraría. Tenía fama de artista extravagante, pero su trabajo como pintor (vulcanólogo) le había merecido reconocimiento”, dice el investigador.

El artista tenía experiencia en volcanes porque los había plasmado en su obra. Para ello, se establecía a las faldas de las montañas en donde por largas horas los contemplaba y pintaba. Además, él había realizado excursiones al interior del cráter de Popo que los geólogos especializados habían utilizado como referencia.




Murillo hizo una invitación pública para realizar una expedición que él mismo encabezaría para demostrar que los ingenieros estaban equivocado. De inmediato se sumaron científicos y periodistas. Unos días después, el 24 de marzo, un grupo de 74 personas se dirigió hacia el volcán.

Pese a las advertencias de los excursionistas que regresaban alarmados asegurando que don Goyo estaba arrojando piedras e incluso había heridos, no detuvieron su marcha.

“Subieron y cuando se acercaron al cráter, el volcán tronó y lanzó una llamarada. Se espantaron y salieron corriendo mientras esquivaban las rocas que caían. No recuerdo si hirió o mató a alguien. Entonces, Murillo tuvo que admitir ante la prensa nacional que fue una locura haber hecho la expedición, que el volcán si podía hacer una erupción tremenda y era peligroso”, subraya.

Estos son los lugares que sirvieron como albergues en la emergencia de 1994 tras la erupción del volcán en 1994. Foto del Plan de Contingencias del Volcán Popocatépetl (1995). Archivo General Municipal de Puebla

El volcán despierta

La madrugada del 21 de diciembre de 1994 don Goyo revivió cuando se produjeron cinco sismos de baja magnitud y comenzó a emitir cenizas volcánicas.

“No fue la primera exhalación moderna, desde 1992 yo ya veía fumarolas pero la gente no le deba importancia, pensaban que eran nubes o incendios. Le prestaron atención hasta diciembre del 94 cuando hizo una exhalación muy importante y se tuvo que evacuar la zona del volcán”, refiere Sardá.

De acuerdo con el segundo Informe de Gobierno de Manuel Bartlett Díaz, disponible para su consulta en la biblioteca del Archivo General Municipal, se convocó al Sistema Estatal de Protección. Se consideró que 19 eran las poblaciones en mayor riesgo y por recomendación del Centro Nacional de Prevención de Desastres se sumaron otras cuatro.

Se recibió ayuda inmediata de la Secretaría de Gobernación federal, coordinadora del Sistema Nacional de Protección Civil, y en conjunto formularon el “Plan Popocatépetl”, mismo que se aplicó con el incremento de la actividad volcánica. Así inició la evacuación de la población afectada; 26 mil 665 personas fueron reubicadas en 40 albergues y otras 25 mil, se fueron a casa de familiares o amigos.

El investigador refiere que, con ésta, serían 13 erupciones volcánicas que hasta ese momento se tendrían documentadas desde la registrada en el códice Telleriano-Remensis que describió anteriormente: 1509, 1517, 1519, 1540, 1659, 1665, 1697, 1720, 1820, 1843, 1868, 1920 y 1994.

El Semáforo de Alerta Volcánica para el volcán Popocatépetl se encuentra en Amarillo Fase 3, después de la erupción de cenizas registrada el sábado 20 de mayo que puso en alerta a las autoridades estatales y federales. Foto: Iván Venegas (año 2023). El Sol de Puebla

Don Goyo había permanecido dormido casi siete décadas, pero pese a las anteriores advertencias de peligrosidad del volcán para la población, no se había creado un plan que estableciera las normas de actuación y estrategias a seguir en caso de erupción para proteger la integridad física de las personas, el entorno ecológico y las zonas productivas.

Así se formuló el Plan de Contingencias del Volcán Popocatépetl, cuya primera edición (1995) se puede consultar en la biblioteca del Archivo General Municipal. En el plan se involucraron a todas las dependencias del sector público en sus tres niveles de gobierno, así como al sector privado y social.

A partir de entonces, se instaló una importante Red de Monitoreo Sísmico del Volcán Popocatépetl. Se determinaron las funciones y responsabilidades que deben ejecutarse para responder con prontitud y eficacia a cualquier emergencia producida por una erupción volcánica.

“Actualmente, tendrían que ser evacuadas 25 millones de personas que viven alrededor del volcán, a menos de 100 kilómetros. De las cuales, 21 millones están en el área de la ciudad de México y sus zonas aledañas y tres más en Puebla, más los de Atlixco, Cuautla y otros”, puntualiza el investigador.

Aspecto del centro histórico el lunes 22 de mayo de 2023 tras las copiosas exhalaciones de don Goyo acompañadas de vapor de agua, gases volcánicos y ceniza del día 20. Foto: Iván Venegas (año 2023). El Sol de Puebla

Los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl vistos desde el Santuario de Nuestra Señora de los Remedio en Cholula, Puebla. Foto: Julio César Martínez (año 2022). El Sol de Puebla